El jueves 29 de mayo habíamos diseñado una jornada completamente diferente a las anteriores: una inmersión total en la arquitectura contemporánea de Londres y sus mejores miradores. La capital británica ha experimentado una transformación extraordinaria en las últimas décadas, con rascacielos que han redefinido su skyline y que ofrecen perspectivas únicas de la ciudad. Nuestro plan era ambicioso: visitar tres miradores gratuitos diferentes y culminar la jornada con el espectacular musical Starlight Express.
Leadenhall Market: el aperitivo arquitectónico #
Comenzamos la mañana dirigiéndonos hacia la City de Londres, el distrito financiero que concentra algunos de los edificios más impresionantes de la capital. Nuestra primera parada fue el mercado de Leadenhall Market, una joya arquitectónica victoriana que merece una visita por derecho propio, independientemente de los miradores que planeábamos visitar después.
Este mercado, construido en el siglo XIV y reconstruido en su forma actual durante la época victoriana, es un ejemplo perfecto de cómo Londres ha sabido preservar su patrimonio histórico mientras se adapta a los tiempos modernos. Su estructura de hierro forjado y cristal, con sus elegantes bóvedas y su decoración ornamental, crea un contraste fascinante con los rascacielos ultramodernos que lo rodean.
Leadenhall Market ha ganado fama adicional en los últimos años por haber servido como locación para varias películas, incluyendo algunas escenas de Harry Potter, donde representaba la entrada al Caldero Chorreante. Pasear por sus pasillos es como hacer un viaje en el tiempo, mientras que alzar la vista hacia los edificios circundantes te devuelve bruscamente al siglo XXI.



Horizon 22: el gigante de cristal #
A las 11:00 teníamos reservadas nuestras entradas gratuitas para el mirador Horizon 22, ubicado en uno de los rascacielos más altos de la City. Las entradas para este mirador son gratuitas pero extremadamente populares, por lo que es necesario reservar con bastante antelación para conseguir plaza en las fechas deseadas.
El mirador se encuentra en el piso 58 del edificio 22 Bishopsgate, a una altura de aproximadamente 244 metros sobre el nivel del mar. La experiencia de subir en el ascensor de alta velocidad hasta esa altura ya es emocionante en sí misma, y prepara mentalmente para las vistas que esperan arriba.
Las cristaleras del mirador son verdaderamente impresionantes: ventanales enormes que se extienden desde el suelo hasta el techo, creando una sensación de inmersión total en el paisaje urbano londinense. La altura de estos ventanales, que abarca prácticamente dos pisos, genera una sensación de vértigo controlado que resulta emocionante y ligeramente intimidante a la vez.
Sin embargo, al tratarse de un mirador completamente interior, surge el problema inevitable de los reflejos en el cristal. A pesar de los esfuerzos de los diseñadores por minimizar este efecto, es prácticamente imposible evitar que la iluminación interior se refleje en las ventanas, complicando tanto la contemplación como la fotografía de las vistas.
La zona de observación es muy amplia, lo que permite moverse con comodidad y encontrar diferentes ángulos de visión. No obstante, no ofrece una vista completa de 360 grados, sino que se centra en determinadas perspectivas de la ciudad, especialmente hacia el río Támesis y el centro histórico de Londres.
Pasamos cerca de una hora disfrutando de las vistas panorámicas, identificando los monumentos más emblemáticos desde esta perspectiva privilegiada: la Torre de Londres, el Puente de la Torre, la Catedral de San Pablo, el London Eye, y toda la extensión del río Támesis serpenteando por la ciudad.






The Lookout: la decepción tras la grandeza #
Nuestro segundo mirador del día era The Lookout, también gratuito y también con reserva previa obligatoria. Ubicado en otro rascacielos de la City, prometía ofrecer una perspectiva diferente de Londres desde una altura similar a la del anterior.
Sin embargo, después de la experiencia en Horizon 22, The Lookout resultó ser una decepción considerable. Aunque la altura era comparable, el espacio destinado a los visitantes era notablemente más pequeño y con un techo mucho más bajo, lo que creaba una sensación claustrofóbica que contrastaba negativamente con la amplitud del mirador anterior.
Las vistas, aunque técnicamente buenas, no ofrecían nada sustancialmente diferente a lo que habíamos contemplado una hora antes. La distribución del espacio era menos favorable para la contemplación relajada, y la experiencia general resultaba menos satisfactoria en todos los aspectos.
Le dedicamos únicamente unos 20 o 25 minutos, tiempo suficiente para confirmar que, efectivamente, no merecía la pena visitar ambos miradores en la misma jornada. Para futuros visitantes, recomendaría encarecidamente centrarse en Horizon 22 y saltarse The Lookout, a menos que sea imposible conseguir entradas para el primero.






