El domingo 7 de agosto había planificado una jornada completamente dedicada a visitas culturales, aprovechando que el primer domingo de cada mes muchos museos de París ofrecen entrada gratuita. Esta política cultural permite democratizar el acceso al arte y descubrir instituciones menos conocidas que habitualmente quedan eclipsadas por los grandes nombres como el Louvre o el Orsay.
El Musée des Arts et Métiers: una sorpresa mayúscula #
Nuestra primera visita fue al Musée des Arts et Métiers, un museo del que no sabía muy bien qué esperar y que resultó ser una de las sorpresas más agradables de todo el viaje. Esta institución, fundada en 1794, alberga una de las colecciones más importantes del mundo dedicada a la historia de la técnica y la industria.
La primera parte de la exposición, distribuida en las salas tradicionales del museo, presenta de manera didáctica la evolución de diferentes disciplinas técnicas: mecánica, construcción, comunicación, energía, transportes, instrumentos científicos y materiales. Cada sección permite comprender cómo el ingenio humano ha ido resolviendo problemas prácticos a lo largo de los siglos.
Sin embargo, lo verdaderamente espectacular llegó al final del recorrido, en la nave de una antigua iglesia reconvertida en sala de exposición. Este espacio, conocido como la "nave", alberga algunas de las piezas más impresionantes de la colección en un marco arquitectónico que potencia su impacto visual.
El péndulo de Foucault, suspendido desde la bóveda de la antigua iglesia, demuestra de manera visible la rotación de la Tierra. Ver este experimento científico histórico funcionando en tiempo real, en el mismo lugar donde Léon Foucault realizó sus demostraciones en el siglo XIX, genera una emoción difícil de describir.
Una réplica de la Estatua de la Libertad, el modelo original utilizado por Auguste Bartholdi antes de crear la versión definitiva de Nueva York, preside majestuosamente uno de los extremos de la nave. Contemplar esta pieza histórica en un contexto tan diferente al esperado añade una dimensión inesperada a la visita.
Pero lo más impresionante es el andamio que permite acercarse al techo y admirar los diferentes elementos expuestos desde perspectivas múltiples. Esta estructura permite contemplar máquinas de vapor históricas, automóviles antiguos y aviones pioneros desde ángulos imposibles en cualquier otro museo.
La escasa afluencia de público convirtió la visita en una experiencia casi privada. Mientras otros museos parisinos se saturan de visitantes, el Musée des Arts et Métiers mantiene un ambiente tranquilo que permite contemplar las piezas con la calma necesaria para apreciar su valor histórico y técnico.








El Musée d'Orsay: arte en una estación #
Nuestra segunda visita fue al Musée d'Orsay, uno de los museos más importantes del mundo para el arte del siglo XIX y especialmente para el impresionismo. El edificio que alberga la colección es casi tan interesante como las obras que contiene: se trata de la antigua Gare d'Orsay, una estación de ferrocarril construida para la Exposición Universal de 1900 y reconvertida en museo en 1986.
La arquitectura de hierro y cristal de la antigua estación crea un marco único para contemplar arte. La gran nave central, con su bóveda acristalada, permite que la luz natural ilumine las obras de manera cambiante a lo largo del día, algo especialmente apropiado para contemplar pinturas impresionistas que precisamente revolucionaron el arte por su manera de capturar los efectos lumínicos.
La colección del Orsay abarca desde 1848 hasta 1914, período fundamental para comprender la evolución del arte occidental hacia la modernidad. Las obras de Manet, Monet, Renoir, Degas, Cézanne, Van Gogh, Gauguin y muchos otros maestros están representadas por algunas de sus creaciones más significativas.
Sin embargo, la masificación del museo durante el domingo gratuito convirtió la visita en una experiencia agobiante. Algunas salas, especialmente aquellas que albergan las obras más famosas como las diferentes versiones de obras de Van Gogh, resultaban claustrofóbicas debido a la concentración de visitantes.
La sala donde se exponen varias interpretaciones de la "Noche estrellada" y otros lienzos célebres de Van Gogh era prácticamente intransitable. Los visitantes se empujaban para conseguir una fotografía junto a las obras, convirtiendo la contemplación artística en una experiencia más parecida a un evento deportivo que a un encuentro cultural.
A pesar de estas dificultades, estuvimos varias horas disfrutando del museo. La calidad de la colección compensa las incomodidades, y conseguir momentos de tranquilidad frente a obras maestras del impresionismo justifica plenamente la paciencia requerida.








