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Día 4. Último paseo por la Viena imperial antes de partir hacia Bratislava

08 julio 2025

Día 4. Último paseo por la Viena imperial antes de partir hacia Bratislava

El martes 8 de julio amaneció como nuestro último día en Viena, con esa mezcla de nostalgia anticipada y expectación por la siguiente etapa del viaje que caracteriza las jornadas de transición. Era el momento de hacer el balance de estos tres días intensos en la capital austriaca, pero también de aprovechar las últimas horas para visitar esos lugares que habían quedado pendientes en nuestra lista mental de imprescindibles vieneses.

Preparativos matutinos y despedida del Hotel Hadrigan #

Después del desayuno, procedimos con la rutina habitual de los últimos días de viaje: organizar las mochilas y hacer el checkout del hotel. El Hotel Hadrigan había cumplido perfectamente su función durante estos días: sencillo, limpio, bien comunicado y con un personal eficiente que nos había facilitado las cosas desde aquella primera noche cuando llegamos pidiendo una pizza a las dos de la madrugada.

La ubicación en el distrito XVI se había revelado como una elección acertada. Aunque estaba alejado del centro turístico, la excelente red de transporte público vienés había hecho que los desplazamientos fueran rápidos y cómodos. Además, estar alojados en una zona más residencial nos había permitido observar la Viena cotidiana, lejos del ambiente exclusivamente turístico del Innere Stadt, y nos había permitido ahorrar en el alojamiento.

Belvedere: la joya barroca de la Viena imperial #

Nuestro primer y más importante destino del día era el palacio de Belvedere, uno de los conjuntos barrocos más espectaculares de Europa y hogar de la mayor colección de arte austriaco del país. Aunque decidimos no visitar el interior del palacio y sus museos, los jardines del Belvedere ofrecen por sí solos una experiencia suficientemente rica como para justificar la visita. Y son gratuitos.

El Belvedere se compone en realidad de dos palacios: el Belvedere Inferior y el Belvedere Superior, unidos por unos jardines barrocos diseñados siguiendo el modelo francés de Versalles. Estos jardines, creados en el siglo XVIII para el príncipe Eugenio de Saboya, constituyen uno de los ejemplos más perfectos del arte paisajístico barroco en Europa central. Las terrazas escalonadas, las fuentes ornamentales, los parterres geométricos y las esculturas mitológicas crean un conjunto de una belleza extraordinaria que refleja el poder y el refinamiento de la aristocracia imperial.

Pasear por los jardines del Belvedere en una mañana de julio, con el sol iluminando las fachadas barrocas de los palacios y las aguas de las fuentes, es una de las experiencias más placenteras que puede ofrecer Viena. Los jardines están diseñados para ser contemplados desde múltiples perspectivas, ofreciendo vistas constantemente cambiantes del conjunto palaciego. Desde la terraza superior se obtiene una vista panorámica perfecta del Belvedere Inferior y, al fondo, del skyline del centro de Viena.

Palacio de Belvedere Palacio de Belvedere Palacio de Belvedere Palacio de Belvedere Palacio de Belvedere Palacio de Belvedere
Palacio de Belvedere

Encuentro con la historia soviética #

Al salir de los jardines del Belvedere, pasamos por delante del Denkmal zu Ehren der Soldaten der Sowjetarmee, el monumento en honor a los soldados del Ejército Soviético que liberaron Viena en 1945. Este monumento, erigido poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, constituye un recordatorio tangible de uno de los períodos más traumáticos de la historia vienesa.

El monumento, con su estilo característico del realismo socialista soviético, contrasta fuertemente con la arquitectura barroca e imperial que domina el resto de la ciudad. Es uno de esos lugares que muchos turistas pasan por alto, pero que resultan fundamentales para entender la historia compleja de Viena en el siglo XX. La ciudad que había sido el centro de un gran imperio se convirtió, tras la guerra, en una capital ocupada y dividida entre las potencias aliadas, una situación que se prolongó hasta 1955.

Denkmal zu Ehren der Soldaten der Sowjetarmee
Denkmal zu Ehren der Soldaten der Sowjetarmee

San Carlos Borromeo: barroco y geometría perfecta #

Nuestro siguiente destino fue la iglesia de San Carlos Borromeo, una de las obras maestras del barroco vienés y uno de los edificios religiosos más impresionantes de la capital austriaca. Esta iglesia, construida en el siglo XVIII por Johann Bernhard Fischer von Erlach y completada por su hijo, constituye una síntesis perfecta entre la tradición barroca centroeuropea y las influencias arquitectónicas bizantinas y romanas.

