La mañana del 24 de diciembre amaneció con un cielo plomizo sobre Skopje, capital de Macedonia del Norte. El pronóstico anticipaba lluvia para todo el día, lo que nos llevó a replantear ligeramente nuestros planes iniciales.
Sin embargo, este clima típicamente invernal acabaría convirtiéndose en el escenario perfecto para descubrir los encantos más íntimos de la ciudad, esos que solo se revelan cuando te ves obligado a buscar refugio en lugares inesperados.
Los primeros retos de la mañana #
La noche anterior se había alargado hasta casi la una de la madrugada, por lo que nos permitimos el lujo de dormir un poco más de lo habitual. Cuando finalmente salimos del apartamento, nos enfrentamos al primer desafío del día: conseguir moneda local. Los dinares macedonios son imprescindibles para moverse por la ciudad, especialmente en los establecimientos más tradicionales y los pequeños comercios locales.
La búsqueda de un cajero automático se convirtió en toda una aventura. El primer intento resultó frustrante: 300 dinares de comisión nos parecieron excesivos, especialmente cuando viajábamos con una tarjeta Revolut que casi siempre nos permite sacar dinero sin comisiones. La lluvia, que comenzaba a intensificarse, nos empujó hacia el Diamond Mall, un centro comercial moderno que prometía tanto refugio como la posibilidad de encontrar cajeros más económicos.
Entre centros comerciales y primeros descubrimientos #
El Diamond Mall resultó ser la primera muestra de cómo Skopje abraza la modernidad. Sin embargo, lo más interesante fue descubrir su conexión directa con el Ramstore Shopping Center, otro centro comercial prácticamente fusionado con el primero. Esta peculiar disposición arquitectónica nos permitió explorar varias opciones de cajeros sin mojarnos, hasta que finalmente encontramos uno que cobraba 200 dinares de comisión, que fue la alternativa más barata que encontramos.
Decidimos sacar 10.500 dinares (que con la comisión se convirtieron en 10.700), una cantidad que nos parecía suficiente para ir tanteando el coste de vida en la ciudad. Esta decisión venía motivada por la incertidumbre sobre qué establecimientos aceptarían tarjetas y cuáles requerirían efectivo, algo que siempre resulta un misterio en los primeros días en una nueva ciudad.
El desayuno en una de las cafeterías del centro comercial se convirtió en nuestra primera lección sobre la economía local. Los 420 dinares (aproximadamente 6,90 euros) que pagamos por dos personas nos parecieron sorprendentemente elevados para los estándares de la ciudad. Esta experiencia nos serviría como punto de referencia para los días siguientes, cuando descubriríamos que los precios en los centros comerciales pueden llegar a duplicar o triplicar los de los establecimientos tradicionales de la calle.
Una inesperada inmersión en la historia #
Con el estómago lleno y la cartera abastecida de dinares, el Museo de la Ciudad de Skopje se presentó como la opción perfecta para resguardarnos de la persistente lluvia. Su ubicación, justo al lado de los centros comerciales, parecía una invitación del destino. Lo que en principio podría haberse interpretado como una simple parada táctica para evitar la lluvia, se convirtió en uno de los momentos más emotivos y enriquecedores de nuestra visita a Skopje.
El edificio que alberga el museo es en sí mismo un fragmento vivo de la historia de la ciudad. La antigua estación de tren, con su reloj eternamente detenido a las 5:17, marca el momento exacto en que el devastador terremoto de 1963 sacudió la ciudad. La entrada gratuita al museo nos permitió sumergirnos en una exposición profundamente conmovedora sobre este evento que transformó para siempre el rostro de Skopje.


