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La intraducibilidad cultural

Cuando viajar transforma nuestro universo conceptual

La intraducibilidad cultural

Hay momentos durante nuestros viajes en los que nos encontramos frente a experiencias que desafían nuestra capacidad de comprensión. No se trata simplemente de una barrera lingüística, sino de algo más profundo: conceptos, sensaciones o prácticas que no tienen equivalente en nuestra cultura de origen. Este fenómeno, conocido como "intraducibilidad cultural", representa uno de los aspectos más fascinantes y enriquecedores de viajar.

El desafío de lo intraducible #

Cuando nos aventuramos más allá de nuestras fronteras culturales, descubrimos que el mundo está lleno de conceptos para los que nuestro idioma no tiene palabras. Estas lagunas léxicas no son meras curiosidades lingüísticas, sino ventanas a otras formas de entender la realidad. Lo intraducible nos invita a expandir nuestra mente, a reconocer que nuestra forma de ver el mundo es solo una entre muchas.

La intraducibilidad va más allá de las palabras. Abarca rituales, costumbres, sabores, olores y sensaciones que, por más que intentemos describir con precisión, siempre pierden algo en la traducción. Es en ese espacio de lo indescriptible donde reside el verdadero valor del viaje como experiencia transformadora.

Experiencias que desafían nuestras palabras #

El 'hygge' de Copenhague y el 'gezelligheid' de Amsterdam #

Durante mis estancias en Amsterdam, me encontré con el concepto de "gezelligheid". Esta palabra neerlandesa describe una sensación de calidez, confort y camaradería que se siente en ciertos espacios y momentos. Se parece vagamente a lo que podríamos llamar "acogedor" en español, pero va mucho más allá. Un café gezellig en Amsterdam no es simplemente acogedor; es un espacio que genera una forma particular de intimidad compartida, una atmósfera que equilibra perfectamente lo personal y lo social.

La experiencia de sentarse en un pequeño café junto a un canal en una tarde lluviosa de otoño, con el suave murmullo de conversaciones, el aroma del café recién hecho y la sensación de estar protegido del mundo exterior, encarna este concepto que solo puede entenderse plenamente cuando se experimenta.

El 'wabi-sabi' de Kioto #

En Kioto tuve la oportunidad de sumergirme en el concepto japonés de "wabi-sabi". Esta filosofía estética celebra la belleza de lo imperfecto, lo impermanente y lo incompleto. Durante una ceremonia del té en un antiguo templo, observé cómo el maestro valoraba especialmente una taza con pequeñas irregularidades, y comprendí que estaba presenciando una forma completamente diferente de apreciar la belleza.

El wabi-sabi no es solo una preferencia estética; es una visión del mundo que acepta la transitoriedad y la imperfección como parte integral de la vida. Ver los jardines zen, los templos envejecidos por el tiempo y la cuidadosa disposición de los objetos cotidianos me enseñó que lo que en mi cultura podría considerarse un defecto, en Japón es celebrado como una marca de autenticidad y profundidad.

La 'saudade' portuguesa #

En Lisboa y Oporto me encontré con otro concepto intraducible: la "saudade". Esta palabra portuguesa describe un sentimiento de nostalgia melancólica, un anhelo por algo o alguien ausente, mezclado con la alegría de haber experimentado ese algo en primer lugar. No es simplemente tristeza ni añoranza; es una emoción compleja que contiene tanto dolor como placer.

Escuchar la canción portuguesa de Eurovisión 2022 interpretada por MARO y titulada precisamente "Saudade, Saudade", con su melancólica melodía y su emotiva interpretación, me permitió intuir lo que significa este sentimiento tan portugués, aunque nunca podré comprenderlo completamente como alguien nacido en la cultura portuguesa.

Sabores que trascienden el lenguaje #

El umami japonés #

En Tokio, Osaka y Kioto experimenté el sabor "umami", el quinto sabor básico según la gastronomía japonesa. Aunque hoy este concepto se ha extendido globalmente, comprenderlo realmente requiere una inmersión en la cocina japonesa tradicional. El dashi (caldo base de muchos platos), el miso, las algas kombu o los fideos ramen auténticos me revelaron una dimensión del gusto que va más allá de lo dulce, lo salado, lo ácido y lo amargo.

La experiencia de saborear un auténtico ramen en un pequeño establecimiento de Osaka, con su complejo equilibrio de sabores, texturas y aromas, es algo que las palabras nunca podrán capturar adecuadamente.

El concepto de 'terroir' francés #

En Burdeos y París entré en contacto con la noción francesa de "terroir". Este término va mucho más allá de su traducción literal como "terruño". Engloba la compleja interacción entre el suelo, el clima, la topografía, las tradiciones locales y el saber hacer que da a cada producto agrícola, especialmente al vino, su carácter único e irrepetible.

