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Día 2. Recogiendo credenciales y redescubriendo Barcelona

24 octubre 2025

Día 2. Recogiendo credenciales y redescubriendo Barcelona

El viernes 24 de octubre nos levantamos sin prisas, con esa sensación agradable de tener todo el día por delante y ninguna obligación imperiosa que cumplir. Ya conocíamos Barcelona, la hemos visitado tantas veces a lo largo de los años que no sentíamos esa urgencia turística de correr de un monumento a otro. Este viaje tenía otro ritmo, otra intención. Éramos casi locales temporales, con la tranquilidad de quien sabe que puede volver.

Las oficinas de Open House Barcelona #

Después de desayunar algo por el barrio, nuestra primera parada del día tenía nombre y apellidos: las oficinas de Open House Barcelona. Era el momento de recoger nuestro kit de voluntarios, ese conjunto de materiales que nos acreditaba como parte del equipo y que nos abriría puertas durante todo el fin de semana. Literalmente.

El kit consiste en un folleto con información sobre el festival, un mapa con todos los edificios participantes marcados y, lo más importante, una pulsera que te permite acceso prioritario a cualquier edificio durante el fin de semana. Esta pulsera es oro puro cuando estás en un festival donde algunos espacios tienen colas de espera de más de una hora. Fuera de tu turno de voluntariado, lógicamente, porque cuando estás trabajando lo último que puedes hacer es saltarte tu propio control de acceso.

Lo que no esperábamos era la acogida que nos dieron. Íbamos, por decirlo de alguna manera, "recomendados" desde Open House Bilbao. Habíamos contactado previamente con la organización barcelonesa para explicarles nuestra experiencia como voluntarios en el festival vasco, y esto hizo que nos trataran con una deferencia especial. No es que esperásemos alfombra roja ni mucho menos, pero fue bonito sentir esa conexión inmediata entre equipos de distintas ciudades que comparten la misma pasión por abrir la arquitectura al público.

Estuvimos un buen rato en las oficinas charlando con los organizadores del festival, con algunos trabajadores y con otros voluntarios que también andaban por allí ultimando detalles. Había una energía especial en el ambiente, esa mezcla de nervios y emoción del día antes del gran evento. Todo el mundo estaba pendiente de mil pequeños detalles: confirmaciones de última hora, ajustes en los horarios, coordinación con los edificios. Era fascinante ver la trastienda de algo que conocemos desde el otro lado.

Paseo por el centro: entre la nostalgia y la decepción #

Con nuestro kit en la mochila y una sonrisa de satisfacción, emprendimos un paseo tranquilo por la Rambla de Catalunya. Es una de esas avenidas de Barcelona que invita a caminar sin prisa, con sus tiendas, sus terrazas y ese ambiente cosmopolita que caracteriza a la ciudad. Llegamos hasta la Plaza de Catalunya, ese punto neurálgico donde confluyen todas las energías de Barcelona, y desde allí nos adentramos en el Portal del Ángel.

Nuestro objetivo era llegar a las Galerías Maldà, ese pequeño centro comercial enclavado en el corazón del Gótico que en una visita anterior nos había parecido un auténtico paraíso friki. Recordábamos tiendas temáticas de Harry Potter, Nintendo, Sega, Tim Burton... Un lugar donde la cultura pop y el coleccionismo se daban la mano de manera maravillosa.

Sin embargo, esta vez la experiencia fue diferente. El ambiente se había diluido considerablemente. Ya no quedaban casi tiendas temáticas y todo parecía haberse vuelto más generalista, más anodino. Esa personalidad tan marcada que recordábamos se había desvanecido, víctima quizás de los cambios en los alquileres o en los gustos del público. Salimos un poco desilusionados, con esa sensación agridulce de cuando vuelves a un lugar especial y descubres que el tiempo no lo ha tratado bien.

Pero Barcelona tiene eso: cuando algo te decepciona, siempre hay otra esquina que te sorprende. Pasamos por el mercado de la Boquería, aunque sin detenernos demasiado porque lo conocíamos bien de otras visitas. Comimos algo tranquilos en una de esas calles laterales donde el bullicio turístico se diluye un poco, y después seguimos nuestro paseo bajando por las Ramblas.

