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Día 2. Del Rossio a Alfama, descubriendo la ciudad de día

13 enero 2014

Día 2. Del Rossio a Alfama, descubriendo la ciudad de día

El lunes 13 de enero amaneció con esa luz clara y fría del invierno lisboeta que invita a caminar sin prisa. Después del reconocimiento nocturno del día anterior, era momento de adentrarse en la ciudad con la perspectiva que solo ofrece la luz del día y empezar a descubrir Lisboa más allá de las primeras impresiones.

De vuelta a la plaza del Comercio #

Decidimos comenzar la jornada regresando a la plaza del Comercio, pero esta vez con la intención de verla en toda su magnitud diurna. El contraste con la experiencia nocturna fue notable: lo que la noche anterior había sido una inmensidad iluminada y misteriosa, ahora se revelaba como un espacio perfectamente ordenado y monumental.

La luz de la mañana permitía apreciar los detalles de las arcadas que flanquean la plaza, la elegancia de la arquitectura pombalina y, sobre todo, la relación de la plaza con el río Tajo. Desde aquí se entendía perfectamente por qué Lisboa había sido durante siglos una de las puertas de Europa hacia el mundo.

El paso obligado por el Rossio formaba parte de este redescubrimiento matutino. Esta plaza, más íntima que la del Comercio pero igualmente representativa, mostraba un Lisboa más cotidiano y vivible. Los locales de siempre, el trasiego normal de una ciudad que funciona, y esa sensación de estar en un lugar donde la historia convive naturalmente con el día a día.

La plaza del Comercio La plaza del Comercio
La plaza del Comercio

Subida hacia la Sé: primeros encuentros con las cuestas lisboetas #

Desde el Rossio iniciamos el ascenso hacia la Sé, la catedral de Lisboa. Esta fue nuestra primera toma de contacto real con las famosas cuestas de la ciudad, esas pendientes que caracterizan la topografía lisboeta y que obligan a tomarse las cosas con calma.

El camino hacia la catedral serpentea por calles que van ganando altura gradualmente, ofreciendo perspectivas cambiantes de la ciudad que se extiende hacia el río. Es uno de esos recorridos que permiten comprender la estructura urbana de Lisboa: la parte baja comercial y administrativa, y las zonas altas residenciales y monumentales.

La Sé, cuando finalmente aparece ante la vista, impone con su sobriedad románica. No es la catedral más espectacular que uno pueda visitar, pero tiene esa solidez y esa presencia que hablan de siglos de historia. El interior, austero y recogido, invita más a la reflexión que al asombro, lo cual en aquel momento del viaje resultaba casi terapéutico.

La Sé, la catedral de Lisboa
La Sé, la catedral de Lisboa

Alfama: perderse en el barrio más auténtico #

Desde la catedral, el barrio de Alfama se extendía como una invitación irresistible. Este laberinto de callejuelas estrechas, escalinatas inesperadas y plazoletas escondidas representa probablemente la esencia más pura de Lisboa, la que ha sobrevivido a terremotos, reformas urbanas y el paso del tiempo.

Perderse en Alfama no es una opción, es una obligación. Las calles siguen una lógica medieval que desafía cualquier intento de orientación racional, y es precisamente en esa desorientación donde reside su encanto. Cada esquina reserva una sorpresa: un mirador improvisado, una fachada de azulejos que cuenta una historia, un restaurante diminuto que promete autenticidad.

El barrio mantenía en 2014 esa atmósfera de autenticidad que lo había caracterizado durante décadas. Ropa tendida en las ventanas, vecinos charlando en las escaleras, gatos dormitando al sol en los rincones más insospechados. Era fácil imaginar cómo debía ser la vida cotidiana en estas calles, lejos del bullicio turístico del centro.

Los miradores como respiro #

Una de las recompensas de explorar Alfama son sus miradores, esos balcones naturales que se abren inesperadamente entre las casas y ofrecen vistas panorámicas de la ciudad. Desde estos puntos elevados, Lisboa se despliega como un mapa tridimensional donde se pueden seguir las líneas del Tajo, identificar los monumentos principales y comprender la geografía urbana.

Los miradores también funcionaban como puntos de descanso necesarios. Las cuestas de Alfama pueden resultar exigentes, especialmente si uno se deja llevar por la curiosidad y decide explorar cada callejón que promete algo interesante. Sentarse en uno de estos miradores, contemplar las vistas y dejar que la ciudad se asiente en la retina es una de las experiencias más gratificantes que puede ofrecer Lisboa.

Desde las alturas de Alfama, el río Tajo adquiere protagonismo absoluto. No es solo un elemento paisajístico, sino la razón de ser de la ciudad, la explicación de su historia y la promesa de conexión con el mundo. En esos momentos de contemplación, las tensiones personales que habíamos traído en el equipaje parecían diluirse momentáneamente.

Alfama
Alfama

Reflexiones del segundo día #

Al final de la jornada, después de varias horas explorando Alfama, era evidente que Lisboa estaba cumpliendo su función de distracción beneficiosa. El ejercicio físico de subir y bajar cuestas, la estimulación visual constante y la sensación de descubrimiento habían creado una burbuja temporal donde los problemas personales quedaban momentáneamente en segundo plano.

No se trataba de una revelación ni de una transformación, sino más bien de esa tregua que a veces conceden los viajes cuando logran captar completamente la atención del viajero. Alfama había demostrado tener esa capacidad absorbente que caracteriza a los lugares auténticos, esos que no necesitan esforzarse para resultar interesantes.

Ya teníamos la certeza de que Lisboa, independientemente de las circunstancias que nos habían llevado hasta allí, tenía suficiente sustancia como para hacer que el viaje mereciera la pena. Al menos desde el punto de vista puramente viajero, la ciudad estaba cumpliendo con creces sus expectativas.

El regreso al hotel al final del día marcaba el cierre de esta primera inmersión profunda en la Lisboa más tradicional. Alfama quedaría en la memoria como uno de esos barrios que justifican por sí solos una visita a cualquier ciudad, independientemente de lo que el resto del programa pudiera ofrecer.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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