Recorrer los viñedos de Burdeos, escuchando a los viticultores hablar con pasión sobre cómo cada parcela de tierra otorga características distintivas a sus vinos, me hizo comprender que el terroir no es simplemente un factor de producción, sino una filosofía que vincula profundamente la identidad cultural con el territorio.

Ritmos y tiempos que desafían nuestra concepción #

El 'tiempo mediterráneo' frente al 'tiempo nórdico' #

La experiencia del tiempo varía enormemente entre culturas. En Barcelona, Roma, Valencia o Sevilla, el ritmo de la vida sigue lo que podríamos llamar "tiempo mediterráneo". Las comidas se alargan durante horas, las siestas pausan el día y la vida nocturna se extiende hasta altas horas. Esta concepción del tiempo como algo flexible y expandible contrasta marcadamente con el "tiempo nórdico" que experimenté en Estocolmo, Oslo o Reykjavík.

En Islandia, particularmente en Akureyri y Reykjavík, la relación con el tiempo está profundamente influenciada por los extremos estacionales de luz y oscuridad. Vivir días de casi 24 horas de luz en verano o su equivalente en oscuridad durante el invierno crea una relación con el tiempo y los ritmos vitales que resulta casi imposible de comprender para quienes vivimos en latitudes más templadas.

El concepto japonés de 'ma' #

En Tokio y Kioto me encontré con el concepto de "ma", que podría traducirse aproximadamente como "espacio intermedio" o "pausa". En arquitectura, música, conversación y hasta en las artes marciales, el ma representa el espacio vacío necesario para que algo adquiera significado. No es simplemente un vacío, sino un elemento activo y esencial de la experiencia.

Contemplar la disposición de las piedras en el jardín zen de Ryōan-ji en Kioto, donde los espacios vacíos tienen tanto significado como las propias piedras, me enseñó que lo que no está presente puede ser tan importante como lo que se muestra abiertamente. Este jardín, con su aparente simplicidad, encarna perfectamente el concepto de ma, invitándonos a valorar el vacío como un elemento esencial de la composición.

El valor transformador de lo intraducible #

Lo intraducible nos desafía a salir de nuestra zona de confort conceptual. Cuando nos enfrentamos a experiencias para las que nuestro idioma y nuestra cultura no nos han preparado, tenemos dos opciones: podemos rechazar lo desconocido o podemos abrirnos a nuevas formas de percibir y comprender el mundo.

Las experiencias intraducibles son valiosas precisamente porque nos obligan a cuestionar nuestros marcos de referencia. Nos recuerdan que nuestra forma de entender la realidad no es universal ni definitiva, sino simplemente una entre muchas posibles. En ese sentido, viajar no solo nos permite conocer otros lugares, sino también otras formas de ser y estar en el mundo.

La intraducibilidad como puente, no como barrera #

Aunque parezca paradójico, lo intraducible puede servir como puente entre culturas. Cuando nos esforzamos por comprender conceptos ajenos a nuestra tradición, estamos construyendo conexiones que trascienden las diferencias superficiales. La dificultad misma de la traducción nos invita a un diálogo más profundo y significativo.

En Estambul, por ejemplo, experimenté el concepto turco de "keyif", que describe un estado de placer tranquilo y contemplativo. Sentado en una tetería con vistas al Bósforo, disfrutando de un té de manzana mientras observaba el ir y venir de los barcos, comprendí que aunque no tengamos una palabra equivalente en español, todos los seres humanos somos capaces de apreciar ese estado de serena satisfacción.

Conclusión: el tesoro de lo inexpresable #

Quizás el mayor regalo que nos ofrecen nuestros viajes sea precisamente esto: la posibilidad de experimentar lo intraducible, lo que escapa a nuestras categorías y definiciones previas. Esos momentos en los que nos quedamos sin palabras frente a una puesta de sol en Santorini, ante la inmensidad de un templo milenario en Kioto, o mientras saboreamos un plato cuyo nombre ni siquiera podemos pronunciar correctamente en un mercado de Estambul.

Lo intraducible nos recuerda que el mundo es mucho más rico y complejo de lo que nuestro vocabulario puede abarcar. Nos invita a la humildad cultural y a la apertura mental. Y, sobre todo, nos demuestra que viajar no es solo desplazarse físicamente de un lugar a otro, sino embarcarse en un viaje conceptual que puede transformar profundamente nuestra forma de ver y estar en el mundo.

Si buscamos el verdadero valor de viajar, quizás lo encontremos precisamente ahí: en esas experiencias que desafían nuestra capacidad de traducción, en esos momentos que nos dejan sin palabras pero llenos de nuevas formas de sentir y comprender.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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