La muestra sobre el terremoto es particularmente impactante, documentando no solo la devastación que sufrió la ciudad, sino también la extraordinaria respuesta internacional que siguió a la catástrofe. Las fotografías y documentos de la época muestran cómo la comunidad internacional se movilizó para ayudar en la reconstrucción de Skopje, un ejemplo conmovedor de solidaridad global en plena Guerra Fría.
En otra sección del museo, una curiosa colección de restos arqueológicos romanos nos recordaba que la historia de Skopje se remonta mucho más allá de sus actuales fronteras y conflictos. Estas piezas, cuidadosamente preservadas, son testimonio de la rica herencia romana de la región y de la importancia estratégica que esta ciudad ha tenido a lo largo de los siglos.
Cuando pensábamos que nuestra visita llegaba a su fin, un encuentro fortuito con uno de los guías del museo transformó por completo la experiencia. Su amabilidad y disposición para compartir aspectos menos conocidos del museo nos abrió las puertas a espacios normalmente vedados al público general.
La primera sorpresa nos aguardaba en el patio del museo, un espacio que habíamos pasado por alto inicialmente. Desde allí, pudimos contemplar una vista sobrecogedora: una sección del edificio original que se mantiene deliberadamente en ruinas, preservada como testimonio mudo de la fuerza destructiva del terremoto. Ver los elementos arquitectónicos retorcidos y la estructura expuesta crea una impresión mucho más visceral que cualquier fotografía o explicación.


El guía nos condujo después hacia uno de los espacios más singulares que he visitado: un salón de actos construido aprovechando el antiguo túnel subterráneo de acceso a las vías. La ingeniosa adaptación utiliza las escaleras originales como gradas del auditorio, mientras que el fondo tapiado del túnel sirve como pantalla y escenario. Es un ejemplo fascinante de cómo la ciudad ha sabido reinventarse y adaptarse creativamente a las circunstancias.
Una de las revelaciones más cautivadoras fue la exposición de Anastasov, un artista cuya obra desconocía por completo pero que me dejó profundamente impresionado. Las salas adicionales que visitamos, incluyendo otra galería de arte y una exposición de carteles históricos de eventos locales, ofrecían una visión caleidoscópica de la vida cultural de Skopje a través de las décadas.
Sin embargo, lo más valioso de toda la experiencia fue la conversación con nuestro guía. Su perspectiva sobre el pasado yugoslavo de Macedonia del Norte, sus reflexiones sobre los desafíos actuales en materia de sanidad y educación, y su disposición para compartir experiencias personales nos proporcionaron un entendimiento mucho más profundo de la realidad macedonia. Lo que comenzó como una visita casual a un museo se convirtió en una inmersión privilegiada en la cultura e historia de Skopje, estableciendo el tono perfecto para el resto de nuestra estancia en la ciudad.
Pausa estratégica y abastecimiento #
Tras la visita al museo, la lluvia nos dio un pequeño respiro que aprovechamos para volver al apartamento. El camino de regreso incluyó una parada estratégica en un supermercado local. La idea de abastecernos para poder preparar desayunos y algunas cenas en el apartamento no solo respondía a un criterio económico, sino también al deseo de experimentar con productos locales y adaptar nuestros horarios con mayor flexibilidad.
Esta pausa nos permitió reorganizar nuestros planes para el resto del día, mientras observábamos cómo el cielo comenzaba a mostrar tímidos signos de mejoría. La lluvia, aunque persistente, empezaba a amainar, lo que nos animó a retomar nuestra exploración de la ciudad con renovado entusiasmo.
El controvertido rostro de la nueva Skopje #
Con el cielo mostrando signos de clemencia, nos aventuramos hacia el Woman-Warrior Park, nuestra primera inmersión real en uno de los aspectos más llamativos y controvertidos de la ciudad moderna: su colección de estatuas. Este parque, con su peculiar nombre y su destacada ubicación, nos serviría como introducción al ambicioso y polémico proyecto Skopje 2014, una iniciativa gubernamental que transformó radicalmente el paisaje urbano de la capital macedonia.
El proyecto Skopje 2014, cuyo nombre hace referencia al año previsto para su finalización, representa uno de los intentos más audaces y discutidos de reinvención urbana en la Europa moderna. Con un presupuesto que se fue multiplicando con el paso de los años, el proyecto inundó literalmente la ciudad de estatuas, fuentes monumentales y edificios de estilo neoclásico. Esta transformación radical no solo cambió la apariencia física de Skopje, sino que también generó intensos debates sobre la identidad nacional, el uso de recursos públicos y la autenticidad histórica.