La fachada de San Carlos Borromeo es absolutamente única en el panorama arquitectónico europeo. Las dos columnas triunfales que flanquean la entrada, inspiradas en la columna de Trajano en Roma, están decoradas con relieves en espiral que narran la vida de San Carlos Borromeo. La cúpula central, de influencia bizantina, domina todo el conjunto y puede verse desde múltiples puntos de la ciudad. El pórtico hexástilo de entrada evoca la arquitectura clásica griega, creando un conjunto ecléctico pero perfectamente armonioso.

La Karlsplatz que se extiende delante de la iglesia es uno de los espacios urbanos más logrados de Viena. Esta amplia plaza permite contemplar la iglesia desde la distancia adecuada para apreciar la monumentalidad del conjunto, mientras que los jardines y fuentes que la rodean crean un entorno digno de la magnificencia arquitectónica del templo. Es uno de esos lugares donde la planificación urbana vienesa muestra su capacidad para crear espacios que funcionan tanto estéticamente como socialmente.

Iglesia de San Carlos Borromeo Iglesia de San Carlos Borromeo
Iglesia de San Carlos Borromeo

El regreso de la lluvia y la retirada estratégica #

Justo cuando estábamos disfrutando de la contemplación de San Carlos Borromeo, la lluvia hizo acto de presencia nuevamente. El cielo se oscureció rápidamente y comenzaron a caer las primeras gotas de lo que prometía ser otro chaparrón considerable. Era el momento de tomar una decisión práctica: buscar refugio y dirigirse hacia la estación de tren con tiempo suficiente para no arriesgar la conexión con el autobús hacia Bratislava.

Decidimos coger un autobus hacia Wien Hauptbahnhof, la moderna estación central de Viena que se había convertido en los últimos años en uno de los principales hubs de transporte de Europa central. La estación nos ofrecería no solo refugio de la lluvia, sino también la oportunidad de comer algo antes del viaje y de observar el funcionamiento de una de las infraestructuras ferroviarias más avanzadas del continente.

Wien Hauptbahnhof: la modernidad vienesa #

La estación central de Viena es un ejemplo perfecto de cómo la ciudad ha sabido modernizarse sin renunciar a su funcionalidad tradicional. Este complejo, inaugurado completamente en 2015, constituye una obra de ingeniería y arquitectura contemporánea que contrasta radicalmente con la Viena imperial que habíamos estado visitando durante estos días.

La estación funciona como una pequeña ciudad dentro de la ciudad, con comercios, restaurantes, servicios de todo tipo y conexiones con múltiples medios de transporte. Desde aquí salen trenes hacia todos los destinos europeos importantes, y también funcionan las conexiones con el aeropuerto y con el resto de la red de transporte urbano vienés. Es la Viena del siglo XXI, eficiente, internacional y perfectamente integrada en las redes de comunicación continentales.

Aprovechamos la espera para almorzar en uno de los restaurantes de la estación y para observar el continuo flujo de viajeros de todas las nacionalidades. Era el lugar perfecto para reflexionar sobre estos tres días intensos en Viena mientras esperábamos la hora de salida de nuestro autobús hacia Bratislava.

Despedida de Viena bajo la lluvia Despedida de Viena bajo la lluvia
Despedida de Viena bajo la lluvia

Hacia Bratislava: el final de una etapa #

A las 14:50, nuestro autobús RegioJet salía de Vienna (Südtiroler Platz) rumbo a Bratislava bajo una lluvia intensa. El viaje implicaba una hora y veinte minutos para recorrer apenas 60km, ya que realiza un desvío con otra parada en el aeropuerto de Viena. Para nosotros representaba el final de una etapa importante del viaje y el comienzo de una aventura completamente nueva en una capital que ninguno de los dos conocíamos.

Mientras el autobús se alejaba de Viena por la autopista que conecta las dos capitales, pude contemplar por última vez el skyline de la ciudad que acabábamos de dejar atrás. Los tres días habían pasado volando, llenos de palacios, museos, paseos bajo la lluvia y descubrimientos inesperados. Ahora tocaba poner rumbo hacia Bratislava, la siguiente parada de nuestra aventura centroeuropea, llevando en la mochila los recuerdos de este intenso reencuentro con la capital austriaca.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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