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Día 1. Una llegada accidentada a Skopje

23 diciembre 2024

Día 1. Una llegada accidentada a Skopje

La aventura comienza con una carrera contra el tiempo en Frankfurt y termina con un control fronterizo digno de película

La calma antes de la tormenta: salida desde Bilbao #

El viaje a Macedonia del Norte comenzó en el aeropuerto de Bilbao el 23 de diciembre de 2024. A pesar de ser temporada navideña, el aeropuerto presentaba una inusual tranquilidad que se reflejó especialmente en nuestro vuelo. El vuelo de Lufthansa con destino a Frankfurt se convirtió en uno de los vuelos más peculiares que recuerdo en mis décadas viajando: apenas 30 o 40 pasajeros ocupábamos un avión con capacidad para más de 150 personas. La clase business viajaba completamente vacía, creando una atmósfera casi irreal.

La aerolínea, anticipándose al ajustado tiempo de conexión en Frankfurt, nos había asignado gratuitamente asientos en la fila 9, justo después de la business. Este detalle, que en principio parecía una ventaja para nuestra conexión de apenas 50 minutos, resultaría posteriormente insuficiente ante los obstáculos que nos esperaban.

Vuelo a Frankfurt prácticamente vacío
Vuelo a Frankfurt prácticamente vacío

La odisea en Frankfurt: cuando 50 minutos se convierten en una eternidad que pasa en un suspiro #

El vuelo desde Bilbao transcurrió sin incidencias e incluso aterrizamos con diez minutos de adelanto en Frankfurt, lo que nos dio un pequeño respiro. Sin embargo, la alegría duró poco. En lugar de atracar en una de las puertas de la terminal, el avión se detuvo en medio de la pista. Mi corazón dio un vuelco al ver por la ventanilla el autobús que nos esperaba: sabía que cada minuto era oro para nuestra conexión.

A pesar de ser los primeros en bajar del avión, tal como habíamos planeado, la ventaja se diluyó completamente durante el trayecto en autobús hasta la terminal. El vehículo nos dejó en la entrada de la zona A de la Terminal 1, y nuestro siguiente vuelo salía de la zona B. Lo que siguió fue una carrera contrarreloj por los interminables pasillos del aeropuerto de Frankfurt, cargando con nuestras mochilas y siguiendo las señales que parecían multiplicar las distancias.

La verdadera pesadilla nos esperaba al final del largo corredor que conecta ambas zonas: una fila kilométrica para el control de pasaportes de salida de la zona Schengen. El estómago se me encogió al ver la cantidad de personas que esperaban. Con el tiempo corriendo en nuestra contra, intenté explicarle a una de las trabajadoras nuestra situación desesperada. Su respuesta fue tajante y poco empática: no había fila express y debíamos esperar como todos los demás.

Los minutos pasaban con una lentitud exasperante mientras la fila avanzaba a paso de tortuga. Cada vez que miraba el reloj, el nudo en el estómago se apretaba más. La posibilidad de perder la conexión y quedarnos tirados en Frankfurt la noche antes de Nochebuena se hacía cada vez más real.

La carrera final hasta la puerta de embarque #

Después de lo que pareció una eternidad, pasamos el control de pasaportes y comenzamos otra carrera hasta nuestra puerta de embarque. Los pasillos de la zona no Schengen de Frankfurt se convirtieron en un laberinto que parecía no tener fin. Cuando finalmente llegamos a nuestra puerta, el embarque ya había comenzado, pero milagrosamente aún quedaba una larga fila de pasajeros esperando para entrar. Nunca una cola de embarque me había parecido tan hermosa.

Finalmente sentados en el vuelo hacia Skopje
Finalmente sentados en el vuelo hacia Skopje

Bienvenidos a Macedonia: un control fronterizo inolvidable #

El vuelo a Skopje transcurrió sin incidentes y aterrizamos puntualmente a las 22:45. El alivio de haber llegado a nuestro destino se mezcló con el cansancio acumulado de la tensión vivida en Frankfurt. El control de inmigración inicial fue sorprendentemente rápido y eficiente, lo que nos hizo pensar que lo peor había pasado. Qué equivocados estábamos.

Justo en la puerta de salida, donde normalmente solo tienes que elegir entre los carriles de "Algo que declarar" o "Nada que declarar", un funcionario nos pidió los pasaportes. Hasta aquí, nada inusual. Lo que me hizo saltar todas las alarmas fue ver cómo se alejaba con nuestros documentos, perdiéndolos de vista. En mis numerosos viajes por el mundo, incluidos países con controles estrictos como Estados Unidos o Israel, jamás había experimentado una situación similar. La sensación de vulnerabilidad al perder de vista los pasaportes fue inmediata e intensa.

