Nuestro segundo día en Roma durante el viaje de mayo de 2024 fue una jornada llena de contrastes. La Ciudad Eterna, con su mezcla de historia antigua y vida moderna, ofrece una experiencia única, aunque no siempre fácil de digerir.
El Coliseo: Impresionante, pero abrumador #
Iniciamos el día en el icónico Coliseo, con entradas que incluían acceso a "la arena". Este anfiteatro, inaugurado en el año 80 d.C., es sin duda una obra maestra de la ingeniería romana. Con capacidad para más de 50,000 espectadores, sus ruinas aún impresionan por su escala y complejidad arquitectónica.
La estructura, originalmente revestida de mármol travertino, ahora muestra su esqueleto de travertino, toba y ladrillos. Los arcos y bóvedas que sostienen las gradas son un testimonio del dominio romano de estas técnicas constructivas. La arena, ahora parcialmente reconstruida, permite imaginar el escenario de los famosos espectáculos de gladiadores y luchas con animales.
Sin embargo, la experiencia de visita dista mucho de ser ideal. La cantidad de gente es abrumadora, haciendo que por momentos te sientas más en una manifestación que en un monumento histórico. El ruido constante y las largas filas para acceder a ciertos puntos dificultan la apreciación del lugar. Aunque estar en la arena donde una vez lucharon gladiadores es impactante, la sensación general es de cierta frustración por no poder disfrutar plenamente del espacio.
Foro Romano y Monte Palatino: Un laberinto de historia #
Utilizando la misma entrada del Coliseo, nos adentramos en el vasto complejo del Foro Romano y el Monte Palatino. Esta zona, que fue el centro de la vida pública romana durante siglos, es un verdadero laberinto de ruinas que se extiende sobre una gran superficie.
El Foro Romano, originalmente un pantano que los romanos drenaron en el siglo VII a.C., se convirtió en el corazón político, religioso y comercial de la antigua Roma. Caminamos entre los restos de edificios emblemáticos:
- La Basílica Julia, con sus extensos cimientos que permiten imaginar su antiguo esplendor como sede de tribunales.
- El Templo de Saturno, con sus imponentes columnas aún en pie, recordatorio del dios de la agricultura y el tiempo.
- La Vía Sacra, la calle principal del Foro, pavimentada con grandes losas de piedra gastadas por siglos de uso.
- El Arco de Tito, conmemorando la victoria romana sobre Jerusalén en el año 70 d.C.
En el Monte Palatino, una de las siete colinas de Roma, exploramos los vestigios de los palacios imperiales. Las ruinas de la Casa de Augusto y la Casa de Livia ofrecen glimpses de la opulencia en la que vivían los emperadores, con restos de frescos aún visibles en algunas paredes.
La vastedad del lugar es impresionante, pero también agotadora. Después de horas de caminar entre ruinas, es fácil sentirse saturado. La falta de sombra y lugares para sentarse hace que la visita sea físicamente exigente, especialmente en un día caluroso. Aunque cada piedra cuenta una historia fascinante, la ausencia de una narrativa clara o una ruta bien definida puede hacer que la experiencia sea confusa para quienes no son expertos en historia romana.
Monumento a Vittorio Emanuele II: Un contraste moderno #
Nuestra siguiente parada fue el imponente Monumento a Vittorio Emanuele II, localmente apodado "La máquina de escribir" o "La tarta de bodas" debido a su apariencia. Construido entre 1885 y 1935, este edificio de mármol blanco destaca - para bien o para mal - en el paisaje romano.
Lo mejor de la visita fue sin duda subir hasta la terraza superior, desde donde se disfrutan vistas panorámicas de Roma. El acceso gratuito a esta terraza es un punto a favor, ofreciendo una perspectiva única de la ciudad que ayuda a orientarse después de horas entre ruinas.
