Ateneu Barcelonès
Cuando un palacio del siglo XVIII se convirtió en templo de la cultura catalana
Hay edificios que concentran siglos de historia en cada una de sus piedras, lugares donde las paredes han sido testigo de debates que cambiaron el curso de una sociedad. El Palau Savassona, sede del Ateneu Barcelonès, es uno de esos espacios privilegiados. Un palacio del siglo XVIII que desde hace más de un siglo acoge una de las instituciones culturales más emblemáticas de Barcelona, custodiando una biblioteca de casi trescientos mil volúmenes y conservando intervenciones arquitectónicas que van del barroco tardío al modernismo de Jujol. Durante el Open House Barcelona, este edificio que normalmente solo conocen sus socios abre sus puertas para revelar sus múltiples capas históricas y arquitectónicas.
Un palacio construido por su propio dueño #
La historia del edificio comienza en 1796, cuando el barón de Savassona, Josep Francesc Ferrer de Llupià i Brossa, decide construirse una residencia señorial en la calle Canuda. En un gesto poco común para la época, el propio barón diseña su palacio siguiendo el patrón de los palacios urbanos del gótico catalán, aunque adaptándolo al lenguaje neoclásico imperante en las postrimerías del siglo XVIII. El proyecto recibe el informe favorable del maestro de obras Pau Mas, y la construcción arranca con las dimensiones y la ordenación propias del academicismo neoclásico.
El edificio reproduce la tipología de las casas señoriales barcelonesas: entrada de carruajes desde la calle, patio interior con escalera cubierta que permite el acceso a las plantas nobles, salones de recepción decorados con pinturas al fresco, y un jardín en la parte posterior a la altura del entresuelo. Todo respondiendo a una jerarquía espacial clara donde cada elemento tiene su función dentro del protocolo social de la época.
Para decorar los techos de los salones principales, el barón de Savassona contrató a Francesc Pla, conocido como "el Vigatà", uno de los pintores más reputados del barroco tardío catalán. Pla realizó cinco pinturas al temple de temática mitológica que todavía se conservan en la actual biblioteca, testimonio excepcional de la pintura decorativa catalana de finales del siglo XVIII.
De manos aristocráticas a institución cultural #
Durante el siglo XIX, el palacio cambió varias veces de propietario. Pasó de los barones de Savassona a la familia Serra-Quintana, después a Juli Parellada, y por eso durante muchos años se conoció también como Casa Parellada. En 1862, el arquitecto Elies Rogent realizó una ampliación del edificio, uniéndolo con dos inmuebles del carrer del Bot, lo que aumentó considerablemente su superficie.
Mientras tanto, en otra parte de Barcelona, una institución cultural nacía y buscaba su lugar. En 1860 se fundó el Ateneo Catalán en el antiguo palacio de los marqueses de Castelldosrius en la calle Escudellers. En 1872 se fusionó con el Casino Mercantil Barcelonés, dando lugar al Ateneu Barcelonès. Durante décadas, la entidad funcionó en unos locales del edificio del Teatre Principal, al final de las Ramblas, pero el crecimiento de la biblioteca y de las actividades culturales hizo evidente la necesidad de un espacio más adecuado y digno.
En 1904, después de largos debates y litigios, y con un considerable esfuerzo económico, el Ateneu Barcelonès adquirió el antiguo Palau Savassona. Fue un momento decisivo en la historia de la institución. Por fin tenían una sede propia, un edificio señorial en el corazón de la ciudad que podía albergar dignamente la biblioteca más importante de Cataluña y convertirse en el epicentro de la vida cultural barcelonesa.
Jujol, todavía estudiante, deja su huella #
Para adaptar el palacio a su nueva función cultural, se encargó el proyecto de reforma al arquitecto Josep Font i Gumà. Y aquí entra en escena un personaje clave: Josep Maria Jujol i Gibert, que por entonces era todavía estudiante de arquitectura y trabajaba como colaborador en el taller de Font i Gumà. Esta intervención de 1904-1906 sería uno de los primeros trabajos significativos de Jujol antes de convertirse en uno de los arquitectos más singulares del modernismo catalán y en el colaborador predilecto de Antoni Gaudí.
Jujol se encargó especialmente de los aspectos decorativos de la reforma, y su huella modernista sigue siendo visible en múltiples rincones del edificio. Diseñó la nueva puerta de acceso al entresuelo, trabajó en el estintolado y la apertura del entresuelo al jardín romántico, intervino en las salas de lectura de la biblioteca creando vidrieras y una galería con tribuna volante, diseñó el ascensor (uno de los primeros instalados en Barcelona), y trabajó en las escaleras, las puertas, las columnas del pórtico del patio y diversos elementos de mobiliario.
