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Día 5. Despedida estocolmesa

05 agosto 2018

Día 5. Despedida estocolmesa

El último día en Estocolmo amaneció con esa mezcla de nostalgia anticipada y ganas de aprovechar hasta el último momento que caracteriza las jornadas finales de cualquier viaje memorable.

Los jardines del Observatory: ciencia y naturaleza #

Nuestro primer destino fueron los jardines del Stockholm Observatory, un espacio que combina historia científica con belleza paisajística en una síntesis perfectamente sueca.

Situado en el distrito de Östermalm, el Observatorio de Estocolmo fue fundado en 1753 y constituye uno de los observatorios astronómicos más antiguos del mundo que permanece en activo. Pero más allá de su importancia científica, los jardines que rodean el edificio principal se han convertido en uno de los rincones más tranquilos y hermosos de la capital sueca.

Los jardines botanicos del Observatory reflejan esa particular relación que los países nórdicos mantienen con la naturaleza cultivada. Cada especie vegetal parece elegida no solo por su belleza, sino por su capacidad de adaptación al clima escandinavo y por su integración armónica en el conjunto paisajístico. Los senderos serpenteantes entre parterres perfectamente cuidados creaban un ambiente de serenidad contemplativa ideal para comenzar una jornada de despedida.

El contraste entre la arquitectura neoclásica del observatorio, con su cúpula característica, y la vegetación circundante generaba esa sensación de equilibrio entre ciencia y naturaleza que tanto caracteriza la mentalidad escandinava. Pasear por estos jardines era como recorrer un manual de botánica nórdica al aire libre, donde cada planta tenía su lugar preciso en una composición estudiada para ofrecer belleza durante todo el año.

Paseo nocturno por Estocolmo Paseo nocturno por Estocolmo
Paseo nocturno por Estocolmo

Museo Fotográfico: arte y panorámicas excepcionales #

Desde los jardines del Observatory, nuestro recorrido nos llevó al Museo Fotográfico de Estocolmo, una institución que combina la historia del arte fotográfico con algunas de las mejores vistas panorámicas de la ciudad. Ubicado en un edificio histórico rehabilitado específicamente para albergar colecciones fotográficas, el museo se ha convertido en referencia internacional para los amantes de este arte.

Las exposiciones permanentes del museo ofrecían un recorrido fascinante por la evolución de la fotografía desde sus orígenes decimonónicos hasta las manifestaciones contemporáneas más experimentales. La colección de fotografía nórdica resultaba especialmente interesante, mostrando cómo los fotógrafos escandinavos han desarrollado una estética particular que refleja la luz especial de estas latitudes y la relación única que mantienen con los paisajes naturales.

Las fotografías históricas de Estocolmo constituían un documento invaluable sobre la transformación urbana de la ciudad durante el siglo XX. Ver cómo han evolucionado barrios enteros, cómo se han construido puentes y edificios emblemáticos, cómo ha cambiado la relación entre la ciudad y el agua, todo ello documentado a través de la mirada de generaciones de fotógrafos locales.

Museo Fotográfico: ¿nos observan, o les observamos?
Museo Fotográfico: ¿nos observan, o les observamos?

La terraza: vistas de despedida #

Una de las sorpresas más agradables del Museo Fotográfico fue descubrir su espectacular terraza panorámica. Desde esta privilegiada atalaya, Estocolmo se desplegaba ante nosotros en una vista que resumía perfectamente todo lo que habíamos descubierto durante estos cinco días intensos.

Las vistas abarcaban desde Gamla Stan, con su perfil medieval perfectamente conservado, hasta los barrios más modernos que se extendían hacia el horizonte. El agua aparecía por todas partes, serpenteando entre las islas, reflejando la arquitectura, conectando los diferentes barrios en esa compleja geografía urbana que hace única a la capital sueca.

Desde la terraza del museo podíamos identificar todos los lugares que habíamos visitado: el Ayuntamiento alzándose majestuoso junto al agua, la silueta del Palacio Real dominando Gamla Stan, los tejados verdes de los museos de Djurgården, las torres de las iglesias históricas. Era como contemplar un mapa tridimensional de nuestros recorridos por la ciudad.

La luz matinal, filtrada por esa atmósfera particular del verano nórdico, bañaba toda la panorámica con una calidad especial que realzaba los colores de las fachadas históricas y creaba efectos cambiantes sobre las múltiples superficies acuáticas. Era el escenario perfecto para comenzar a procesar mentalmente todas las experiencias acumuladas durante la estancia estocolmesa.

