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Fundació Enric Miralles

El archivo vivo de un genio inacabado

Fundació Enric Miralles

Hay arquitectos que construyen edificios y hay arquitectos que construyen mundos. Enric Miralles pertenecía a esta segunda categoría, y la Fundació Enric Miralles, escondida en un tranquilo pasaje del Barri Gòtic de Barcelona, es el guardián de ese universo creativo interrumpido prematuramente. Visitar este espacio durante el Open House Barcelona fue como asomarse al taller mental de un visionario, un lugar donde los dibujos, las maquetas y los esbozos revelan el proceso de pensamiento de uno de los arquitectos más brillantes y complejos de finales del siglo XX.

El edificio del Passatge de la Pau número 10 no es fácil de encontrar. Es un pequeño pasaje peatonal que se abre discretamente desde el carrer Ample, casi sin anunciarse. Pero precisamente esa discreción esconde uno de los archivos arquitectónicos más importantes de Europa y un espacio donde el legado de Miralles sigue vivo a través de exposiciones, talleres, residencias y el trabajo del estudio Miralles Tagliabue EMBT, que todavía ocupa una de las plantas del edificio.

Un palacio decimonónico convertido en laboratorio de ideas #

El edificio que acoge la fundación fue construido en 1870, en plena expansión de la Barcelona industrial. Durante más de un siglo fue un palacio burgués del que poco se conocía hasta que en 1996 Enric Miralles y Benedetta Tagliabue decidieron trasladar su estudio de arquitectura desde su anterior sede en el carrer d'Avinyó. Necesitaban más espacio para trabajar, para almacenar las maquetas que ya entonces empezaban a acumularse, y sobre todo para crear un ambiente que reflejara su manera de entender la arquitectura.

La rehabilitación que hicieron Miralles y Tagliabue es característica de su forma de trabajar. No fue una restauración arqueológica ni una intervención radical, sino algo intermedio: respetaron la esencia del edificio decimonónico manteniendo los suelos, techos, ventanas y puertas originales, pero intervinieron con elementos contemporáneos que dialogan con lo existente sin intentar camuflarse. Una gran lámpara con estructura de celosía cuelga en el vestíbulo de entrada, proyectando una red de sombras sobre el suelo que cambia con las horas del día y que te invita a entrar al patio interior.

El edificio se organiza en planta baja más tres pisos. En la primera planta se encuentra el estudio Miralles Tagliabue EMBT, donde Benedetta Tagliabue continúa desarrollando la obra que inició junto a Enric. La planta baja alberga el almacén de maquetas del estudio EMBT, guardadas con cuidado en cajas de madera como si fueran piezas de museo. En el entresuelo está la sala principal de la Fundació Enric Miralles, un espacio de más de 500 metros cuadrados dedicado a exposiciones, conferencias y actividades públicas. Y en las plantas superiores hay espacios de coworking que acogen residencias de jóvenes arquitectos y diseñadores de todo el mundo.

Enric Miralles: la arquitectura como un juego serio #

Para entender la Fundació Enric Miralles es necesario entender quién fue Enric Miralles. Nacido en Barcelona en 1955, a los 15 años tuvo que elegir entre el baloncesto profesional y la arquitectura. Eligió la arquitectura, pero nunca perdió ese espíritu lúdico y competitivo del deporte. Estudió en la Escola Tècnica Superior d'Arquitectura de Barcelona y posteriormente en la Universidad de Columbia en Nueva York. Comenzó trabajando en el estudio de Albert Viaplana y Helio Piñón, dos de los arquitectos más innovadores de la Barcelona postfranquista.

En 1983 abrió su propio estudio junto a su primera esposa, Carme Pinós, también arquitecta. Durante los siete años que trabajaron juntos crearon algunas de las obras más poéticas y radicales de la arquitectura española contemporánea. Su proyecto más emblemático de esta época es el Cementerio de Igualada, una obra que rompió completamente con la concepción tradicional de los espacios funerarios.

El Cementerio de Igualada, terminado en 1994 tras diez años de construcción, es mucho más que un lugar de descanso para los muertos. Es una excavación en el paisaje, una herida en la tierra que desciende hacia un patio central como si fuera un río de almas. Los nichos se apilan contra los taludes de hormigón, las losas del pavimento parecen flotar corriente abajo, y todo el conjunto se integra en el paisaje catalán como si hubiera estado allí desde siempre. Es arquitectura y paisaje fundidos en una sola cosa, un espacio donde los vivos pueden pasear y reflexionar rodeados de luz mediterránea.

Después de su separación de Carme Pinós en 1991, Miralles conoció a Benedetta Tagliabue, una arquitecta italiana que se convertiría en su segunda esposa y compañera creativa. Juntos fundaron en 1993 el estudio EMBT, donde la arquitectura de Miralles adquirió una nueva dimensión cromática y material. Benedetta aportó una sensibilidad por el color y los materiales que se sumó a la complejidad espacial que caracterizaba a Miralles.