Cambio de planes: del Pompidou al aire libre #
Para la tarde tenía reserva en el Centro Pompidou, pero nos habíamos entretenido demasiado tiempo en el Musée d'Orsay y no íbamos a llegar a tiempo. Además, la experiencia agobiante con las multitudes me había saturado momentáneamente de espacios cerrados abarrotados de gente.
Decidimos cambiar radicalmente de plan y dirigirnos hacia espacios abiertos que nos permitieran respirar y desestresarnos del agobio museístico. A veces los viajes requieren este tipo de flexibilidad, especialmente cuando las circunstancias no se desarrollan según lo previsto.
La Place de la Concorde y los Campos Elíseos #
Nos dirigimos hacia la Place de la Concorde, una de las plazas más grandes y espectaculares de París. Esta explanada de 8,64 hectáreas ocupa un lugar central en la historia de Francia, ya que fue el escenario de numerosas ejecuciones durante la Revolución Francesa, incluyendo las de Luis XVI y María Antonieta.
El obelisco egipcio que preside el centro de la plaza, un regalo del gobierno egipcio a Francia en 1831, mide 23 metros de altura y data del siglo XIII a.C. Sus jeroglíficos narran las glorias del faraón Ramsés II, creando un contraste fascinante entre la historia egipcia milenaria y la historia francesa más reciente.
Desde la Place de la Concorde exploramos la parte baja de los Campos Elíseos que nos habíamos saltado el primer día. Esta sección, más cercana al Louvre, tiene un carácter menos comercial y más monumental que la parte alta cercana al Arc de Triomphe.
Nos compramos unos gofres en uno de los puestos ambulantes que proliferan por la zona, un pequeño capricho gastronómico que nos ayudó a desestresarnos del agobio anterior. A veces los placeres más simples son los que mejor funcionan para cambiar el estado de ánimo durante un viaje.


Grand Palais y Petit Palais #
Contemplamos desde el exterior el Grand Palais y el Petit Palais, dos edificios construidos para la Exposición Universal de 1900 que representan perfectamente el estilo Belle Époque. El Grand Palais, con su impresionante estructura de hierro y cristal coronada por una cúpula, es uno de los espacios expositivos más espectaculares de París.
El Petit Palais, que alberga el Musée des Beaux-Arts de la Ville de Paris, presenta una arquitectura más clásica pero igualmente elegante. Su patio interior con jardín y su fachada ornamentada lo convierten en uno de los edificios más fotogénicos de la capital francesa.
Aunque no entramos en ninguno de los dos edificios, contemplar su arquitectura exterior y comprender su función dentro del conjunto urbanístico parisino añadía una dimensión cultural diferente a la jornada.


El Pont Alexandre III: poesía arquitectónica #
Nos dirigimos después hacia el Pont Alexandre III, seguramente el puente más fotogénico y ornamentado de París. Construido entre 1896 y 1900, este puente fue inaugurado para la Exposición Universal y representa la culminación del estilo decorativo francés de finales del siglo XIX.
Las cuatro columnas que flanquean el puente, coronadas por figuras aladas doradas, crean una perspectiva espectacular tanto desde el río como desde los extremos del puente. Los faroles art nouveau, los motivos ornamentales y la vista que ofrece hacia Los Inválidos convierten cada ángulo en una oportunidad fotográfica.
Desde el Pont Alexandre III se contempla una de las perspectivas más armoniosas de París, con la cúpula dorada de Los Inválidos recortándose contra el cielo y el Sena creando una línea de fuga perfecta hacia el horizonte.




Reencuentro en el Barrio Latino #
A última hora de la tarde nos encontramos con la prima de Rafa en el Barrio Latino. Ella había preferido no participar en la jornada museística y había dedicado el día a disfrutar de París a su manera, con un ritmo más relajado.
Decidimos cenar en un restaurante del Barrio Latino, rompiendo con nuestra rutina de picnics al aire libre. Después de varios días apostando principalmente por la comida comprada en supermercados, queríamos probar algo más representativo de la gastronomía local.
Después de cenar decidimos tomar una cerveza en un bar cercano, una decisión que resultó menos acertada de lo esperado. La cerveza estaba carísima según los estándares que manejábamos y además mal servida, sin la espuma adecuada y con una temperatura que dejaba que desear.
Esta experiencia nos recordó que París no es precisamente famoso por su cultura cervecera, y que a veces las expectativas basadas en experiencias de otras ciudades europeas pueden llevar a decepciones menores pero irritantes.
Balance de un día variado #
La jornada había resultado extraordinariamente variada, combinando descubrimientos culturales inesperados con momentos de saturación y cambios de planes sobre la marcha. El contraste entre la tranquilidad del Musée des Arts et Métiers y el agobio del Musée d'Orsay había demostrado que la política de museos gratuitos tiene ventajas e inconvenientes.
La flexibilidad para cambiar de planes cuando las circunstancias no se desarrollaban según lo previsto había salvado la tarde, permitiéndonos disfrutar de espacios abiertos y perspectivas arquitectónicas que compensaron el estrés museístico de la mañana.
El día había confirmado que París ofrece experiencias culturales para todos los gustos y niveles de masificación, desde joyas escondidas como el Musée des Arts et Métiers hasta instituciones mundialmente famosas como el Orsay. La clave está en saber combinar ambos tipos de visitas según las circunstancias y el estado de ánimo del momento.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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