La lluvia había desaparecido definitivamente y el día amaneció con un cielo despejado que invitaba a descubrir los rincones más icónicos de Budapest. Decidí comenzar la jornada dirigiéndome directamente a la Plaza de los Héroes, uno de los conjuntos monumentales más impresionantes de la capital húngara.
La Plaza de los Héroes, un viaje por la historia magiar #
La Plaza de los Héroes (Hősök tere) se construyó entre 1896 y 1929 para conmemorar el milenario de la llegada de las tribus magiares a la cuenca de los Cárpatos, y es sin duda una de las plazas más grandiosas de Europa. Su elemento central es el Monumento del Milenio, presidido por una columna de 36 metros de altura coronada por el Arcángel Gabriel, quien según la tradición cristiana se apareció al rey San Esteban en sueños para ofrecerle la corona de Hungría.
En la base de la columna se encuentran las estatuas ecuestres de los siete jefes de las tribus magiares que fundaron Hungría en el siglo IX, liderados por Árpád. El conjunto se completa con dos columnatas semicirculares que albergan las estatuas de los 14 reyes y personajes más importantes de la historia húngara, desde San Esteban I hasta la Guerra de Independencia de 1848-49.
Entre las figuras más destacadas se encuentran el rey San Ladislao I, conocido por sus milagros; el rey András II, que participó en las Cruzadas; Béla IV, quien reconstruyó el país tras la invasión mongol del siglo XIII; o Juan Hunyadi, padre del rey Matías Corvino y héroe nacional por su resistencia contra el Imperio Otomano. Cada estatua lleva grabados los años de reinado, no las fechas de nacimiento y muerte, un detalle que demuestra la precisión histórica del conjunto.
Flanqueando la plaza se encuentran dos edificios gemelos de estilo neoclásico: el Museo de Bellas Artes a la izquierda, con su imponente pórtico de ocho columnas corintias inspirado en los templos griegos, y el Kunsthalle (Salón de Arte) a la derecha. Esta simetría arquitectónica crea un efecto visual que magnifica aún más la grandiosidad de la plaza.
El Castillo de Vajdahunyad, un compendio arquitectónico #
Tras admirar la plaza, me dirigí al Parque de la Ciudad (Városliget), el segundo parque más grande de Budapest con sus 100 hectáreas. Este parque, uno de los primeros públicos del mundo, alberga una joya arquitectónica singular: el Castillo de Vajdahunyad.
Este peculiar castillo fue construido inicialmente en madera para la Exposición del Milenio de 1896, y posteriormente reconstruido en piedra entre 1904 y 1908. Su diseño, obra del arquitecto Ignác Alpár, es extraordinario: combina réplicas y elementos de 21 edificios históricos de diferentes regiones del antiguo Reino de Hungría, representando todos los estilos arquitectónicos que florecieron en territorio húngaro a lo largo de los siglos.
El conjunto incluye elementos románicos, góticos, renacentistas y barrocos, creando un compendio visual de la arquitectura húngara desde la Edad Media. En su patio interior destaca la estatua del cronista Anónimo, el primer historiador húngaro del siglo XII, cuya identidad real sigue siendo un misterio. Según la tradición, tocar la pluma del escriba trae buena suerte a escritores y estudiantes.
Una de las secciones más curiosas del castillo es la réplica de la torre de Hunyad, el castillo rumano que da nombre al conjunto. Esta torre evoca la figura del legendario Vlad Țepeș (Vlad el Empalador), conocido como Drácula, quien estuvo prisionero en el castillo original de Transilvania. Es una de esas conexiones históricas que hacen de Europa Central un territorio tan fascinante.
Los baños Széchenyi, la experiencia termal definitiva #
Desde el castillo, mi siguiente destino estaba a pocos pasos: los famosos baños termales Széchenyi, uno de los complejos termales más grandes de Europa y, sin duda, la experiencia más esperada del día.
Los baños Széchenyi, construidos entre 1909 y 1913 en estilo neogótico, reciben su agua desde el segundo pozo más profundo de Budapest, con una profundidad de 1.246 metros y una temperatura de 76°C en el origen. El agua termal es rica en sulfatos, calcio, magnesio, bicarbonato y flúor, lo que le confiere propiedades terapéuticas demostradas para enfermedades degenerativas de las articulaciones, artritis crónica y otros problemas médicos.
El complejo cuenta con 18 piscinas termales (15 interiores y 3 exteriores), además de 10 saunas y cabinas de vapor. Las tres piscinas exteriores son las más populares y fotogénicas, con temperaturas que oscilan entre los 26 y 38 grados centígrados. Estuve algo más de cinco horas disfrutando de las instalaciones, alternando entre las diferentes piscinas y relajándome en las áreas de descanso.
