El martes 2 de agosto sería nuestro primer día completo en París, y habíamos decidido dedicarlo íntegramente a DisneyLand París. Las entradas, conseguidas a través del Explorer Pass, nos daban acceso a uno de los parques más visitados de Europa, aunque también uno de los más caros durante el mes de agosto.
Preparativos matutinos #
El despertador sonó temprano, conscientes de que llegar al parque con antelación nos permitiría explorar los alrededores del parque ante de afrontar la jornada de colas interminables. Una de las ventajas de DisneyLand París es que permite introducir comida y bebida del exterior, una política que habíamos decidido aprovechar al máximo.
La noche anterior habíamos preparado una mochila repleta de sándwiches, snacks, fruta y suficiente bebida para toda la jornada. Conociendo los precios del interior del parque, esta decisión no solo nos ahorraría una cantidad considerable de dinero, sino que nos daría la flexibilidad de comer cuando quisiéramos sin depender de los restaurantes del recinto.
El viaje hasta Marne-la-Vallée #
El desplazamiento desde nuestro hotel hasta DisneyLand requería conectar varias líneas de transporte, pero las tarjetas Navigo cubrían todo el trayecto sin coste adicional. El viaje nos llevó algo más de una hora, tiempo que aprovechamos para repasar mentalmente las atracciones prioritarias y comentar las expectativas de cada uno.
Para Rafa y su prima, la emoción era evidente. DisneyLand París había sido una de sus peticiones específicas para este viaje, y la perspectiva de vivir la experiencia Disney por primera vez generaba una energía contagiosa que incluso a mí, más escéptico respecto a los parques temáticos, me resultaba estimulante.
La llegada al parque #
Llegamos a la estación de Marne-la-Vallée sobre las 9:00, media hora antes de la apertura oficial del parque. Las colas ya eran considerables, serpenteando por toda la zona de acceso, pero el ambiente era festivo y la organización funcionaba con la eficiencia característica de Disney. Los visitantes avanzábamos de manera ordenada, y la espera se hacía llevadera gracias a la expectación general.
A las 9:30 en punto se abrían las puertas, y la multitud comenzó a fluir hacia el interior del parque con una alegría casi infantil que resultaba imposible no contagiarse. Independientemente de la edad, DisneyLand tiene esa capacidad peculiar de despertar la parte más inocente de las personas.


Las atracciones principales #
Una vez dentro, nos dirigimos directamente hacia las atracciones más populares, siguiendo la estrategia clásica de comenzar por las que suelen acumular más tiempo de espera a medida que avanza el día. Space Mountain fue nuestra primera parada, una montaña rusa en la oscuridad que combina velocidad con efectos especiales y que consiguió arrancarnos gritos y risas a partes iguales.
Continuamos con Pirates of the Caribbean, un clásico que transporta a los visitantes a través de escenarios de piratas con una ambientación cuidada hasta el último detalle. La atracción mantiene el encanto de las versiones originales de otros parques Disney, con animatrónicos impresionantes y una narrativa que funciona perfectamente.
Big Thunder Mountain, la montaña rusa del Oeste, fue otra de las paradas obligatorias. Menos intensa que Space Mountain pero igualmente divertida, especialmente por los paisajes que se contemplan durante el recorrido. La tematización del Far West está cuidada con el detalle característico de Disney.
No podíamos irnos sin experimentar Phantom Manor, la versión europea de la famosa Haunted Mansion. La ambientación gótica y los efectos especiales crean una atmósfera inquietante pero divertida, perfecta para adultos que buscan emociones sin sustos excesivamente intensos.


La experiencia gastronómica alternativa #
A la hora de comer, nuestra decisión de traer provisiones demostró ser especialmente acertada. Mientras las familias hacían largas colas en los restaurantes del parque o pagaban precios desorbitados por menús básicos, nosotros encontramos una zona de picnic donde disfrutar tranquilamente de los sándwiches preparados.
Esta pausa nos permitió descansar, hidratarnos adecuadamente y comentar las primeras impresiones del día. Además, observar a las familias con niños pequeños nos recordó que, aunque éramos tres adultos en un parque diseñado principalmente para familias, la magia Disney funciona independientemente de la edad.
La tarde y las condiciones del día #
La tarde transcurrió entre más atracciones, tiendas de souvenirs y la exploración de las diferentes zonas temáticas del parque. Hacía bastante calor, típico del mes de agosto, y la afluencia de público era considerable. Las colas se alargaban conforme avanzaba el día, pero formaban parte de la experiencia y el ambiente general continuaba siendo festivo.
Aprovechamos para conocer Fantasyland, con atracciones más orientadas al público infantil pero que conservan un encanto particular. It's a Small World, estaba cerrada por mantenimiento, por lo que no pudimos disfrutar del recorrido por diferentes culturas del mundo que tanto me había gustado en visitas anteriores.


El gran final nocturno #
Decidimos quedarnos hasta el cierre del parque para presenciar el espectáculo nocturno, y la decisión resultó completamente acertada. Durante este 2022 se estaba celebrando el 30 aniversario de DisneyLand París, lo que había motivado la creación de espectáculos especiales conmemorativos que combinaban música, luces, proyecciones y fuegos artificiales.
El espectáculo superó nuestras expectativas. La combinación de efectos visuales, música emotiva y la magia del Castillo de la Bella Durmiente iluminado creaba una atmósfera realmente especial. Incluso para alguien como yo, que había llegado al parque con cierto escepticismo, era imposible no emocionarse ante semejante despliegue.
Me resultó curioso recordar que mi anterior visita había coincidido exactamente con el 25 aniversario del parque. Cinco años después, DisneyLand París había evolucionado y mejorado sus instalaciones, manteniendo la esencia que lo convierte en un lugar único.
El regreso nocturno #
Cuando el parque cerró definitivamente, comenzó la avalancha humana hacia las salidas y las estaciones de transporte. Miles de personas intentando regresar a París simultáneamente convierten los medios de transporte en una experiencia casi tan intensa como las propias atracciones del parque.
Utilizamos el RER para llegar al centro de París, y una vez allí los autobuses nocturnos se revelaron como la clave para completar nuestro trayecto hasta el hotel. Después del último tren, estos servicios especiales permitían llegar a zonas más alejadas como la nuestra, aunque el viaje se alargara considerablemente debido a las múltiples paradas y el tráfico.
Balance del día #
Llegamos al hotel cerca de las 2:00 de la madrugada, cansados pero satisfechos con la experiencia. Había sido un día muy largo e intenso, con mucho calor, multitudes y colas, pero todo ello formaba parte de la experiencia DisneyLand.
Ver la ilusión genuina en los rostros de Rafa y su prima durante todo el día había compensado mis propias reticencias iniciales hacia los parques temáticos. Hay algo en DisneyLand que consigue despertar la parte más infantil y optimista de las personas, independientemente de su edad o predisposición inicial.
El día siguiente nos esperaba París propiamente dicho, con su arquitectura, su historia y su ritmo completamente diferente. Pero esta jornada había cumplido perfectamente su función: permitirnos sentirnos niños por un día y crear recuerdos que perdurarían mucho más allá del propio viaje.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
Descubre Bilbao
Bienvenido a mi Bilbao, una ciudad que reinventa su pasado industrial en un presente lleno de arte, sabor y sorpresas. Aquí encontrarás rutas, paseos y eventos tanto de Bilbao como de sus alrededores