Skip to main content

Día 3. Open House Barcelona arranca y nos ponemos la credencial de voluntarios

25 octubre 2025

Día 3. Open House Barcelona arranca y nos ponemos la credencial de voluntarios

El sábado 25 de octubre fue el día. El día por el que habíamos venido a Barcelona, el día en que Open House abría sus puertas en más de doscientos edificios de la ciudad, el día en que pasaríamos de ser espectadores a formar parte activa del engranaje del festival. Si el viernes había sido la víspera, el sábado era la celebración en toda regla.

Subiendo al Arco de Triunfo #

Nos levantamos temprano, con esa mezcla de nervios y emoción que precede a las jornadas especiales. Nuestra primera parada del día era el Arco de Triunfo, uno de los edificios más demandados del festival y con razón. Ese monumento de ladrillo rojo que marca el acceso al Paseo de Lluís Companys y al Parque de la Ciutadella no suele estar abierto al público. La oportunidad de subir a su azotea y contemplar Barcelona desde esa perspectiva privilegiada no se da muy a menudo.

Aquí es donde nuestra pulsera de acceso prioritario brilló por primera vez. Mientras la cola general empezaba a formarse con gente dispuesta a esperar lo que hiciera falta, nosotros pudimos acceder en el primer grupo de visita. Es uno de esos privilegios de ser voluntario que hace que las horas de trabajo posterior merezcan aún más la pena. No se trata solo de saltarte una cola, sino de poder optimizar tu tiempo para ver más edificios, de no tener que elegir entre dos visitas simultáneas por miedo a perder tu turno.

La subida al Arco de Triunfo fue espectacular. Las vistas desde arriba abarcan ese eje monumental que conecta el arco con la fuente de la Cascada, el lago del parque, y más allá la ciudad que se despliega en todas direcciones. Desde allí arriba pudimos ver también nuestro destino de voluntariado de la tarde, ese edificio de la Cascada Monumental que pronto conoceríamos mucho más íntimamente.

La terraza del Arco de Triunfo La terraza del Arco de Triunfo La terraza del Arco de Triunfo La terraza del Arco de Triunfo
La terraza del Arco de Triunfo

Reconocimiento del terreno en la Cascada #

Después del Arco de Triunfo nos dirigimos directamente a nuestro edificio asignado: la Cascada Monumental del Parque de la Ciutadella. Al no haber podido asistir a la visita previa exclusiva para voluntarios que se había celebrado días antes, necesitábamos conocer el espacio, entender su distribución, saber dónde se formaban las colas y cómo se gestionaba el flujo de visitantes.

La Cascada es una de esas joyas modernistas de Barcelona que pasa desapercibida para muchos. Construida entre 1875 y 1888 con participación del joven Antoni Gaudí, que entonces era estudiante, el conjunto monumental esconde varios espacios fascinantes. Además de las zonas públicas habituales, durante Open House se abrían dos espacios normalmente cerrados al público que justificaban toda la expectación.

El primero era la Gruta de Gaudí, esos restos muy deteriorados de lo que fue una gruta artificial con estalactitas y estalagmitas que se adentraba bajo el arco posterior de la cascada. Hoy convertido en almacén de Parques y Jardines, aún conserva esas extrañas formas de hormigón que cuelgan del techo y las columnas, testimonio de cuando los visitantes de finales del siglo XIX podían experimentar la sensación de caminar por una cueva profunda con agua cayendo a ambos lados. Pese al deterioro y la erosión, sigue siendo fascinante contemplar estos restos del trabajo del joven Gaudí.

El segundo espacio era el antiguo acuario, inaugurado en 1888 para la Exposición Universal. Fue el primer acuario de Barcelona, con 120 metros cuadrados dedicados a fauna de agua dulce y marina. Hoy vacío de sus peceras originales, el espacio conserva su encanto histórico, con la palabra "Aquarium" todavía visible sobre la puerta de entrada y los dos medallones con salamandras que también se atribuyen a Gaudí. Lo realmente espectacular era poder subir a su terraza superior mediante una escalera de caracol estrecha y empinada, desde donde las vistas del parque y la ciudad son magníficas.

Estuvimos allí hablando con los compañeros voluntarios del turno de mañana, haciéndoles preguntas sobre cómo estaba funcionando el día, qué dudas tenían los visitantes, qué incidencias habían surgido. Confirmamos que a las dos de la tarde estaríamos de vuelta para darles el relevo. Y entonces ocurrió una de esas casualidades que hacen especiales estos festivales: coincidimos con otra voluntaria de Open House Bilbao que estaba en Barcelona gracias al programa de intercambio de Open House Europe. Pequeño mundo el de quienes nos dedicamos a abrir puertas.

La gruta y la terraza de la Cascada Monumental del Parque de la Ciutadella La gruta y la terraza de la Cascada Monumental del Parque de la Ciutadella La gruta y la terraza de la Cascada Monumental del Parque de la Ciutadella La gruta y la terraza de la Cascada Monumental del Parque de la Ciutadella
La gruta y la terraza de la Cascada Monumental del Parque de la Ciutadella

El Parlament de Catalunya #

Con nuestra nueva compañera bilbaína nos fuimos los tres juntos a visitar el Parlament de Catalunya, otro de los edificios emblemáticos del festival. Ubicado en el antiguo arsenal de la Ciutadella, el edificio tiene una historia fascinante que va desde su función militar original hasta convertirse en la sede del poder legislativo catalán.

