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Día 4. Entre el arte de Vigeland y la cultura noruega

08 agosto 2018

Día 4. Entre el arte de Vigeland y la cultura noruega

La última jornada de un viaje siempre tiene ese sabor agridulce entre la satisfacción de lo vivido y la melancolía del regreso. Sin embargo, Oslo guardaba aún dos tesoros por descubrir en aquella mañana de agosto: el fascinante Parque Frogner y la imponente Biblioteca Nacional de Noruega.

El Parque Frogner: Un amanecer entre esculturas #

El pronóstico meteorológico anunciaba lluvia para el mediodía, por lo que decidimos madrugar para aprovechar las primeras horas de la mañana en el Parque Frogner. Tras dejar nuestro equipaje en la consigna del hotel, nos dirigimos hacia este espacio verde que alberga la obra maestra de Gustav Vigeland.

El Parque Frogner, también conocido como Parque Vigeland, es mucho más que un simple jardín urbano. Sus 32 hectáreas constituyen el mayor parque escultórico del mundo creado por un solo artista. La distribución de las esculturas no es casual: Vigeland concibió el espacio como un viaje simbólico a través de la vida humana.

El recorrido comienza con el puente principal, donde las figuras de bronce representan las diferentes etapas de la vida. A medida que avanzamos, cada conjunto escultórico va cobrando un significado más profundo, creando una narrativa que culmina en el impresionante Monolito. Esta columna de 17 metros de altura, esculpida en un único bloque de granito, representa la lucha del ser humano por alcanzar lo divino, con 121 figuras entrelazadas que ascienden hacia el cielo.

El parque Frogner es espectacular El parque Frogner es espectacular El parque Frogner es espectacular El parque Frogner es espectacular
El parque Frogner es espectacular

La lluvia como telón de fondo #

Mientras contemplábamos las últimas esculturas del conjunto, la lluvia pronosticada comenzó a caer sobre Oslo. El agua resbalando por las figuras de granito añadía un elemento dramático adicional a la ya de por sí impactante obra de Vigeland. Las gotas de lluvia parecían lágrimas sobre los rostros esculpidos, dotando a cada pieza de una nueva dimensión emocional.

Si no hubiera sido por la lluvia seguramente hubiéramos alargado más tiempo nuestra visita Si no hubiera sido por la lluvia seguramente hubiéramos alargado más tiempo nuestra visita Si no hubiera sido por la lluvia seguramente hubiéramos alargado más tiempo nuestra visita Si no hubiera sido por la lluvia seguramente hubiéramos alargado más tiempo nuestra visita
Si no hubiera sido por la lluvia seguramente hubiéramos alargado más tiempo nuestra visita

La Biblioteca Nacional: Un refugio de cultura #

Buscando resguardarnos de la lluvia, nos dirigimos a nuestro siguiente destino: la Biblioteca Nacional de Noruega. Este edificio, que data de 1913, es mucho más que un repositorio de libros. Es el guardián de la memoria cultural noruega, albergando desde manuscritos medievales hasta grabaciones digitales contemporáneas.

El edificio, de estilo neoclásico, impresiona tanto por su arquitectura exterior como por sus espacios interiores. Las salas de lectura, con sus techos altos y ventanales que filtran la luz natural, invitan a la contemplación y el estudio. La biblioteca conserva una copia de cada libro publicado en Noruega, constituyendo un verdadero tesoro del patrimonio cultural del país.

Visitar una biblioteca es casi como un acto religioso, y la Biblioteca Nacional no defrauda Visitar una biblioteca es casi como un acto religioso, y la Biblioteca Nacional no defrauda Visitar una biblioteca es casi como un acto religioso, y la Biblioteca Nacional no defrauda Visitar una biblioteca es casi como un acto religioso, y la Biblioteca Nacional no defrauda
Visitar una biblioteca es casi como un acto religioso, y la Biblioteca Nacional no defrauda

El regreso a casa #

Tras un almuerzo ligero, regresamos al hotel para recoger nuestro equipaje. El trayecto hacia el aeropuerto de Oslo-Gardermoen transcurrió sin incidentes en uno de los eficientes trenes noruegos. Norwegian Airlines nos llevó de vuelta a Bilbao en un vuelo directo que despegó puntualmente a las 16:30.

Mientras el avión sobrevolaba Europa, no pude evitar reflexionar sobre cómo Oslo combina magistralmente la preservación de su patrimonio cultural con una modernidad envidiable. La ciudad había superado mis expectativas, especialmente en este último día donde el arte de Vigeland y el templo del conocimiento que es la Biblioteca Nacional nos habían ofrecido una despedida perfecta.

El aterrizaje en Bilbao, cerca de las 21:00 horas, marcó el final de esta aventura nórdica. Oslo quedaba atrás, pero sus recuerdos, especialmente aquellas figuras de granito emergiendo bajo la lluvia, permanecerían grabados en mi memoria para siempre.

Plaza de la estación de tren central de Oslo
Plaza de la estación de tren central de Oslo
Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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