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Día 6. Cementerios, tranvías y miradores en Nochebuena

24 diciembre 2023

Día 6. Cementerios, tranvías y miradores en Nochebuena

Era 24 de diciembre y Lisboa nos recibía con una mañana tranquila, casi adormecida por la inminente celebración navideña. Sin embargo, nosotros teníamos planes para exprimir cada momento de este día tan especial.

Preparativos navideños en tierra extranjera #

Lo primero que hicimos al comenzar la jornada fue visitar un supermercado cercano. Una parada práctica pero necesaria para abastecernos de cara a Nochebuena y Navidad. La experiencia nos ha enseñado que durante estas fechas muchos establecimientos cierran sus puertas para celebrar en familia, así que mejor prevenir que lamentar. Resulta curioso observar cómo cambian los productos navideños según el país, esas pequeñas diferencias culturales que enriquecen cualquier viaje.

El Cemitério dos Prazeres: belleza entre el silencio #

Tras nuestra compra matutina, nos dirigimos al Cemitério dos Prazeres, situado muy cerca de nuestro alojamiento. Siempre hay quien me mira extrañado cuando menciono mi afición por visitar cementerios durante mis viajes, como si fuera una costumbre morbosa o extravagante. Sin embargo, estos lugares suelen esconder auténticas joyas arquitectónicas y artísticas, además de ofrecer un retrato histórico y cultural de la ciudad que los alberga.

El Cemitério dos Prazeres no defraudó en absoluto. La tranquilidad que se respiraba entre sus calles arboladas y mausoleos era casi hipnótica. Además, su ubicación elevada nos regaló unas vistas espectaculares de Lisboa que no esperábamos encontrar en un camposanto. Los panteones familiares, muchos de ellos verdaderas obras de arte, nos permitieron hacer un recorrido por la historia portuguesa a través de sus apellidos ilustres.

El Cemitério dos Prazeres El Cemitério dos Prazeres El Cemitério dos Prazeres El Cemitério dos Prazeres
El Cemitério dos Prazeres

El emblemático tranvía 28: un clásico que no decepciona #

Justo a la puerta del cementerio se encuentra la parada inicial del famoso tranvía 28, que ya habíamos utilizado en días anteriores como método de transporte desde nuestro apartamento hacia el centro. Sin embargo, esta vez queríamos hacer la ruta completa, esa que aparece en todas las guías y que, aunque suene a tópico turístico, merece muchísimo la pena.

Nos subimos al tranvía amarillo en la parada Campo Ourique (Prazeres) y comenzamos un trayecto que serpenteaba por las empinadas calles lisboetas. El recorrido completo del 28 es una auténtica clase de geografía urbana lisboeta. Desde Prazeres, el tranvía avanza por la Estrela, donde podemos ver la majestuosa basílica, y continúa por el elegante barrio de Chiado con sus tiendas y cafés históricos. Luego desciende hacia la Baixa, el centro reconstruido tras el terremoto de 1755, con sus calles rectilíneas y edificios pombalinos.

La parte más espectacular llega cuando el tranvía se adentra en el laberíntico barrio de Alfama, el más antiguo de Lisboa, con sus callejuelas estrechas donde los vehículos y peatones comparten espacio en una danza sincronizada de décadas. El tranvía asciende y serpentea por calles tan estrechas que en algunos puntos casi puedes tocar las paredes de las casas desde la ventanilla. Durante el trayecto pasamos cerca de la Catedral Sé, el Mirador de Santa Lucía y otros puntos emblemáticos hasta finalmente llegar a la Plaza Martim Moniz.

El traqueteo característico, las curvas imposibles y los estrechos callejones por los que milagrosamente pasa este vehículo centenario hacen que el viaje, que dura aproximadamente 40 minutos si no hay mucho tráfico, sea toda una experiencia en sí misma. Desde sus ventanas pudimos disfrutar de perspectivas de la ciudad que de otra manera habríamos pasado por alto. Un consejo para quien quiera disfrutar del recorrido completo: tomarlo en las paradas iniciales para conseguir asiento, especialmente durante la temporada alta, cuando suele ir bastante concurrido.

