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Flash Flash e Il Giardinetto

Cuando Barcelona inventó la libertad en dos restaurantes

Flash Flash e Il Giardinetto

Hay calles en Barcelona que concentran décadas de historia cultural en apenas unos metros. La calle Granada del Penedès, justo encima de la Diagonal, es una de ellas. En ese breve tramo conviven dos locales que definieron la Barcelona creativa de los años setenta, dos espacios que fueron mucho más que restaurantes: fueron declaraciones de principios, manifiestos de libertad plasmados en blanco impoluto y en un jardín imposible. Durante el Open House Barcelona, estos dos iconos del diseño barcelonés abren sus puertas para mostrar cómo la arquitectura de interiores puede crear atmósferas que trascienden el paso del tiempo.

La Barcelona que pedía a gritos algo nuevo #

Para entender la importancia de Flash Flash e Il Giardinetto hay que situarse en el contexto de la Barcelona de finales de los sesenta y principios de los setenta. España seguía siendo una dictadura, pero en Barcelona bullía una escena cultural inquieta que empezaba a mirar hacia Europa con urgencia. Los restaurantes, o eran lugares de lujo extremadamente serios y protocolarios, o eran casas de comidas funcionales pensadas más para alimentar el estómago que el espíritu. No había términos medios. No había espacios donde la libertad, el diseño y la buena comida pudieran convivir sin estridencias.

En ese ambiente sofocante, la llamada Gauche Divine barcelonesa, ese grupo de jóvenes burgueses, creativos e intelectuales que abrazaban ideas progresistas sin renunciar a cierto refinamiento estético, buscaba lugares donde reconocerse. Y si no existían, había que crearlos. Esa fue exactamente la filosofía que impulsó estos dos proyectos pioneros.

Flash Flash: la revolución en blanco #

Todo empezó una Nochevieja de 1969 en el Hilton de Londres. Dos parejas de amigos, sin experiencia alguna en hostelería, fantaseaban con montar un restaurante diferente en Barcelona. Leopoldo Pomés y Karin Leiz, Alfonso Milá y Cecilia Santo Domingo, compartían el gusto por comer bien y descubrir espacios sugerentes. La idea les rondaba: crear el restaurante que a ellos mismos les hubiese gustado encontrar en su ciudad. Y decidieron materializarla.

El 3 de julio de 1970 abría sus puertas Flash Flash, considerado el primer restaurante moderno de España. Los arquitectos Federico Correa y Alfonso Milá se encargaron del interiorismo, Karin Leiz y Cecilia Santo Domingo elaboraron la carta, y el fotógrafo Leopoldo Pomés creó la imagen icónica del local. Todo en Flash Flash rompía con lo establecido. El concepto mismo ya era revolucionario: una tortillería. Pero no una tortillería cualquiera, sino un espacio donde las tortillas alcanzaban categoría de alta cocina, acompañadas de ensaladas, hamburguesas y una propuesta gastronómica que entonces resultaba absolutamente innovadora.

Un interior que sigue impactando cincuenta años después #

El diseño de Correa y Milá para Flash Flash era la versión catalan design de un diner americano, pero elevado, refinado, vanguardista. Crearon un espacio completamente blanco y diáfano, con sofás corridos y mesas de fórmica, materiales que en 1970 resultaban audaces en el contexto español. El blanco dominaba absolutamente todo: paredes, techo, mobiliario. Los únicos toques de color eran ligeras pinceladas de rojo que puntuaban estratégicamente el espacio.

Pero lo que convirtió a Flash Flash en un icono fueron las paredes. Pomés realizó una sesión fotográfica con su esposa Karin Leiz, retratándola como una joven fotógrafa en acción: vestida completamente de negro, con boina, cámara en mano, en diferentes poses dinámicas. Estas imágenes de tamaño casi natural se reprodujeron por todas las paredes del local, creando una atmósfera pop absolutamente única. La reportera de negro sobre el fondo blanco se convirtió en la firma visual del restaurante, en un símbolo de una época.

El espacio prescindió de manteles, optando en su lugar por servilletas blancas de algodón enormes. La cubertería era de acero, la cristalería fina pero sin adornos, y los camareros vestían con chaqueta y corbata, aportando la elegancia propia de un restaurante de lujo. Esta mezcla de informalidad conceptual con refinamiento en los detalles era precisamente lo que buscaban sus creadores: un lugar donde se respirara libertad sin perder sofisticación.