El puerto de Barcelona desde el Maremagnum
El puerto de Barcelona desde el Maremagnum

La llamada de la siesta #

Llegamos hasta la estatua de Colón, giramos hacia el puerto y continuamos caminando hasta el Maremagnum. Ese espacio comercial y de ocio que se adentra en el agua siempre me ha parecido un punto curioso de Barcelona, un lugar de transición entre el casco antiguo y el mar, entre la ciudad histórica y la ciudad olímpica.

Nos sentamos en un banco cerca del acuario, con el sol de octubre acariciándonos la cara y el suave murmullo del puerto de fondo. Y entonces empezó a pasarnos factura la combinación de varios factores: el momento post-comida, el sol agradable, la caminata matutina, la relajación del viaje. Nos entró un sueño considerable.

Podríamos haber luchado contra él, haber seguido paseando o haber buscado un café cargado que nos reactivase. Pero teníamos un plan para la tarde que requería estar frescos y atentos, así que tomamos la decisión más sensata: volver a casa y echarnos una siesta rápida. A veces lo más inteligente que puedes hacer en un viaje es escuchar a tu cuerpo.

La segunda de Schumann en L'Auditori #

La siesta fue breve pero reparadora. Teníamos que estar a las siete de la tarde en L'Auditori, donde habíamos conseguido entradas para un concierto que prometía ser memorable. El programa era ambicioso y variado: el Ensayo para orquesta número 2 de Samuel Barber para empezar, seguido del Concierto para violín de Philip Glass con Alena Baeva como solista, y para cerrar, la Segunda Sinfonía de Robert Schumann.

L'Auditori es uno de esos espacios que Barcelona ha sabido crear para la música. Moderno, con una acústica excelente, ubicado en una zona bien conectada cerca de la Plaza de las Glorias. Fuimos junto con nuestros amigos barceloneses, lo que hacía la experiencia aún más especial. Compartir música en vivo con gente querida tiene algo mágico, algo que trasciende la mera suma de las partes.

El concierto estuvo magnífico. La Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña, dirigida por Stephanie Childress en su segunda temporada como principal directora invitada, desplegó toda su calidad desde la primera nota de Barber. Pero fue el concierto de Glass con Alena Baeva lo que nos dejó verdaderamente hipnotizados. Esta violinista de origen kirguís, con su Guarneri del Gesù de 1738, logró crear esa atmósfera onírica y circular tan característica del minimalismo de Glass. Sus repeticiones, lejos de resultar monótonas, nos fueron envolviendo en capas de sonido cada vez más profundas.

Y luego llegó Schumann, esa Segunda Sinfonía que el compositor describió como "una trayectoria desde la oscuridad a la luz". Escrita en medio de una profunda crisis personal, la obra despliega toda la complejidad emocional del Romanticismo. La orquesta supo captar esa tensión del primer movimiento, la vivacidad del Scherzo donde brillaron especialmente las cuerdas, la dulzura introspectiva del Adagio y el triunfo final del Allegro molto vivace con los metales en primer plano.

Cuando terminó, con los aplausos todavía resonando en la sala, tuvimos la oportunidad de hablar con una de las violinistas de la orquesta. Es amiga de nuestros anfitriones, y fue bonito poder felicitarla en persona, comentar algunos pasajes de la obra y asomarnos brevemente a ese mundo de quienes hacen posible que el resto disfrutemos de la música.

L'Auditori de Barcelona
L'Auditori de Barcelona

Cerrando el día #

Desde L'Auditori nos fuimos a buscar a la hija de nuestros amigos, que había estado con otros amigos durante la tarde. Cenamos algo todos juntos, con esa conversación relajada del viernes por la noche, cuando el fin de semana se abre ante ti lleno de posibilidades.

De vuelta a casa, repasamos mentalmente lo que nos esperaba. El sábado arrancaba Open House Barcelona de verdad. Por la mañana seríamos visitantes, por la tarde voluntarios. Teníamos la pulsera, teníamos el mapa, teníamos las ganas. Solo faltaba que llegase el día.

Este viernes había sido perfecto en su imperfección: la decepción de las Galerías Maldà compensada por el placer de caminar sin rumbo fijo, la siesta necesaria, la música compartida. Barcelona nos recordaba por qué seguimos volviendo a ella después de tantos años.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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