El penúltimo día de mi viaje a Shanghai había llegado, y con él esa mezcla agridulce de querer exprimirlo al máximo mientras se acepta que la aventura está llegando a su fin. Era momento de visitar algunos lugares que habían quedado pendientes y despedirme lentamente de esta ciudad fascinante.
Century Park: el pulmón verde de Pudong #
Comencé el día dirigiéndome hacia Century Park, el parque más grande de Shanghai dentro de las zonas urbanas centrales. Ubicado en Pudong, este enorme espacio verde de 140 hectáreas es el equivalente shanghaíno al Central Park de Nueva York o al Hyde Park de Londres.
El parque es realmente espectacular, especialmente después de días moviéndome entre rascacielos y multitudes. Diseñado con una mezcla de estilos paisajísticos occidental y oriental, ofrece amplias praderas, lagos serenos, jardines temáticos y senderos arbolados que invitan al paseo contemplativo.
Estuve paseando por sus diferentes áreas: el jardín de rosas, los lagos artificiales donde se pueden alquilar barcas, los amplios céspedes donde las familias hacían picnic, y las zonas más boscosas que proporcionaban una sensación casi rural en pleno corazón de la metrópoli.
Era fascinante observar cómo los shanghaínos utilizaban este espacio: grupos de ancianos practicando tai chi matutino, parejas jóvenes paseando románticas, niños corriendo por las praderas, aficionados a la fotografía capturando la belleza natural del parque. Era la Shanghai más cotidiana y familiar, lejos del bullicio turístico.


Century Square y los alrededores del museo #
Desde el parque, me dirigí hacia Century Square, esa inmensa plaza que había visto brevemente el día de lluvia cuando visité el Museo de la Ciencia y la Tecnología. Ahora, con buen tiempo, podía apreciar realmente sus dimensiones y su importancia como corazón cívico de Pudong.
La plaza, de 250,000 metros cuadrados, es un espacio impresionante rodeado por algunos de los edificios más emblemáticos de la zona, incluyendo el propio Museo de la Ciencia y la Tecnología que había explorado durante la jornada lluviosa.
Pude ver finalmente los alrededores del museo que no había podido apreciar aquel día por culpa de la lluvia torrencial. El edificio, con su diseño futurista de espiral ascendente y la esfera de cristal central, se veía aún más impresionante bajo la luz natural. Su arquitectura simboliza perfectamente las ambiciones tecnológicas y futuristas de Shanghai.




Un último paseo por Times Square #
Por la tarde, decidí volver a dar un último paseo por la zona del Times Square de Shanghai. Era como cerrar un círculo: había empezado descubriendo la ciudad moderna y comercial, y ahora volvía a ella con ojos diferentes, con la perspectiva de una semana de inmersión total en la cultura y el ritmo shanghaíno.
Las pantallas gigantes, los centros comerciales, el flujo constante de gente... todo seguía igual, pero yo ya no era el mismo turista desorientado del primer día. Ahora caminaba por estas calles con cierta familiaridad, entendiendo mejor los ritmos y las dinámicas de la ciudad.




La despedida silenciosa del Bund #
Como era inevitable, terminé el día acercándome una vez más a la orilla frente al Bund. Esta vez no había niebla como el domingo anterior, pero había una atmósfera diferente, más melancólica. Sabía que era mi última contemplación de ese skyline que me había dejado sin palabras el primer día.
Los rascacielos de Pudong se alzaban majestuosos al otro lado del río: la Torre Perla Oriental con sus esferas características, la Torre Jin Mao con su elegancia dorada, el World Financial Center donde había experimentado el vértigo de sus miradores... Todos ellos habían sido parte de mi aventura, y ahora se despedían de mí bajo la luz dorada del atardecer.
Era un momento perfecto para hacer balance. Shanghai había superado todas mis expectativas. No solo había rivalizado con Hong Kong, como esperaba, sino que había mostrado una personalidad propia, única, irrepetible. Era más china que Hong Kong, más auténtica en algunos aspectos, más contrastante entre lo tradicional y lo moderno.


Preparándome para el adiós #
Volví al hotel con esa sensación agridulce del final de un gran viaje. Mañana tocaría el aeropuerto, el tren magnético, los vuelos de regreso. Pero por ahora, era momento de saborear estas últimas horas en Shanghai, de procesar todas las experiencias vividas y de prepararme mentalmente para el regreso a la realidad bilbaína.
Shanghai había sido un kaleidoscopio de experiencias, una ciudad que se había revelado capa por capa, mostrando sus múltiples facetas: la tradicional, la moderna, la comercial, la cultural, la hospitalaria y la desafiante.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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