Brujas, la encantadora ciudad belga, es como un portal en el tiempo. Aquí, los canales serpentean por calles adoquinadas, mientras los edificios medievales se alzan como guardianes de historias pasadas. Aunque a veces puede parecer turística, hay algo en el aire de Brujas que te invita a ir más allá del bullicio y perderte en sus rincones menos conocidos.
Más allá de sus monumentos más fotografiados, hay una serie de visitas y paseos que capturan la esencia tranquila, histórica y misteriosa de la ciudad. Te invito a descubrirlos en esta lista de 10 experiencias que te harán sentir el alma de Brujas.
1. Cruzando el Puente Bonifacio #
Este pequeño puente de piedra, rodeado de casas que parecen sacadas de un cuento, es uno de esos rincones que se disfrutan en silencio. Nada como caminar por aquí al atardecer, cuando los colores del cielo se reflejan en el agua, y el bullicio de los turistas ha empezado a calmarse. El puente es como un umbral entre lo que fue y lo que sigue siendo Brujas, con sus gárgolas y su encanto romántico.
Es un lugar perfecto para sentarse en uno de los bancos cercanos, escuchar el suave sonido del agua y observar cómo la luz va cambiando. No importa cuántas veces lo visites, siempre parece diferente, como si la ciudad jugara a reinventarse a cada paso.
2. Plaza del Burg #
La Plaza del Burg, más pequeña y menos concurrida que la Grote Markt, tiene un aire solemne que te invita a quedarte un rato más. Aquí se levanta el impresionante Ayuntamiento de Brujas, un edificio que refleja el poderío de la ciudad en su época dorada. Sin embargo, más allá de la arquitectura, lo que realmente me atrae de este lugar es el espacio abierto que invita a la reflexión.
En una de mis visitas, me senté en una esquina, simplemente observando cómo los locales y turistas paseaban sin prisa, como si el tiempo no corriera en este rincón. El ambiente tiene algo especial, sobre todo si llegas temprano por la mañana o al final de la tarde, cuando el lugar se vacía un poco.
3. Callejón del Asno Ciego (Blinde Ezelstraat) #
Este pequeño callejón conecta la Plaza del Burg con el mercado de pescado. Es un pasaje estrecho, con un arco de piedra que parece sacado de otra época. Lo curioso es que a pesar de su tamaño, siempre está lleno de vida, pero no de ruido.
Pasar por aquí te da la sensación de estar cruzando un portal hacia otra parte de la ciudad, como si al otro lado te esperara una Brujas secreta, menos turística y más auténtica. Vale la pena detenerse un momento y mirar hacia atrás, desde el final del callejón, para apreciar el juego de luces y sombras entre las piedras.
4. Béguinage (Begijnhof) #
Este antiguo convento es un remanso de paz en medio de la ciudad. El sonido de los pasos sobre la grava, los árboles que se alzan en un perfecto orden, y las pequeñas casas blancas te transportan a otra época. Pasear por aquí es como entrar en una cápsula del tiempo, donde todo está en calma.
Lo que más me sorprendió fue la serenidad del lugar. Es ideal para un paseo sin prisas, especialmente si llegas a primera hora o al final del día. Aquí, el ritmo de la ciudad parece desacelerarse, como si Brujas misma te pidiera que te tomes un respiro.
5. Los molinos de viento de Kruisvest #
En la parte noreste de la ciudad, lejos del bullicio del centro, se encuentran los molinos de Kruisvest. Estos molinos, rodeados de zonas verdes y senderos tranquilos, son el lugar perfecto para una caminata relajada o un picnic improvisado. Aunque no son tan famosos como los monumentos del centro, ofrecen una vista diferente de la ciudad, más tranquila y serena.
Durante mi visita, me sorprendió lo poco concurrido que estaba este lugar. Puedes subir a uno de los molinos por un pequeño coste, pero la verdad es que el simple paseo por la zona ya es una experiencia en sí misma.
6. El Lago del Amor (Minnewaterpark) #
El Minnewaterpark es uno de esos lugares que parecen estar hechos para perderse en tus pensamientos. El "Lago del Amor", con sus cisnes deslizándose por el agua y los árboles reflejándose en la superficie, es uno de los rincones más fotogénicos de Brujas. Pero más allá de las fotos, lo que realmente importa aquí es la sensación de calma que te invade al caminar por los senderos que rodean el lago.
A veces, basta con sentarse en un banco y dejar que el tiempo pase. Hay algo en el aire de este lugar que te invita a desconectar y a dejarte llevar por la tranquilidad del entorno.
7. Rozando la tranquilidad en el Parque Astrid #
Este parque es uno de esos rincones que suelen pasar desapercibidos en las guías, pero es un lugar encantador si buscas un poco de paz. No es grande ni espectacular, pero tiene algo especial. Me encantó pasar una tarde tranquila aquí, rodeado de familias locales, niños jugando y ciclistas que pasaban de vez en cuando.
Sentarte en el césped o en un banco mientras ves la vida cotidiana de los brujenses es una experiencia que te hace sentir un poco más cercano a la esencia de la ciudad, lejos del ajetreo turístico del centro.
8. Caminata por las Murallas de Brujas #
Brujas no es solo su centro histórico, y las murallas que alguna vez rodearon la ciudad son un buen recordatorio de su pasado defensivo. Hoy en día, puedes caminar por un sendero que sigue el recorrido de las antiguas murallas. Es un paseo largo, pero tranquilo, y ofrece una vista diferente de la ciudad, con menos turistas y más locales disfrutando de un paseo en bici o de una caminata.
Recuerdo este recorrido como un respiro en medio de la ciudad. Aunque las murallas en sí no son impresionantes, el camino tiene un encanto especial, rodeado de árboles y pequeñas sorpresas, como algunos de los molinos que se encuentran en esta parte de la ciudad.
9. La Iglesia de Nuestra Señora #
Aunque es un monumento muy conocido, la Iglesia de Nuestra Señora merece ser mencionada, no solo por su imponente torre de ladrillo, sino por lo que se siente al entrar. A diferencia de otras iglesias llenas de turistas, en mis visitas he encontrado aquí una calma especial. Quizás sea el hecho de que no siempre está llena, o tal vez sea la luz que se cuela por los vitrales, pero el ambiente es diferente.
En su interior, la famosa escultura de Miguel Ángel, "La Virgen con el Niño", añade un toque de arte sublime al lugar. Pero más allá de las obras, lo que realmente me impactó fue la atmósfera tranquila, que invita al recogimiento y la contemplación.
10. El Museo del Chocolate (Choco-Story) #
Este es uno de los pocos museos por los que vale la pena pagar una entrada en Brujas, y no solo porque el tema sea delicioso. El Choco-Story no es solo un lugar para los golosos, sino que te lleva en un viaje por la historia del chocolate, desde sus orígenes hasta su llegada a Europa. Es una experiencia que combina aprendizaje y disfrute, con muestras incluidas.
Aparte de la parte educativa, lo que más disfruté fue el taller de chocolate en el que puedes ver a los maestros chocolateros en acción. Si te apasiona el chocolate, este museo es una parada obligatoria, y saldrás de aquí con una sonrisa (y probablemente con alguna tableta de chocolate bajo el brazo).
Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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