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Día 3. Del Elevador de Santa Justa al futuro del Parque de las Naciones

14 enero 2014

Día 3. Del Elevador de Santa Justa al futuro del Parque de las Naciones

El martes 14 de enero decidimos combinar dos experiencias muy diferentes: una mirada a la Lisboa clásica desde las alturas del Elevador de Santa Justa y un salto al futuro en el Parque de las Naciones. Era una forma de contrastar la ciudad histórica con la Lisboa más moderna y cosmopolita que había surgido tras la Expo '98.

El Elevador de Santa Justa: subir sin esfuerzo #

Una de las ventajas de tener el pase de transporte diario era poder utilizar el Elevador de Santa Justa como medio de transporte público, no solo como atracción turística. Aunque el acceso al mirador superior requería entrada aparte, el elevador en sí mismo formaba parte del sistema de transporte urbano, lo que nos permitía aprovecharlo sin coste adicional.

La cola matutina era razonable, nada comparable a lo que probablemente sería durante los meses de verano. El ascenso en esa cabina de hierro forjado de principios del siglo XX tenía algo de viaje en el tiempo, una forma elegante de ganar altura que contrastaba con la funcionalidad espartana de los ascensores modernos.

Desde la plataforma intermedia, las vistas sobre la Baixa lisboeta se desplegaban de forma espectacular. La geometría perfecta de las calles reconstruidas después del terremoto de 1755 se apreciaba claramente desde esta perspectiva aérea, creando un damero ordenado que contrastaba con el laberinto medieval de Alfama que habíamos explorado el día anterior.

El Elevador de Santa Justa
El Elevador de Santa Justa

Perspectivas desde las alturas #

El mirador del Elevador de Santa Justa ofrece una de las panorámicas más completas del centro de Lisboa. Desde allí se podía seguir visualmente el recorrido que habíamos hecho los días anteriores: la Plaza del Comercio a los pies, el Rossio más al norte, y las colinas de Alfama extendiéndose hacia el este.

Era curioso comprobar cómo la perspectiva aérea ayudaba a comprender la lógica urbana de Lisboa. Lo que a pie de calle podía parecer un conjunto de barrios inconexos, desde las alturas se revelaba como un organismo urbano perfectamente articulado, donde cada zona tenía su función y su carácter específico.

El río Tajo, protagonista constante del paisaje lisboeta, adquiría desde esta altura una dimensión casi oceánica. La amplitud de sus aguas y la lejanía de la orilla opuesta recordaban que Lisboa no es solo una ciudad fluvial, sino un puerto atlántico con vocación universal.

Vistas desde la parte superior del Elevador de Santa Justa Vistas desde la parte superior del Elevador de Santa Justa Vistas desde la parte superior del Elevador de Santa Justa
Vistas desde la parte superior del Elevador de Santa Justa

El descenso a pie: redescubriendo la Baixa #

En lugar de volver a utilizar el elevador para bajar, decidimos descender a pie por las escaleras y callejuelas que conectan la zona alta con la Baixa. Era una forma de redescubrir el centro desde una perspectiva diferente, siguiendo itinerarios que solo se revelan cuando uno se toma la molestia de explorar más allá de las rutas obvias.

Este descenso pedestre nos llevó por zonas comerciales tradicionales, pequeñas plazas escondidas y calles que mantenían ese sabor de Lisboa auténtica que resiste a la turistificación. Era el tipo de experiencia que justifica tomarse las cosas con calma en lugar de ir saltando de atracción en atracción.

La Baixa vista desde dentro, a nivel de calle, mostraba su cara más cotidiana y funcional. Comercios tradicionales, oficinas, gente que trabajaba y vivía en el centro. Una Lisboa que funcionaba independientemente de los visitantes y que recordaba que las ciudades son, ante todo, lugares donde la gente desarrolla su vida diaria.