Picnic urbano junto a St Helen's Church #
Al salir del segundo mirador, descubrimos un supermercado que vendía comida preparada caliente, una opción perfecta para hacer un almuerzo económico y práctico. Decidimos comprar algo de comida y buscar un lugar agradable donde hacer un picnic improvisado en plena City londinense.
Encontramos el lugar perfecto junto a St Helen's Church en Bishopsgate, una pequeña iglesia medieval que ha sobrevivido milagrosamente a los siglos de desarrollo urbano que la rodean. La plaza adyacente a la iglesia ofrece un rincón de tranquilidad en medio del bullicio financiero, con bancos y zonas verdes que invitan al descanso.
Almorzar al aire libre en este entorno creaba un contraste fascinante: por un lado, la serenidad de la iglesia histórica y su pequeño jardín; por el otro, los rascacielos de cristal y acero que se alzaban a nuestro alrededor como monumentos al poder económico contemporáneo. Era una perfecta metáfora de cómo Londres combina su rica historia con su constante evolución hacia el futuro.




St Dunstan in the East: ruinas románticas en el corazón financiero #
Aún nos quedaba tiempo antes de nuestro siguiente compromiso, así que decidimos visitar un lugar que había descubierto a través de Instagram y que había despertado mi curiosidad: St Dunstan in the East Church Garden.
Este lugar es uno de esos secretos urbanos que hacen que Londres sea una ciudad inagotable de descubrimientos. Se trata de las ruinas de una iglesia medieval que fue parcialmente destruida durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. En lugar de demoler completamente los restos o reconstruir la iglesia, las autoridades tomaron una decisión poética: convertir las ruinas en un jardín público.
El resultado es absolutamente mágico. Los muros de piedra medieval, cubiertos parcialmente de hiedra y otras plantas trepadoras, crean una atmósfera romántica y melancólica que parece sacada de una novela gótica. Los arcos de piedra enmarcan pequeños jardines cuidadosamente diseñados, mientras que los árboles han crecido entre las ruinas creando una simbiosis perfecta entre arquitectura y naturaleza.
Es un lugar que invita a la contemplación silenciosa, un oasis de paz en medio de una de las zonas más frenéticas de Londres. La luz que se filtra entre las hojas y los arcos de piedra crea juegos de sombras que cambian constantemente, convirtiendo cada momento en una composición fotográfica diferente.




Sky Garden: el broche de oro de los miradores #
A las 14:30 teníamos reserva en el Sky Garden, el tercero y último mirador gratuito de nuestra jornada de vértigo arquitectónico. Este mirador, que ya habíamos visitado en nuestro viaje anterior de 2023, había sido una experiencia tan memorable que decidimos repetir para completar nuestra particular trilogía de miradores londinenses.
El Sky Garden, ubicado en la planta 35 del edificio conocido popularmente como "Walkie Talkie" debido a su forma característica, es técnicamente el más bajo de los tres miradores que visitamos ese día. Sin embargo, es sin duda el más espectacular y el que ofrece la experiencia más completa y satisfactoria.
Lo que hace único al Sky Garden no son solo las vistas, aunque estas son extraordinarias, sino la concepción integral del espacio. Se trata de un verdadero jardín suspendido en las alturas, con una exuberante vegetación tropical que crea un microclima único a 160 metros sobre el nivel de la calle.
La vegetación está cuidadosamente diseñada en diferentes niveles y terrazas, creando espacios más íntimos dentro del gran volumen del mirador. Palmeras, helechos, y plantas tropicales de todo tipo convierten el espacio en un invernadero gigantesco con vistas panorámicas de Londres.
Pero la verdadera joya del Sky Garden es su terraza exterior. A diferencia de los otros miradores, completamente cerrados, aquí se puede salir al aire libre y experimentar las vistas respirando el aire de la ciudad. La sensación de estar realmente suspendido sobre la ciudad, con el viento londinense acariciando la cara, es incomparablemente más intensa que la experiencia interior.
Las vistas desde el Sky Garden son completas de 360 grados, lo que permite contemplar Londres desde todas las perspectivas posibles. Hacia el sur se extiende el Támesis con sus puentes históricos; hacia el norte se alza la City con sus rascacielos relucientes; hacia el este se vislumbra Canary Wharf en la distancia; hacia el oeste se divisa el centro histórico de Londres con sus monumentos emblemáticos.
Sin embargo, en esta ocasión la experiencia fue ligeramente menos satisfactoria que en nuestra visita anterior. El mirador estaba considerablemente más masificado, probablemente porque era media tarde y se había ido acumulando gente de las reservas anteriores del día. La sensación de intimidad y tranquilidad que habíamos experimentado en 2023 se había perdido entre las multitudes de visitantes que luchaban por encontrar el mejor ángulo para sus fotografías.
A pesar de esta masificación, el Sky Garden sigue siendo, sin lugar a dudas, el mirador gratuito más recomendable de Londres. Si solo fuera posible elegir uno de los tres que visitamos, este sería la elección obvia por su combinación única de vistas espectaculares, diseño innovador, y experiencia sensorial completa.




