Día 5. Pristina desde Skopje: Una aventura de un día por la capital de Kosovo
27 diciembre 2024
Si hay algo que me fascina de viajar por los Balcanes es la posibilidad de cruzar fronteras y descubrir realidades completamente diferentes en distancias sorprendentemente cortas. Durante nuestra estancia en Skopje, la idea de visitar Pristina se convirtió en una tentación irresistible. Solo 100 kilómetros separan estas dos capitales, pero el viaje nos transportó a un mundo completamente diferente.
La aventura comienza: De Skopje a Pristina #
La mañana del 27 de diciembre de 2024 comenzó temprano. El despertador sonó cuando la ciudad aún dormía, pero la emoción por visitar un nuevo país nos hizo saltar de la cama sin dudar. A las 7.45 de la mañana ya estábamos en la estación de autobuses de Skopje, donde nos esperaba uno de esos característicos minibuses balcánicos que hacen la ruta a Pristina, con salida a las 8 de la mañana. El billete, 550 dinares por persona solo ida, nos pareció un precio más que razonable para una aventura internacional.
El viaje en sí mismo ya fue toda una experiencia. Durante el trayecto, mientras el minibús serpenteaba por carreteras macedonias recogiendo más pasajeros, nos repartieron un formulario para anotar nuestros datos y número de pasaporte. El cruce de frontera, aunque rutinario, tiene ese punto de emoción que siempre me produce entrar en un nuevo país: bajar del autobús, hacer cola en la ventanilla, inspección del pasaporte y ese pequeño paseo a pie cruzando la frontera física antes de volver a subir al vehículo. Todo un ritual que, dos horas después de nuestra partida, nos dejó en Pristina.
Primeros pasos por Pristina: Sorpresas y contrastes #
Nuestro primer movimiento al llegar a la estación fue asegurar nuestro regreso, comprando los billetes para el autobús de las 6 de la tarde del mismo día. El precio, 9 euros por persona, debe pagarse en efectivo ya que no aceptan tarjetas - un detalle importante a tener en cuenta si visitas Pristina. Con los billetes de vuelta en el bolsillo, ya podíamos concentrarnos en disfrutar de la ciudad.
A continuación, mientras esquivábamos amablemente a los insistentes taxistas locales, nos topamos con la primera sorpresa del día. ¿Quién iba a imaginar que en Pristina nos encontraríamos con la Estatua de la Libertad? Bueno, en realidad una réplica coronando el Hotel Victory. No pude evitar sonreír al notar las pequeñas diferencias con la original: esa corona de rayos más planos y espaciados le da un toque único, casi como un guiño involuntario a la capacidad de Kosovo de adaptar símbolos universales a su propia identidad.
De camino hacia el centro de la ciudad, el paseo por el Bulevardi Dëshmorët e Kombit nos permitió sentirnos parte de la vida local. Las tiendas de conveniencia, los comercios de electrónica y el ritmo pausado de la gente nos mostraban una ciudad muy diferente a la Skopje que habíamos dejado atrás apenas unas horas antes.




La Catedral Madre Teresa: Un faro de luz y modernidad #
Después de un agradable paseo llegamos a uno de los edificios que más curiosidad me despertaba: la Catedral Madre Teresa. Como amante de la arquitectura contemporánea, este edificio me cautivó desde el primer momento. Inaugurada en 2017 después de una década de construcción, la catedral se alza como un símbolo de la Pristina moderna, fusionando de manera magistral la tradición religiosa con un diseño absolutamente contemporáneo.
Lo que más me impresionó fueron sus dos torres gemelas de 70 metros que parecen alcanzar el cielo. Los detalles geométricos de la fachada me recordaron a los motivos tradicionales albaneses, aunque reinterpretados de una manera completamente actual. El interior es un festival de luz natural que entra a raudales por los enormes ventanales, creando un ambiente que invita a la contemplación y la paz.




Cuando ya nos disponíamos a marcharnos, un encuentro fortuito con uno de los cuidadores nos llevó a una experiencia inesperada. Por 1,5 euros por persona nos ofreció subir a la torre en ascensor. Aunque el procedimiento fue bastante informal (el dinero fue directamente a su bolsillo sin mediar ticket), la experiencia resultó ser uno de los momentos más memorables del día. Las vistas de Pristina desde lo alto son sencillamente espectaculares y nos ayudaron a orientarnos para el resto de nuestra visita.