El tranvía 28
El tranvía 28

Ascensores que salvan pendientes: el Elevador Castelo #

De nuevo en la zona baja de la ciudad, decidimos aprovechar un recurso poco conocido pero extremadamente útil: los ascensores gratuitos "Elevador Castelo". Estos elevadores, que no figuran en muchas guías turísticas, nos dejaron prácticamente a las puertas del Castillo de San Jorge sin apenas esfuerzo, ahorrando el tedioso ascenso por las empinadas calles lisboetas.

El Elevador Castelo se encuentra en la Rua dos Fanqueiros, muy cerca de la Praça da Figueira y de la estación de metro Rossio. Este sistema consta de dos ascensores públicos y gratuitos que funcionan en edificios municipales y permiten salvar un importante desnivel. El primero se toma desde la Rua dos Fanqueiros hasta la Rua da Madalena, y tras un corto paseo, el segundo nos lleva desde la Rua da Madalena hasta la Costa do Castelo, dejándonos a pocos minutos a pie de la entrada del Castillo de San Jorge. Una alternativa perfecta para quienes prefieren evitar las empinadas cuestas o buscan optimizar el tiempo y las energías durante su visita a Lisboa.

Elevador Castelo Elevador Castelo
Elevador Castelo

Un paseo por las alturas de Alfama #

Aunque el Castillo de San Jorge estaba cerrado durante nuestra visita (algo que ya sabíamos), el barrio que lo rodea merece un paseo pausado. Sus callejuelas estrechas, casas encaladas y pequeños rincones llenos de encanto nos transportaron a otra época. Fuimos avanzando sin prisa, disfrutando del ambiente tranquilo que precedía a la noche festiva.

Castillo de San Jorge y alrededores Castillo de San Jorge y alrededores Castillo de San Jorge y alrededores Castillo de San Jorge y alrededores
Castillo de San Jorge y alrededores

Miradores lisboetas: la ciudad a nuestros pies #

Lisboa es conocida como la ciudad de las siete colinas, y cada una ofrece perspectivas únicas de este entramado urbano que se extiende hasta el Tajo. Nuestra ruta continuó enlazando algunos de los miradores más espectaculares de la ciudad, cada uno con su propio encanto y perspectiva.

Jardim da Graça: el balcón de la Mouraria #

Nuestro recorrido de miradores comenzó en el Jardim da Graça, también conocido como Miradouro Sophia de Mello Breyner Andresen, en honor a la famosa poetisa portuguesa. Este jardín se encuentra en lo alto del barrio de Graça, en la colina más elevada de la ciudad, lo que explica por qué las vistas desde aquí son tan impresionantes.

El mirador cuenta con un agradable jardín con bancos bajo la sombra de los árboles y una pequeña terraza-café donde se puede disfrutar de un refrigerio mientras se contempla la panorámica. Lo que hace especial a este mirador es su perspectiva única del centro histórico, con el Castillo de San Jorge en primer plano, la Baixa y el Barrio Alto extendiéndose hacia el río, y el Puente 25 de Abril a lo lejos.

La ciudad se extendía a nuestros pies como un intrincado puzzle de tejados rojizos, fachadas de colores y el azul del Tajo al fondo. Al estar algo alejado de las rutas turísticas más transitadas, pudimos disfrutar de este espacio con relativa tranquilidad incluso en época navideña.

Jardim da Graça Jardim da Graça
Jardim da Graça

Mirador de la Señora del Monte: el secreto mejor guardado #

Desde el Jardim da Graça, un corto paseo nos llevó hasta el Mirador de la Señora del Monte (Miradouro da Senhora do Monte), quizás menos conocido pero, para muchos lisboetas, el mirador con las mejores vistas de la ciudad. Se encuentra junto a la pequeña Ermita de la Señora del Monte, de ahí su nombre.