Canary Wharf: la Manhattan londinense #
Después de completar nuestra trilogía de miradores, decidimos continuar con nuestra jornada dedicada a la arquitectura contemporánea dirigiéndonos hacia Canary Wharf. Este distrito financiero, ubicado en los antiguos muelles del East End, representa uno de los proyectos de renovación urbana más ambiciosos de la Europa moderna.
Canary Wharf es la respuesta londinense a Manhattan: una concentración de rascacielos de oficinas que crean un skyline futurista en lo que hace pocas décadas eran simplemente muelles abandonados. Lo que hace especial a esta zona no es tanto la altura individual de sus edificios como la variedad arquitectónica y la cuidada planificación urbana que los rodea.
Los rascacielos de Canary Wharf no se limitan a ser simples torres de oficinas. Cada uno tiene su propia personalidad arquitectónica: desde el elegante minimalismo de algunos hasta los diseños más audaces y experimentales de otros. La diversidad de estilos crea un conjunto visualmente rico que evita la monotonía típica de muchos distritos financieros.
Pero lo que realmente distingue a Canary Wharf es su urbanización circundante. Los antiguos canales y muelles han sido cuidadosamente preservados e integrados en el diseño urbano, creando un paisaje único donde los rascacielos ultramodernos se reflejan en las aguas históricas de los docks.




Descanso en Eden Dock: tranquilidad junto al agua #
Compramos algo de picoteo en un supermercado local y nos instalamos en Eden Dock para disfrutar de un descanso merecido después de la intensa jornada de miradores. Este espacio, que forma parte del complejo de Canary Wharf, ofrece una perspectiva completamente diferente de la arquitectura que habíamos estado contemplando desde las alturas.
Sentados junto al agua, con los rascacielos alzándose a nuestro alrededor, pudimos apreciar las proporciones reales de estos gigantes de cristal y acero. La proximidad permitía observar detalles arquitectónicos que desde los miradores pasaban desapercibidos: las texturas de las fachadas, los juegos de luces y sombras, las variaciones cromáticas del cristal según la luz del día.
Pasamos cerca de una hora disfrutando de este ambiente único, observando el contraste entre la frenética actividad laboral que se intuía en los pisos superiores de los edificios y la tranquilidad casi bucólica del espacio junto al agua. Era como estar en dos Londres diferentes al mismo tiempo: el Londres financiero y competitivo, y el Londres relajado y contemplativo.


Explorando los espacios verdes de Canary Wharf #
Después del descanso, decidimos explorar algunos de los espacios públicos que complementan el conjunto arquitectónico de Canary Wharf. Caminamos por Jubilee Park, un espacio verde sorprendentemente amplio y bien diseñado que ofrece una perspectiva diferente de los rascacielos circundantes.
El South Quay Footbridge nos proporcionó excelentes perspectivas fotográficas del conjunto, permitiendo capturar la relación entre los edificios y el agua de una manera que resultaba especialmente fotogénica. Desde el puente, la geometría de los rascacielos se organizaba en composiciones visuales que cambiaban con cada paso.
El paseo por South Dock completó nuestro recorrido arquitectónico, ofreciendo vistas de los edificios desde ángulos que revelan la complejidad y sofisticación del proyecto urbanístico. Cada perspectiva ofrecía una nueva comprensión de cómo los arquitectos y urbanistas habían conseguido integrar la monumentalidad de los rascacielos con la escala humana de los espacios públicos.