A la salida de la catedral nos encontramos con la estatua de Ibrahim Rugova, el primer presidente de Kosovo y figura clave en la lucha pacífica por la independencia. Su presencia aquí, con su característica bufanda, recuerda el papel fundamental que tuvo en la construcción de la identidad nacional kosovar a través de la resistencia no violenta.
La Biblioteca Nacional: Un edificio que desafía la imaginación #
Si tuviera que elegir el edificio más sorprendente que he visto en los Balcanes, la Biblioteca Nacional de Kosovo sin duda estaría entre los finalistas. Es una de esas construcciones que te dejan sin palabras, aunque no necesariamente por su belleza convencional. El edificio, obra del arquitecto croata Andrija Mutnjaković, es un ejercicio de originalidad que desafía cualquier categorización sencilla.
Las 99 cúpulas que coronan el edificio, cada una cubierta por una peculiar red metálica, crean un efecto visual único. Algunos ven en ellas una referencia a los tradicionales plis albaneses (esos característicos gorros blancos), otros encuentran ecos de la arquitectura otomana. Lo que es indudable es que nadie queda indiferente ante su presencia.
El interior del edificio, al que se puede acceder gratuitamente, es toda una sorpresa. A diferencia de lo que se podría esperar viendo su exterior algo severo, los espacios interiores son increíblemente luminosos. El atrio central, bañado por la luz que se filtra a través de las cúpulas acristaladas, crea unos efectos de luz fascinantes. Las salas de lectura, distribuidas en diferentes niveles, son espacios acogedores que invitan al estudio y la reflexión.
Mi única crítica sería el estado de los ventanales. La suciedad acumulada en los cristales es evidente, aunque entiendo perfectamente el desafío que debe suponer su limpieza dada la compleja estructura del edificio. A pesar de este pequeño detalle, la biblioteca alberga verdaderos tesoros, incluyendo una importante colección de manuscritos otomanos y obras relacionadas con el movimiento nacional albanés.






La Iglesia de Cristo Salvador: Una belleza melancólica #
Junto a la biblioteca nos encontramos con una imagen que me impactó profundamente: la Iglesia de Cristo Salvador. El edificio, en evidente estado de abandono, tiene una belleza melancólica que se acentuaba aún más con la ligera capa de nieve que cubría sus alrededores. Los perros callejeros que han hecho de ella su hogar añaden una nota de vida a este testimonio silencioso de la compleja historia de Kosovo.
Ver la iglesia ortodoxa serbia abandonada junto a la imponente biblioteca crea un contraste que resume perfectamente la compleja realidad de esta región. Es un recordatorio tangible de cómo los conflictos del pasado reciente han dejado su huella en el paisaje urbano de Pristina.



Heroinas y símbolos de libertad: El Memorial HEROINES #
Uno de los monumentos más conmovedores de Pristina es el Memorial HEROINES. Este impresionante conjunto escultórico, inaugurado en 2015, rinde homenaje a las mujeres que sufrieron violencia sexual durante la guerra de Kosovo. La obra, creada por el artista Ilir Blakçori, consiste en una esfera de bronce sobre la que se proyecta la silueta de una mujer. Es un memorial sobrecogedor que invita a la reflexión sobre uno de los aspectos más dolorosos del conflicto.
NEWBORN: Un símbolo de identidad y renacimiento #
Continuando nuestro recorrido llegamos al ya icónico monumento NEWBORN, uno de los símbolos más fotografiados de Pristina. Estas letras gigantes, instaladas el día que Kosovo declaró su independencia en 2008, se han convertido en un símbolo de la nueva identidad del país. Lo fascinante de este monumento es que cada año se repinta con un diseño diferente, reflejando temas relevantes para la sociedad kosovar. Es como un lienzo urbano que va contando, año tras año, la evolución y las preocupaciones de este joven país.


Una ciudad en transformación #
La zona alrededor del monumento NEWBORN nos ofreció una perspectiva única de la ciudad. Subimos a la terraza de un centro comercial cercano, desde donde pudimos contemplar el estadio de fútbol y el llamativo edificio Pallati i Rinisë dhe Sporteve (Palacio de la Juventud y los Deportes). Esta ubicación privilegiada nos permitió tener una vista panorámica de una ciudad en plena metamorfosis.




Nuestro paseo nos llevó después hacia el Boulevard Bill Clinton, y fue durante este trayecto cuando Pristina nos mostró su cara más contradictoria y fascinante. La ciudad se encuentra en medio de una transformación urbana radical, donde el pasado y el futuro conviven en un contraste casi surrealista. Enormes rascacielos de cristal y acero se alzan junto a pequeñas casas tradicionales de una planta y antiguos talleres que parecen resistirse al paso del tiempo.
Esta dualidad arquitectónica es probablemente el reflejo más visible de la rápida evolución que está experimentando la sociedad kosovar. En cuestión de metros, pasábamos de modernas urbanizaciones con aires de capital europea a zonas que parecían congeladas en el tiempo. Es difícil no preguntarse cuánto tiempo sobrevivirán estos vestigios del pasado ante el imparable avance de la modernidad. La sensación es agridulce: por un lado, el progreso es palpable y prometedor; por otro, no pude evitar sentir cierta nostalgia anticipada por esos rincones auténticos que probablemente desaparecerán en los próximos años.




