En una era donde compartir experiencias se ha vuelto casi instantáneo, escribir un blog mientras viajamos podría parecer algo anticuado.
Sin embargo, después de años documentando mis viajes, he descubierto que el acto de escribir va mucho más allá de simplemente compartir fotos o actualizar estados en redes sociales. Es una práctica que enriquece profundamente la experiencia del viaje y que, con el tiempo, se convierte en un valioso archivo de memorias y reflexiones.
La decisión de comenzar un blog de viajes surgió hace años, en parte por el deseo de preservar mis experiencias de una manera más estructurada que las fugaces publicaciones en redes sociales, y en parte por la necesidad de dar sentido a todo lo que estaba experimentando en mis viajes. Con el tiempo, esta práctica se ha convertido en mucho más que un simple registro de lugares visitados; se ha transformado en una forma de procesar y entender el mundo a través del viaje.
La diferencia entre documentar y experimentar #
Cuando empecé a escribir sobre mis viajes, mi mayor preocupación era que el acto de documentar pudiera interferir con la experiencia misma. Sin embargo, he descubierto que ocurre justamente lo contrario. El compromiso de escribir sobre los lugares que visito me ha llevado a observar con más atención, a hacer más preguntas, a investigar más a fondo. Cada rincón de una ciudad se convierte en una potencial historia, cada encuentro casual en una posible reflexión.
La cámara puede capturar la imagen de una tarde en la Plaza Nueva de Bilbao, pero es a través de la escritura que podemos preservar el aroma de los pintxos recién hechos, el murmullo de las conversaciones en euskera y castellano, el sonido de la lluvia fina sobre los paraguas, y ese sentimiento único de estar en el corazón de la vida social de la ciudad. La documentación, cuando se hace conscientemente, se convierte en una forma de profundizar en la experiencia, no de distanciarse de ella.
Este proceso de documentación consciente también ha cambiado mi forma de viajar. Ya no me apresuro de un lugar turístico a otro, tratando de marcar casillas en una lista interminable. En su lugar, me permito pasar horas en una terraza de la Plaza del Castillo en Pamplona, observando el flujo de la vida local, o sentarme en un banco de la Concha en San Sebastián, contemplando cómo cambia la bahía con la marea. Estos momentos de aparente inactividad son, a menudo, los que generan las reflexiones más profundas y las entradas más significativas en el blog.
La investigación como parte del viaje #
Escribir un blog nos obliga a profundizar en los lugares que visitamos. Ya no basta con admirar la fachada de un edificio histórico; ahora queremos conocer su historia, su contexto, su significado en el tejido urbano. Durante mi visita a la biblioteca de Stuttgart, por ejemplo, lo que podría haber sido una simple visita turística se convirtió en una fascinante investigación sobre la arquitectura de posguerra y la reconstrucción cultural de Alemania.
Esta necesidad de investigar ha transformado completamente mi forma de preparar y realizar los viajes. Antes de visitar un lugar, ya no me limito a buscar los puntos turísticos principales y los horarios de apertura. Ahora me sumerjo en la historia local, leo sobre movimientos artísticos y arquitectónicos, busco historias poco conocidas que puedan dar profundidad a mi experiencia. Esta investigación previa se complementa con la investigación in situ, donde las conversaciones con locales y las visitas a bibliotecas y librerías se han convertido en parte fundamental de mis viajes.
La investigación también continúa después del viaje. A menudo, al escribir sobre una experiencia, surgen preguntas que me llevan a nuevas búsquedas y descubrimientos. Por ejemplo, una visita al barrio de Shimokitazawa en Tokio me llevó a investigar sobre el movimiento contracultural japonés de los años 70, lo que a su vez enriqueció mi comprensión no solo de ese barrio, sino de la evolución cultural de Tokio en su conjunto.
Además, esta profundización en el conocimiento de los lugares visitados ha creado conexiones inesperadas entre diferentes destinos y experiencias. La comprensión del modernismo en Barcelona, por ejemplo, cobra un nuevo significado cuando se ha visitado previamente Bruselas y Viena, permitiendo trazar conexiones entre el Art Nouveau europeo y el modernismo catalán. Cada nueva investigación añade capas de significado a viajes anteriores y enriquece los futuros.
La memoria amplificada #
Nuestro cerebro es selectivo con los recuerdos, y con el tiempo, muchos detalles se desvanecen. El blog actúa como una extensión de nuestra memoria, preservando no solo los hechos y las imágenes, sino también las sensaciones y reflexiones del momento. Releer entradas antiguas de mi blog sobre Kioto me transporta no solo a los templos y jardines que visité, sino a los pensamientos y emociones que experimenté en aquellos momentos.
Esta preservación de la memoria va más allá de los detalles obvios. A menudo, son los pequeños momentos los que cobran mayor significado con el paso del tiempo: la conversación con un anciano en un parque de Berlín que me contó historias de la ciudad dividida, el sabor específico de un plato en un pequeño restaurante familiar de Hong Kong, o la sensación del viento frío en una mañana de verano en Reykjavík. Estos detalles, que podrían perderse en la bruma del tiempo, se mantienen vivos a través de la escritura.