Un viaje al pasado socialista #
Desde el parque, nuestros pasos nos llevaron hasta el City Trade Center Skopje, un edificio que contrasta dramáticamente con las nuevas construcciones neoclásicas. Este centro comercial de estilo brutalista se alza como un testimonio del pasado socialista de la ciudad, con su característica arquitectura de hormigón crudo y sus formas geométricas pronunciadas.
El interior del edificio resulta fascinante en su decadencia. Los pasillos, parcialmente vacíos y con numerosos locales cerrados, crean una atmósfera casi post-apocalíptica. El frío que se filtra por los espacios abiertos y la iluminación tenue contribuyen a crear una experiencia desapacible. Sin embargo, hay algo cautivador en su diseño: las escaleras mecánicas dispuestas en ángulos poco convencionales, los amplios espacios abiertos y las líneas arquitectónicas audaces son un recordatorio de una época en la que el brutalismo representaba una visión optimista del futuro.





Entre monumentos y memoriales #
Al salir del centro comercial, nos encontramos frente al Arco del Triunfo de Macedonia, localmente conocido como "Porta Macedonia". Este monumento, otro producto del proyecto Skopje 2014, se alza majestuoso con sus 21 metros de altura. La estructura, revestida en mármol blanco e inspirada en el famoso Arco del Triunfo parisino, está decorada con relieves que narran momentos cruciales de la historia macedonia. A pesar de su reciente construcción (fue inaugurado en 2012), el arco intenta transmitir una sensación de antigüedad y permanencia histórica que resulta paradójicamente fascinante.


A pocos pasos del arco, nos detuvimos en un espacio significativo marcado por varios árboles conmemorativos: el lugar donde nació la Madre Teresa. La sencillez del espacio, contrastando con la grandilocuencia de los monumentos circundantes, invita a la reflexión sobre cómo un lugar aparentemente insignificante puede ser el origen de figuras que trascienden fronteras.
La grandiosa Plaza de Macedonia #
Desde allí, la Plaza de Macedonia se desplegaba ante nosotros en toda su magnificencia. El espacio es verdaderamente impresionante por su escala y ambición. En el centro, dominando todo el conjunto, se alza la colosal estatua ecuestre conocida oficialmente como "Guerrero a Caballo", aunque todo el mundo sabe que representa a Alejandro Magno. La decisión de no nombrar directamente al conquistador macedonio responde a las sensibles relaciones diplomáticas con Grecia, que durante años mantuvo un conflicto con Macedonia del Norte sobre el uso de símbolos y nombres históricos.
La estatua, que se eleva sobre una fuente monumental, alcanza los 25 metros de altura. Desafortunadamente, durante el invierno todas las fuentes de la ciudad están deshabilitadas, imagino que para evitar problemas con las heladas. El guerrero, montado sobre su caballo encabritado, parece desafiar tanto a la gravedad como a las convenciones diplomáticas internacionales. La base de la estructura está decorada con relieves que representan escenas de la antigua historia macedonia.
En estos días navideños, la plaza presentaba un aspecto especialmente festivo. Un pequeño mercado de Navidad, aunque todavía cerrado en ese momento, prometía añadir un toque de calidez centroeuropea a este espacio tan marcadamente balcánico. Las decoraciones de año nuevo creaban un contraste interesante con la solemnidad de los edificios y monumentos circundantes.