Los dibujos de Jujol conservados en el Arxiu Històric del Col·legi d'Arquitectes de Catalunya muestran la meticulosidad con la que abordó cada detalle: alzados de arcos, perspectivas interiores, detalles de vidrieras, esbozos de columnas. Todo trabajado con esa atención obsesiva al detalle que caracterizaría toda su obra posterior.
El resultado fue una convivencia extraordinaria entre los espacios originales del siglo XVIII, con los frescos de Francesc Pla, y las reformas modernistas de Font i Gumà y Jujol. Dos siglos de arquitectura catalana dialogando en un mismo edificio, con respeto mutuo y sin estridencias.
Una biblioteca para soñar despierto #
Si hay un espacio que define el Ateneu Barcelonès, ese es su biblioteca. Fundada al mismo tiempo que la entidad en 1860, ha crecido de manera sostenida hasta convertirse en una de las más importantes de Cataluña y la primera biblioteca privada del país. Los números hablan por sí solos: 5.900 títulos en 1877, 13.500 en 1887, 19.000 en 1892, 50.000 en 1921, 175.000 en 1969, y actualmente cerca de 300.000 volúmenes más 1.800 títulos de revistas decimonónicas y novecentistas de toda Europa.
La biblioteca ocupa la planta noble del palacio, lo que antiguamente había sido el comedor señorial. El techo conserva las pinturas al temple de Francesc Pla, y las salas de lectura lucen las intervenciones modernistas de Jujol: vidrieras que filtran la luz de forma mágica, tribunas volantes que parecen desafiar la gravedad, columnas y arcos trabajados con ese sentido del detalle que convierte lo funcional en arte.
Es un espacio que invita a perderse entre los libros durante horas. Cuenta con 65.000 monografías anteriores a 1901, además de incunables y manuscritos mucho más antiguos. Se ha convertido en centro de referencia para investigadores y académicos especializados en el siglo XIX y el primer tercio del siglo XX. Leer bajo los frescos mitológicos de Francesc Pla, rodeado de la decoración modernista de Jujol, con el silencio concentrado de otros lectores, es una experiencia que sitúa el acto de leer en una dimensión casi ceremonial.
El acceso a la biblioteca está normalmente restringido a socios o investigadores acreditados, aunque el día de Sant Jordi se abre a todo el mundo. Por eso el Open House es una oportunidad única de contemplar este espacio extraordinario.
El jardín romántico: un oasis en el corazón de Barcelona #
Una de las joyas mejor guardadas del Palau Savassona es su jardín romántico, situado a la altura del entresuelo en la parte posterior del edificio. Es un espacio que ya existía cuando el Ateneu compró el palacio, un jardín de reminiscencias decimonónicas que ha sobrevivido al paso del tiempo como un oasis de paz en pleno centro de Barcelona.
Cuando Jujol intervino en el edificio, una de sus primeras acciones fue reformar la conexión entre el entresuelo y este jardín, abriendo el espacio para que desde la escalera se pudiera acceder directamente a él. El jardín se convirtió así en uno de los epicentros de la vida social del Ateneu, un lugar donde los socios podían conversar rodeados de vegetación, olvidando por un momento que estaban a pocos metros de las Ramblas.
El jardín mantiene ese carácter romántico original: vegetación frondosa, rincones íntimos, una atmósfera de recogimiento que contrasta radicalmente con el bullicio de la ciudad circundante. Es fácil entender por qué generaciones de intelectuales, escritores y artistas han encontrado en este espacio un refugio para la conversación y la reflexión.
Los embates del franquismo y la lenta recuperación #
No todo fueron tiempos gloriosos para el Palau Savassona. A finales de los años sesenta, bajo los efectos del franquismo, el edificio sufrió una intervención desafortunada que estropeó la lectura del edificio original. Los arquitectos Joan Bassegoda i Nonell y Adolf Florensa proyectaron una remonta de tres plantas que dobló la superficie del Ateneu, construyendo una ampliación que modificó la fachada que da a la plaça Vila de Madrid, abierta tras el derribo del convento de la Immaculada Concepció después de la Guerra Civil.
Esta ampliación, aunque necesaria por el crecimiento de las actividades del Ateneu, rompía la armonía del edificio original y añadía volumen sin la delicadeza arquitectónica de las intervenciones anteriores. Era sintomática de una época en la que el patrimonio histórico no recibía la consideración que merece, y en la que la presión funcional primaba sobre cualquier otra consideración.
En 1981, el edificio fue declarado monumento histórico-artístico nacional mediante el Real Decreto 476/1981, reconocimiento que llegaba gracias en gran parte a las intervenciones de Josep Maria Jujol en la biblioteca. Quedaba incluido también en el Catálogo de Patrimonio del Ayuntamiento de Barcelona en la máxima categoría A.