La visita nos llevó por las salas de sesiones, los pasillos con historia, los espacios donde se debate y se vota. Hay algo especial en poder acceder a estos lugares que normalmente están vedados al público, en poder tocar las paredes que han visto tantas decisiones importantes, en sentarse en los mismos espacios donde se construye la política del día a día.

El Parlament de Catalunya El Parlament de Catalunya El Parlament de Catalunya El Parlament de Catalunya
El Parlament de Catalunya

Pausa para comer y prepararse #

Una vez terminada la visita al Parlament, Rafa y yo nos despedimos de nuestra compañera bilbaína y nos fuimos a comer algo. Teníamos que estar de vuelta en la Cascada a las dos en punto y necesitábamos cargar energías. Nos acercamos al Borne, ese barrio que tanto nos gusta, y aprovechamos para entrar también al Mercado del Born, aunque ya lo conocíamos de otras visitas. Siempre es un placer pasear por esas pasarelas elevadas sobre las ruinas medievales, ese museo arqueológico que te permite ver las capas de historia de Barcelona.

Mercado del Born
Mercado del Born

Cinco horas intensas como voluntarios de control de acceso #

A las dos en punto estábamos en nuestro puesto en la Cascada Monumental. Nuestro turno se extendería hasta las siete de la tarde, cuando cerraba el edificio. Cinco horas que pasaron volando porque, sencillamente, no hubo tiempo para el aburrimiento.

La afluencia de público fue brutal. Muchísimos barceloneses interesados en descubrir este espacio que tienen al lado pero que nunca habían visitado, y también una cantidad considerable de turistas que habían oído hablar del festival y querían aprovechar para ver algo especial. Nosotros nos encargábamos del control de acceso, que en este caso implicaba mucho más que simplemente abrir una puerta.

Ordenábamos la cola, que en algunos momentos se extendía bastante. Dábamos información tanto en castellano como en inglés sobre qué iban a ver, cuánto tiempo duraba la visita, si había escaleras. Etiquetábamos a los visitantes con pegatinas para identificar su grupo. Les pedíamos que firmasen una hoja de exención de responsabilidad que solicitaba el Ayuntamiento debido a la escalera de caracol tan estrecha y empinada que lleva a la terraza superior del antiguo acuario, un trámite administrativo necesario pero que ralentizaba un poco el proceso. Formábamos grupos cuando había suficiente gente esperando. Y todo esto mientras íbamos rellenando la información online para que se actualizasen en tiempo real los datos de visitas y tiempos de espera en la web de Open House Barcelona.

Hicimos un gran equipo con los tres voluntarios guías que se encargaban de las visitas dentro del espacio. Gracias a ellos pudimos gestionar a tantísimas personas de manera fluida. Había complicidad, comunicación fluida, ganas de que todo funcionase bien. Cuando un grupo salía, nosotros preparábamos al siguiente grupo para entrar en cuanto llegase el siguiente cicerone. Era como una coreografía bien ensayada, aunque fuera la primera vez que trabajábamos juntos.

En nuestras cinco horas de voluntariado accedieron al edificio cerca de ochocientas personas. Ochocientas personas que pudieron descubrir ese espacio gracias al trabajo de todos nosotros. Es una cifra que impresiona cuando la pones en perspectiva. Ochocientas experiencias, ochocientas conexiones con el patrimonio de la ciudad.

Intentamos apurar las visitas al máximo para dar oportunidad al mayor número posible de visitantes. La cola no se acababa nunca y había gente que llevaba esperando bastante tiempo. Hablé con el chico que se encargaba de cerrar el edificio para pedirle si podíamos tener diez minutos extras para que los últimos visitantes pudieran completar la visita. Fue muy amable y accedió sin problema. A las siete y nueve minutos de la tarde estábamos cerrando las puertas del antiguo acuario.

La terraza de la Cascada Monumental del Parque de la Ciutadella La terraza de la Cascada Monumental del Parque de la Ciutadella
La terraza de la Cascada Monumental del Parque de la Ciutadella

El sabor del trabajo bien hecho #

Después del cierre nos quedamos un buen rato hablando con los otros voluntarios. Había esa sensación de camaradería que surge cuando has compartido un esfuerzo intenso con gente que acaba de conocer. Agradecimos mutuamente el trabajo, nos felicitamos por cómo había funcionado todo, intercambiamos impresiones sobre anécdotas del día.

La acogida que nos habían dado había sido maravillosa. En ningún momento nos habíamos sentido como "los de fuera", como los infiltrados de Bilbao. Al contrario, nos habían tratado como parte del equipo desde el primer momento. Y eso es algo que dice mucho de la comunidad Open House, de cómo estos festivales generan redes que trascienden las ciudades individuales.

Nos fuimos a cenar algo con esa satisfacción del trabajo bien hecho, con las piernas cansadas de estar cinco horas de pie pero con el ánimo alto. El domingo nos esperaba como visitantes puros, con toda la jornada para exprimir nuestra pulsera de acceso prioritario. Pero ahora nos tocaba descansar.

Llegamos a casa y nos desplomamos. Había sido un día largo, intenso, agotador y absolutamente memorable. El tipo de día por el que merece la pena viajar.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

Día 3. Open House Barcelona arranca y nos ponemos la credencial de voluntarios

Descubre Bilbao

Bienvenido a mi Bilbao, una ciudad que reinventa su pasado industrial en un presente lleno de arte, sabor y sorpresas. Aquí encontrarás rutas, paseos y eventos tanto de Bilbao como de sus alrededores

Ver más de Bilbao