Como recuerda Karin Leiz: "Queríamos un restaurante donde se respirara mucha libertad. España era una dictadura en 1970 y entre los restaurantes de lujo, que eran muy serios, y las casas de comidas, más pensadas para alimentar el estómago que el espíritu, apenas no había nada decente. Flash Flash fue una revolución y la gente la estaba esperando."

El local recibió el Premio FAD de Interiorismo ese mismo año 1970. Un estudio de marketing había vaticinado que no duraría ni tres semanas. Más de cincuenta años después, sigue siendo un referente ineludible del diseño barcelonés.

Il Giardinetto: un jardín mágico en pleno asfalto #

Cuatro años después del éxito de Flash Flash, en 1974, Leopoldo Pomés decidía embarcarse en una nueva aventura gastronómica. Esta vez la inspiración venía de la cocina italiana, concretamente de los "fetuccini al doppio burro" que María Leví, madre del arquitecto Ricardo Bofill, le había enseñado a preparar. En aquella época, la cocina italiana no tenía ningún prestigio en Barcelona, probablemente debido al desconocimiento generalizado y al maltrato que la pasta sufría en las cocinas españolas. Pero Pomés había descubierto la auténtica gastronomía italiana y quería compartirla.

Una vez más, encargó el proyecto a los arquitectos Alfonso Milá y Federico Correa. Y una vez más, estos crearon un espacio radicalmente diferente a todo lo existente. Si Flash Flash era pureza minimalista en blanco, Il Giardinetto sería su opuesto complementario: un jardín mágico en el corazón de Barcelona, inspirado en los castaños del sur de Francia.

La magia de un bosque urbano #

El concepto de Il Giardinetto era crear un oasis, un lugar único y acogedor que invitara a frenar la vertiginosa realidad del día a día. Milá y Correa diseñaron un espacio donde los elementos naturales, la madera y la vegetación se combinaban con una iluminación suave que evocaba la penumbra de un bosque. La paleta cromática era cálida, terrosa, con verdes y marrones que contrastaban radicalmente con el blanco de Flash Flash.

El local, intencionadamente cerrado y poco permeable al exterior, funcionaba como un refugio. Al entrar, el visitante abandonaba el ruido y la luz de la calle para sumergirse en un ambiente íntimo y sereno. Las mesas y el mobiliario, incorporados a esta imagen de jardín encantado, permitían disfrutar de la comida con privacidad, sintiendo la mesa de al lado como algo ajeno y lejano.

El diseño utilizaba sabiamente el color y la luz. En el fondo sombrío del espacio se recortaban siluetas, perfiles. Los dorados de los cobres y los reflejos de la cerámica situada detrás de las baldas del sofá vitalizaban el ambiente sin romper la atmósfera de ensueño. Todo estaba pensado para crear la sensación de estar cenando en un jardín secreto, protegido del mundo exterior.

Ese mismo 1974, Il Giardinetto ganó el Premio FAD de Interiorismo. Décadas después, en 2012, volvería a ganar el mismo premio por su renovación, convirtiéndose en el único local de Barcelona que ha conseguido este reconocimiento dos veces.

Dos generaciones, una misma visión #

A lo largo de cinco décadas, ambos restaurantes se han mantenido fieles a su espíritu original, aunque con las actualizaciones necesarias para seguir siendo relevantes. Y aquí entra en juego una conexión generacional fascinante: Ivan Pomés, hijo de Leopoldo Pomés y arquitecto del estudio Llamazares Pomés, ha sido el encargado de actualizar ambos locales, manteniendo un equilibrio delicado entre respeto al diseño original y necesidades contemporáneas.

En Flash Flash, la intervención de 2014 fue mínima pero efectiva: se incorporó una nueva barra de ensaladas diseñada por Llamazares Pomés y se añadieron lámparas rojas M68 de Miguel Milá, sobrino de Alfonso Milá, estableciendo así también una continuidad familiar en el diseño. El impacto de modernidad del espacio original sigue intacto, sin apenas modificaciones.

En Il Giardinetto, el reto fue mayor. Como explica el propio Ivan Pomés: "La reforma del restaurante Il Giardinetto ha sido un gran reto. Se trata de un local diseñado en 1974 por Alfonso Milá y Federico Correa que, además, obtuvo un premio FAD de interiorismo. Desde entonces los promotores sólo habían hecho pequeñas modificaciones, conservando con intención casi todo lo diseñado en la época. Voluntariamente, era un local muy cerrado y poco permeable al exterior, pero con el correr de los tiempos ha necesitado una actualización en sentido contrario."