Nos acercamos al río Vardar para contemplar el histórico Puente de Piedra y los imponentes edificios neoclásicos que se alzan en la orilla opuesta. Estos edificios, también parte del proyecto Skopje 2014, creaban un telón de fondo que parecía sacado de una capital imperial del siglo XIX. Sin embargo, decidimos guardar la exploración de aquella zona para otro día, optando por continuar nuestro recorrido por las calles peatonales del lado sur de la ciudad.


Estas calles, repletas de restaurantes, cafés y, por supuesto, más estatuas, nos permitieron observar la vida cotidiana de los skopjanos. Cada estatua que encontrábamos parecía contar una historia diferente: héroes nacionales, figuras históricas, personajes folclóricos y alegorías diversas se mezclaban en un peculiar museo al aire libre que hace de Skopje una ciudad única en su género.






La casa memorial de la Madre Teresa: Entre el mito y la controversia #
Nuestra siguiente parada fue la Casa Memorial de la Madre Teresa, ubicada en el lugar donde anteriormente se encontraba la iglesia católica del Sagrado Corazón de Jesús, donde fue bautizada. El edificio moderno, inaugurado en 2009, pretende ser un homenaje a la figura más internacionalmente conocida de Skopje, aunque su diseño minimalista y contemporáneo contrasta notablemente con la arquitectura circundante.
La visita a este memorial nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre una figura tan celebrada como controvertida. Agnes Gonxha Bojaxhiu, posteriormente conocida como Madre Teresa, nació en Skopje en 1910 en una familia albanesa católica. Si bien su labor humanitaria en Calcuta le valió el Premio Nobel de la Paz en 1979 y la canonización por parte de la Iglesia Católica, un análisis más profundo de su legado revela aspectos profundamente problemáticos.
La imagen pública de la Madre Teresa, cuidadosamente construida y mantenida, contrasta dramáticamente con las prácticas documentadas en sus centros de atención. Las conversiones forzadas o coercitivas de personas moribundas, realizadas sin respeto por sus creencias originales, plantean serias cuestiones éticas. Su glorificación del sufrimiento como medio de acercamiento a Dios resulta particularmente contradictoria cuando se considera que ella misma, al enfrentar problemas de salud, optó por tratarse en los mejores hospitales de Estados Unidos, un privilegio negado a aquellos a quienes atendía en sus precarios centros en Calcuta.
Su postura sobre la pobreza, que parecía más orientada a santificarla que a combatirla, y su gestión poco transparente de las cuantiosas donaciones recibidas, son aspectos que merecen un escrutinio crítico. La disparidad entre su mensaje público de austeridad y las decisiones tomadas para su propio cuidado médico refleja una dualidad que raramente se menciona en las narrativas oficiales.




