El primer amanecer en Estocolmo llegó acompañado de esa luz temprana que caracteriza el verano escandinavo. Desde las ventanas del apartamento de Eva, la ciudad se presentaba tranquila pero despierta, con esa energía contenida típica de las mañanas nórdicas. El día prometía ser intenso, con el Ayuntamiento como primera parada de una jornada dedicada a descubrir el corazón histórico de la capital sueca.
El Ayuntamiento: majestuosidad interrumpida #
Nuestro primer destino fue el Stadshuset, el imponente Ayuntamiento de Estocolmo que se alza majestuoso junto al agua en la isla de Kungsholmen. La construcción, finalizada en 1923, es una obra maestra del arquitecto Ragnar Östberg que combina el romanticismo nacional sueco con influencias del norte de Italia. Sus ocho millones de ladrillos rojos crean una silueta inconfundible en el skyline estocolmés.
La impresión al acceder al edificio fue inmediata. Los techos abovedados, los mosaicos dorados, la perfecta combinación entre funcionalidad administrativa y grandeza arquitectónica, todo transmitía la importancia que los suecos otorgan a sus instituciones públicas. El Salón Azul, donde se celebra cada año el banquete de los Premios Nobel, desprendía una solemnidad que contrastaba con la luminosidad que entraba por los grandes ventanales.
Pero nuestra visita tomó un giro inesperado. Al poco de comenzar el recorrido, los guardias de seguridad nos pidieron evacuar el edificio debido a un aviso de bomba. La experiencia de encontrarse de repente en la calle, junto a decenas de turistas y trabajadores municipales, añadió una dosis de adrenalina no programada a la mañana. Durante cuarenta y cinco largos minutos, esperamos en los jardines exteriores mientras las autoridades revisaban cada rincón del edificio.




La torre y las vistas que compensan cualquier espera #
Una vez superado el susto y con el edificio declarado seguro, pudimos acceder a la famosa torre del Ayuntamiento. Los 106 metros de altura y 365 escalones hasta la cima se convirtieron en un pequeño desafío físico que mereció absolutamente la pena. Las vistas panorámicas desde arriba fueron sencillamente espectaculares.
Desde esa privilegiada atalaya, Estocolmo se desplegaba ante nosotros en toda su complejidad arquitectónica y geográfica. Las catorce islas que conforman la ciudad se hacían evidentes, conectadas por puentes que parecían hilos dorados sobre el agua. Gamla Stan aparecía como una joya medieval perfectamente conservada, mientras que los barrios más modernos se extendían hacia el horizonte en perfecta armonía con los espacios verdes y las superficies acuáticas.




Cruzando hacia Gamla Stan: inmersión medieval #
Desde el Ayuntamiento, cruzar hacia Gamla Stan fue como viajar en el tiempo. Esta isla, que constituye el núcleo original de Estocolmo fundado en el siglo XIII, conserva intacto el trazado urbano medieval con sus calles empedradas y edificios de colores pastel que parecen salidos de un cuento de hadas nórdico.
Nuestra primera parada fue la Riddarholmskyrkan, la iglesia que sirve como panteón de los monarcas suecos. Este templo gótico del siglo XIII, con su característica aguja de hierro fundido añadida en el siglo XIX, alberga los restos de casi todos los reyes suecos desde Gustavo II Adolfo. La sobriedad del interior, típicamente protestante, contrastaba con la importancia histórica del lugar y creaba una atmósfera de recogimiento que invitaba a la reflexión sobre los siglos de historia sueca.
Callejeando por el casco medieval #
Perderse por las calles de Gamla Stan es uno de esos placeres viajeros que no requieren planificación. Cada callejuela empedrada cuenta una historia, cada fachada de colores pastel esconde siglos de vida urbana. La Mårten Trotzigs Gränd, con apenas 90 centímetros de ancho, es oficialmente la calle más estrecha de Estocolmo y caminar por ella es como atravesar un túnel hacia el pasado medieval.
Las tiendas de artesanía, las pequeñas galerías de arte, los cafés con terrazas que aprovechan cada rayo de sol nórdico, todo contribuye a crear una atmósfera única donde el turismo se mezcla naturalmente con la vida local. Los estocolmeses han conseguido mantener vivo su casco histórico sin convertirlo en un parque temático, algo que se agradece enormemente cuando se viene de ciudades donde los centros históricos han perdido su alma auténtica.




La Storkyrkan: catedral e historia nacional #
La Catedral de Estocolmo, conocida como Storkyrkan, se presenta modesta desde el exterior pero revela su importancia una vez cruzado el umbral. Este templo del siglo XIII ha sido testigo de momentos cruciales de la historia sueca, desde coronaciones reales hasta bodas de la familia real. Su interior, reformado en estilo barroco, alberga la famosa escultura de San Jorge y el Dragón, una obra maestra del arte medieval escandinavo.
La visita al Skattkammaren, el tesoro real, nos permitió contemplar de cerca los símbolos del poder sueco acumulados durante siglos. Coronas, cetros, orbes, cada pieza cuenta la historia de una monarquía que ha sabido adaptarse a los tiempos modernos sin perder su esencia ceremonial.
El Palacio Real: grandeza en el corazón de la ciudad #
El Kungliga Slottet se alza imponente en el corazón de Gamla Stan como uno de los palacios reales más grandes de Europa. Con más de 600 habitaciones, este edificio barroco del siglo XVIII es tanto residencia oficial como museo viviente de la monarquía sueca. La visita al Högvaktsflygeln, el ala de la guardia real, nos permitió contemplar los apartamentos reales con sus tapices, mobiliario y obras de arte que hablan de siglos de refinamiento nórdico.
El cambio de guardia, con su protocolo milimétrico y sus uniformes históricos, añadió una nota de solemnidad ceremonial a la visita. Los guardias reales suecos, con sus cascos emplumados y movimientos sincronizados, mantienen viva una tradición que conecta el presente con siglos de historia monárquica.