Este mirador ofrece una vista de 180 grados de Lisboa que abarca desde el Parque de las Naciones al este hasta el Puente 25 de Abril al oeste. Al estar un poco más elevado que el Jardim da Graça y ser menos frecuentado, pudimos disfrutar de una perspectiva aún más amplia y en un ambiente tranquilo.

La luz de la tarde comenzaba a cambiar, otorgando a Lisboa una tonalidad dorada que realzaba su belleza. El contraste entre los edificios históricos y las construcciones más modernas ofrece una lectura visual fascinante del desarrollo urbano de Lisboa a través de los siglos.

Una particularidad de este mirador es el panel cerámico que muestra los principales monumentos que pueden verse desde aquí, ayudando a identificar cada edificio destacado del paisaje urbano. Para los amantes de la fotografía, este mirador es un auténtico tesoro, especialmente durante la hora dorada.

Miradouro da Senhora do Monte Miradouro da Senhora do Monte Miradouro da Senhora do Monte
Miradouro da Senhora do Monte

Mirador de Portas do Sol: el corazón de Alfama #

Continuando nuestro descenso por las sinuosas calles de Alfama, llegamos al Mirador de Portas do Sol, uno de los más emblemáticos y populares de Lisboa. Su nombre, "Puertas del Sol", no podría ser más acertado, pues recibe los primeros rayos del sol de la mañana, aunque nosotros lo visitamos ya en la tarde.

Este amplio espacio abierto funciona como una terraza natural sobre el barrio de Alfama y ofrece vistas espectaculares del río Tajo, la iglesia de San Vicente de Fora y el Panteón Nacional. Lo interesante de este mirador es que te permite adentrarte visualmente en el corazón del barrio más antiguo de Lisboa, con su laberinto de callejuelas, patios y escaleras.

El mirador cuenta con una estatua de San Vicente, patrono de la ciudad, sosteniendo un barco con dos cuervos, símbolos de Lisboa. También hay una cafetería-terraza donde muchos turistas y locales disfrutan de un café o un vaso de vino mientras contemplan las vistas. Los rayos del sol de invierno creaban juegos de luces y sombras entre las casas, añadiendo un toque mágico a la escena.

Portas do Sol es también un punto de encuentro cultural, con músicos callejeros que amenizaban nuestra visita con fados y otras melodías tradicionales portuguesas, creando la banda sonora perfecta para este escenario tan especial.

Mirador de Portas do Sol Mirador de Portas do Sol Mirador de Portas do Sol Mirador de Portas do Sol
Mirador de Portas do Sol

Mirador de Santa Lucía: el romance en azulejos #

A pocos pasos de Portas do Sol se encuentra el encantador Mirador de Santa Lucía (Miradouro de Santa Luzia), quizás el más romántico de todos los que visitamos. Lo que hace único a este mirador es su estructura: un pequeño patio empedrado con una pérgola cubierta de buganvillas (aunque en diciembre no estaban en flor) y paredes decoradas con espectaculares paneles de azulejos.

Estos azulejos tradicionales portugueses representan escenas históricas: la Plaza del Comercio antes del terremoto de 1755 y la reconquista cristiana del Castillo de San Jorge a los moros. Son auténticas obras de arte que merecen ser contempladas con detenimiento.

Las vistas desde este mirador son más íntimas que las de otros, centrándose principalmente en la cúpula de la iglesia de San Esteban y en el río Tajo. La arquitectura del propio mirador, con sus columnas, arcos y bancos de azulejos, invita a detenerse y disfrutar del momento. De hecho, este es un lugar muy popular para las parejas de novios que vienen a fotografiarse en este escenario tan pintoresco.