Bill Clinton Boulevard: Un homenaje al apoyo estadounidense #
Llegar a la estatua de Bill Clinton es uno de esos momentos que te hacen reflexionar sobre la historia reciente de Kosovo. La figura de bronce de tres metros de altura, que representa al expresidente estadounidense saludando con la mano levantada, no es un mero capricho decorativo. Su presencia en Pristina simboliza el profundo agradecimiento del pueblo kosovar hacia Estados Unidos, y especialmente hacia Clinton, por su papel decisivo durante la guerra de Kosovo en 1999. Fue bajo su mandato cuando la OTAN intervino para detener la limpieza étnica que estaba ocurriendo en la región, una intervención que los kosovares consideran fundamental para su posterior independencia.
El Boulevard que lleva su nombre es probablemente la arteria comercial más vibrante que he visto en los Balcanes. Después de nuestra experiencia del día anterior en Skopje, donde el centro histórico languidece por el éxodo comercial hacia los centros comerciales periféricos, Pristina nos sorprendió gratamente con su vitalidad urbana. El bullicio de la gente, las tiendas repletas, los cafés y restaurantes llenos de vida... Todo transmite una energía que me recordó a las grandes capitales europeas.


Boulevard Madre Teresa: El corazón peatonal de Pristina #
Desde la Catedral nos dirigimos al Boulevard Madre Teresa, una de las joyas urbanas de Pristina. Esta amplia avenida peatonal, que se extiende por más de un kilómetro en el corazón de la ciudad, es mucho más que una simple calle comercial: es el verdadero centro de la vida social de Pristina. La vía, que recibió su actual nombre tras la independencia de Kosovo, ha sido testigo de la transformación de la ciudad y representa perfectamente la mezcla entre tradición y modernidad que caracteriza a la capital kosovar.
El boulevard, engalanado con una espectacular decoración navideña durante nuestra visita, desprende una vitalidad contagiosa. Los edificios de diferentes épocas que flanquean la calle cuentan la historia de la ciudad: desde construcciones de la época yugoslava hasta modernos edificios comerciales. Las terrazas de los cafés, llenas de gente a pesar del frío invernal, dan fe de la fuerte cultura del café que pervive en la ciudad.
Aprovechamos para hacer una parada para comer en uno de los muchos locales que salpican la calle. Nos decidimos por una hamburguesa de pollo casera con patatas fritas que resultó ser toda una sorpresa: deliciosa y abundante por tan solo 3,30 euros. Este tipo de experiencias gastronómicas te hacen darte cuenta de que Pristina, a pesar de su rápida modernización, mantiene unos precios muy asequibles para el visitante europeo.
Es fascinante ver cómo la ciudad ha homenajeado a dos de sus grandes referentes -Madre Teresa por su origen albanés y Skanderbeg como héroe nacional- a través de sus estatuas y monumentos. La figura de Skanderbeg, el héroe medieval que lideró la resistencia contra el Imperio Otomano, se alza imponente al final del boulevard, recordándonos la profunda conexión histórica entre Kosovo y Albania.






Un mercado navideño que sorprende #
Una de las mayores sorpresas de nuestra visita fue el mercado navideño junto a la Catedral Madre Teresa. No esperaba encontrar en Pristina un mercado navideño que pudiera competir con los que he visitado en Alemania o Bélgica, pero la realidad superó todas mis expectativas. La extensión del mercado, la calidad de los productos en venta y, sobre todo, el ambiente festivo creado por las luces y decoraciones navideñas, creaban una atmósfera mágica que invitaba a quedarse.




El regreso a Skopje #
Pristina es una ciudad que merece ser descubierta sin prisas, permitiendo que cada rincón nos cuente su historia. Esta excursión de un día desde Skopje nos permitió apenas rascar la superficie, pero fue suficiente para despertar en mí el deseo de volver y seguir explorando este fascinante país balcánico. Una ciudad que, con sus contrastes y particularidades, representa perfectamente la complejidad y la riqueza cultural de esta región europea que tanto me apasiona.
Cuando el reloj marcaba las cinco de la tarde, emprendimos el camino de regreso a la estación de autobuses. El viaje de vuelta, tan tranquilo como el de ida, nos dio tiempo para reflexionar sobre todo lo que habíamos visto. Pristina nos había sorprendido gratamente: una ciudad que mira al futuro sin complejos, que abraza la modernidad mientras mantiene su identidad, y que rebosa de una vitalidad que resulta contagiosa. El minibús nos dejó en Skopje sobre las ocho de la noche, con la sensación de haber vivido una jornada intensa y enriquecedora, de esas que justifican por sí solas cualquier viaje.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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