El 3 de enero de 2023 marcó el final de nuestra aventura madrileña, un viaje que, aunque breve, nos permitió explorar diferentes facetas de la capital española durante la temporada navideña. Las maletas ya preparadas y los recuerdos guardados en la memoria, tocaba despedirnos de una ciudad que nunca duerme y que siempre tiene algo que ofrecer a quienes la visitan.
La mañana de despedida #
Las últimas horas en un destino siempre tienen ese sabor agridulce. Dedicamos parte de la mañana a dejar en perfecto estado el piso de mi hermano, que tan generosamente nos había acogido durante las cinco noches anteriores. Esa sensación de recoger, ordenar y cerrar maletas marca inevitablemente el fin de las vacaciones, pero también invita a la reflexión sobre todo lo vivido.
El apartamento, ubicado en la zona de Almendrales, nos había brindado un refugio perfecto para descansar tras nuestras intensas jornadas explorando la ciudad. Un lugar acogedor que, por unos días, habíamos convertido en nuestro hogar temporal en Madrid.
Almendrales: Madrid más allá del turismo #
Con algo de tiempo por delante antes de nuestra partida, decidimos dar un último paseo por el barrio de Almendrales. Siempre he pensado que para conocer realmente una ciudad hay que alejarse de las rutas turísticas más trilladas y adentrarse en sus barrios residenciales, donde late el corazón auténtico de sus habitantes.
Almendrales nos ofreció una perspectiva completamente diferente a la de las zonas céntricas que habíamos visitado los días anteriores. Aquí no había aglomeraciones de turistas fotografiando monumentos, sino vecinos haciendo sus compras cotidianas, pequeños comercios de toda la vida y bares donde los camareros conocen por su nombre a los clientes habituales.
Este paseo matutino nos permitió tomar el pulso a esa otra Madrid, la que no aparece en las guías turísticas pero que constituye la esencia real de la ciudad. Observar el ritmo pausado de un barrio residencial, escuchar las conversaciones de sus vecinos y sentir la vibración auténtica de la vida local completó nuestra experiencia madrileña de una manera que ninguna visita a un museo o monumento podría haber logrado.
El regreso a casa #
A las cuatro de la tarde, puntual como suele ser, nuestro autobús partió de la estación con destino a Bilbao. El trayecto, que duró aproximadamente cinco horas, nos dio tiempo para descansar y procesar todas las experiencias vividas durante nuestra estancia en la capital. Llegamos a nuestra ciudad poco antes de las nueve de la noche, con esa mezcla de cansancio y satisfacción que caracteriza el final de un buen viaje.
El regreso a casa siempre tiene ese componente reconfortante, volver a lo conocido, a nuestros espacios y rutinas. Pero también trae consigo la nostalgia de las experiencias dejadas atrás y el deseo, quizás, de haber podido extender un poco más nuestra estancia.
Balance de seis días en Madrid #
Es evidente que seis días apenas son suficientes para arañar la superficie de una ciudad tan inmensa y llena de vida como Madrid, especialmente en fechas festivas y con los días cortos del invierno. La capital española es un destino que requiere tiempo, varias visitas quizás, para poder apreciarlo en toda su dimensión.
Sin embargo, el viaje resultó plenamente satisfactorio por diferentes motivos. Por un lado, tuve la oportunidad de reencontrarme con viejos amigos que hacía tiempo que no veía, revitalizando lazos de amistad que, a pesar de la distancia, siguen manteniéndose fuertes.
También pude descubrir rincones de Madrid que en anteriores visitas se me habían escapado, como la inmensa Casa de Campo, un auténtico pulmón verde que ofrece un respiro necesario al bullicio urbano. Estos nuevos descubrimientos me confirmaron que Madrid es una ciudad inagotable, siempre con algo nuevo que ofrecer incluso a quienes creemos conocerla bien.
Pero quizás lo más gratificante fue compartir la experiencia con mi pareja, que visitaba la capital por primera vez. Ver Madrid a través de sus ojos me permitió redescubrir la ciudad desde una perspectiva fresca y novedosa.
Madrid: luces y sombras de la capital #
La impresión de mi pareja tras este primer contacto con Madrid fue algo ambivalente. La gran cantidad de gente, incrementada por las fechas navideñas, jugó en contra de la experiencia, presentándonos una ciudad incluso más caótica de lo que Madrid ya es por sí misma en condiciones normales.
Y es cierto que Madrid no es, quizás, la ciudad española con mejor estética de postal. No tiene la elegancia modernista de Barcelona, ni el encanto medieval de Toledo, ni la armoniosa belleza blanca de Sevilla. Madrid es una ciudad compleja, a veces contradictoria, con contrastes urbanísticos que pueden resultar desconcertantes para el visitante primerizo.
Sin embargo, lo que conquista de Madrid no es su apariencia, sino su espíritu. Es una ciudad cosmopolita, vibrante, con una oferta cultural difícilmente igualable. Una metrópolis que nunca duerme, donde siempre hay algo que hacer, algo que ver, algo que experimentar. Sus museos de prestigio mundial, su gastronomía que recoge influencias de todas las regiones españolas, sus parques, su vida nocturna y, sobre todo, la energía de sus gentes, conforman un conjunto que, aunque caótico, resulta tremendamente atractivo.
Conclusiones de un viaje #
Madrid es, sin duda, una ciudad en la que personalmente no me gustaría vivir. Su ritmo acelerado, sus multitudes y su caos urbano no encajan con mi estilo de vida. Pero también es una ciudad a la que sé que volveré, atraído por su magnetismo cultural y social, por esa capacidad que tiene de reinventarse continuamente sin perder su esencia castiza.
Este viaje ha sido una nueva oportunidad de acercarme a la capital, de entenderla un poco mejor, de descubrir nuevas facetas que en anteriores visitas habían pasado desapercibidas. Y aunque seis días sean insuficientes para conocer a fondo Madrid, han sido suficientes para saber que, en algún momento futuro, volveré a perderme en sus calles, a disfrutar de sus museos y a saborear sus tapas en alguna terraza.
Porque así es Madrid: una ciudad que no se entrega en la primera cita, que requiere tiempo y paciencia para ser apreciada en su justa medida, pero que, una vez que logras conectar con ella, te atrapa irremediablemente en su trepidante ritmo vital.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
Descubre Bilbao
Bienvenido a mi Bilbao, una ciudad que reinventa su pasado industrial en un presente lleno de arte, sabor y sorpresas. Aquí encontrarás rutas, paseos y eventos tanto de Bilbao como de sus alrededores