La experiencia resultó extraordinaria. El contraste entre el aire fresco de marzo y el agua caliente de las piscinas exteriores creaba una sensación de bienestar absoluto. Ver a los húngaros jugando al ajedrez en las piscinas, mientras el vapor se alzaba del agua en el aire fresco, era una imagen típicamente budapestí que justificaba por sí sola la visita a la ciudad.
Las piscinas interiores conservan la estructura original del edificio, con sus techos abovedados y decoración neogótica, creando una atmósfera casi sagrada. Los húngaros tratan los balnearios como centros sociales donde relajarse, socializar y mantener la salud, algo que forma parte integral de su cultura desde hace siglos.
La peculiar estación de Földalatti #
Al salir de los baños, decidí acercarme a ver una de las curiosidades menos conocidas de Budapest: la estación de metro de Vörösmarty tér de la línea M1, conocida popularmente como Földalatti (subterráneo). Esta línea, la segunda más antigua del mundo después del metro de Londres, se inauguró en 1896 y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2002.
La estación de Vörösmarty tér conserva perfectamente el diseño original de finales del siglo XIX, con sus dimensiones reducidas que la hacen parecer "de juguete" comparada con los metros modernos. Los andenes, de apenas 50 metros de longitud, y los techos bajos le dan un aire nostálgico que transporta directamente a la Budapest de la Belle Époque.
Las estaciones de esta línea están decoradas con elementos de hierro fundido y azulejos originales, creando un ambiente único que las convierte en atracciones turísticas por derecho propio. Es fascinante pensar que cuando se construyó este metro, Budapest estaba experimentando su época dorada como una de las capitales más prósperas del Imperio Austrohúngaro.
La Ópera y sus alrededores #
Desde la estación de Vörösmarty, me dirigí hacia el edificio de la Ópera de Budapest, que por desgracia se encontraba en obras durante mi visita. La Ópera Estatal Húngara, inaugurada en 1884 con un diseño del arquitecto Miklós Ybl, es considerada una de las más bellas del mundo y uno de los mejores ejemplos de arquitectura neobarroca de la ciudad.
Aunque no pude apreciar la fachada en todo su esplendor debido a las obras de restauración, el edificio mantiene esa majestuosidad característica de los teatros de ópera de la Europa Central. Su interior, que no visité en esta ocasión, es famoso por su acústica perfecta y su decoración opulenta, con frescos de Károly Lotz y esculturas de Alajos Stróbl.
El monumento de los zapatos junto al Danubio #
Cuando se acercaba el atardecer, me dirigí de nuevo hacia la orilla del Danubio para visitar uno de los monumentos más conmovedores de Budapest: los Zapatos junto al Danubio. Este memorial, creado por el escultor Gyula Pauer y el director de cine Can Togay en 2005, consiste en 60 pares de zapatos de hierro fundido dispuestos a lo largo del paseo fluvial entre el Parlamento y el Puente de las Cadenas.
El monumento conmemora a los aproximadamente 20.000 judíos húngaros que fueron asesinados a orillas del Danubio por milicianos del Partido de la Cruz Flechada entre diciembre de 1944 y enero de 1945. Los verdugos obligaban a las víctimas a quitarse los zapatos (que eran un bien valioso en tiempos de guerra), los ataban en parejas y tras disparar al primero, ambos caían al río helado.
Los zapatos de hierro, modelados a partir del calzado real de la época y de diferentes tamaños (hombres, mujeres y niños), permanecen como testigos silenciosos de una de las páginas más oscuras de la historia europea. Tres placas en húngaro, inglés y hebreo rezan: "A la memoria de las víctimas fusiladas en el Danubio por milicianos de la Cruz Flechada en 1944-45".
Es imposible visitar este lugar sin sentir una profunda emoción. Ver flores, velas y piedras depositadas por visitantes de todo el mundo es un recordatorio de que la memoria histórica sigue viva y de la importancia de no olvidar los horrores del pasado.
Reflexiones de una jornada intensa #
Al caer la noche, regresé hacia mi apartamento con la sensación de haber vivido uno de los días más completos del viaje. La combinación de historia, cultura, relajación y reflexión había creado una experiencia perfectamente equilibrada.
Los baños Széchenyi habían sido, sin duda, el punto álgido del día. Cinco horas de inmersión total en la cultura balnearia húngara, compartiendo espacio con cientos de personas de todo el mundo, disfrutando de esas aguas termales que brotan de las profundidades de la tierra. Una experiencia que ahora, confinado en casa, recuerdo con especial nostalgia.
La Plaza de los Héroes había mostrado el orgullo nacional húngaro cristalizado en piedra y bronce, mientras que el Castillo de Vajdahunyad había demostrado la creatividad arquitectónica de un país que supo sintetizar siglos de historia en un solo edificio. Y los zapatos junto al Danubio habían aportado esa necesaria reflexión sobre los aspectos más oscuros de la historia europea.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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