Los proyectos más importantes de EMBT incluyen el Mercado de Santa Caterina en Barcelona, con su espectacular cubierta ondulada de cerámica multicolor que parece una explosión de frutas y verduras petrificadas, y el Parlamento de Escocia en Edimburgo, su obra más ambiciosa y la que más controversia generó. El parlamento escocés es un edificio fragmentado como una pequeña ciudad, con torres que se asemejan a hojas volcadas y espacios que van cambiando según el ángulo desde el que se miran. Es arquitectura líquida, orgánica, que respeta las formas y tradiciones del lugar escocés pero las transforma en algo completamente nuevo.

Enric Miralles murió el 3 de julio de 2000 en Sant Feliu de Codines, a los 45 años, víctima de un tumor cerebral. No pudo ver terminado el Parlamento de Escocia, ni la Torre de Gas Natural en Barcelona, ni muchos otros proyectos en los que trabajaba. Benedetta Tagliabue asumió la responsabilidad de completar todas estas obras manteniendo vivo el espíritu creativo que habían compartido. Y once años después de su muerte, en 2011, fundó la Fundació Enric Miralles para preservar su legado y proyectarlo hacia el futuro.

El archivo: mil maquetas y miles de dibujos #

Lo que hace especial a la Fundació Enric Miralles es su archivo. No se trata de un museo donde se exponen obras terminadas, sino de un archivo vivo donde se puede ver el proceso de pensamiento de un arquitecto. El archivo incluye todos los dibujos originales de los proyectos de Miralles, sus esbozos, sus notas manuscritas, fotografías, correspondencia y aproximadamente mil maquetas originales.

Las maquetas son especialmente fascinantes porque Miralles las usaba como herramienta de pensamiento, no como presentación final. Algunas están hechas con cartón, otras con madera, otras con alambre y papel. Hay maquetas de trabajo llenas de correcciones, con piezas añadidas o quitadas, con anotaciones escritas directamente sobre ellas. Ver estas maquetas es como asomarse al cerebro de Miralles mientras dibujaba y construía mentalmente sus edificios.

Durante la visita del Open House tuve la oportunidad de ver algunas de estas maquetas desplegadas en la sala de exposiciones. Había maquetas del Parlamento de Escocia en diferentes fases de desarrollo, mostrando cómo el proyecto fue evolucionando desde la idea inicial hasta la versión construida. Había también maquetas del Cementerio de Igualada, del Mercado de Santa Caterina, del Pabellón de Huesca que le valió el León de Oro en la Bienal de Venecia de 1996, y de muchos otros proyectos menos conocidos.

Lo interesante es ver cómo Miralles trabajaba con varios proyectos simultáneamente, y cómo las ideas de un proyecto se filtraban hacia otros. Sus dibujos tampoco son dibujos técnicos convencionales. Son dibujos superpuestos, collages, fotografías intervenidas, notas poéticas escritas en los márgenes. Miralles pensaba visualmente de una manera muy personal, mezclando plantas, secciones y perspectivas en un mismo papel, añadiendo referencias literarias o filosóficas junto a detalles constructivos.

La experiencia de la visita: entre el pasado y el futuro #

Entrar en la Fundació Enric Miralles durante el Open House Barcelona es una experiencia diferente a la visita de otros edificios del festival. No hay columnas romanas ni frescos barrocos. Hay papel, madera, luz natural entrando por ventanas decimonónicas e iluminando maquetas que parecen maquetas de ciudades imposibles. Hay estudiantes trabajando en los espacios de coworking, arquitectos del estudio EMBT subiendo y bajando escaleras con planos bajo el brazo, visitantes mirando fascinados los dibujos expuestos en las paredes.

El patio interior del edificio, con su banco diseñado por el propio Miralles, es un pequeño oasis de tranquilidad. Es un espacio de transición entre el ruido del Barri Gòtic y el silencio concentrado de los estudios de arquitectura. Desde allí se puede ver la estructura original del palacio del siglo XIX, con sus ventanas de carpintería antigua y sus muros de piedra, conviviendo naturalmente con los elementos contemporáneos añadidos por Miralles y Tagliabue.

La sala de exposiciones del entresuelo es amplia y luminosa, con el techo alto característico de los edificios decimonónicos. Cuando la visité durante el Open House, había una exposición temporal sobre el proceso creativo de Miralles, con fotografías, dibujos y maquetas organizadas de manera cronológica. Poder ver la evolución de su trabajo desde los primeros proyectos con Carme Pinós hasta sus últimas obras con Benedetta Tagliabue fue como leer una biografía visual.

