Los espacios intersticiales son aquellos lugares que existen entre destinos, espacios diseñados no para ser habitados sino para ser atravesados: aeropuertos, estaciones de tren, paradas de autobús, salas de espera. Son los entre-lugares de nuestros viajes, esos puntos intermedios que conectan un aquí con un allá. El término "intersticial" proviene del latín "interstitium" (espacio intermedio), y en el contexto del viaje, estos espacios representan las pausas, las transiciones, los momentos de espera entre un origen y un destino.

La invisibilidad de lo cotidiano #

A pesar de que pasamos una cantidad significativa de nuestro tiempo como viajeros en estos espacios, raramente los consideramos como lugares en sí mismos. Confieso que, durante años, he atravesado aeropuertos como si fueran espacios invisibles. Miles de pasos por terminales que se han fusionado en mi memoria en una masa homogénea de pasillos interminables, sillas de plástico y señales fluorescentes.

Incluso aeropuertos emblemáticos como los de Hong Kong o Singapur, que deberían destacar por su espectacular arquitectura y servicios, se desdibujan en mi mente, mezclándose con decenas de otros espacios similares. Solo aquellos que he convertido en una especie de segunda casa por su uso frecuente —Barcelona y Bilbao— mantienen una identidad clara en mi memoria.

Esta reflexión me lleva a una pregunta más profunda: ¿qué otros espacios significativos estoy atravesando sin realmente ver? ¿Cuántas historias, detalles y experiencias únicas he dejado pasar en mi prisa por llegar al siguiente destino?

La vida oculta de los espacios de transición #

Estos lugares que tendemos a ignorar desarrollan sus propias microculturas, pequeños universos con reglas y rituales únicos:

• Ejecutivos que transforman cualquier superficie plana en una oficina improvisada
• Viajeros que convierten rincones anónimos en espacios sorprendentemente domésticos
• La peculiar gastronomía que opera en una zona horaria perpetuamente ambigua
• Las pequeñas comunidades temporales que se forman en las salas de espera

Son espacios donde se desarrollan constantemente pequeñas historias humanas: despedidas emotivas, reencuentros jubilosos, momentos de soledad contemplativa. Son lugares donde los extraños comparten brevemente un mismo espacio y tiempo, creando efímeras comunidades de circunstancia.

El caso particular de las estaciones de tren #

Curiosamente, mi experiencia con las estaciones de tren es completamente diferente. Quizás porque las uso con menos frecuencia, o tal vez porque muchas de ellas se han convertido en destinos turísticos por derecho propio, estas han logrado mantener su individualidad en mi memoria. Las estaciones de tren, con su arquitectura a menudo histórica y su conexión más directa con el tejido urbano, parecen resistirse a esa homogeneización que afecta a los aeropuertos.

Esta diferencia en mi percepción entre aeropuertos y estaciones de tren me ha llevado a cuestionarme: ¿qué hace que algunos espacios intersticiales mantengan su identidad mientras otros se desdibujan en nuestra memoria?

Un proyecto de redescubrimiento #

Esta toma de conciencia me ha llevado a proponerme un ejercicio para mis próximos viajes: comenzar a ver verdaderamente estos espacios intersticiales. La fotografía será mi herramienta principal, una forma de obligarme a buscar lo único y diferente en cada aeropuerto, más allá de las inevitables sillas y salas de espera.

Me propongo desarrollar nuevas formas de habitar estos espacios:

1. Fotografía Consciente: Utilizar la cámara no solo para documentar, sino como una herramienta de descubrimiento y diferenciación.
2. Observación Activa: Dedicar tiempo a notar los detalles únicos de cada espacio.
3. Documentación Comparativa: Crear un registro de las características distintivas de cada lugar.
4. Exploración Arquitectónica: Prestar especial atención a los elementos de diseño que hacen único cada espacio.

Una invitación a ver lo invisible #

Este artículo marca el inicio de un proyecto personal: el compromiso de empezar a ver verdaderamente estos espacios que durante tanto tiempo he atravesado sin mirar realmente. La próxima vez que me encuentre en un aeropuerto, en lugar de sumergirme automáticamente en mi teléfono o libro, intentaré dedicar tiempo a observar, a documentar, a descubrir qué hace único ese espacio particular.

Te invito a unirte a este ejercicio de redescubrimiento. Quizás sea momento de reconocer que estos no-lugares son, en realidad, lugares llenos de vida, historias y significado. De aprender a ver la belleza y la singularidad en estos espacios que, aunque diseñados para ser transitados, merecen ser verdaderamente habitados y experimentados.