El sexto día de nuestro viaje a Macedonia del Norte comenzó con uno de esos momentos que todo viajero anhela: despertar y encontrarse con un día perfecto. Desde la ventana de nuestro apartamento, el monte Vodno se alzaba majestuoso bajo un cielo completamente despejado, una visión que nos cautivó desde el primer momento y nos hizo cambiar los planes que teníamos para ese día. Era imposible resistirse a la llamada de la montaña en estas condiciones.
El viaje hacia las alturas #
La aventura comenzó en la estación central de autobuses de Skopje, donde tomamos el autobús número 25. Un consejo importante para futuros viajeros: las frecuencias de este autobús son bastante limitadas, así que es fundamental consultar los horarios con antelación para no perder medio día esperando. El trayecto transcurre por zonas residenciales de Skopje hasta llegar a la base del teleférico, ofreciendo una interesante perspectiva de la vida cotidiana en los barrios más alejados del centro.
La experiencia del teleférico: entre la tierra y el cielo #
Al llegar a la estación del teleférico, nos encontramos con una cola considerable. Era sábado y parecía que medio Skopje había tenido la misma idea que nosotros. Sin embargo, el ambiente era tan agradable y el entorno tan hermoso que la espera se convirtió en parte de la experiencia. Aprovechamos para observar cómo las familias locales se preparaban para su día en la montaña, algunas incluso con trineos bajo el brazo, lo que nos dio la primera pista de lo que nos esperaba arriba.
Una pequeña decepción fue descubrir que el pase semanal de autobús no incluía el teleférico, como había leído en algunas guías. Pero con un precio de 100 dinares por el viaje de ida y vuelta (menos de 2 euros), no supuso ningún drama para nuestro presupuesto.
Un ascenso lleno de sorpresas #
El viaje en teleférico, que dura entre 10 y 12 minutos, fue una experiencia fascinante a pesar de los cristales sucios de la cabina. Conforme ganábamos altura, la cantidad de nieve que veíamos fue aumentando progresivamente. Lo que desde la ciudad parecía una fina capa blanca en la cumbre, se fue transformando en un auténtico paisaje invernal. Recuerdo perfectamente el momento en que nos miramos con una mezcla de emoción y preocupación: no estábamos precisamente equipados para una excursión en la nieve. Con nuestro equipaje de mano, las botas más robustas que llevábamos eran unas deportivas urbanas, pero ¿qué es viajar sin un poco de aventura?


La Cruz del Milenio: un coloso en las alturas #
La Cruz del Milenio domina el paisaje desde sus impresionantes 66 metros de altura. Esta estructura metálica, inaugurada en 2002, es mucho más imponente de lo que parece desde la ciudad. Su estructura está compuesta por 33 metros de base y otros 33 metros de cruz, números que tienen un significado especial en la tradición cristiana, ya que representan la edad de Cristo. Por la noche, la cruz se ilumina y se convierte en un faro visible desde prácticamente cualquier punto de Skopje.
Junto a la cruz, destaca la torre de comunicaciones en construcción, un proyecto ambicioso que pretende mejorar las infraestructuras de telecomunicaciones de la región. Aunque la obra aún no está finalizada, ya se puede apreciar que será otro elemento distintivo en el perfil de la montaña. Personalmente, considero que la ubicación de esta torre tan cerca de la cruz resulta poco acertada, ya que resta protagonismo y simbolismo al monumento religioso que durante años ha sido el único elemento icónico de la cumbre.


Un día en la nieve improvisado #
La cantidad de nieve en la cumbre superaba todas nuestras expectativas, alcanzando fácilmente la altura de la rodilla en las zonas menos transitadas. Pero lejos de ser un impedimento, esta situación inesperada se convirtió en uno de los momentos más memorables del viaje. Nos adaptamos a las circunstancias, manteniéndonos en los senderos más pisados y disfrutando del espectáculo invernal que nos rodeaba.
El área de la cumbre está sorprendentemente bien acondicionada. Además del bar principal junto a la cruz, descubrimos varios senderos que conducen a zonas de descanso cubiertas, equipadas con bancos y mesas de picnic. Estas áreas techadas ofrecen un refugio perfecto para recuperar fuerzas y contemplar el paisaje protegidos del frío.






Una atmósfera especial #
Lo que más me impresionó fue el ambiente que se respiraba en la cumbre. Las familias con niños disfrutaban de la nieve de una manera ordenada y respetuosa. Los pequeños se deslizaban en trineos, construían muñecos de nieve y jugaban sin el habitual alboroto que uno esperaría en un espacio público con tanta gente. Era como si la majestuosidad del entorno invitara naturalmente al respeto y la tranquilidad.
Pasamos más de tres horas explorando diferentes senderos y rincones, haciendo paradas estratégicas para contemplar las vistas de Skopje y los montes circundantes. La claridad del día nos permitía ver hasta los confines del valle donde se asienta la ciudad. Como colofón, nos permitimos el placer de un chocolate caliente en el bar (90 dinares cada uno), observando cómo el sol comenzaba su descenso y cambiaba la luz sobre el manto blanco.




El regreso a la ciudad #
Sobre las tres de la tarde nos unimos a la cola para el descenso. A pesar de ser considerablemente larga, el paisaje seguía siendo tan espectacular que hacía la espera mucho más llevadera. El personal del teleférico agilizó el proceso llenando las cabinas a su máxima capacidad, por lo que compartimos el descenso con otros cuatro viajeros, a diferencia del viaje de subida que lo hicimos solos.
Esta visita al monte Vodno, aunque improvisada en cuanto al equipamiento, resultó ser uno de esos momentos perfectos que solo el viaje puede proporcionar. A veces, las mejores experiencias surgen cuando nos adaptamos a las circunstancias y nos dejamos sorprender por lo que el destino nos ofrece. Sin duda, es una excursión que recomiendo a cualquiera que visite Skopje, independientemente de la estación del año o del equipaje que lleve consigo.
De vuelta en Skopje, nuestro primer objetivo fue llegar al apartamento para entrar en calor y reponer energías. Después de descansar un rato, decidimos aprovechar que era sábado para dar un paseo por el centro de la ciudad, con la esperanza de encontrar un ambiente más animado que durante la semana. Efectivamente, la Plaza de Macedonia mostraba más vida que en días anteriores, aunque sin llegar a estar especialmente concurrida. Tras un agradable paseo por el centro, regresamos al apartamento.






Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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