Lo que siguió fue un control de equipaje que rozaba lo absurdo. Nos hicieron pasar por un área especial donde vaciaron completamente nuestras mochilas. Como viajeros experimentados que solo llevamos equipaje de mano, cada centímetro del espacio está meticulosamente organizado para que todo encaje perfectamente. Ver cómo desdoblaban cada prenda de ropa, examinaban minuciosamente cada artículo de aseo y escrutaban hasta el último ibuprofeno de nuestro botiquín básico fue una experiencia entre frustrante y desconcertante.

Los funcionarios mantenían un tono amable, eso sí, aunque su inglés era bastante limitado, lo que añadía una capa adicional de incertidumbre a la situación. Cuando finalmente terminaron la inspección, nos dejaron con todo el contenido de las mochilas desperdigado y revuelto, teniendo que reorganizar cada cosa mientras otros viajeros pasaban sin ser sometidos al mismo escrutinio.

Esta experiencia dejó un sabor amargo y una sensación de poco bienvenidos al país. Para un destino que busca desarrollar su turismo, este tipo de procedimientos resultan contraproducentes y pueden disuadir a futuros visitantes.

El último desafío de la noche: llegando al centro de Skopje #

Superado el control fronterizo, nos enfrentamos al siguiente reto: llegar al centro de Skopje. El transporte público se limitaba a un servicio de autobús con horarios muy restringidos, y el próximo no salía hasta las 2 de la madrugada, lo que significaba más de dos horas de espera.

La opción del taxi tradicional, aunque viable con su tarifa fija de 25€ hasta el centro, presentaba el inconveniente de necesitar dinares macedonios. Si bien algunos taxistas aceptan euros, no es una práctica legal y no queríamos comenzar nuestra estancia con este tipo de irregularidades. Además, cambiar dinero en el aeropuerto a esas horas no parecía la mejor opción en términos de tipo de cambio.

Tras investigar previamente varias alternativas de transporte privado, muchas de las cuales requerían pago por adelantado y tenían reseñas preocupantes sobre conductores que nunca aparecían, encontré la web taxiskopje.mk. Su propuesta de 22€, con pago en metálico y en euros y la promesa de estar esperando con un cartel con mi nombre, sonaba razonable.

Para mi alivio, Dejan, nuestro conductor, cumplió su palabra y nos esperaba en la zona de llegadas. Después de la experiencia en control de aduanas, ver un rostro amable con un cartel con mi nombre fue un verdadero alivio. El trayecto fue eficiente y profesional, y acabé entregándole 25€, el mismo precio que hubiera costado un taxi regular.

La llegada al airbnb: cuando Google Maps te abandona #

El último capítulo de esta accidentada jornada nos esperaba en nuestro alojamiento. El conductor nos dejó donde Google Maps indicaba que estaba nuestro Airbnb, pero la realidad era bien distinta. Nos encontramos en una calle oscura, con las farolas apagadas, buscando un número 13 que parecía no existir.

Nuestro conductor, Dejan, mostrando una amabilidad que agradecimos enormemente, se ofreció a llamar al número de contacto del alojamiento. Sin embargo, siendo casi medianoche y confiando en las numerosas reseñas positivas del apartamento, decidimos aventurarnos por nuestra cuenta. Nos despedimos de nuestro conductor y comenzamos una pequeña exploración nocturna por las calles de Skopje.

Después de unos minutos de incertidumbre, caminando con nuestras mochilas revueltas por calles mal iluminadas y consultando repetidamente el mapa, finalmente encontramos el alojamiento. Resultó que Google Maps, como aprenderíamos en los días siguientes, tiene una relación bastante libre con la realidad en Skopje. El apartamento estaba perfectamente ubicado y en excelentes condiciones, tal como prometían las reseñas, solo que no exactamente donde el mapa indicaba.

Esta primera jornada en Macedonia del Norte, aunque agotadora y llena de momentos tensos, nos dio una muestra de lo que nos esperaba: un destino que, a pesar de sus peculiaridades y desafíos en términos de infraestructura y procedimientos, promete experiencias únicas y memorables. Las siguientes jornadas nos demostrarían que cada momento de tensión vivido en esta llegada valdría la pena por las experiencias que nos esperaban en este fascinante país balcánico.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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