A pesar de su proximidad a Portas do Sol, el ambiente en Santa Lucía es más recogido y tranquilo, lo que nos permitió hacer una pausa contemplativa antes de continuar nuestro descenso hacia la catedral.

 Mirador de Santa Lucía  Mirador de Santa Lucía  Mirador de Santa Lucía
Mirador de Santa Lucía

De la Sé a la puesta de sol junto al Tajo #

Nuestra ruta nos llevó hasta la Sé, la imponente catedral de Lisboa. Su fachada robusta y sus rosetones nos recordaron la importancia histórica de este templo, el más antiguo de la ciudad. Aunque no entramos en su interior, nos detuvimos unos minutos para admirar su arquitectura románica.

Desde allí, continuamos nuestro descenso hasta llegar a la majestuosa Plaza del Comercio, esa gran ventana de Lisboa al río Tajo. Nos acercamos al Muelle de las Columnas para sentir la brisa marina y contemplar la inmensidad del estuario que se abre ante la ciudad.

Con el sol comenzando a descender en el horizonte, decidimos caminar por el paseo de la costa hacia el oeste. El espectáculo de la puesta de sol sobre el agua fue uno de esos momentos mágicos que quedan grabados en la memoria. Los tonos naranjas y rojizos tiñendo el cielo y reflejándose en el Tajo mientras las gaviotas sobrevolaban la escena componían un cuadro perfecto.

La Sé de Lisboa y sus alrededores La Sé de Lisboa y sus alrededores La Sé de Lisboa y sus alrededores La Sé de Lisboa y sus alrededores
La Sé de Lisboa y sus alrededores

Un final colorido antes de Nochebuena #

Continuamos nuestro paseo un poco más y, casi por casualidad, llegamos a la famosa Pink Street (Rua Nova do Carvalho), esa calle de color rosa que ha pasado de ser una zona de prostitución a convertirse en uno de los lugares más fotografiados de Lisboa. Aprovechamos para inmortalizar este colorido rincón antes de buscar transporte hacia nuestro apartamento.

Era Nochebuena y sabíamos que el servicio de transporte público finalizaría pronto para que todos pudieran disfrutar de la festividad con sus familias. Conseguimos tomar uno de los últimos autobuses que subían hacia nuestra zona y regresamos a nuestro alojamiento, con los pies cansados pero el alma llena de imágenes y sensaciones tras una jornada perfecta en Lisboa.

Apurando el atardecer en Nochebuena Apurando el atardecer en Nochebuena Apurando el atardecer en Nochebuena Apurando el atardecer en Nochebuena Apurando el atardecer en Nochebuena Apurando el atardecer en Nochebuena Apurando el atardecer en Nochebuena Apurando el atardecer en Nochebuena
Apurando el atardecer en Nochebuena

Nochebuena lisboeta: celebrando lo nuestro #

La ciudad nos había regalado una Nochebuena diferente, llena de descubrimientos y momentos especiales. Ya en nuestro apartamento, preparamos nuestra cena improvisada con los productos que habíamos comprado por la mañana. Hay algo mágico en celebrar estas fechas tan señaladas lejos de casa, reinventando tradiciones y creando nuevos recuerdos.

En la intimidad de nuestro apartamento temporal, brindamos por el privilegio de poder compartir estos momentos viajeros. Porque si algo he aprendido después de tantos años recorriendo el mundo es que no importa tanto el lugar donde estés, sino la compañía. Y esta Nochebuena en Lisboa, aunque lejos de las celebraciones familiares tradicionales, la pasamos en la mejor compañía que podría desear.

Mientras cenábamos, comentábamos las experiencias del día, las vistas desde los miradores, los detalles arquitectónicos del cementerio, el traqueteo del tranvía 28... Pequeños momentos que, hilvanados, componen el tapiz de memorias que nos llevamos de cada viaje. Y esta Nochebuena lisboeta, sin duda, quedaría grabada como una de las más especiales.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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