La práctica de escribir también nos ayuda a procesar y dar sentido a nuestras experiencias en tiempo real. Cuando nos sentamos a escribir sobre un día de viaje, nuestro cerebro comienza automáticamente a organizar los eventos, a establecer conexiones, a encontrar significados que podrían haberse perdido en el momento. Este proceso de reflexión y escritura no solo preserva los recuerdos, sino que los enriquece con capas adicionales de comprensión y significado.
Además, el blog se convierte en un archivo de nuestra evolución personal como viajeros. Releer entradas antiguas nos permite ver cómo han cambiado nuestras perspectivas y prioridades con el tiempo. Lo que antes nos parecía extraordinario puede ahora parecernos común, y viceversa. Esta perspectiva temporal añade una dimensión adicional a nuestros recuerdos y nos ayuda a comprender mejor nuestro propio crecimiento como viajeros y observadores del mundo.
El valor del contexto temporal #
Uno de los aspectos más interesantes de mantener un blog de viajes es cómo captura el contexto temporal de nuestras visitas. Mi entrada sobre Hong Kong de hace unos años no solo describe la ciudad, sino que también refleja cómo era el mundo en ese momento específico. Estas capas de contexto se convierten en documentos históricos personales que ganan valor con el tiempo.
Los blogs de viaje, sin pretenderlo, se convierten en testimonios de cómo cambian las ciudades y las sociedades. Una entrada sobre Berlín de hace una década captura una ciudad muy diferente a la actual. Los barrios que entonces eran considerados "alternativos" son ahora el epítome de la gentrificación. Los lugares que describimos como "auténticos" pueden haber desaparecido o transformado completamente su esencia. Estas observaciones, aparentemente banales en su momento, se convierten en valiosos registros de la evolución urbana y social.
El contexto temporal también afecta a nuestra propia perspectiva como viajeros. Las entradas del blog revelan no solo cómo eran los lugares que visitamos, sino también quiénes éramos nosotros en ese momento. Nuestras preocupaciones, nuestros intereses, nuestra forma de ver el mundo quedan plasmados en cada entrada. Esto crea un fascinante diálogo entre nuestro yo actual y nuestro yo pasado, permitiéndonos observar no solo cómo han cambiado los lugares, sino también cómo hemos cambiado nosotros.
La evolución de la mirada viajera #
Mantener un blog durante años nos permite observar cómo evoluciona nuestra forma de ver y experimentar los lugares. Mis primeras entradas se centraban más en los aspectos turísticos tradicionales. Con el tiempo, mis escritos han evolucionado hacia reflexiones más profundas sobre el significado de los lugares, la interacción entre las personas y los espacios, y las transformaciones urbanas.
Esta evolución se refleja no solo en los temas que elegimos abordar, sino también en la forma en que los tratamos. Donde antes podría haber una descripción superficial de una plaza histórica, ahora hay un análisis de cómo ese espacio público refleja y moldea la vida de la ciudad. Las observaciones sobre la arquitectura han pasado de ser simples apreciaciones estéticas a reflexiones sobre cómo los edificios influyen en el comportamiento y las relaciones sociales.
También he notado cómo mi interés se ha desplazado gradualmente de los grandes monumentos y atracciones turísticas hacia los espacios cotidianos y las historias personales. Un mercado local en Osaka, un café de barrio en Ámsterdam, o una conversación casual en una plaza de Lisboa pueden generar reflexiones tan profundas como la visita a un museo importante. Esta evolución en la mirada refleja una maduración en la forma de entender y apreciar los lugares que visitamos.
La experiencia de escribir regularmente también ha afinado mi capacidad de observación. Ahora presto atención a detalles que antes pasaba por alto: la forma en que la luz cambia el carácter de una calle a lo largo del día, los patrones de comportamiento en los espacios públicos, las pequeñas interacciones que revelan aspectos de la cultura local. Esta atención al detalle enriquece no solo mis escritos, sino también mi experiencia como viajero.
La comunidad invisible #
Aunque escribir es un acto solitario, publicar en un blog nos conecta con una comunidad de viajeros y lectores. Los comentarios y las conversaciones que surgen a partir de nuestras entradas enriquecen nuestra perspectiva y, en ocasiones, nos llevan a descubrir aspectos de los lugares que habíamos pasado por alto.
Esta comunidad se extiende más allá del espacio digital. En varias ocasiones, las conexiones establecidas a través del blog han llevado a encuentros reales con lectores locales que se han convertido en guías improvisados, mostrándome aspectos de sus ciudades que nunca habría descubierto por mi cuenta. En Estambúl, por ejemplo, un lector me llevó a explorar pequeños locales escondidas en los callejones de Beyoğlu, ofreciéndome una perspectiva completamente diferente de la ciudad y sus tradiciones gastronómicas.
La retroalimentación de los lectores también influye en la forma en que escribimos y observamos. Sus preguntas nos llevan a investigar aspectos que podríamos haber pasado por alto, sus comentarios aportan nuevas perspectivas, y sus propias experiencias enriquecen nuestra comprensión de los lugares que visitamos. Esta interacción convierte el blog en un espacio de diálogo y aprendizaje mutuo.