Entre lo sagrado y lo contemporáneo #
Junto al memorial, nos encontramos con la imponente obra en construcción de la Iglesia de los Santos Constantino y Elena. Este templo ortodoxo, cuya construcción se ha prolongado durante años, simboliza el renovado vigor del cristianismo ortodoxo en la Macedonia post-socialista. El edificio sigue los cánones tradicionales de la arquitectura ortodoxa bizantina, con una planta en forma de cruz griega y múltiples cúpulas en construcción. Los andamios que rodean la estructura no logran ocultar los detalles arquitectónicos que ya están terminados: arcos de medio punto, ventanas geminadas y elaborados trabajos en piedra que prometen convertir este templo en uno de los más impresionantes de la ciudad.
La ubicación del templo no es casual. Su proximidad al memorial de la Madre Teresa crea un interesante diálogo entre las diferentes expresiones del cristianismo en Skopje: el catolicismo representado por la Madre Teresa y la ortodoxia predominante en el país. La construcción de esta iglesia simboliza no solo el renovado vigor del cristianismo ortodoxo en la Macedonia contemporánea, sino también la búsqueda de una identidad nacional que encuentra en la religión uno de sus pilares fundamentales.
La joya ortodoxa de Skopje #
Continuando nuestro recorrido, llegamos a la Iglesia de San Clemente de Ohrid, una estructura que se reveló como uno de los tesoros arquitectónicos más impresionantes de Skopje. El edificio, construido siguiendo los cánones más puros de la arquitectura ortodoxa macedonia, se alza majestuoso con sus característicos volúmenes escalonados y sus cúpulas coronadas por cruces doradas que brillaban tenuemente bajo el cielo plomizo de la tarde.
La fachada del templo es un estudio en el equilibrio entre sobriedad y ornamentación. Los muros, construidos en una combinación de piedra clara y ladrillo visto, crean un patrón decorativo que remite a las mejores tradiciones de la arquitectura bizantina. Las ventanas, dispuestas en series de arcos, permiten que la luz natural penetre en el interior de forma controlada, creando ese ambiente místico tan característico de las iglesias ortodoxas.
El interior nos sobrecogió con su riqueza decorativa. El espacio se organiza siguiendo el esquema tradicional ortodoxo, con una clara división entre el nártex, la nave y el santuario. Pero es la decoración lo que verdaderamente cautiva: las paredes están completamente cubiertas por frescos que narran escenas bíblicas y vidas de santos, ejecutados con una viveza de color y un detalle que recuerdan a los grandes maestros de la pintura bizantina.




El crepúsculo de una ciudad silenciosa #
Con la tarde avanzando rápidamente - sorprende cómo la oscuridad se apodera de la ciudad apenas pasadas las cuatro - continuamos nuestro paseo urbano. El edificio de Correos se alzaba frente a nosotros como una de las joyas más representativas de la arquitectura brutalista en los Balcanes. Esta estructura monumental, diseñada por los arquitectos macedonios Janko Konstantinov y Zharko Nikolikj e inaugurada en 1974, es un ejemplo sobresaliente de cómo el brutalismo puede ser tanto imponente como elegante.


El edificio destaca por sus volúmenes geométricos audaces y su uso expresivo del hormigón visto. Las formas escultóricas de su fachada, con sus profundos entrantes y salientes, crean un juego de luces y sombras que resulta especialmente dramático bajo la luz mortecina del atardecer. Las ventanas, dispuestas en patrones rítmicos, perforan la masa de hormigón creando un contraste entre lo pesado y lo ligero, mientras que las pasarelas elevadas y los voladizos desafiantes parecen desafiar la gravedad.




La Plaza de Macedonia, ahora iluminada por las luces navideñas y la decoración de año nuevo, ofrecía un espectáculo muy diferente al de la mañana. El pequeño mercado navideño había cobrado vida, y nos permitimos un momento de indulgencia probando unos crepes calientes que nos ayudaron a combatir el frío cada vez más intenso de la tarde.
Sin embargo, lo que más nos llamó la atención fue el silencio casi sepulcral que reinaba en las calles. Para ser el centro de una capital europea, resultaba desconcertante ver las calles prácticamente desiertas a las cinco o seis de la tarde. Esta ausencia de vida nocturna, tanto de locales como de turistas, creaba una atmósfera algo melancólica que contrastaba dramáticamente con la grandilocuencia de los edificios y monumentos circundantes.






Era como si la ciudad, con todo su esplendor arquitectónico y sus ambiciosos proyectos de renovación urbana, estuviera esperando a un público que nunca llegaba. La experiencia nos dejó reflexionando sobre los contrastes de esta urbe única: entre su ambición arquitectónica y la realidad cotidiana, entre su pasado socialista y su presente capitalista, entre los grandes monumentos y las calles desiertas.
Con esta sensación agridulce, dimos un último paseo por las calles vacías antes de regresar a nuestro apartamento. La noche había caído por completo sobre Skopje, y las luces de la ciudad creaban reflejos fantasmagóricos en los charcos dejados por la lluvia, añadiendo un último toque de misterio a este día de descubrimientos inesperados.





Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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