Lo que más me impresionó fue la vitalidad del lugar. La Fundació Enric Miralles no es un mausoleo dedicado a un arquitecto muerto, sino un espacio vivo donde se sigue experimentando, donde jóvenes arquitectos trabajan rodeados del archivo de Miralles, donde se organizan talleres, conferencias y debates sobre arquitectura contemporánea. Es exactamente lo que Miralles hubiera querido: un lugar de intercambio, de ideas en movimiento, de experimentación constante.

El legado de un arquitecto único #

En su corta vida profesional de 26 años, Enric Miralles recibió 63 premios, participó en 68 concursos, realizó 225 obras y proyectos distribuidos por todo el mundo, y ejerció la docencia en las universidades más prestigiosas como Harvard, Columbia, Princeton y Yale. Fue profesor titular de la cátedra Kenzo Tange en Harvard desde 1992, y muchos de los arquitectos más interesantes de la generación siguiente pasaron por sus clases.

Su arquitectura es difícil de clasificar. Tiene elementos del constructivismo ruso, del deconstructivismo, de la arquitectura orgánica, pero al mismo tiempo es completamente personal. Miralles trataba cada proyecto como un juego y como una frontera nueva por explorar. No repetía fórmulas, no tenía un estilo reconocible en el sentido convencional. Lo que unifica su obra es más bien una actitud: la complejidad como riqueza, la fragmentación como herramienta compositiva, el respeto por el lugar y su historia, la experimentación constante con materiales y formas.

La crítica arquitectónica internacional lo consideró como una de las promesas más brillantes de su generación. Su muerte prematura dejó un vacío enorme en la arquitectura española y europea. Pero gracias al trabajo de Benedetta Tagliabue y de la Fundació Enric Miralles, su legado sigue siendo accesible y sigue inspirando a nuevas generaciones de arquitectos.

Un lugar para entender la arquitectura de otra manera #

Visitar la Fundació Enric Miralles es entender que la arquitectura no empieza y termina en el edificio construido. La arquitectura es todo el proceso: el pensamiento inicial, los esbozos en servilletas de bar, las maquetas de trabajo hechas con materiales pobres, los debates con los clientes, las correcciones sobre la marcha en la obra, los accidentes felices que aparecen durante la construcción. Miralles dejó documentado todo ese proceso, y la fundación lo hace accesible de una manera generosa.

Para cualquier persona interesada en arquitectura, en diseño, en procesos creativos, la Fundació Enric Miralles es una visita imprescindible. No hace falta ser arquitecto para apreciar la belleza de los dibujos de Miralles, la poesía de sus maquetas, la complejidad de su pensamiento. Es un lugar que te hace pensar sobre cómo se crean las cosas, sobre la importancia del proceso, sobre la arquitectura como disciplina viva y en constante evolución.

La visita durante el Open House Barcelona permite acceder a espacios normalmente reservados, subir a ver el estudio EMBT en la primera planta, conversar con los arquitectos que trabajan allí, hacer preguntas sobre proyectos específicos. Es una oportunidad única de ver un estudio de arquitectura en funcionamiento y de entender cómo el legado de Miralles sigue vivo en el trabajo diario de Benedetta Tagliabue y su equipo.

Información práctica #

La Fundació Enric Miralles se encuentra en el Passatge de la Pau, 10 bis, en el Barri Gòtic. El pasaje se abre desde el carrer Ample, muy cerca de la Via Laietana y de la estación de metro Jaume I. Es un lugar fácil de perder si no prestas atención, así que conviene buscar bien la entrada al pasaje.

Durante el Open House Barcelona, el edificio abre sus puertas al público con visitas guiadas que permiten acceder tanto a la sala de exposiciones como al archivo y, en ocasiones, al estudio EMBT. Fuera del festival, la fundación organiza exposiciones públicas, conferencias y talleres que se pueden consultar en su página web. El acceso a la sala de exposiciones suele ser gratuito, aunque algunas actividades especiales pueden requerir inscripción previa.

La visita no es accesible para personas con movilidad reducida, ya que el recorrido transcurre por diferentes niveles a través de escaleras sin ascensor alternativo. El edificio del siglo XIX no permite adaptar fácilmente la accesibilidad sin alterar su estructura original.

Para quienes quieran profundizar en la arquitectura de Enric Miralles en Barcelona, hay varias obras visitables: el Mercado de Santa Caterina, con su espectacular cubierta ondulada, está a pocos minutos a pie de la fundación. El Parque Diagonal Mar, diseñado también por EMBT, es otro espacio público accesible donde se puede experimentar la manera particular de Miralles de trabajar con el paisaje. Y para los más aventureros, el Cementerio de Igualada, a unos 60 kilómetros de Barcelona, es probablemente su obra maestra y merece una excursión dedicada.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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