Esta ha sido mi tercera visita a Sevilla, y puedo afirmar con rotundidad que la he disfrutado con la misma intensidad que si hubiera sido la primera. Hay ciudades que agotas en una visita, otras que requieren dos para profundizar, pero luego están esas escasas urbes que parecen inagotables, que siempre tienen algo nuevo que ofrecer, un rincón por descubrir, una perspectiva diferente que admirar. Sevilla pertenece indudablemente a esta última categoría.
Mi experiencia sevillana ha sido rica y variada: la primera vez vine con un grupo de amigos, centrándonos principalmente en la Expo '92 y en la vida nocturna; la segunda fue en solitario, más reflexiva y enfocada en perderme por callejuelas y descubrir rincones menos concurridos; y ahora, en pareja, he podido combinar ambas aproximaciones, revisitando lugares emblemáticos que merecen repetición y explorando otros nuevos.
Una ciudad de contrastes y capas #
Si algo define a Sevilla es su capacidad para combinar contrastes en perfecta armonía. Es una ciudad donde lo antiguo y lo moderno, lo sagrado y lo profano, lo monumental y lo cotidiano, conviven sin fricciones, creando un conjunto urbano único.
La huella romana en Itálica, el abundante legado islámico, el esplendor gótico de la Reconquista, la exuberancia barroca, el romanticismo decimonónico y las atrevidas propuestas contemporáneas conforman un palimpsesto arquitectónico y cultural que se despliega ante el visitante como un libro de historia vivo.
Pero Sevilla no es solo su patrimonio construido. Es también sus tradiciones, algunas milenarias, otras reimaginadas y actualizadas. Es su gastronomía, que combina lo profundamente arraigado con influencias internacionales. Es su gente, con esa particular forma de entender la vida que caracteriza a los sevillanos, a medio camino entre la devoción por lo propio y la curiosidad por lo ajeno. Es, en definitiva, una ciudad de múltiples capas que se van revelando poco a poco al visitante atento.
Lo que más nos impresionó #
Si tuviera que destacar los momentos más memorables de este viaje, me resultaría difícil elegir, pero sin duda entre ellos estarían la visita a Itálica, con esa sensación de viajar dos mil años atrás en el tiempo; la subida a la Giralda, con sus vistas incomparables sobre el entramado urbano; el recorrido por el Palacio de San Telmo, una joya poco conocida que merece mucha más atención; y ese peculiar incidente en las murallas de la Macarena, que añadió una nota de aventura inesperada a nuestra estancia.
Para mi pareja, que visitaba Sevilla por primera vez, el impacto fue aún mayor. Su escepticismo inicial sobre cambiar un destino internacional por uno nacional se transformó rápidamente en asombro y luego en entusiasmo. Particulamente le impresionaron la magnitud y riqueza de la Catedral, la belleza casi onírica de la Plaza de España (incluso con las limitaciones de las obras de mantenimiento), y la vitalidad del barrio de Triana, con su mercado y su ambiente auténtico.
Consejos para futuros viajeros #
Para aquellos que estén planificando una visita a Sevilla, me atrevería a ofrecer algunos consejos basados en nuestra experiencia:
- La ubicación del alojamiento es crucial. El centro histórico de Sevilla es muy caminable, y hospedarse en él permite aprovechar al máximo el tiempo y empaparse del ambiente local. En nuestro caso, los Apartamentos Los Angeles en la calle San Eloy resultaron una elección inmejorable.
- No hay que temer perderse. Aunque los grandes monumentos son imprescindibles, Sevilla se disfruta especialmente cuando te desvías de las rutas más trilladas y te adentras en callejuelas aparentemente anodinas que a menudo esconden tesoros inesperados.
- Vale la pena investigar opciones como el Horario BIC Gratuito, que permite visitar importantes monumentos sin coste alguno en determinados días y horarios. Igualmente, conviene reservar con antelación las visitas a los lugares más demandados, como la Catedral o el Alcázar, para evitar colas innecesarias.
- No hay que obsesionarse con ver absolutamente todo. Sevilla es una ciudad para disfrutar también de sus ritmos, de sus terrazas, de sus atardeceres. Intercalar visitas culturales con momentos de simple observación o descanso permite una experiencia más completa y menos agotadora.
- Y finalmente, hay que estar abierto a lo inesperado. Algunos de nuestros momentos más memorables surgieron espontáneamente, sin planificación previa, simplemente dejándonos llevar por el flujo de la ciudad.
Una promesa de retorno #
Esta tercera visita a Sevilla ha reforzado mi convicción de que es una de las grandes ciudades europeas, con poco o nada que envidiar a destinos internacionales más renombrados. Su combinación de patrimonio histórico, oferta cultural, gastronomía, clima y carácter la convierten en un destino de primer nivel mundial.
Y aunque cada visita me ha permitido conocer nuevos aspectos de la ciudad, soy consciente de que aún quedan muchos tesoros por descubrir. Porque Sevilla, como todas las grandes ciudades, no se agota nunca. Cambia, se transforma, ofrece nuevas perspectivas según la época del año, las circunstancias personales o simplemente el paso del tiempo. Y en ese cambio constante reside precisamente su encanto eterno.
Hasta pronto, Sevilla. Volveremos a encontrarnos, y será como si nunca nos hubiéramos separado.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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