Navegando por Riddarfjärden: la ciudad desde el agua #
La tarde nos reservaba una de las experiencias más memorables del día: un paseo en barco por Riddarfjärden. Contemplar Estocolmo desde el agua es comprenderla en su verdadera dimensión. Esta ciudad no está simplemente junto al agua, está construida sobre el agua, integrada con ella de una forma tan natural que resulta imposible imaginar una sin la otra.
El barco nos llevó suavemente por las aguas tranquilas mientras la ciudad se desplegaba ante nosotros desde una perspectiva completamente nueva. El Ayuntamiento adquiría una majestuosidad diferente visto desde el agua, Gamla Stan revelaba su naturaleza insular, y los puentes se convertían en protagonistas absolutos del paisaje urbano. El clima era perfecto, con un sol generoso que hacía brillar las fachadas de colores y creaba reflejos dorados sobre la superficie del agua.




El mirador de la corona real: la foto perfecta #
En el Utsiktspunkt med den kungliga kronan encontramos el punto perfecto para esas fotografías que se convertirían en el mejor recuerdo visual del viaje. Este mirador, estratégicamente situado para capturar la esencia de Gamla Stan con el Palacio Real de fondo, nos permitió inmortalizar la belleza arquitectónica de la ciudad histórica.
La corona real que da nombre al mirador enmarca perfectamente las vistas, creando esa composición fotográfica ideal que todo viajero busca. Desde allí, con la luz dorada de la tarde iluminando las fachadas medievales y barrocas, Estocolmo se mostraba en todo su esplendor, como una ciudad que ha sabido preservar su herencia histórica sin renunciar a la modernidad.
Kungsträdgården: el salón verde de la ciudad #
Nuestro último destino del día fue Kungsträdgården, el parque que actúa como verdadero salón al aire libre de Estocolmo. Este espacio verde en pleno centro de la ciudad es mucho más que un parque tradicional; es el lugar donde los estocolmeses se reúnen, celebran, descansan y disfrutan de los escasos pero intensos meses de buen tiempo.
Las calles que rodean Kungsträdgården nos ofrecieron un paseo perfecto para terminar la jornada. La mezcla de arquitectura histórica y moderna, las terrazas que aprovechan cada rayo de sol, los escaparates de las tiendas de diseño nórdico, todo contribuía a crear esa sensación de estar en una ciudad que ha encontrado el equilibrio perfecto entre tradición y modernidad.


La estación de metro más espectacular #
Antes de regresar al apartamento, decidimos visitar la estación de metro de Kungsträdgården, que resultó ser una de las sorpresas más agradables del día. Esta estación, inaugurada en 1977, es una auténtica galería de arte subterránea donde los restos arqueológicos del antiguo palacio Makalös se combinan con instalaciones artísticas contemporáneas.
Los techos abovedados decorados con motivos vegetales, las columnas que imitan troncos de árboles, los restos de antiguas fortificaciones visibles tras cristales protectores, todo convierte esta estación en algo mucho más que un simple punto de transporte. Es una lección de historia sueca contada a través del arte y la arqueología, un ejemplo perfecto de cómo los suecos integran cultura y funcionalidad en sus espacios públicos.


Balance de una jornada intensa #
El regreso al apartamento de Eva transcurrió con esa satisfacción que produce una jornada bien aprovechada. Habíamos conseguido sumergirnos en la historia de Estocolmo, desde su núcleo medieval hasta sus instituciones más representativas, pasando por esa relación única con el agua que define el carácter de la ciudad.
La anécdota del aviso de bomba en el Ayuntamiento se había convertido ya en una historia que contar, una de esas experiencias imprevistas que añaden sabor especial a cualquier viaje. Las vistas desde la torre, el paseo en barco, el descubrimiento de Gamla Stan, todo se mezclaba en la memoria como piezas de un puzzle que comenzaba a formar la imagen completa de lo que significa Estocolmo.
El segundo día nos había regalado una inmersión completa en el corazón histórico y administrativo de la capital sueca. Mañana tocaría explorar otros aspectos de la ciudad, pero ya teníamos claro que Estocolmo había comenzado a conquistarnos con esa mezcla única de historia, belleza arquitectónica y armonía urbana que la caracteriza.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
Descubre Bilbao
Bienvenido a mi Bilbao, una ciudad que reinventa su pasado industrial en un presente lleno de arte, sabor y sorpresas. Aquí encontrarás rutas, paseos y eventos tanto de Bilbao como de sus alrededores