La reforma de 2012 se centró principalmente en la planta baja, donde se abrió la fachada incorporando una nueva barra y una ventana corredera a pie de calle. Esta intervención buscaba un mayor dinamismo y una relación más clara entre exterior e interior, sin traicionar la esencia del local. Se cambiaron los materiales de revestimiento manteniendo la línea cromática original, pero sustituyendo la moqueta generalizada por vidrio transparente, vidrio pintado y espejos. El resultado fue un espacio actualizado que conservaba toda la magia del jardín original.

Punto de encuentro de varias generaciones creativas #

Ambos locales se convirtieron desde su apertura en lugares de referencia para la escena cultural barcelonesa. En los años setenta, Flash Flash era el epicentro de la Gauche Divine. Artistas, escritores, arquitectos, fotógrafos, diseñadores, actores y editores lo convirtieron en su cuartel general. El restaurante abría hasta entrada la madrugada, algo excepcional en aquella Barcelona todavía asfixiada por el franquismo.

Il Giardinetto siguió esa estela. Durante cincuenta años ha sido punto de encuentro de múltiples generaciones de creadores. Las tertulias, las presentaciones editoriales y las legendarias "Giardinetto Sessions", una serie de entrevistas en formato vídeo dirigidas por Xavier Mas de Xaxàs y Poldo Pomés a personajes como Mercedes Milà, Isabel Coixet, Teresa Gimpera, Carme Elías o David Trueba, han consolidado su reputación como centro neurálgico de la vida cultural barcelonesa.

Además, desde 2009, Il Giardinetto organiza instalaciones en su pequeño escaparate de fachada, a cargo de artistas, diseñadores, interioristas y arquitectos. Han participado Fernando Salas, Sandra Tarruella, Antoni Arola, Curro Claret, Oscar Tusquets, Miguel y Gonzalo Milá, entre muchos otros. El escaparate se ha convertido en un espacio itinerante que mantiene vivo el diálogo entre gastronomía, diseño y arte.

La experiencia Open House: visita guiada por Ivan Pomés #

Durante el Open House Barcelona, ambos locales se visitan conjuntamente, ya que están a apenas unos metros el uno del otro en la calle Granada del Penedès. Las visitas corren a cargo del arquitecto Ivan Pomés, quien aporta una perspectiva única al ser tanto heredero del legado de su padre Leopoldo como el arquitecto responsable de las actualizaciones recientes.

Ivan explica los proyectos originales de Correa y Milá, desentraña las decisiones de diseño que hicieron de estos espacios algo revolucionario en su momento, y cuenta las anécdotas de cómo su padre y sus socios lograron materializar ideas que muchos consideraban inviables. También comparte los desafíos de actualizar espacios tan icónicos sin traicionar su esencia, un ejercicio de equilibrismo que requiere profundo conocimiento y sensibilidad.

La visita permite apreciar detalles que pasarían desapercibidos en una simple cena: la forma en que la luz modela los espacios, el uso de los materiales, la atención al mobiliario, las soluciones arquitectónicas que resuelven problemas funcionales sin comprometer la estética. Es la oportunidad de entender estos locales no solo como restaurantes, sino como obras de diseño de interiores que marcaron un antes y un después en Barcelona.

Dos filosofías, un mismo espíritu #

Flash Flash e Il Giardinetto representan dos aproximaciones radicalmente diferentes al diseño de interiores, pero comparten una misma filosofía subyacente. Ambos nacieron del deseo de crear espacios donde la libertad, el buen gusto y la ausencia de pretensiones convivieran naturalmente. Ambos rechazaban tanto la seriedad opresiva de los restaurantes tradicionales de lujo como la vulgaridad de los locales funcionales sin alma.

El blanco impoluto y minimalista de Flash Flash y el jardín frondoso y penumbroso de Il Giardinetto son las dos caras de una misma moneda: la búsqueda de una atmósfera única que invite a disfrutar de la comida, la conversación y la compañía en un ambiente que estimule sin agobiar. Uno lo consigue mediante la claridad absoluta, la luminosidad y la síntesis; el otro mediante la calidez, la penumbra y la exuberancia controlada.