Rumbo a Wembley: preparando el espectáculo teatral #
Pasadas las 18:00, pusimos rumbo a nuestra última cita del día: el Troubadour Wembley Park Theatre para ver Starlight Express. El trayecto hasta Wembley nos permitía conocer una zona de Londres completamente diferente a las que habíamos explorado hasta el momento.
Wembley Park es una zona que ha experimentado una transformación radical en los últimos años. Tradicionalmente conocida por el famoso estadio de Wembley, donde se celebran los eventos deportivos más importantes del país, la zona se ha convertido en un distrito de entretenimiento moderno con amplios espacios peatonales y arquitectura contemporánea.
La zona había sido sede de algunos eventos de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, lo que había catapulizado su desarrollo como área de ocio y entretenimiento. Los espacios públicos son generosos y están bien diseñados, creando un ambiente agradable para caminar y disfrutar del tiempo libre.


Starlight Express: espectáculo puro sobre ruedas #
Starlight Express es uno de esos musicales que definen el concepto de "espectáculo total". Esta producción de Andrew Lloyd Webber, que había sido relanzada con una nueva puesta en escena después de varios años fuera de las carteleras londinenses, tiene como característica distintiva que todos los actores actúan sobre patines, simulando ser vagones de tren en una competición ferroviaria antropomorfa.
El argumento del musical es relativamente simple: una carrera entre diferentes tipos de trenes (vapor, diesel, eléctrico) que sirve como metáfora de diferentes épocas y filosofías. Sin embargo, lo que hace especial a Starlight Express no es la complejidad de su historia, sino la espectacularidad de su puesta en escena.
La producción es un despliegue impresionante de luces, música estridente, efectos especiales, y coreografías sobre patines que desafían las leyes de la física. Los actores se deslizan por rampas, realizan acrobacias sobre ruedas, y crean efectos visuales que resultan hipnóticos. La atmósfera conseguida es la de una competición deportiva futurista donde la música y el movimiento se funden en una experiencia sensorial abrumadora.
El nivel técnico de los intérpretes es extraordinario. Actuar, cantar y bailar sobre patines requiere unas habilidades que van mucho más allá de las típicas de un musical convencional. Las coreografías son complejas y arriesgadas, y la precisión necesaria para ejecutarlas sin accidentes añade una tensión adicional que mantiene al público en vilo.
Sin embargo, desde el punto de vista musical, Starlight Express nunca ha sido mi favorito dentro del repertorio de Lloyd Webber. Las canciones, aunque efectivas en el contexto del espectáculo, no tienen la profundidad melódica o lírica de otros trabajos del compositor. Pero como experiencia teatral pura, como demostración de lo que es posible conseguir en un escenario, el musical resulta absolutamente fascinante.
Hubo un aspecto que me generó cierta decepción: el actor que interpretaba a la locomotora de vapor, uno de los personajes principales, parecía quedarse corto vocalmente en varios momentos clave. No sabría decir si se trataba de una limitación del intérprete o simplemente de que no estaba teniendo su mejor noche, pero en algunas de las canciones más importantes su voz no alcanzaba la potencia y el registro que el papel demandaba.








El final perfecto de un día intenso #
Salimos del teatro con un subidón de energía considerable e inevitablemente cantando la pegadiza canción principal de Starlight Express. La combinación de la música, las luces, el movimiento y la adrenalina del espectáculo había creado exactamente el efecto que este tipo de producciones pretenden conseguir: una sensación de euforia y vitalidad que se extiende más allá de los límites del teatro.
El viaje de regreso a nuestro alojamiento en Clapham Junction fue una oportunidad para procesar la intensidad del día. Habíamos conseguido combinar arquitectura de vanguardia, vistas espectaculares, espacios urbanos innovadores, y teatro musical en una jornada que había resultado extraordinariamente rica y variada.
Era la demostración perfecta de cómo Londres consigue integrar diferentes facetas de la experiencia urbana en un conjunto coherente y emocionante. Desde las alturas de los rascacielos hasta la intimidad de los jardines en ruinas, desde la serenidad de los muelles hasta la adrenalina del teatro musical, la ciudad había ofrecido una gama completa de sensaciones y descubrimientos.
Al llegar a casa, mientras cenábamos y repasábamos mentalmente las experiencias del día, no pudimos evitar sentirnos afortunados por poder vivir una ciudad tan compleja y estimulante como Londres. Mañana nos esperaba nuestro último día completo en la capital británica, y ya sabíamos que sería difícil igualar la intensidad y variedad de esta jornada arquitectónica y teatral.



Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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