Los días 13 y 14 de junio, Bilbao volvió a transformarse en un lienzo nocturno donde el arte, la luz y la creatividad se dieron cita para crear una de las experiencias culturales más esperadas del año. La Noche Blanca de 2025 se ha convertido ya en tradición, ofreciendo un recorrido fascinante por una ciudad que, una vez más, demostró su capacidad de reinventarse y sorprender tanto a locales como a visitantes.
El ritual de la noche blanca bilbaína #
Caminar por Bilbao durante Gau Zuria es sumergirse en una experiencia sensorial única. Cada rincón de la ciudad cobra vida propia, cada fachada se convierte en un escenario y cada espacio público se transforma en una galería de arte al aire libre. Este año, el recorrido por algunas de las 34 instalaciones repartidas por toda la villa se convirtió en un viaje emocional que conectaba el pasado industrial de la ciudad con su futuro más vanguardista.
Entre luces y sensaciones: mi recorrido de 2025 #
Las instalaciones que marcaron la diferencia #
Zialumak en el parque de Darío Regoyos nos recibió con su arco de luz semicircular, creando líneas luminosas que dibujaban el entorno nocturno de manera hipnótica. La sencillez de su concepto contrastaba con la potencia visual del resultado, estableciendo el tono perfecto para lo que vendría después.
En el parque de Casilda Iturrizar, Constelaciones nos invitó a un auténtico viaje cósmico. Las cinco esferas comenzaban a iluminarse, insinuando su luz y proyectando constelaciones sobre su superficie, transformaron el espacio urbano en un reflejo del cielo nocturno. Era imposible no detenerse y contemplar cómo estas esferas creaban un puente poético entre lo terrestre y lo celestial.


Sua Up, ubicado en el muelle Ramón de la Sota, rindió un emotivo homenaje a la metalurgia vasca. Esta instalación sensorial permitía explorar de forma interactiva las texturas y sonidos de un oficio que transformó nuestra tierra. Los martillos, el calor y el rugir de los hornos cobraban vida de una manera casi mágica.
Arquitectura como lienzo #
El Palacio Euskalduna se transformó en una gran escultura de luz gracias a Arquitectura de vacío y luz. La intervención de Javier Riera sobre la fachada de acero corten creó una sucesión de diseños geométricos que convirtieron el espacio en un lugar de contemplación donde era posible sentir asombro y calma al mismo tiempo.


Por su parte, Kolore Biziak III vistió el Palacio Chávarri con un fresco policromado que parecía salido de un cuento de hadas. El sistema Chromolithe de Patrice Warrener demostró una vez más su capacidad para transformar edificios históricos en obras de arte contemporáneas.
Naturaleza y tecnología en armonía #
Psilocibe sorprendió con sus setas mágicas que aparecían repentinamente en diferentes puntos de Abandoibarra, fusionando arte, naturaleza y artesanía de manera orgánica. Cada una de estas instalaciones del estudio Tomo parecía haber brotado naturalmente del suelo urbano.
Lilis, en el parque de la República de Abando, desplegó su espigado follaje como una corola protectora alrededor de flores estrelladas que brillaban de día y adquirían colores resplandecientes de noche, creando un ambiente casi onírico entre los árboles.
Reflexiones sobre el tiempo y la identidad #
Orain, en el Bizkaia Aretoa, planteó una reflexión profunda sobre la instantaneidad de nuestro mundo actual. Las cinco cápsulas del tiempo, cada una representando las cuatro estaciones del año más una quinta que evocaba el presente, invitaban a reflexionar sobre el paso inexorable del tiempo. La bicicleta equipada con un generador que proporcionaba energía para iluminar la construcción añadía una dimensión participativa fascinante.
La experiencia humana del arte público #
Conexiones inesperadas #
Una de las grandes virtudes de Gau Zuria es su capacidad para generar encuentros casuales y conversaciones espontáneas. Durante el recorrido, era frecuente intercambiar impresiones con otros visitantes, compartir descubrimientos y hasta perderse juntos en la búsqueda de alguna instalación. Tulipas, con sus lámparas decorativas que deambulaban por la ciudad, creaba momentos de sorpresa y sonrisa que rompían la rutina del paseo nocturno.


Impulse, la colección de columpios que respondían al movimiento con luz y sonido fluctuantes, se convirtió en un punto de encuentro intergeneracional donde niños y adultos redescubrían el placer del juego mientras creaban su propia sinfonía luminosa.
Participación y comunidad #
Fotomosaico representó quizás la instalación más participativa, donde cientos de pequeñas fotografías del público de Gau Zuria componían un skyline de Bilbao. Ver cómo la imagen se completaba gradualmente a lo largo de la noche, mejorando su calidad según se incorporaban más fotografías, era observar en tiempo real la creación colectiva de una obra de arte.
Bihotzak y Hirukiak, ambas instalaciones de luz geométrica en el muelle Uribitarte, demostraron cómo formas simples pueden generar emociones complejas. Los corazones de luz representaban el afecto profundo hacia lugares y personas, mientras que los triángulos luminosos creaban una perspectiva infinita que jugaba con nuestra percepción.


El alma de una ciudad que se reinventa #
Bilbao como escenario perfecto #
Recorrer Bidelagunak por el paseo Uribitarte, con los personajes ilustrados por Elena Odriozola que daban vida al evento, era recordar que Bilbao tiene esa rara habilidad de hacer sentir a los visitantes como compañeros de viaje en lugar de simples espectadores. La ciudad se abre, se muestra vulnerable y generosa al mismo tiempo.




La transformación que vive Bilbao durante estas noches no es solo estética. Es una metamorfosis que afecta a la manera en que sus habitantes se relacionan con el espacio público, redescubriendo rincones familiares bajo una nueva luz, tanto literal como metafóricamente.
Un evento que trasciende lo cultural #
Gau Zuria 2025 fue mucho más que una muestra de arte contemporáneo. Fue una celebración de la capacidad humana para crear belleza colectiva, para transformar espacios urbanos en lugares de encuentro y contemplación. Cada instalación contaba una historia, pero el conjunto narraba la historia de una ciudad que ha sabido reinventarse sin perder su esencia.
La magia de este evento radica en su capacidad para convertir a cada visitante en protagonista de la experiencia. No somos espectadores pasivos ante obras de arte distantes, sino participantes activos en una celebración colectiva de la creatividad y la belleza.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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