Gijón me llamaba de nuevo: planificando una escapada de abril
Cuando una ciudad te pide una segunda oportunidad
Llevaba tiempo dándole vueltas a la idea de volver a Gijón. La había visitado en un par de ocasiones anteriores, una de ellas durante la Semana Negra, pero siempre con el tiempo justo y demasiadas cosas que hacer en pocas horas. Era una de esas ciudades que se quedan ahí, en un rincón de la cabeza, susurrándote que merecen algo más que una visita de paso.
La semilla de una idea #
No fue una decisión repentina, sino más bien la evolución natural de una simpatía que había ido creciendo con el tiempo. Gijón me había parecido una ciudad con personalidad propia, de esas que tienen alma y se dejan querer sin esfuerzo. Había algo en su forma de combinar mar, patrimonio y vida cotidiana que me resultaba especialmente atractivo.
La verdad es que también tenía curiosidad por saber si realmente podría ser un lugar donde me gustaría vivir. Es una pregunta que me hago a menudo cuando visito ciudades que me llaman la atención: ¿cómo sería la vida cotidiana aquí? ¿Me sentiría cómodo en estos espacios día tras día? Solo hay una forma de empezar a responder esas preguntas: dedicarle tiempo suficiente a una ciudad para ir más allá de la primera impresión.
El plan toma forma #
La decisión final llegó en marzo: tres días completos en Gijón, del viernes 24 al domingo 26 de abril de 2015. Un fin de semana largo que me permitiera moverme sin prisas, descubrir rincones nuevos y, sobre todo, sentir los ritmos de la ciudad cuando no tienes que estar corriendo de un lado a otro.
El Hotel Camagüey se presentaba como una base de operaciones perfecta, y viajar en coche desde Bilbao me daría la flexibilidad que buscaba. No quería depender de horarios de transporte público ni tener que estar pendiente del reloj. La idea era simple: llegar, instalarse y dejarse llevar por lo que la ciudad tuviera que ofrecer.
Expectativas realistas #
No iba con expectativas desmesuradas. Conocía Gijón lo suficiente como para saber que me iba a gustar, pero también sabía que tres días dan para mucho si los aprovechas bien. Tenía ganas de conocer La Laboral, que había vislumbrado en visitas anteriores pero nunca había podido explorar con calma. Quería caminar por sus playas en diferentes momentos del día, perderme por Cimadevilla sin prisa, descubrir esos rincones que solo se revelan cuando tienes tiempo para buscarlos.
También tenía curiosidad por ver cómo funcionaba Gijón en abril, con la primavera asturiana empezando a desperezarse y la ciudad saliendo del letargo invernal. Hay destinos que cambian mucho según la época del año, y quería ver qué cara me mostraba Gijón en esta temporada intermedia.
Más allá del turismo convencional #
Lo que diferenciaba este viaje de otros era la intención. No se trataba de hacer una lista de sitios que ver y marcar casillas, sino de permitir que la ciudad se fuera revelando a su ritmo. Quería caminar mucho, observar, sentir si existía esa conexión especial que a veces surge entre una persona y un lugar.
En el fondo, buscaba responder a esa pregunta que me rondaba la cabeza: ¿es Gijón realmente tan especial como me había parecido en las visitas anteriores, o se trataba solo del efecto de la novedad? Solo dedicándole tiempo suficiente podría saberlo.
Preparando la escapada #
Mientras preparaba la mochila esa tarde de abril, tenía una sensación agradable de expectación. No era la euforia de quien va a descubrir un destino completamente nuevo, sino más bien la satisfacción de quien va a reencontrarse con un lugar que ya le ha dado buenas sensaciones y quiere profundizar en esa relación.
El plan estaba hecho, las expectativas eran razonables, y tenía tres días por delante para comprobar si Gijón confirmaba esa buena impresión inicial. Arranqué el coche y puse rumbo al oeste, con esa curiosidad tranquila de quien sabe que va a pasar un buen fin de semana, sin más pretensiones.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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