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Roma: La última parada de nuestro viaje relámpago por Europa

Crónica de expectativas, dudas y emociones ante la Ciudad Eterna

Roma: La última parada de nuestro viaje relámpago por Europa

En mayo de 2024, me encontré embarcado en un viaje que, confieso, no había sido mi primera elección.

Roma se presentó como la última parada de un recorrido relámpago por Europa, una odisea nacida del entusiasmo de unos familiares brasileños ansiosos por descubrir lo máximo posible del Viejo Continente en el mínimo tiempo disponible.

El contexto: Un viaje nacido del deseo de otros #

Nuestro grupo estaba compuesto por cuatro personas: mi pareja y yo, ejerciendo de improvisados cicerones, y nuestros dos familiares de Brasil. Tras pasar por Barcelona y París, Roma se erigía como el acto final de este maratón turístico. La ilusión de nuestros visitantes era palpable, sus ojos aún chispeantes de emoción a pesar del cansancio acumulado.

Mientras nos acercábamos a la Ciudad Eterna, mis sentimientos eran una mezcla contradictoria de nostalgia y recelo. Hacía años de mi última visita a Roma, y una parte de mí se emocionaba ante la idea de redescubrir rincones que guardaba en la memoria. Sin embargo, otra parte, quizás la más ruidosa, se encogía ante la perspectiva de enfrentarme a la masificación turística que sabía que nos esperaba.

Me encontraba en la curiosa posición de ser el guía de un viaje que, de haber dependido solo de mí, probablemente no habría emprendido. La idea de un tour express por Roma, corriendo de un monumento a otro, iba en contra de mi filosofía de viaje. Siempre he preferido sumergirme lentamente en los lugares, dejarme llevar por callejuelas desconocidas, descubrir rincones alejados de las rutas turísticas.

Roma y yo: Una relación complicada #

Debo admitir que Roma y yo siempre hemos tenido una relación complicada. Es una ciudad que respeto profundamente, cuya grandeza histórica me sobrecoge, pero que nunca ha llegado a cautivarme por completo. Quizás sea porque echo en falta ese toque de modernidad que encuentro en otras capitales europeas, o tal vez porque la constante inmersión en ruinas y lugares de inmensa carga histórica termina por saturarme.

La Roma antigua, con su majestuosidad y su peso histórico, a veces me resulta abrumadora. La sensación de caminar constantemente sobre capas y capas de historia puede ser fascinante, pero también agotadora. Y la Roma moderna, con su caótico tráfico y su ritmo frenético, a menudo me deja añorando la serenidad de ciudades menos turísticas.

Sin embargo, a pesar de mis reservas, decidí afrontar este viaje con renovada ilusión. Me había convertido, casi sin darme cuenta, en el cicerone de nuestros familiares, y estaba decidido a mostrarles lo mejor de Roma. Quería que vieran la ciudad no solo a través de sus monumentos más famosos, sino también a través de esos pequeños detalles que hacen de Roma un lugar único: el aroma del café en las pequeñas cafeterías, el bullicio de los mercados locales, la elegancia natural de los romanos paseando al atardecer.

Preparativos y expectativas: Diseñando el viaje perfecto #

Siguiendo el deseo de nuestros visitantes de ver todo lo posible en el tiempo disponible, me embarqué en la tarea de diseñar itinerarios que rozaban lo imposible. Mapas de la ciudad, guías turísticas y consejos de amigos se extendieron sobre la mesa mientras trazaba rutas que nos llevarían de un extremo a otro de la ciudad.

Era consciente de que nuestros días en Roma serían una carrera contra el reloj, un maratón turístico que pondría a prueba nuestra resistencia física y mental. Pero también sabía que, para nuestros familiares, cada minuto en la Ciudad Eterna sería un tesoro, un recuerdo imborrable.

A medida que se acercaba nuestro primer día de exploración, me hice una promesa: intentaría ver Roma a través de sus ojos. Intentaría redescubrir la magia de la ciudad, esa que recordaba de mi primera visita, cuando cada esquina me sorprendía y cada monumento me dejaba sin aliento. Quizás, pensé, este viaje no solo sería un regalo para ellos, sino también una oportunidad para reconciliarme con una ciudad que, a pesar de todo, siempre tiene algo nuevo que ofrecer.

Con una mezcla de determinación y curiosidad, nos sumergimos en cuatro días intensos en el corazón de Italia. Roma nos esperaba, con sus contradicciones, su belleza y sus desafíos. Y nosotros estábamos listos para abrazarla, con todas sus luces y sombras.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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