La permanencia de ambos locales durante más de cincuenta años, manteniendo su carácter y siendo todavía referencias ineludibles de la escena barcelonesa, demuestra que acertaron. Crearon algo que la ciudad necesitaba y que, décadas después, sigue necesitando: lugares con personalidad propia, espacios que no se parecen a nada más, refugios donde el diseño, la gastronomía y la cultura se entrelazan de forma natural.

Una familia, varias generaciones, mismo compromiso #

Hay algo conmovedor en la historia de estos dos locales que trasciende el diseño y la arquitectura: es una historia de continuidad familiar y de valores transmitidos de generación en generación. Leopoldo Pomés, el fotógrafo visionario que tuvo la audacia de embarcarse en proyectos hosteleros sin tener experiencia previa, guiado únicamente por su intuición sobre lo que Barcelona necesitaba. Alfonso Milá y Federico Correa, los arquitectos que supieron traducir esas intuiciones en espacios físicos memorables. Y décadas después, Ivan Pomés asumiendo la responsabilidad de preservar ese legado mientras lo actualiza para nuevos tiempos.

Ivan dirige actualmente Flash Flash y ha sido fundamental en mantener vivos ambos locales. En 2020 inauguró Croma by Flash en la Diagonal, un nuevo proyecto que reinterpreta el ADN de Flash Flash para un contexto diferente. Es la demostración de que el espíritu de libertad y creatividad que animó a aquellas dos parejas de amigos en 1970 sigue vigente.

Información práctica para la visita #

Ambos locales se encuentran en la calle Granada del Penedès, entre los números 25 y 28, justo encima de la avenida Diagonal. La forma más cómoda de llegar es en metro, bajándose en la estación Diagonal (líneas 3 y 5). Desde allí son apenas dos minutos caminando hacia el norte.

Durante el Open House, las visitas se realizan conjuntamente y están guiadas por Ivan Pomés. Es una visita profesional que forma parte del programa Open Pro, lo que garantiza explicaciones técnicas y detalladas sobre los proyectos arquitectónicos. Los horarios varían según la edición del festival, por lo que conviene consultar la programación oficial.

Si no coincide tu visita a Barcelona con el Open House, ambos locales siguen funcionando como restaurantes. Flash Flash mantiene su carta de tortillas (actualmente 47 variedades) junto con ensaladas y otros platos. Il Giardinetto ofrece cocina de mercado con especial atención a la gastronomía italiana, respetando la temporalidad de los productos. Comer en estos locales permite experimentar los espacios en su contexto original, aunque sin las explicaciones arquitectónicas que aportan las visitas guiadas.

¿Por qué visitar Flash Flash e Il Giardinetto? #

Estos dos locales ofrecen algo que escasea en la arquitectura contemporánea: diseños que han resistido el paso del tiempo sin perder un ápice de su capacidad de sorpresa y fascinación. No son piezas de museo conservadas artificialmente, sino espacios vivos que siguen cumpliendo su función original más de cincuenta años después de su creación.

Visitarlos es entender que el diseño de interiores puede ser revolucionario sin estridencias, que la funcionalidad y la belleza no están reñidas, que crear atmósferas únicas es posible sin caer ni en la vulgaridad ni en la pedantería. Es contemplar el talento de Correa y Milá, dos de los grandes nombres de la arquitectura catalana del siglo XX, aplicado a espacios cotidianos que elevan la experiencia de comer y conversar a categoría de acontecimiento cultural.

Para cualquier persona interesada en el diseño, la arquitectura o la historia cultural de Barcelona, estos dos locales son imprescindibles. Pero incluso para quien no tenga especiales inquietudes en esos campos, la experiencia merece la pena. Hay algo profundamente satisfactorio en sentarse en un espacio perfectamente diseñado, donde cada detalle ha sido pensado para crear una atmósfera específica, donde el diseño no grita sino que susurra, donde la sofisticación no necesita ostentación.

Flash Flash e Il Giardinetto son, en última instancia, testimonios de que otra Barcelona fue posible, y de que esa Barcelona creativa, libre, sofisticada y sin pretensiones sigue latiendo en algunos rincones privilegiados de la ciudad. Dos locales que nacieron de la amistad, la ilusión y el buen gusto de unas pocas personas que se atrevieron a crear los espacios que ellos mismos querían encontrar. Y que, al hacerlo, regalaron a Barcelona dos de sus joyas del diseño más perdurables.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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