Puppy (Museo Guggenheim)

Bilbao alberga una de las esculturas más icónicas y queridas del arte contemporáneo: Puppy. Esta colosal obra, creada por el artista estadounidense Jeff Koons, se ha convertido en el centinela floral del Museo Guggenheim Bilbao, cautivando a visitantes de todo el mundo con su peculiar encanto.

Una obra de arte viviente #

Puppy es mucho más que una simple escultura. Representa a un gigantesco cachorro de la raza West Highland White Terrier, con unas impresionantes dimensiones de 12,4 metros de altura, 12,4 metros de largo y 8,2 metros de ancho. Lo que hace única a esta obra es su composición: una estructura de acero inoxidable recubierta por aproximadamente 38.000 plantas en floración de diferentes especies.

Esta combinación de ingeniería y naturaleza da vida a una pieza que está en constante cambio. Dos veces al año, las flores son reemplazadas, ofreciendo un espectáculo visual que se renueva con las estaciones. Un sofisticado sistema de riego interno mantiene las plantas hidratadas, convirtiendo a Puppy en una auténtica obra de arte viviente.

Historia y significado #

Aunque Puppy se ha convertido en un símbolo indiscutible de Bilbao, su historia comenzó en 1992 en Alemania. La primera versión, algo más pequeña y construida en madera, se instaló temporalmente en el castillo de Waldeck, cerca de Kassel, coincidiendo con la Documenta IX.

El éxito de esta primera versión llevó a Koons a crear una nueva, más robusta y permanente, que se exhibió en el Museo de Arte Contemporáneo de Sídney entre 1995 y 1996. Finalmente, en 1997, Puppy encontró su hogar definitivo frente al recién inaugurado Museo Guggenheim Bilbao, donde ha permanecido desde entonces, dando la bienvenida a millones de visitantes.

Jeff Koons, conocido por su estilo que fusiona el arte pop, el minimalismo y el kitsch, concibió Puppy como una obra que trascendiera lo meramente visual. Según el artista, la escultura busca "celebrar la vida y el optimismo", creando un punto de encuentro similar al que podría ofrecer una catedral o una iglesia.

Un símbolo de Bilbao #

Desde su instalación, Puppy se ha convertido en mucho más que una obra de arte. Es un símbolo de la transformación de Bilbao, una ciudad que ha sabido reinventarse y apostar por la cultura y el arte como motores de cambio.

La escultura no solo es un imán para turistas, que no pierden la oportunidad de fotografiarse con ella, sino que también se ha ganado el cariño de los bilbaínos. Su presencia alegre y colorida ha pasado a formar parte integral del paisaje urbano, convirtiéndose en un punto de referencia y encuentro para locales y visitantes por igual.

Mantenimiento y restauración #

Mantener a Puppy en su mejor estado requiere un esfuerzo considerable. Además del cambio bianual de flores, en 2021 se llevó a cabo una importante restauración de la estructura interna y del sistema de riego. Esta intervención, que contó con el apoyo de la ciudadanía a través de una campaña de micromecenazgo, aseguró que Puppy pueda seguir siendo el guardián floral del Guggenheim por muchos años más.

Una experiencia única #

Visitar Puppy es una experiencia que va más allá de la mera contemplación artística. Es un encuentro con una obra que desafía las convenciones, que fusiona naturaleza y arte, y que invita a reflexionar sobre la belleza, la vida y el paso del tiempo.

Ya sea bajo el sol del verano o en las brumas del invierno vasco, Puppy permanece como un faro de color y alegría, recordándonos el poder transformador del arte y la capacidad de una ciudad para reinventarse. Sin duda, esta mascota gigante y floral seguirá siendo uno de los grandes atractivos de Bilbao, invitando a todos a sonreír y maravillarse ante su presencia imponente y encantadora.