Braga, situada en el corazón del norte de Portugal, es una ciudad que te transporta en el tiempo. Con más de 2000 años de historia, sus calles empedradas y plazas centenarias son testigos mudos de un pasado rico y fascinante.
Pero no te engañes, Braga no vive anclada en el ayer. Esta urbe combina magistralmente su herencia histórica con un espíritu joven y dinámico, convirtiéndola en un destino imprescindible para cualquier viajero curioso.
Sé Catedral de Braga #
La Sé Catedral de Braga es, sin duda, el corazón espiritual de la ciudad. Cuando la visitamos por primera vez, nos quedamos boquiabiertos ante su imponente fachada románica. Pero fue al entrar cuando realmente nos sobrecogimos. El interior es un festín para los sentidos, con sus capillas barrocas, el órgano monumental y ese aroma a incienso que parece impregnar cada rincón.
Lo que más nos fascinó fue descubrir que la catedral no es solo un edificio, sino un compendio de la historia de Braga. Cada piedra, cada retablo, cada rincón cuenta una historia diferente. Pasamos horas explorando sus tesoros, desde la capilla de los reyes hasta la pila bautismal donde fue bautizado el primer rey de Portugal.
Jardim de Santa Bárbara #
Después del recogimiento de la catedral, el Jardim de Santa Bárbara nos pareció un soplo de aire fresco. Este pequeño jardín, escondido tras el Palacio Episcopal, es como un secreto a voces en Braga. Nada más entrar, el aroma de las flores y el murmullo del agua de las fuentes nos envolvieron.
Nos sentamos en uno de los bancos, simplemente para disfrutar del momento. Ver cómo los rayos del sol juegan entre las flores y crean patrones en el suelo es un espectáculo en sí mismo. Es curioso cómo un espacio tan pequeño puede transmitir tanta paz. Si visitas Braga, no dejes de pasar por aquí, aunque sea solo para tomar un respiro entre visitas más intensas.
Santuário do Bom Jesus do Monte #
Hablar del Santuário do Bom Jesus do Monte es hablar de uno de los símbolos de Braga. La subida por la escalinata barroca es toda una experiencia. Cada descanso, cada fuente, cada estatua cuenta una historia. Yo admito que hice trampas y cogí un autobus hasta la parte alta, pero la vista desde arriba compensó con creces.
Una vez en la cima, el santuario en sí es impresionante, pero lo que realmente me cautivó fueron las vistas panorámicas de Braga y sus alrededores. Hay algo mágico en ver la ciudad extenderse a tus pies, con sus tejados rojos y sus campanarios destacando contra el cielo azul. Si tienes la oportunidad, quédate hasta el atardecer. Ver cómo los últimos rayos de sol bañan la ciudad es un espectáculo que no olvidarás fácilmente.
Praça da República #
El corazón palpitante de Braga, sin duda, es la Praça da República. Aquí es donde realmente sentimos el pulso de la ciudad. Por las mañanas, los locales se reúnen en las terrazas para tomar su café, mientras los turistas admiramos la Arcada, ese edificio emblemático que preside la plaza.
Pero es por la tarde cuando la plaza cobra vida de verdad. Familias paseando, amigos reuniéndose, músicos callejeros... hay una energía especial en el aire. Nosotros nos sentamos en una terraza, pedimos una Super Bock bien fría y nos dedicamos a observar el ir y venir de la gente. Es en momentos como este cuando realmente sientes que estás viviendo la ciudad, no solo visitándola.
Rua do Souto #
Si hay una calle que encapsula la esencia de Braga, esa es la Rua do Souto. Esta calle peatonal es como un río de vida que atraviesa el casco antiguo. Tiendas tradicionales se mezclan con boutiques modernas, y el aroma del café recién hecho se entrelaza con el de los pastéis de nata recién horneados.
Lo que más me gustó de pasear por aquí fue descubrir los pequeños detalles: las fachadas de azulejos, los balcones de hierro forjado, las pequeñas plazas que se abren de repente entre los edificios. Y, por supuesto, las personas. Charlar con los tenderos, intercambiar sonrisas con los lugareños... esos pequeños momentos son los que hacen que un viaje sea inolvidable.
Igreja de Santa Cruz #
La Igreja de Santa Cruz puede que no sea tan famosa como otros monumentos de Braga, pero para mí fue todo un descubrimiento. Situada en una pequeña plaza, su fachada barroca no prepara para la explosión de color y detalle que te espera en el interior.
Lo que más me impresionó fueron los azulejos que cubren las paredes. Cada panel cuenta una historia diferente, y pasamos un buen rato intentando descifrarlas todas. El techo, con sus pinturas detalladas, es otra maravilla. Es uno de esos lugares donde cada vez que miras, descubres algo nuevo. Si buscas un respiro de las atracciones más concurridas, este es tu sitio.
Arco da Porta Nova #
El Arco da Porta Nova es como una puerta al pasado de Braga. Este arco del siglo XVIII marca la entrada al casco antiguo y, nada más cruzarlo, sientes como si hubieras viajado en el tiempo. Me encantó detenerme un momento bajo el arco, cerrar los ojos y pensar en todas las personas que han pasado por ahí a lo largo de los siglos.
Pero lo mejor vino después. Perderse por las callejuelas que salen del arco es toda una aventura. Cada esquina esconde una sorpresa: puede ser una pequeña iglesia, una tienda de artesanía o un café acogedor. Mi consejo es que te dejes llevar, sin mapa ni destino fijo. A veces, los mejores descubrimientos son los que haces por casualidad.
Mercado Municipal de Braga #
Para sentir el verdadero pulso de una ciudad, no hay nada como visitar su mercado. El Mercado Municipal de Braga es un festín para los sentidos. Nada más entrar, te envuelven los aromas de las frutas frescas, el pan recién horneado y las especias.
Lo que más me gustó fue charlar con los vendedores. Tienen un orgullo especial por sus productos y están encantados de explicarte las especialidades locales. Probamos quesos que nos hicieron tocar el cielo y compramos algunas conservas para llevar un trocito de Braga a casa. Si quieres vivir una experiencia auténtica y alejada del circuito turístico habitual, no te pierdas este mercado.
Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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