El 2 de enero de 2023 decidimos dedicarlo a conocer esa parte de Madrid que muestra su lado más moderno y, a la vez, su esencia más señorial. Un paseo por el Paseo de la Castellana nos permitió descubrir contrastes arquitectónicos, vida urbana y algunos de los iconos más representativos de la capital española.
El inicio de la jornada en las Torres KIO #
Comenzamos nuestro recorrido en lo que oficialmente se conoce como Puerta de Europa, aunque para quienes llevamos años visitando Madrid, siempre serán las Torres KIO. Estos dos rascacielos inclinados, inaugurados en 1996, constituyen una de las estampas más reconocibles del skyline madrileño.
Con sus 114 metros de altura y una inclinación de 15 grados, estas torres gemelas se miran la una a la otra como si de un diálogo arquitectónico se tratase. Son el símbolo perfecto de ese Madrid que mira hacia el futuro sin perder su esencia. La luz matinal les daba un aspecto especialmente fotogénico, creando reflejos en sus fachadas de cristal que cambiaban con cada paso que dábamos.


Descendiendo por La Castellana: Un museo de arquitectura al aire libre #
El Paseo de la Castellana es mucho más que una arteria principal de Madrid; es un auténtico libro abierto de la evolución arquitectónica de la ciudad. A medida que descendíamos por esta gran avenida, pudimos apreciar edificios de diferentes épocas y estilos que cuentan la historia de una capital en constante transformación.
Desde las construcciones más vanguardistas hasta los edificios clasicistas, cada fachada nos transportaba a momentos distintos de la historia de Madrid. Especialmente llamativo resultó el contraste entre las sedes corporativas de diseño contemporáneo y algunos palacetes reconvertidos que han sabido mantener su elegancia original.
Un mercado navideño inesperado #
Una de las sorpresas más agradables del día fue descubrir el mercado navideño que El Corte Inglés había instalado en el parking de su centro comercial en Castellana. A pesar de que ya habíamos pasado las fechas más señaladas de la Navidad, el mercado mantenía todo su encanto.
Los puestos, decorados con luces y motivos festivos, ofrecían desde artesanía tradicional hasta productos gourmet. El aroma de las castañas asadas y el chocolate caliente se mezclaba con melodías navideñas, creando una atmósfera acogedora que invitaba a detenerse. Aprovechamos para adquirir algunos recuerdos y disfrutar de un tentempié que nos dio energías para continuar nuestro recorrido.


Ciencia y cultura en pleno corazón urbano #
Continuando nuestro paseo, pasamos por delante del Museo Nacional de Ciencias Naturales, un edificio con una interesante historia que se remonta a la época de Carlos III. Aunque en esta ocasión no pudimos visitarlo por dentro, su fachada neoclásica ya merece una pausa en el recorrido.
En este viaje habíamos decidido priorizar el Madrid exterior, dejando para otra visita la inmersión en sus magníficos museos. Una decisión que, si bien nos privó de contemplar algunas obras maestras, nos permitió cubrir más terreno y sentir el pulso de la ciudad en su día a día.
La majestuosidad de la Plaza de Colón #
Al llegar a la Plaza de Colón, uno no puede evitar sentirse impresionado por la monumentalidad del espacio. Presidida por el monumento a Cristóbal Colón, esta plaza representa ese Madrid más grandilocuente que buscábamos descubrir en esta jornada.
La bandera española de dimensiones colosales que ondea en el centro de la plaza es todo un símbolo nacional. Sus 294 metros cuadrados de tela se mueven con elegancia incluso en los días de menos viento, ofreciendo una imagen de gran fuerza visual que no deja indiferente a ningún visitante.
Aprovechamos para observar también los jardines del Descubrimiento y la Biblioteca Nacional que se encuentra muy cerca, edificio de gran belleza que alberga uno de los patrimonios bibliográficos más importantes del país.




El triángulo del arte: Un vistazo exterior #
Nuestro paseo nos llevó después hacia lo que se conoce como el Triángulo del Arte madrileño. Aunque en esta ocasión decidimos no entrar en ninguno de los museos, sí que dedicamos tiempo a admirar las fachadas del Museo del Prado y del Reina Sofía.
El Museo del Prado, con su arquitectura neoclásica diseñada por Juan de Villanueva, impone respeto incluso desde el exterior. Por su parte, el edificio principal del Reina Sofía, antiguo Hospital General de Madrid, nos muestra cómo la ciudad ha sabido reutilizar sus espacios históricos para darles nuevos usos culturales.
Mientras paseábamos por los alrededores, no podíamos evitar pensar en las obras maestras que descansaban tras esos muros: los Velázquez, Goya, Picasso y tantos otros artistas cuyas creaciones tendrán que esperar a una próxima visita.




Atocha: Un jardín botánico en una estación de tren #
El broche final de nuestro recorrido fue la Estación de Atocha, un espacio que siempre sorprende a quien lo visita por primera vez. Lo que en su origen fue una simple estación ferroviaria se ha convertido en un lugar único donde naturaleza y arquitectura industrial conviven en perfecta armonía.
Su impresionante jardín tropical interior, con más de 7.000 plantas de 400 especies diferentes, crea un oasis verde en pleno centro urbano. Las palmeras y otras especies exóticas se elevan hacia la cubierta metálica, mientras pequeñas tortugas nadan en los estanques. Es un espacio que invita a la calma en medio del trasiego propio de una estación.
Para nosotros, este "bosque interior" representó el perfecto contraste con el Madrid monumental que habíamos estado descubriendo durante todo el día. La ciudad sabe combinar lo grandilocuente con espacios que respiran vida.




El regreso nocturno: Madrid iluminado #
Al salir de Atocha ya había caído la noche sobre Madrid. Las luces urbanas habían transformado la ciudad, ofreciéndonos una perspectiva completamente diferente a la que habíamos disfrutado durante el día. Los edificios que horas antes admirábamos por su arquitectura, ahora brillaban con iluminaciones que resaltaban sus elementos más característicos.
El camino de regreso a nuestro apartamento lo hicimos con esa agradable sensación de haber aprovechado intensamente la jornada. Madrid tiene esa capacidad de mostrarse diferente en cada visita, incluso para quienes creemos conocerla bien.
Este quinto día de nuestro viaje nos permitió conectar con ese Madrid más institucional y monumental, ese que aparece en las postales pero que esconde también rincones sorprendentes. Una jornada que completó perfectamente nuestra visión caleidoscópica de una ciudad que nunca deja de reinventarse y que siempre merece una nueva visita.



Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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