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Estambul

Puente entre dos continentes: un viaje a través del tiempo

Estambul

Estambul, la única ciudad del mundo que se extiende sobre dos continentes, es un fascinante crisol de culturas donde Oriente y Occidente se funden en una experiencia única.

Con una historia que se remonta a más de 2.500 años, esta metrópolis turca te cautiva con sus impresionantes monumentos, bulliciosos bazares y una atmósfera que te transporta a través de los siglos.

Puente de Gálata #

El puente de Gálata es mucho más que un simple puente, ¡es todo un espectáculo! Cada vez que lo cruzo, me siento como parte de una película. Gente yendo y viniendo, el bullicio, los olores... es como si pudiera sentir el pulso de la ciudad.

En la planta baja hay un montón de restaurantes y cafeterías. Mi plan favorito es sentarme allí al atardecer con un té caliente en la mano, viendo cómo el sol se esconde detrás de las mezquitas. ¡Una pasada!

Gran Bazar #

Entrar en el Gran Bazar es como meterse de cabeza en un cuento de las mil y una noches. ¡Imagínate más de 4.000 tiendas en un laberinto gigante! Cada vez que voy descubro algo nuevo: lámparas de colores que parecen sacadas de la lámpara de Aladino, especias que huelen que alimentan, alfombras que parecen querer echarse a volar...

Lo que más me flipa es el ambiente: la gente regateando con una sonrisa, el tintineo de las tazas de té, los olores mezclándose... Es como si todos mis sentidos estuvieran de fiesta.

Y no te preocupes si te pierdes, ¡es parte de la gracia! Déjate llevar y disfruta. Quién sabe, igual encuentras un tesoro que ni sabías que buscabas.

Mezquita Azul #

La Mezquita Azul es una pasada. Desde fuera ya impresiona con sus seis minaretes, pero cuando entras... ¡madre mía! Me quedé con la boca abierta.

Nada más entrar, levanté la vista y aluciné. Miles de azulejos azules y turquesas cubriendo las paredes, creando un efecto de luz y color que parece magia. Y lo mejor es que cambia durante el día, según cómo entra la luz por las 260 ventanas. Una maravilla.

Te doy un consejo: si puedes, ve al amanecer. Evitas las multitudes y puedes disfrutar de un momento de paz increíble, escuchando la primera llamada a la oración mientras la luz del día empieza a colarse dentro.

Paseo en barco por el Bósforo #

Si quieres ver Estambul en todo su esplendor, tienes que verla desde el Bósforo. Este estrecho no solo separa Europa de Asia, sino que te regala las mejores vistas de la ciudad.

Yo cogí uno de los ferries públicos en Eminönü, que es barato y te da la experiencia auténtica. Mientras el barco avanza, ves pasar ante tus ojos siglos de historia: palacios otomanos, mezquitas imponentes, viejas fortalezas y mansiones modernas. ¡Es como un viaje en el tiempo!

Lo que más me gusta es ver la vida de la ciudad desplegarse ante mis ojos: pescadores lanzando sus cañas desde el puente, familias de picnic en los parques de la orilla, enormes cargueros cruzando hacia el Mar Negro... Es como si toda la vida de Estambul estuviera pasando delante de mí.

Torre Gálata #

La Torre Gálata es impresionante. Cada vez que subo, me siento como si estuviera en el centro del mundo, con toda la ciudad a mis pies.

Sí, la subida es un poco dura, pero te juro que merece la pena cada escalón. Cuando llegas arriba, la vista de 360 grados te deja sin palabras. El Cuerno de Oro, el Bósforo, las colinas de la ciudad vieja con sus minaretes... toda Estambul se extiende ante ti como un mapa gigante y vivo.

Mi momento preferido es justo antes del atardecer. Ver cómo la luz dorada baña la ciudad y luego cómo se van encendiendo las luces... es algo mágico. Y si tienes suerte y oyes la llamada a la oración desde las mezquitas cercanas, es la guinda del pastel.

Hamam tradicional #

Después de patear la ciudad durante días, no hay nada como relajarse en un hamam tradicional. No es solo un baño, ¡es toda una experiencia!

Yo fui al Çemberlitaş Hamamı, que es de 1584 (¡casi nada!). Nada más entrar, el vapor y el olor a jabón te envuelven y te transportan a otro mundo. Te tumbas en una gran losa de mármol caliente en el centro, dejando que el calor te relaje mientras miras la cúpula con sus rayitos de luz colándose por los agujeritos.

El ritual del baño, con sus frotamientos y masajes, puede parecer un poco brusco al principio, pero sales de allí como nuevo. Es algo que repetiré en cada visita a Estambul, ¡es la mejor forma de recargar pilas!

Barrio de Balat #

Alejándome un poco de lo más turístico, el barrio de Balat se ha convertido en uno de mis rincones favoritos de Estambul. Es un antiguo barrio judío, con casas de colores y calles empinadas, que te muestra una cara más auténtica de la ciudad.

Me encanta perderme por sus callejuelas, descubriendo tesoros escondidos: una iglesia ortodoxa aquí, una sinagoga centenaria allá, o un café pintoresco donde los abuelos del barrio juegan al backgammon. Es como si toda la historia de Estambul estuviera concentrada en unas pocas manzanas.

No te pierdas la escalera arcoíris, que es super instagrameable. Y si te apetece un descanso, las cafeterías de la zona tienen unos cafés buenísimos. ¡Prueba el café turco tradicional, es toda una experiencia!

Palacio de Topkapi #

El Palacio de Topkapi es como un libro de historia gigante que puedes recorrer. Cada vez que voy, descubro algo nuevo que me cuenta algo sobre el imperio otomano en su mejor momento.

Lo que más me impresiona es cómo, a medida que te adentras en el palacio, todo se vuelve más y más lujoso. Es como si estuvieras entrando en el corazón del poder otomano. Los azulejos, las incrustaciones de nácar, los trabajos en oro... cada sala es más impresionante que la anterior.

No te pierdas el harén, que parece sacado de una película, ni la sala del tesoro, con joyas que te dejan boquiabierto. Y las vistas desde la terraza sobre el Bósforo... buf, impresionantes. Es fácil imaginarse a los sultanes mirando su imperio desde allí.

Cisterna Basílica #

Para terminar mi recorrido por Estambul, nada mejor que la Cisterna Basílica, también conocida como el Palacio Sumergido. Es un enorme depósito subterráneo del siglo VI, y te juro que es uno de los lugares más flipantes que he visto.

Bajar las escaleras y meterte en este bosque de 336 columnas iluminadas tenuemente es como entrar en otro mundo. El sonido del agua goteando, los peces nadando en los charcos, las luces reflejándose en el agua... todo crea un ambiente casi mágico.

Mi parte favorita son las dos cabezas de Medusa que sirven de base a dos de las columnas. Nadie sabe exactamente por qué están ahí o por qué una está de lado y la otra boca abajo, pero le dan un toque de misterio al lugar. Es el sitio perfecto para terminar el día, pensando en todas las maravillas que has visto en esta ciudad única en el mundo.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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