Además, la comunidad del blog se convierte en una fuente invaluable de recomendaciones y consejos para futuros viajes. Los lectores comparten sus propias experiencias, sugieren lugares fuera de las rutas turísticas habituales, y ofrecen perspectivas locales que enriquecen la planificación de nuevos viajes. Esta red de conocimiento compartido añade una dimensión colaborativa a la experiencia individual del viaje.
La disciplina de la escritura viajera #
Escribir regularmente durante los viajes requiere disciplina. No siempre es fácil encontrar el momento o la energía para sentarse a escribir después de un día intenso de exploración. Sin embargo, esta disciplina nos obliga a procesar y reflexionar sobre nuestras experiencias de una manera más profunda y estructurada.
La rutina de escritura se convierte en parte integral del viaje. A veces significa levantarse más temprano para capturar las impresiones del día anterior, o dedicar una tarde de lluvia a organizar notas y fotografías. Estos momentos de pausa y reflexión, lejos de ser una carga, se convierten en oportunidades para procesar y apreciar más profundamente las experiencias vividas.
La disciplina de la escritura también nos ayuda a mantener un equilibrio entre la experiencia y la documentación. Con el tiempo, desarrollamos un instinto para saber cuándo sacar la cámara o la libreta de notas, y cuándo simplemente estar presentes en el momento. Esta capacidad de alternar entre la observación activa y la inmersión pasiva enriquece tanto la experiencia del viaje como la calidad de nuestra escritura.
El compromiso con la escritura regular también nos obliga a mantener un cierto nivel de atención y curiosidad constante. Incluso en días aparentemente rutinarios o en lugares menos espectaculares, la necesidad de escribir nos impulsa a buscar historias, detalles interesantes o reflexiones significativas. Esta actitud de búsqueda constante hace que cada día de viaje sea una oportunidad para descubrir algo nuevo.
Herramientas y métodos #
Con los años, he desarrollado un método que me funciona: tomo notas rápidas durante el día, hago un borrador inicial por la noche mientras las impresiones están frescas, y dedico tiempo a la investigación y la edición cuando regreso a casa. Las notas de voz, las fotografías y los pequeños detalles anotados en el momento son invaluables para reconstruir la narrativa más tarde.
La elección de las herramientas adecuadas es crucial para mantener este flujo de trabajo. Una pequeña libreta que quepa en el bolsillo es esencial para capturar pensamientos y observaciones en el momento. La aplicación de notas de voz del teléfono es perfecta para momentos en los que escribir no es práctico, como durante un paseo por las calles de Kioto o mientras observo el atardecer desde un mirador en Lisboa. Las fotografías, más allá de su valor visual, actúan como anclas para la memoria, ayudando a recordar detalles y sensaciones que podrían perderse.
La organización del material recopilado es tan importante como su captura. He desarrollado un sistema de etiquetado para mis notas y fotografías que me permite encontrar rápidamente información específica cuando la necesito. Las notas se organizan por fecha, lugar y tema, permitiéndome establecer conexiones entre diferentes experiencias y construir narrativas más ricas y complejas.
También he aprendido la importancia de separar el proceso de recopilación de información del proceso de escritura en sí. Mientras viajo, me centro en capturar impresiones, detalles y sensaciones de la forma más inmediata posible. La estructuración y elaboración de estas notas en entradas coherentes viene después, cuando puedo dedicar tiempo a reflexionar sobre la experiencia en su conjunto.
La autenticidad en la era digital #
En un mundo saturado de contenido de viajes altamente editado y curado, el blog personal ofrece un espacio para la autenticidad. No se trata de presentar una versión perfecta de nuestros viajes, sino de compartir experiencias reales, con sus momentos altos y bajos, sus descubrimientos y decepciones.
Esta autenticidad se manifiesta de múltiples formas. En mis entradas, no dudo en escribir sobre los momentos de confusión en el metro de Tokio, las decepciones con restaurantes sobrevalorados en París, o las frustraciones de lidiar con el idioma en China. Estos momentos menos glamurosos son parte integral de la experiencia del viaje, y compartirlos honestamente crea una conexión más genuina con los lectores.
La presión por presentar una imagen perfecta en las redes sociales ha creado una versión distorsionada de lo que significa viajar. Las fotografías cuidadosamente compuestas y editadas, los ángulos perfectos de monumentos sin turistas, las experiencias aparentemente espontáneas pero meticulosamente planificadas... todo esto ha contribuido a crear expectativas poco realistas sobre los viajes. El blog personal se convierte en un antídoto contra esta tendencia, un espacio donde podemos explorar la complejidad y la imperfección de la experiencia viajera.
También he descubierto que la autenticidad en la escritura de viajes no significa necesariamente compartirlo todo. Es más bien una cuestión de honestidad en la perspectiva, de reconocer nuestros propios sesgos y limitaciones, de admitir cuando no entendemos completamente algo que observamos. Esta humildad intelectual, lejos de disminuir el valor de nuestras observaciones, las hace más valiosas y relatable

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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