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Día 1. Madrugones, túneles de arte y tesoros británicos

26 mayo 2025

Día 1. Madrugones, túneles de arte y tesoros británicos

El lunes 26 de mayo de 2025 marcó el inicio de nuestra aventura londinense, y como era de esperar, comenzó con un madrugón considerable. Con el vuelo programado para las 7:00 de la mañana desde el aeropuerto de Loiu, tuvimos que levantarnos cuando aún reinaba la oscuridad en Bilbao. Pero la emoción de seis días intensos por delante hizo que cualquier rastro de sueño se desvaneciera rápidamente.

Un vuelo perfecto y la estrategia del transporte #

El vuelo transcurrió sin ningún tipo de incidencia, uno de esos trayectos tranquilos que te permiten relajarte y comenzar a mentalizar la llegada al destino. A las 7:50 hora local ya estábamos pisando suelo británico en el aeropuerto de Gatwick, listos para comenzar la aventura.

Sin embargo, en lugar de precipitarnos hacia el centro de Londres, decidimos aplicar una de esas pequeñas estrategias que todo viajero experimentado conoce. Nos quedamos cómodamente sentados en el aeropuerto hasta las 9:00 de la mañana, momento en que entraban en vigor las tarifas off-peak del transporte público. Esa hora de espera nos permitiría ahorrar unas libras preciosas en una ciudad donde cada gasto cuenta.

El avión que nos llevaría desde Bilbao a Londres
El avión que nos llevaría desde Bilbao a Londres

El truco de East Croydon: ahorrando en el caos tarifario #

Llegado el momento de partir hacia Londres, pusimos en práctica nuestra estrategia de transporte previamente planificada. El trayecto desde Gatwick hasta las zonas centrales de Londres lo pagaríamos directamente con tarjeta de crédito en los tornos de la estación, mientras que para movernos por las zonas 1 y 2 utilizaríamos nuestras tarjetas Oyster cargadas con el pase semanal (travelcard). Nos dirigimos hacia el tren que nos llevaría a Clapham Junction, donde estaba ubicado nuestro alojamiento.

Pero aquí entra en juego uno de esos absurdos del sistema de transporte londinense que pueden resultar incomprensibles para quien no los conozca. En lugar de hacer el trayecto directo hasta Clapham Junction, nos bajamos en la estación intermedia de East Croydon. Allí salimos de las canceladoras, volvimos a pasar nuestras tarjetas, y continuamos en el siguiente tren hacia nuestro destino.

Esta maniobra, que puede parecer ridícula, nos permitía ahorrar dinero aprovechando una peculiaridad del sistema tarifario. Al dividir el trayecto en dos tramos separados -Gatwick a East Croydon y East Croydon a Clapham Junction- ambos pagados con tarjeta de crédito, conseguíamos una tarifa más económica que haciendo el viaje completo en un solo tramo. En Londres, donde los precios del transporte pueden dispararse rápidamente, cada libra ahorrada se agradece enormemente.

Nuestro hogar temporal en Londres durante esta semana
Nuestro hogar temporal en Londres durante esta semana

Madeleine y el alivio de dejar las mochilas #

Llegamos a Clapham Junction y caminamos hasta nuestro alojamiento, donde nos recibió Madeleine, nuestra anfitriona. Una mujer encantadora que, a pesar de que la habitación no estaría disponible hasta la hora oficial del check-in, accedió amablemente a guardarnos las mochilas durante el día. Este tipo de gestos marcan la diferencia entre un simple alojamiento y una experiencia realmente cómoda.

Liberados del peso de nuestro equipaje, nos dirigimos hacia el centro de Londres. Ahora sí, utilizando nuestras tarjetas Oyster con el pase semanal que nos daría acceso ilimitado a las zonas 1 y 2 durante toda la semana. La sensación de tener el corazón de la ciudad a nuestros pies, con la libertad que otorga un buen sistema de transporte público, siempre resulta emocionante.

Tren y estación de Waterloo Tren y estación de Waterloo Tren y estación de Waterloo Tren y estación de Waterloo
Tren y estación de Waterloo

El Graffiti Tunnel: arte urbano bajo Waterloo #

Nuestra primera parada fue la estación de Waterloo, pero no por casualidad. Había leído en diversos blogs de viajes sobre la existencia de un túnel subterráneo que se había convertido en una galería de arte urbano espontánea, conocido popularmente como The Graffiti Tunnel.

Este túnel, que forma parte de la infraestructura de la estación, se ha transformado en un lienzo gigantesco donde artistas de todo tipo han ido dejando su huella. Cientos de ilustraciones y grafitis cubren las paredes de hormigón, creando un caleidoscopio de colores y estilos que resulta absolutamente fascinante.

Pasamos un buen rato recorriendo el túnel, deteniéndonos ante algunas piezas que realmente merecían la pena. Entre todas ellas, había una protegida por un cristal que, según había leído, se trataba de una obra de Banksy. La veracidad de esta información siempre es difícil de confirmar con el enigmático artista, pero el hecho de que estuviera preservada de esa manera le otorgaba cierta credibilidad.