La rehabilitación contemporánea: poniendo orden en las capas históricas #
A partir de 2003, bajo la presidencia de Oriol Bohigas, se emprendió un ambicioso proyecto de rehabilitación integral del Palau Savassona. Los arquitectos Manuel Brullet, Alfonso de Luna y Mateu Barba, junto con Eduard Montané, desarrollaron un plan director que se ha ido ejecutando por fases durante más de una década.
El objetivo era claro: poner en orden las diferentes intervenciones del pasado, potenciar los elementos más característicos del edificio, y mejorarlo técnica y arquitectónicamente para adecuarlo a las necesidades actuales, todo sin traicionar el espíritu del lugar. Era un trabajo delicado de arqueología arquitectónica, donde cada capa histórica merecía respeto.
La rehabilitación ha cubierto múltiples aspectos: la biblioteca Jujol, la sala Canuda, el archivo, la escalera noble, la recuperación de las fachadas, el patio de entrada, la claraboia que convierte el ascensor de Jujol en un punto de referencia visible, la reforma de la sala de actos (antigua Sala Oriol Bohigas) y su vestíbulo. Son proyectos aparentemente pequeños por separado, pero que en conjunto suponen una actualización completa del edificio decimonónico.
La intervención en la biblioteca fue especialmente exitosa, recibiendo el premio FAD 2008 del jurado de opinión en la modalidad de interiorismo, además del premio Catalunya Construcció. La reforma culminó con la instalación del mural "La porta dels lectors" del artista Frederic Amat en la puerta de la biblioteca, obra contemporánea que dialoga con las pinturas de Francesc Pla y las vidrieras de Jujol en un ejercicio admirable de continuidad artística.
El Ateneu como institución: motor cultural de Cataluña #
Más allá del continente arquitectónico, conviene detenerse un momento en el contenido, en lo que el Ateneu Barcelonès ha significado para la cultura catalana durante más de siglo y medio. Fundado en 1860 con el objetivo de ser un centro promotor de la cultura, el Ateneu ha sido desde sus inicios mucho más que una biblioteca o un espacio de tertulias.
Ha sido un ágora de debate intelectual, un lugar donde se han gestado movimientos políticos y culturales que cambiaron Cataluña. La inauguración del curso 1895-1896 por el presidente Àngel Guimerà, con un discurso íntegramente en catalán, marcó la catalanización definitiva de la entidad. A partir de entonces, el Ateneu se convirtió en uno de los centros del catalanismo político, fundamental en la fundación de la Lliga Regionalista en 1901 y en el apoyo a la Solidaritat Catalana en 1906.
En 1903 se fundaron en su seno los Estudis Universitaris Catalans, que fueron la cuna de la universidad catalana y del Institut d'Estudis Catalans. Por sus salas han pasado figuras fundamentales de la cultura catalana: Josep Yxart, Àngel Guimerà, Joan Maragall, Pompeu Fabra, Narcís Oller, Jacint Verdaguer, Antoni Gaudí, Ildefons Cerdà, y una lista interminable que abarca todas las disciplinas artísticas, científicas y humanísticas.
Durante la Guerra Civil, la biblioteca quedó bajo control de la Dirección del Servicio de Bibliotecas Populares y se convirtió en biblioteca pública. Tras la guerra, el Ateneu retomó sus actividades bajo la intervención de la autoridad gubernativa, que designaba las juntas directivas. Fue una época oscura, de control y censura, aunque la institución logró mantener viva la llama cultural.
La democratización llegó con el presidente Andreu Brugués, quien impulsó nuevos estatutos que permitían la elección de presidentes por votación directa de los socios. La apertura social de la Transición se tradujo en un incremento considerable de socios. En 1983, la Generalitat de Catalunya concedió al Ateneu Barcelonès la Creu de Sant Jordi en reconocimiento a su aportación cultural.
Actualmente, el Ateneu Barcelonès es una asociación sin ánimo de lucro de carácter cultural, reconocida de utilidad pública desde 1997. Cuenta con alrededor de 4.000 socios, buena parte de los cuales son alumnos de la Escola d'Escriptura de l'Ateneu, una institución educativa que ha formado a escritores de la talla de Ildefonso Falcones, autor de La Catedral del Mar.
La experiencia Open House: recorriendo siglos de historia #
Durante el Open House Barcelona, el Palau Savassona se convierte en uno de los edificios más visitados del festival. No es casualidad: es uno de los pocos días del año en que el público general puede acceder a espacios normalmente restringidos a socios o investigadores. La visita es guiada y recorre los espacios emblemáticos del palacio explicando su historia y la de la institución.
El recorrido comienza típicamente en el patio de entrada, ese espacio característico con escalera cubierta que mantiene la tipología de los palacios urbanos catalanes. Los guías explican la construcción original del barón de Savassona, las ampliaciones del siglo XIX, y la compra por parte del Ateneu en 1904.
