París: Cuando los planes cambian sobre la marcha

París siempre ha sido una de esas ciudades que generan expectativas muy concretas. Para mí sería la tercera visita, pero esta vez con una perspectiva diferente: acompañar a Rafa en su primer encuentro con la capital francesa. Los vuelos estaban reservados para principios de agosto y la idea inicial parecía sencilla. Sin embargo, como suele ocurrir con los viajes, las circunstancias tienen su propia agenda.

Los primeros pasos de la planificación #

La idea original era sencilla: una semana en París con Rafa, mi pareja, quien nunca había visitado la capital francesa. Para mí sería un reencuentro con una ciudad que había pisado en varias ocasiones anteriores, pero esta vez con la perspectiva de redescubrirla a través de los ojos de alguien que la vería por primera vez.

Los vuelos estaban ya reservados con Vueling: salida desde Bilbao el 1 de agosto a las 15:10 con llegada a Charles de Gaulle a las 16:50, y regreso el 9 de agosto. También habíamos encontrado un pequeño apartamento a través de Airbnb que se ajustaba perfectamente a nuestras necesidades y presupuesto.

El cambio de rumbo #

Sin embargo, como suele ocurrir cuando los planes parecen demasiado perfectos, apareció un factor inesperado. Un par de meses antes del viaje, una prima de Rafa manifestó su deseo de unirse a nuestra aventura parisina. Su ilusión por conocer París era evidente, y aunque esto suponía modificar completamente la naturaleza del viaje, decidimos que podía ser una experiencia interesante, aunque diferente a la originalmente planificada.

La prima consiguió reservar asientos en los mismos vuelos que nosotros, pero el apartamento de Airbnb no tenía capacidad para tres personas. Fue entonces cuando comenzó una nueva fase de planificación, esta vez centrada en encontrar alojamiento para tres.

La solución del alojamiento #

Después de revisar diversas opciones, di con una oferta que resultó imbatible: en el ibis budget Orly Chevilly Tram 7 encontré una habitación triple para 8 noches a un precio de 322,72 euros. Cierto es que estaríamos más apretados que en el apartamento original, y que la ubicación cerca del aeropuerto de Orly no era la más céntrica para recorrer París, pero el ahorro económico era considerable y permitía redistribuir el presupuesto hacia otras experiencias del viaje.

La estrategia de las entradas #

Una vez resuelto el alojamiento, el siguiente reto era conseguir entradas para los lugares de interés que queríamos visitar. Mis dos compañeros de viaje tenían muy claro que DisneyLand Paris era una parada obligatoria, pero los precios de agosto rozaban los 100 euros por persona. Una cantidad que, siendo realistas, me parecía excesiva para un parque temático.

Fue entonces cuando descubrí el Explorer Pass de Go City, que ofrecía acceso a tres atracciones de París por 99 euros, incluida la entrada de un día a un parque de DisneyLand Paris. La ecuación era simple: por el mismo precio que Disney, podríamos disfrutar de dos atracciones adicionales en la ciudad. Además, encontré un cupón de descuento del 10%, lo que redujo el precio final de los tres pases a 267,30 euros.

Las tres actividades elegidas fueron la entrada a DisneyLand Paris, el acceso a la Torre Eiffel y un paseo en barco por el Sena. A estos pases se sumaron las entradas anticipadas que compramos por internet para el Louvre y el Palacio de Versalles.

Reflexiones antes de la partida #

Con el alojamiento, las entradas principales y una idea clara de cómo movernos por la ciudad, los preparativos estaban prácticamente listos. Solo quedaban algunos detalles logísticos menores que se resolverían sobre la marcha una vez allí.

Mientras ultimábamos los detalles, no podía evitar cierta ambivalencia respecto al viaje que se avecinaba. Por un lado, la expectación de regresar a París y redescubrirla en compañía. Por otro, la ligera melancolía de que el viaje romántico originalmente planificado se hubiera transformado en algo completamente diferente.

Sin embargo, los viajes tienen esa capacidad de sorprendernos y ofrecernos experiencias que no habíamos contemplado inicialmente. París, con su mezcla de grandeza y cotidianidad, sus rincones conocidos y sus secretos por descubrir, se preparaba para recibirnos una vez más. Solo el tiempo diría si esta tercera visita a la capital francesa conseguiría generar una conexión más profunda que las anteriores.

El 1 de agosto estaba a punto de llegar, y con él, ocho días de descubrimientos, sorpresas y, seguramente, alguna que otra anécdota que recordar durante mucho tiempo.