La terraza del Museo Fotográfico La terraza del Museo Fotográfico
La terraza del Museo Fotográfico

Sofia kyrka: último encuentro con la arquitectura religiosa #

Nuestro recorrido final nos llevó hasta la Sofia kyrka, una iglesia que representa perfectamente la evolución de la arquitectura religiosa sueca desde el historicismo decimonónico hasta las adaptaciones contemporáneas. Construida en estilo neogótico durante la segunda mitad del siglo XIX, esta iglesia ilustra el renacimiento del interés por las formas medievales que caracterizó la arquitectura europea de la época.

El interior de Sofia kyrka sorprendía por su luminosidad, conseguida a través de grandes ventanales que aprovechan al máximo la luz natural disponible. La decoración, sobria pero elegante, reflejaba esa particular interpretación protestante de la estética religiosa que caracteriza a las iglesias escandinavas: funcional pero no austera, bella pero no ostentosa.

Los vitrales, diseñados específicamente para el clima nórdico, creaban efectos luminosos que cambiaban sutilmente a lo largo del día, adaptándose a las variaciones de luz natural tan características de estas latitudes. El órgano, con su caja tallada en maderas locales, constituía una obra maestra de la artesanía musical escandinava.

La visita a Sofia kyrka nos permitía cerrar el círculo de nuestro recorrido por la arquitectura religiosa estocolmesa, desde la medieval Riddarholmskyrkan hasta esta manifestación decimonónica del revival gótico, pasando por la Storkyrkan con sus reformas barrocas. Era como recorrer cinco siglos de historia arquitectónica sueca a través de sus edificios de culto.

Sofia kyrka
Sofia kyrka

Camino hacia la Estación Central: últimos pasos estocolmeses #

El trayecto desde Sofia kyrka hasta la Estación Central de Estocolmo se convirtió en un paseo de despedida por calles que ya habíamos recorrido en días anteriores, pero que ahora cobraban una dimensión diferente al saber que era la última vez que las pisaríamos durante este viaje.

Las calles del centro mantenían esa actividad tranquila pero constante que habíamos aprendido a asociar con el ritmo de vida estocolmés. Los cafés con sus terrazas aprovechando cada rayo de sol, las tiendas de diseño nórdico con sus escaparates cuidadosamente compuestos, los parques urbanos donde los locales disfrutaban del domingo veraniego, todo contribuía a reforzar esa sensación de calidad de vida que había caracterizado nuestra percepción de la ciudad.

El contraste con nuestras prisas viajeras de los primeros días era evidente. Ahora caminábamos con la tranquilidad de quien conoce ya el territorio, reconociendo rincones que habíamos descubierto, recordando anécdotas vividas en diferentes lugares, procesando mentalmente la riqueza de experiencias acumuladas durante estos cinco días intensos.

Stockholm Central Station: portal hacia nuevas aventuras #

La llegada a la Estación Central de Estocolmo marcaba oficialmente el final de nuestra estancia en la capital sueca, pero también el comienzo de la siguiente etapa de nuestro viaje nórdico. Esta estación, inaugurada en 1871 y modernizada constantemente sin perder su carácter histórico, se presentaba como el perfecto símbolo de la eficiencia del transporte escandinavo.

La arquitectura de la estación combinaba la grandeza decimonónica con las adaptaciones funcionales contemporáneas. Los techos abovedados de ladrillo y hierro, las grandes cristaleras que inundaban de luz natural los andenes, los servicios perfectamente organizados, todo respiraba esa mezcla de tradición y modernidad que habíamos aprendido a reconocer como característica del estilo escandinavo.

Los trenes suecos, con su diseño elegante y funcional, prometían una experiencia de viaje que estaría a la altura de todo lo que habíamos experimentado en Estocolmo. El tren de las 16:00 hacia Oslo se presentaba no como una simple conexión entre dos capitales, sino como la continuación natural de una aventura nórdica que había comenzado cinco días antes con nuestra llegada al aeropuerto de Arlanda.

Stockholm Central Station
Stockholm Central Station

Partida hacia Oslo: continuación de la aventura nórdica #

A las 16:00 horas, puntual como un reloj suizo, llegó nuestro tren con destino Oslo. La Estación Central de Estocolmo se despedía de nosotros con esa eficiencia silenciosa que habíamos aprendido a asociar con todo lo escandinavo. Subir al tren no generaba sensación de final, sino de continuación natural de la aventura nórdica.

Desde las ventanillas, los últimos paisajes suecos se desplegaban como una sinfonía de bosques, lagos y pequeñas poblaciones desperdigadas entre la vegetación. Era la despedida perfecta de una ciudad que nos había mostrado una forma completamente nueva de entender la vida urbana, la cultura y la relación con la naturaleza.

Estocolmo quedaba atrás, pero con la certeza de que sus enseñanzas viajarían con nosotros hacia la siguiente etapa de nuestro recorrido por el norte de Europa.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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