Rumbo al Parque de las Naciones: un salto temporal #

La decisión de pasar la tarde en el Parque de las Naciones implicaba un desplazamiento considerable, pero también un cambio completo de registro. Si la mañana había estado dedicada a la Lisboa histórica, la tarde sería para descubrir la Lisboa del siglo XXI.

El trayecto en metro hasta la estación Oriente ya anticipaba lo que nos esperaba. La arquitectura de la estación, obra de Santiago Calatrava, funcionaba como una declaración de intenciones: geometrías audaces, materiales modernos, y una concepción del espacio que poco tenía que ver con la Lisboa tradicional que habíamos estado explorando.

Al emerger del metro, el contraste era radical. Frente a las calles estrechas y los edificios centenarios del centro histórico, aquí se extendían avenidas amplias, edificios de cristal y acero, y esa sensación de espacio que caracteriza a los desarrollos urbanos contemporáneos.

El Parque de las Naciones: Lisboa mira al futuro #

Quince años después de la Expo '98, el Parque de las Naciones había encontrado su identidad definitiva. Lo que en su momento fue un evento temporal se había transformado en un barrio consolidado, con una mezcla equilibrada de espacios comerciales, residenciales y de ocio que funcionaba con naturalidad.

El aprovechamiento del espacio resultaba ejemplar. Los pabellones originales de la exposición habían sido reconvertidos o sustituidos por equipamientos permanentes, y todo el conjunto mantenía esa sensación de modernidad y funcionalidad que había caracterizado el evento original.

Caminar por el Parque de las Naciones era como visitar la Lisboa que se había imaginado para el siglo XXI. Espacios peatonales generosos, arquitectura contemporánea de calidad, y esa relación privilegiada con el río que aquí adquiría una dimensión diferente a la del centro histórico.

El Parque de las Naciones El Parque de las Naciones El Parque de las Naciones El Parque de las Naciones
El Parque de las Naciones

El centro comercial Vasco da Gama: refugio de tarde #

El centro comercial Vasco da Gama se revelaba como uno de esos espacios que funcionan perfectamente para una tarde de invierno. Sus dimensiones generosas, la variedad de opciones gastronómicas y comerciales, y la comodidad climática lo convertían en el lugar ideal para pasar las últimas horas del día.

Era evidente que este tipo de equipamientos respondían a una concepción de la ciudad muy diferente a la del centro histórico. Aquí todo estaba pensado para la comodidad, la funcionalidad y el consumo, creando un ambiente que podría encontrarse en cualquier capital europea moderna.

Para la cena optamos por una de las cadenas de restauración del centro comercial, manteniendo la línea de practicidad y economía que había caracterizado nuestras decisiones gastronómicas durante el viaje. No era la experiencia culinaria más auténtica, pero cumplía perfectamente su función.

Contrastes de una jornada completa #

Al regresar al hotel al final del día, era imposible no reflexionar sobre los contrastes vividos en una sola jornada. La Lisboa histórica del Elevador de Santa Justa y la Lisboa futurista del Parque de las Naciones parecían ciudades diferentes, pero ambas formaban parte de la misma realidad urbana.

Este tipo de yuxtaposiciones es lo que hace interesante a Lisboa: una ciudad capaz de mantener su identidad histórica mientras abraza sin complejos la modernidad. No hay sensación de ruptura entre ambos mundos, sino más bien de convivencia natural entre diferentes épocas y concepciones del espacio urbano.

La jornada había cumplido su objetivo de ofrecer variedad y estímulos suficientes para mantener ocupada la mente. En un viaje marcado por las tensiones personales, este tipo de días intensos y contrastados funcionaban como una terapia de distracción que, sin resolver problemas de fondo, al menos proporcionaba treguas temporales necesarias.

El Parque de las Naciones había demostrado que Lisboa no vivía solo de su pasado, sino que era capaz de reinventarse y proyectarse hacia el futuro sin perder su esencia. Era una lección urbana que, en aquel momento particular de mi vida, tenía resonancias que iban más allá del puro turismo.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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