Una nueva aventura hacia el sur de Francia
Cómo se gestó nuestro viaje a Toulouse y Carcassonne
La tradición ya estaba establecida. Cada Semana Santa, nuestro grupo de cinco amigos nos escapábamos hacia el sur de Francia, aprovechando esos preciosos días libres para descubrir nuevos rincones de nuestro país vecino. Era una costumbre que habíamos adoptado con entusiasmo y que cada año nos emocionaba más.
Los años anteriores habían marcado el inicio de esta bonita tradición: un año nos habíamos aventurado hasta Burdeos, perdiendo entre sus viñedos y su elegante arquitectura; otro año habíamos visitado Lourdes y Pau, una combinación perfecta entre espiritualidad y belleza natural. Cada escapada nos había dejado con ganas de más, con la sensación de que Francia tenía aún muchos secretos por descubrir.
Para marzo de 2008, había llegado el turno de Toulouse y Carcassonne. La elección no fue casualidad: la famosa "Ciudad Rosa" nos atraía por su reputación de ciudad universitaria y aeronáutica, mientras que la medieval Carcassonne representaba ese sueño de caminar por una ciudad fortificada que parecía salida de un cuento.
El Espíritu del viaje #
Nuestras escapadas tenían una filosofía particular. Los cinco amigos nos apretujábamos en mi pequeño Ford Fiesta, convirtiendo el espacio reducido en una oportunidad más para la complicidad y las risas. El coche, aunque modesto, se había convertido en nuestro fiel compañero de aventuras, el testigo silencioso de nuestras conversaciones y el vehículo (nunca mejor dicho) de nuestras exploraciones.
Una característica especial de nuestros viajes era que nunca veíamos el desplazamiento como un simple trámite para llegar al destino. Al contrario, las horas de carretera formaban parte integral de la diversión. Las paradas frecuentes no solo servían para estirar las piernas, sino que se convertían en oportunidades perfectas para ponernos al día de nuestras vidas, compartir anécdotas, planificar lo que veríamos o simplemente disfrutar del paisaje que se desplegaba ante nosotros.
Los días elegidos #
La fecha estaba marcada en rojo en nuestros calendarios: del jueves 20 al sábado 22 de marzo de 2008 (Semana Santa 2008). Tres días que prometían estar llenos de descubrimientos, buena compañía y esa sensación única que solo proporcionan las escapadas con amigos de toda la vida.
El plan era ambicioso pero realista: dedicar el primer día a llegar y explorar Toulouse, el segundo a la excursión a Carcassonne, y el tercero al regreso, aprovechando para hacer algunas paradas interesantes en el camino de vuelta a Bilbao.
La expectación era máxima. Habíamos leído sobre la belleza medieval de Carcassonne, sobre el encanto de Toulouse y su rica historia. Pero como siempre ocurre en los mejores viajes, la realidad estaba a punto de superar nuestras expectativas, especialmente en el caso de esa joya medieval que nos esperaba en Carcassonne.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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