Lo más emocionante fue presenciar el arte en vivo: mientras explorábamos el túnel, pudimos observar a varios artistas trabajando en nuevas piezas, añadiendo capas frescas de creatividad a este museo subterráneo en constante evolución. Era una demostración perfecta de cómo Londres abraza y permite que florezca el arte alternativo en los espacios más inesperados.

El Graffiti Tunnel, bajo la estación de Waterloo El Graffiti Tunnel, bajo la estación de Waterloo El Graffiti Tunnel, bajo la estación de Waterloo El Graffiti Tunnel, bajo la estación de Waterloo El Graffiti Tunnel, bajo la estación de Waterloo El Graffiti Tunnel, bajo la estación de Waterloo El Graffiti Tunnel, bajo la estación de Waterloo El Graffiti Tunnel, bajo la estación de Waterloo
El Graffiti Tunnel, bajo la estación de Waterloo

Outernet London: tecnología que deslumbra #

Desde Waterloo nos dirigimos hacia el British Museum, bajándonos en la estación de Tottenham Court Road. Pero nada nos había preparado para lo que nos esperaba al salir del metro. Justo enfrente de nosotros se alzaba Outernet London, una instalación tecnológica que desafía cualquier expectativa.

A estas alturas de la vida, uno piensa que ya ha visto todo en cuanto a pantallas y proyecciones digitales, pero Outernet London consigue sorprender incluso al viajero más experimentado. Las dimensiones de las pantallas resultan sencillamente alucinantes, creando una experiencia inmersiva que te envuelve por completo.

La calidad de las proyecciones es tal que te deja literalmente con la boca abierta. Los contenidos que se suceden en las pantallas van desde arte digital abstracto hasta recreaciones de paisajes naturales con una definición que parece real. Nos habríamos quedado mucho más tiempo contemplando las diferentes proyecciones que se iban alternando, pero teníamos una cita importante en el British Museum y no queríamos llegar tarde.

Outernet London Outernet London Outernet London Outernet London Outernet London Outernet London
Outernet London

El British Museum: grandeza y controversia #

Con las entradas reservadas para las 12:50, llegamos al British Museum justo cuando comenzaba a llover, tal y como había predicho el pronóstico meteorológico. La timing no podía ser más perfecto: una tarde lluviosa era el escenario ideal para perderse entre las colecciones de uno de los museos más importantes del mundo.

El British Museum es una de esas instituciones que te abruma desde el primer momento. Su arquitectura neoclásica ya impone respeto desde el exterior, pero es al adentrarse en sus salas cuando uno comprende realmente la magnitud de las colecciones que alberga.

Pasamos toda la tarde recorriendo sus pasillos, desde las momias egipcias hasta los mármoles del Partenón, desde las esculturas asirias hasta los tesoros medievales. Cada sala ofrecía una nueva sorpresa, una nueva lección de historia, un nuevo motivo de asombro.

Sin embargo, es imposible visitar el British Museum sin que aflore cierta incomodidad moral. La grandeza de las colecciones viene acompañada de la inevitable reflexión sobre su procedencia. Muchas de las piezas más espectaculares del museo fueron "adquiridas" durante la época del imperio británico, en circunstancias que hoy en día resultan, cuando menos, cuestionables.

La sensación de estar contemplando tesoros que han sido separados de sus lugares de origen y de sus legítimos propietarios añade una capa de complejidad a la experiencia. Es la eterna paradoja de los grandes museos europeos: la posibilidad de admirar el patrimonio mundial concentrado en un solo lugar, a costa de privarlo de su contexto original.

El British Museum El British Museum El British Museum El British Museum El British Museum El British Museum El British Museum El British Museum
El British Museum

El final de un primer día intenso #

Permanecimos en el museo hasta la hora de cierre, aprovechando cada minuto disponible para absorber toda la cultura e historia posible. Cuando salimos, la lluvia había cesado, pero nosotros ya estábamos completamente satisfechos con la tarde cultural que habíamos vivido.

El camino de regreso fue sencillo: metro, supermercado para comprar algo de cena, y vuelta a nuestro alojamiento en Clapham Junction. A pesar de que aún era relativamente temprano, el madrugón del día y la intensidad de las primeras horas en Londres nos habían dejado agotados.

Mientras cenábamos en la acogedora cocina de la casa donde nos alojábamos, no pudimos evitar hacer balance del día. Habíamos conseguido exprimir al máximo nuestra primera jornada londinense: arte urbano alternativo, tecnología de vanguardia, y cultura clásica. Una combinación perfecta que auguraba días igualmente intensos y reveladores.

Mañana nos esperaba otra jornada de descubrimientos, pero por el momento, lo único que necesitábamos era un buen descanso para cargar pilas. Londres ya nos había demostrado, en apenas unas horas, por qué sigue siendo una de las ciudades más fascinantes del mundo.

Caminando de regreso a nuestro alojamiento Caminando de regreso a nuestro alojamiento
Caminando de regreso a nuestro alojamiento
Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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