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Día 1. Rumbo a Islandia

19 agosto 2013

Día 1. Rumbo a Islandia

Cuando uno planifica un viaje a Islandia, cada detalle cuenta. Los vuelos, el alojamiento, el coche de alquiler... todo debe estar perfectamente organizado para aprovechar al máximo la experiencia.

Después de meses de investigación y planificación, finalmente llegó el día de partir hacia ese paraíso del norte europeo. La expectación y los nervios me acompañaron durante las semanas previas, imaginando los géiseres, cascadas y glaciares que pronto contemplaría con mis propios ojos.

La mochila estaba lista con ropa para todas las posibilidades climáticas que un agosto islandés pudiera depararnos. Cámara de fotos, botas impermeables, chaqueta cortavientos y, por supuesto, una actitud aventurera que no cabía en ninguna mochila pero que rebosaba en nuestro espíritu. Todo dispuesto para enfrentarnos a la naturaleza en estado puro.

El vuelo hacia la tierra de hielo y fuego #

Nuestro periplo comenzó un caluroso 19 de agosto de 2013, saliendo desde Bilbao. Embarcamos en el vuelo VY1423 con destino a Barcelona, primera etapa de nuestro viaje hacia el norte. La escala en la Ciudad Condal sería vital para reponer energías antes del tramo final hacia Reikiavik. Tras una hora de vuelo, aterrizamos en Barcelona según lo previsto a las 19:40, con el tiempo justo para ubicarnos y prepararnos para nuestro siguiente embarque.

La conexión en el aeropuerto de Barcelona fue relativamente cómoda, aunque siempre con esa tensión característica de quien no quiere perder el siguiente vuelo. A las 22:05 finalmente abordamos el VY8560, que nos llevaría directamente desde Barcelona hasta Reykjavik. Durante el trayecto hacia la capital islandesa, la emoción me impedía conciliar el sueño. A través de la ventanilla solo se apreciaba la oscuridad del cielo nocturno, pero en mi mente ya visualizaba los increíbles paisajes que nos esperaban.

El avión finalmente tocó tierra islandesa a las 00:40 de la madrugada. A pesar del cansancio acumulado, la adrenalina por haber llegado finalmente a Islandia me mantenía completamente despierto. El aeropuerto de Keflavik, aunque no especialmente grande comparado con otros aeropuertos europeos, fue nuestra primera toma de contacto con la eficiencia y sencillez nórdicas.

Primeros pasos en suelo islandés #

Una vez recogido nuestro equipaje, nos dirigimos inmediatamente a las oficinas de Geysir car rental, situadas a poca distancia del edificio principal del aeropuerto. El proceso de alquiler fue rápido y sin complicaciones, algo de agradecer especialmente cuando llegas a un país extranjero en plena madrugada.

Nuestro fiel compañero para los próximos diez días sería un modesto Hyundai Atos. A primera vista podría parecer un vehículo demasiado pequeño para la aventura que teníamos por delante, pero pronto demostraría ser exactamente lo que necesitábamos: económico, fiable y suficientemente ágil para las carreteras islandesas. Aunque no era un todoterreno, nos permitiría recorrer cómodamente la carretera del anillo, que era nuestro principal objetivo.

La sensación de libertad al tomar las llaves del coche fue indescriptible. Por fin teníamos en nuestras manos el medio que nos permitiría explorar cada rincón planificado de esta fascinante isla. Ajustamos los asientos, configuramos el GPS y nos dispusimos a realizar nuestro primer trayecto islandés: del aeropuerto a nuestro alojamiento en Keflavik.

El merecido descanso tras la jornada de viaje #

La elección del B&B Guesthouse - Bed and Breakfast Keflavik Centre como nuestro primer alojamiento fue totalmente estratégica. Ubicado en Hringbraut 92, a escasos minutos del aeropuerto, resultaba ideal para descansar unas horas tras el largo viaje y comenzar con energías renovadas nuestra verdadera aventura al día siguiente.

Cuando llegamos al establecimiento, alrededor de las 2 de la madrugada, nos recibió un ambiente acogedor y perfectamente preparado para viajeros tardíos como nosotros. La habitación, aunque sencilla, disponía de todo lo necesario para recuperar fuerzas. Las camas, sorprendentemente cómodas, nos invitaban a un descanso que nuestros cuerpos agradecieron inmensamente.

A pesar del entusiasmo por explorar y la tentación de asomarnos a la ventana buscando nuestro primer paisaje islandés, el cansancio acumulado pudo más que la curiosidad. Nos acostamos rápidamente, sabiendo que al día siguiente comenzaría realmente nuestra aventura por la tierra de los vikingos, los géiseres y las auroras boreales.

Preparando el verdadero inicio de la aventura #

Aunque técnicamente este primer día fue más bien una jornada de transición, marcó el comienzo de lo que sería una experiencia inolvidable. Mientras cerraba los ojos aquella noche, mi mente ya planificaba la ruta que seguiríamos al día siguiente. El Círculo Dorado nos esperaba con sus maravillas naturales: Geysir, Gullfoss y el Parque Nacional de Þingvellir.

Las pocas horas de sueño que conseguimos fueron profundas y reparadoras. La emoción por despertar en Islandia y comenzar finalmente a explorar este fascinante país actuó como el mejor de los despertadores. Sabía que al abrir los ojos, estaríamos oficialmente en el inicio de nuestros diez días de aventura por uno de los paisajes más espectaculares del planeta.

Aquella primera noche en suelo islandés, aunque breve, simbolizaba el punto de partida de un viaje que llevaba años esperando realizar. Un viaje que cambiaría mi perspectiva sobre la naturaleza y me conectaría con la esencia más pura del planeta. Pero esa es otra historia que merece ser contada en el siguiente capítulo de nuestro recorrido por la mítica carretera del anillo islandés.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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