Día 7. Entre fumarolas, lagos volcánicos y la majestuosa Goðafoss

La séptima jornada de nuestro viaje por Islandia fue, sin lugar a dudas, uno de esos días que quedan grabados en la memoria para siempre. Tras casi una semana recorriendo esta tierra de contrastes, el itinerario de hoy nos llevaría por algunos de los paisajes más singulares del norte de la isla: desde campos geotérmicos humeantes hasta formaciones volcánicas que parecen sacadas de otro planeta, culminando con la imponente cascada de los dioses y la encantadora ciudad de Akureyri.

Hverir - Namafjall: un paseo entre fumarolas y pozas burbujeantes #

La mañana comenzó con la visita a Hverir, también conocida como Namafjall, una zona geotérmica que te transporta inmediatamente a un escenario que parece extraterrestre. Nada más bajar del coche, el inconfundible olor a azufre te da la bienvenida. Es intenso, sí, pero uno termina acostumbrándose rápidamente mientras la vista se pierde entre las numerosas fumarolas que expulsan columnas de vapor blanco hacia el cielo.

Las pozas de barro burbujeante, en tonos grises y ocres, crean un paisaje único que hace imposible dejar de fotografiar. El contraste entre el suelo rojizo y arcilloso con el azul del cielo islandés resulta simplemente espectacular. Decidí también subir por la ruta que asciende por la montaña rojiza adyacente, un sendero que no es especialmente difícil pero que recompensa con vistas panorámicas de toda la zona geotérmica y del entorno circundante. La bajada te devuelve entre las pozas volcánicas, completando un circuito que bien merece la hora larga que llevó recorrerlo.

Stóra-Viti: el lago en el cráter junto a la central geotérmica #

No muy lejos de Hverir se encuentra Stóra-Viti, un impresionante lago que ocupa el cráter de un antiguo volcán. El color azul intenso de sus aguas contrasta dramáticamente con los bordes rojizos y negros del cráter, creando una estampa de belleza sobrecogedora. Lo que hace esta visita aún más especial es la cercanía de una central geotérmica que, periódicamente, libera grandes columnas de vapor blanco al cielo.

La primera vez que presencié una de estas liberaciones de vapor me quedé completamente fascinado. Parece una enorme chimenea industrial expulsando humo, pero en realidad es simplemente vapor de agua sin toxicidad alguna, un recordatorio constante de la inmensa energía que se esconde bajo el suelo islandés. El paseo alrededor del lago del cráter es relativamente sencillo y ofrece distintas perspectivas tanto del agua como de la central geotérmica. Dedicamos aproximadamente una hora a recorrer toda la zona y admirar este fenómeno natural e industrial que conviven en perfecta armonía.

Leirhnjúkur: caminando por un paisaje lunar #

Muy cerca de Stóra-Viti encontramos Leirhnjúkur, una extensa área de roca volcánica reciente donde el paisaje se vuelve casi lunar. Los senderos están perfectamente marcados, y los numerosos carteles nos recuerdan insistentemente la importancia de no salirse de las rutas establecidas para preservar este frágil ecosistema geológico.

Al caminar por Leirhnjúkur, uno tiene la sensación de estar explorando la superficie de otro planeta. Las rocas negras, algunas aún con un leve brillo vidrioso, se extienden hasta donde alcanza la vista, interrumpidas ocasionalmente por pequeñas fumarolas o zonas donde el suelo muestra distintas coloraciones por los minerales que contiene. La ausencia casi total de vegetación refuerza esa sensación de estar en un mundo ajeno a la Tierra. El recorrido no es especialmente largo, pero la singularidad del entorno hace que cada paso sea una experiencia fascinante que invita a la contemplación y al asombro.

Dimmuborgir: los misteriosos castillos negros #

Después de almorzar, pusimos rumbo a Dimmuborgir, conocido como los "castillos negros", un área de formaciones rocosas volcánicas verdaderamente peculiares. Estas estructuras negras, formadas hace miles de años cuando la lava se solidificó alrededor de pilares de vapor de agua, crean un laberinto natural de arcos, columnas y cuevas de aspecto casi fantasmagórico.

Las leyendas locales hablan de estos lugares como puertas al inframundo o residencia de criaturas mitológicas como elfos y trolls, y caminando entre estas formaciones no cuesta entender por qué surgieron tales historias. Los senderos están bien acondicionados y señalizados, permitiendo un recorrido cómodo por esta peculiar zona. Aunque quizás no sea el lugar más espectacular de Islandia, tiene un encanto único y misterioso que hace que la visita merezca indudablemente la pena. Dedicamos aproximadamente una hora a recorrer los diferentes senderos, deteniéndonos frecuentemente para admirar las formas caprichosas que la naturaleza ha esculpido en la roca volcánica.

Höfði: miradores sobre el lago Mývatn #

Continuando nuestro recorrido por la zona, nos dirigimos a Höfði, un pequeño cabo boscoso que se adentra en el lago Mývatn y ofrece algunas de las mejores vistas panorámicas de este hermoso cuerpo de agua. El cambio de paisaje es notable: después de pasar horas en entornos volcánicos prácticamente desprovistos de vegetación, encontrarse con un bosquecillo de abedules es casi un shock visual, un remanso de verdor que reconforta la vista.