Desde allí se accede al jardín romántico, ese oasis verde que sorprende por su existencia misma en pleno centro histórico. Es uno de los momentos mágicos de la visita: cruzar el umbral y encontrarse con un espacio de paz y vegetación cuando segundos antes estabas en la ajetreada calle Canuda.
La biblioteca es, sin duda, el plato fuerte de la visita. Poder ver las pinturas de Francesc Pla desde las salas de lectura, apreciar el trabajo de Jujol en las vidrieras y la tribuna volante, contemplar el mar de libros que ocupa todas las salas, produce una impresión difícil de olvidar. Los guías suelen explicar la importancia del fondo bibliográfico, algunos de los tesoros que custodia, y los proyectos de restauración de libros antiguos.
También se visita la Sala de Conversa o Borralleras, una de las salas tradicionales de tertulia en el entresuelo. Aquí se explica cómo durante décadas estas salas han acogido conversaciones que han marcado la historia cultural catalana. Las columnas y vidrieras diseñadas por Jujol siguen conservando su aspecto original.
El ascensor modernista diseñado por Jujol, uno de los primeros instalados en Barcelona, es otra pequeña joya que merece atención. Aunque pequeño y aparentemente modesto, representa un hito en la modernización tecnológica de la ciudad.
Dependiendo del día y el horario, a veces se puede acceder también a la Sala Verdaguer en la planta baja, o subir hasta la Sala Oriol Bohigas, el antiguo teatro remodelado en 2010-2011 por Brullet-Barba que ahora funciona como sala de actos y auditori. El recorrido transcurre por diferentes niveles a través de escaleras, aunque existe un recorrido alternativo accesible con acompañamiento de un voluntario.
Un edificio de alta afluencia: consejos prácticos #
El Palau Savassona del Ateneu Barcelonès es uno de los edificios de mayor afluencia de visitantes durante el Open House. No es difícil entender por qué: combina valor arquitectónico, importancia histórica, imposibilidad de acceso en otras épocas del año, y una biblioteca que es el sueño de cualquier amante de los libros.
Por este motivo, el propio programa del Open House advierte que una vez alcanzado el aforo máximo del edificio se procederá al cierre de la cola. Conviene llegar temprano si se quiere tener garantías de acceder. Las colas suelen formarse desde primera hora de la mañana.
El edificio abre solo el domingo durante el Open House, con un horario continuado de 10 a 19 horas. Las visitas son guiadas y sin inscripción previa, lo que significa que hay que hacer cola y esperar turno. La espera puede ser considerable en las horas centrales del día.
La estación de metro más cercana es Catalunya, servida por las líneas 1, 3, 6 y 7. Desde allí son apenas dos minutos caminando por la calle Canuda. La ubicación es muy céntrica, a pocos metros de las Ramblas y de la Plaça Catalunya.
¿Por qué visitar el Ateneu Barcelonès? #
Este edificio ofrece algo que muy pocos lugares pueden ofrecer: la experiencia de transitar físicamente por diferentes siglos de historia y de arquitectura en un mismo recorrido. Las pinturas barrocas de Francesc Pla conviven con las vidrieras modernistas de Jujol, que a su vez dialogan con las intervenciones contemporáneas de Brullet-Barba. Y todo ello sin estridencias, con una coherencia que habla de respeto al patrimonio y de sensibilidad arquitectónica.
Pero más allá del valor arquitectónico, visitar el Ateneu es acercarse a uno de los motores culturales de Cataluña, un lugar donde se ha escrito buena parte de la historia intelectual del país. Es pisar las mismas baldosas que pisaron Gaudí, Verdaguer, Guimerà, Maragall, Fabra y tantos otros. Es contemplar los libros que consultaron generaciones de investigadores y escritores. Es entender que la cultura no es algo abstracto, sino que necesita espacios físicos donde desarrollarse, crecer, consolidarse.
La biblioteca, con sus casi trescientos mil volúmenes, es un recordatorio tangible de que la memoria colectiva necesita custodios. El jardín romántico demuestra que en el corazón de una gran ciudad puede existir un oasis de paz y reflexión. Las salas de conversación atestiguan que el diálogo intelectual requiere espacios adecuados donde desarrollarse.
Para cualquier persona interesada en la historia de Barcelona, en la cultura catalana, en la arquitectura o simplemente en los libros, el Palau Savassona del Ateneu Barcelonès es una visita obligada. Es uno de esos lugares que te recuerdan que las instituciones culturales no son lujos prescindibles, sino pilares fundamentales de cualquier sociedad que aspire a ser algo más que un simple agregado de individuos. Son espacios donde se construye el relato común, donde se preserva la memoria, donde se debate el futuro.
Y el hecho de que todo esto ocurra en un palacio del siglo XVIII reformado por Jujol, con pinturas barrocas en los techos y jardines románticos ocultos, solo hace que la experiencia sea todavía más memorable.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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