Un recorrido por el centro histórico #
Nuestro itinerario continuó por varios puntos de interés en el corazón de Roma:
- La Piazza Venezia, bulliciosa y llena de tráfico, marca la transición entre la Roma antigua y la moderna. Dominada por el monumental Vittoriano, esta plaza es un nodo de tráfico que puede resultar caótico. El Palazzo Venezia, que da nombre a la plaza, fue sede de la embajada veneciana y más tarde residencia de Mussolini.
- La Piazza del Campidoglio, diseñada por Miguel Ángel, ofrece un respiro de elegancia renacentista. Situada en la cima de la colina Capitolina, esta plaza trapezoidal es un ejemplo magistral de planificación urbana del Renacimiento. La estrella de doce puntas en el pavimento y la estatua ecuestre de Marco Aurelio (una réplica, el original está en el museo) son sus elementos más distintivos.
- El Pórtico de Octavia, construido en el siglo II a.C. y reconstruido por Augusto, era la entrada monumental al complejo que incluía los templos de Júpiter y Juno. Hoy, sus ruinas se encuentran en el corazón del antiguo gueto judío, ofreciendo un contraste fascinante entre la Roma imperial y la historia judía de la ciudad.
- La Gran Sinagoga de Roma, construida entre 1901 y 1904, es un símbolo de la resistencia y persistencia de la comunidad judía romana. Su estilo ecléctico, con influencias asirias e italianas, la hace única. El edificio cuadrado con su cúpula característica se destaca en el skyline de Roma.
- El Teatro de Marcelo, a menudo pasado por alto, es un interesante precursor del Coliseo. Inaugurado en el 12 a.C., este anfiteatro podía albergar hasta 20,000 espectadores. Lo curioso es que su parte superior fue convertida en un palacio renacentista en el siglo XVI, creando un extraño híbrido arquitectónico que ilustra perfectamente cómo Roma ha construido sobre su propio pasado.
Cruzamos el histórico Puente Fabricio hacia la Isla Tiberina. Este puente, construido en el 62 a.C., es el más antiguo de Roma que aún está en uso. La Isla Tiberina, con su forma de barco, ha sido durante siglos un lugar de curación, albergando hospitales desde la época romana hasta la actualidad.
La Bocca della Verità: Un final anticlimático y su leyenda #
Nuestro día concluyó en la Bocca della Verità (Boca de la Verdad). Lamentablemente, ya estaba cerrada cuando llegamos, así que solo pudimos verla a través de la verja. Esta antigua máscara de mármol, probablemente parte de una fuente romana o una tapa de alcantarilla, se encuentra en el pórtico de la iglesia de Santa Maria in Cosmedin.
La leyenda asociada a la Bocca della Verità es fascinante y se remonta a la Edad Media. Se dice que si una persona miente mientras tiene su mano dentro de la boca de la máscara, ésta se cerrará, cercenando la mano del mentiroso. Esta historia ha dado lugar a una tradición turística en la que los visitantes ponen su mano en la boca de la máscara para probar su honestidad.
Una anécdota popular cuenta que un marido celoso acusó a su esposa de infidelidad y la llevó ante la Bocca della Verità para que probara su inocencia. La astuta mujer ideó un plan: pidió a su amante que se disfrazara de loco y la abrazara en público justo antes de la prueba. Cuando llegó el momento, ella juró que ningún hombre la había tocado excepto su marido y aquel loco. Así, dijo la verdad técnicamente, engañando a la Bocca y salvando su mano.
Aunque no pudimos participar en esta tradición debido al horario, ver la máscara a través de la verja fue suficiente para apreciar cómo una simple pieza de mármol se ha convertido en una atracción turística gracias al poder de la leyenda y la imaginación popular.
Agotados física y mentalmente, regresamos a nuestro Airbnb. Roma, con su mezcla de maravillas históricas y caos moderno, ofrece una experiencia intensa pero no siempre placentera. La ciudad tiene un encanto innegable, pero también desafíos que pueden hacer que la visita sea menos idílica de lo que uno podría esperar.
Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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