El segundo día amaneció con esas nubes grises que presagian lluvia, algo que en marzo en Budapest no resulta especialmente sorprendente. Decidí comenzar la jornada visitando el exterior del Museo Nacional Húngaro, aprovechando que aún no había empezado a llover y que me quedaba relativamente cerca de la primera parada programada para el día.
El Museo Nacional Húngaro y su entorno #
El Museo Nacional Húngaro se alza imponente en la calle Múzeum körút, en un magnífico edificio neoclásico que data de 1847. Diseñado por el arquitecto Mihály Pollack, este coloso de columnas dóricas y frontón triangular podría fácilmente confundirse con un templo griego, pero es genuinamente budapestí y representa uno de los símbolos arquitectónicos más importantes de la ciudad.
Fundado en 1802 por el conde Ferenc Széchényi (padre del promotor del puente de las cadenas), quien donó su colección personal de más de 15.000 piezas, el museo alberga la historia completa de Hungría desde la prehistoria hasta 1990. Sus escalinatas no solo tienen valor arquitectónico, sino también histórico: fue precisamente aquí donde el poeta Sándor Petőfi pronunció su famoso "Canto Nacional" el 15 de marzo de 1848, dando inicio a la revolución húngara contra los Habsburgo.
Aunque no entré en esta ocasión, sabía que en su interior se conservan tesoros nacionales incalculables, como el manto de coronación de los reyes húngaros, los tesoros de Seuso y un impresionante lapidarium romano. Con más de 3,5 millones de objetos en su colección, es sin duda el museo más importante del país.
Refugio en el Mercado Central #
Comenzaba a llover con intensidad, así que decidí dirigirme caminando hacia el Mercado Central de Budapest, donde podría refugiarme un rato y aprovechar para conocer uno de los lugares más auténticos de la ciudad. El Gran Mercado Central, conocido localmente como Nagycsarnok, es un edificio impresionante construido en 1897 como parte de la modernización de la ciudad.
Su arquitectura neogótica de ladrillo rojo y su característica cubierta de tejas multicolores de cerámica Zsolnay lo convierten en una de las construcciones más fotografiadas de Budapest. Con sus 150 metros de longitud, es el mercado más grande y antiguo de la ciudad, y conserva perfectamente el ambiente de los mercados tradicionales centroeuropeos.
En su interior pude observar la vida cotidiana de los budapestíes comprando productos frescos, embutidos, pimientos, el famoso paprika húngaro en sus múltiples variedades, y toda clase de especialidades locales. Los precios seguían siendo muy razonables comparados con los estándares españoles, y la variedad de productos resultaba fascinante para alguien acostumbrado a los supermercados modernos.
Los baños Gellért y la colina #
Cuando amainó ligeramente la lluvia, crucé el puente de la Libertad (Szabadság híd) para acercarme a la zona de los baños Gellért. Este complejo termal, construido entre 1912 y 1918 en estilo Art Nouveau, es probablemente el balneario más conocido y fotografiado de Budapest. Su fachada exterior, con esa mezcla de elementos secesionistas y referencias clásicas, transmite la elegancia de la Belle Époque húngara.
Aunque no entré en los baños en esta ocasión, sí pude visitar los alrededores de la colina Gellért. La Cueva de la Colina de Gellért alberga la Capilla en la Roca (Sziklatemplom), una iglesia católica excavada directamente en la roca calcárea de la colina en la década de 1920. Esta capilla, dedicada a San Iván de Rila, patrón de Bulgaria, tiene una historia peculiar: fue cerrada por el régimen comunista en 1951 y no reabrió hasta 1989.
La colina Gellért, con sus 235 metros de altura, debe su nombre al obispo San Gerardo (Gellért en húngaro), quien según la leyenda fue arrojado desde esta colina dentro de un barril con clavos por los paganos húngaros en 1046. Desde sus laderas se obtienen algunas de las mejores vistas panorámicas de la ciudad, aunque con la lluvia de ese día las vistas quedaron algo empañadas.
El Parlamento bajo la lluvia #
La lluvia continuaba con intensidad, así que tomé un autobús hasta el Parlamento húngaro, uno de los edificios más emblemáticos de toda Europa. Este imponente edificio neogótico, diseñado por Imre Steindl e inaugurado en 1904 tras 19 años de construcción, es el tercer parlamento más grande del mundo con sus 268 metros de longitud y 96 metros de altura en su cúpula central.