Los senderos serpentean entre los árboles y conducen a varios miradores naturales desde donde se puede contemplar el lago en toda su extensión, con sus numerosas islas volcánicas y la silueta de montañas en la lejanía. Nos habían hablado de unas cuevas en la zona, pero a pesar de nuestros esfuerzos no conseguimos encontrarlas. No obstante, el paseo por Höfði fue un agradable interludio de tranquilidad y belleza más "convencional" antes de continuar nuestro viaje hacia una de las joyas naturales de Islandia.

Goðafoss: la majestuosa cascada de los dioses #

A media tarde llegamos a Goðafoss, cuyo nombre ya anticipa su grandiosidad: "la cascada de los dioses". La aproximación a esta catarata es toda una experiencia en sí misma. Desde el aparcamiento, se toma un sendero que bordea el río, y lo que al principio parece una modesta caída de agua va creciendo ante tus ojos conforme te acercas, hasta revelarse en toda su imponente magnitud.

El agua del río Skjálfandafljót se precipita en una caída semicircular de unos 12 metros de altura y más de 30 metros de ancho, creando un espectáculo visual y sonoro sobrecogedor. La fuerza con la que el agua golpea las rocas del fondo genera una neblina constante que, cuando el sol la atraviesa, crea fugaces arcoíris que añaden magia al paisaje. La cascada tiene además un importante valor histórico, pues según las sagas islandesas, fue aquí donde el jefe Þorgeir Ljósvetningagoði arrojó sus ídolos paganos después de que Islandia adoptara oficialmente el cristianismo en el año 1000.

Pasamos largo tiempo contemplando Goðafoss desde diferentes ángulos, tanto desde lo alto como desde la orilla inferior del río, intentando capturar con la cámara una belleza que, sinceramente, ninguna fotografía puede transmitir completamente. Sin duda, esta cascada se ganó un lugar especial en mis recuerdos de viaje.

Akureyri: un remanso de urbanidad en el norte de Islandia #

Llegamos a Akureyri, nuestro destino final del día, cuando la tarde comenzaba a declinar. Tras tantos días inmersos en la naturaleza más agreste de Islandia, encontrarse de repente en la segunda ciudad más importante del país fue casi un choque cultural. Con sus aproximadamente 20.000 habitantes, Akureyri es un núcleo urbano pequeño para estándares europeos, pero en el contexto islandés representa un oasis de urbanidad y servicios.

La ciudad se asienta al fondo de Eyjafjörður, el fiordo más largo de Islandia, y está rodeada por montañas que crean un microclima sorprendentemente benigno para estar tan cerca del Círculo Polar Ártico. Nada más llegar, nos dirigimos a uno de sus símbolos más reconocibles: la iglesia Akureyrarkirkja, diseñada por Guðjón Samúelsson, el mismo arquitecto de la famosa Hallgrímskirkja de Reikiavik. Sus líneas estilizadas y su posición elevada la convierten en un punto de referencia visible desde casi cualquier parte de la ciudad.

Después del check-in en el Akureyri H.I Hostel, una opción de alojamiento cómoda y bien ubicada en la calle Stórholt, dedicamos el resto de la tarde a pasear por el centro urbano. La calle peatonal Hafnarstræti, con sus tiendas, cafeterías y restaurantes, nos devolvió brevemente a una cierta normalidad urbana que, sorprendentemente, habíamos echado de menos.

Pero sin duda, el momento más mágico de nuestra estancia en Akureyri llegó con el atardecer. Nos acercamos al puerto para contemplar cómo la luz del sol poniente se reflejaba en las tranquilas aguas del fiordo, creando un espejo perfecto donde se duplicaban los tonos naranjas y rosados del cielo y la silueta de las montañas circundantes. Esta imagen, el reflejo perfecto del cielo en las aguas del fiordo, permanece como uno de los recuerdos más hermosos y serenos de todo el viaje por Islandia.

Reflexiones finales sobre un día inolvidable #

La séptima jornada de nuestro recorrido por Islandia resumió perfectamente lo que hace a este país tan especial: la capacidad de ofrecer, en distancias relativamente cortas, una diversidad paisajística abrumadora. De las fumarolas de Hverir al paisaje lunar de Leirhnjúkur, de la imponente Goðafoss a la apacible belleza urbana de Akureyri, cada lugar visitado aportó su propia nota distintiva a una sinfonía natural difícil de igualar.

Si estás planeando un viaje similar, mi recomendación es que no escatimes tiempo en esta zona del norte de Islandia. Cada rincón merece ser explorado con calma, permitiendo que la singularidad de sus paisajes cale hondo en tu memoria. Al final del día, mientras cenábamos en un acogedor restaurante de Akureyri, no podíamos sino sentirnos profundamente agradecidos por haber tenido la oportunidad de experimentar tanta belleza en un solo día.

Y con las luces de la ciudad reflejándose en las oscuras aguas del fiordo, nos preparamos para descansar y recargar energías. Mañana nos esperaba un nuevo día de aventuras en esta isla de hielo y fuego que, a cada paso, nos seguía sorprendiendo y enamorando.