Compré la entrada para la visita guiada de las 12:30, con un precio de 3.500 forintos húngaros (10,39 €). La visita interior resultó absolutamente espectacular, justificando completamente el coste de la entrada. Las escaleras monumentales doradas con oro de más de 22 quilates, las alfombras rojas, los techos decorados y la impresionante Sala de la Cúpula donde se exhibe la Santa Corona de Hungría y las joyas de la corona húngara, vigiladas permanentemente por la guardia real.
El Parlamento se construyó utilizando más de 40 millones de ladrillos, medio millón de piedras preciosas y 40 kilogramos de oro. Sus 691 habitaciones y más de 20 kilómetros de escaleras lo convierten en un auténtico laberinto de poder. La Antigua Cámara Alta y la Cámara Legislativa actual destacan por su decoración y su acústica perfecta, diseñada para que todos los diputados puedan escuchar sin necesidad de amplificación.
Paseo hacia la plaza Vörösmarty #
Al salir del Parlamento, la lluvia había amainado considerablemente. Aproveché para dar un paseo por los alrededores del edificio, haciendo algunas fotos desde diferentes ángulos, antes de dirigirme hacia la plaza Vörösmarty tér. Esta elegante plaza, ubicada en el corazón de Pest, debe su nombre al poeta romántico Mihály Vörösmarty y constituye uno de los centros neurálgicos de la vida social budapestí.
La plaza alberga el famoso Café Gerbeaud, uno de los cafés históricos más prestigiosos de Europa, fundado en 1858. Durante el invierno se instala aquí uno de los mercadillos navideños más importantes de la ciudad, aunque en marzo la plaza presentaba su aspecto habitual, con sus terrazas y el constante trasiego de turistas y locales.
La Gran Sinagoga de Budapest #
Continuando mi recorrido a pie llegué hasta la Gran Sinagoga de Budapest, también conocida como Sinagoga de la calle Dohány. Este impresionante edificio, construido entre 1854 y 1859 en estilo neomorisco por el arquitecto vienés Ludwig Förster, es la sinagoga más grande de Europa y la segunda del mundo, con capacidad para casi 3.000 personas.
Sus dimensiones son verdaderamente monumentales: 75 metros de largo, 27 de ancho y dos torres octogonales que alcanzan los 44 metros de altura, coronadas por sendas cúpulas doradas. La decoración exterior muestra claras influencias de la arquitectura islámica del norte de África y de la Alhambra de Granada, creando un conjunto arquitectónico único en Budapest.
Aunque no entré en el interior en esta ocasión, pude observar desde el exterior el complejo que incluye, además de la sinagoga principal, el Museo Judío Húngaro, el cementerio del Holocausto y el conmovedor Memorial del Árbol de la Vida, una estructura metálica que simula un sauce llorón donde cada hoja lleva grabado el nombre de una víctima judía del Holocausto.
La sinagoga se encuentra en el corazón del antiguo gueto judío de Budapest, establecido en 1944. Durante la Segunda Guerra Mundial, más de 70.000 judíos fueron confinados en esta zona, y muchos de los que murieron de hambre y frío durante el duro invierno de 1944 fueron enterrados en el cementerio adyacente a la sinagoga, algo inusual en la tradición judía, que normalmente no permite cementerios cerca de los templos.
Hacia la plaza Erzsébet #
Mi última parada antes de regresar al apartamento fue la plaza Erzsébet (Erzsébet tér), donde se encuentra la noria de Budapest, conocida como Budapest Eye. Esta moderna atracción, instalada en 2017, ofrece vistas panorámicas de la ciudad desde sus 65 metros de altura, aunque con el tiempo inestable de ese día no me pareció el momento ideal para subir.
La plaza debe su nombre a la emperatriz Elisabeth de Austria-Hungría, conocida cariñosamente como Sissi, quien sentía especial predilección por Hungría y aprendió húngaro, lo que le valió el cariño del pueblo magiar. Es una de las zonas más animadas del centro de Pest, con numerosos restaurantes, cafés y comercios.
Reflexiones del segundo día #
Cuando se hizo de noche, ya con los días aún bastante cortos de marzo, decidí regresar tranquilamente hacia mi apartamento. El segundo día había estado marcado por la lluvia, pero esto me había permitido conocer aspectos más íntimos de la ciudad, refugiándome en sus mercados y visitando con más calma sus monumentos interiores.
La visita al Parlamento había sido, sin duda, uno de los momentos más impactantes del viaje hasta el momento. Ver de cerca la Santa Corona de Hungría y las joyas reales, caminar por esos pasillos dorados donde se toman las decisiones políticas del país, había sido una experiencia que justificaba por sí sola el viaje a Budapest.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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