Conclusiones del viaje a Shanghai
Entre contrastes y descubrimientos: lo que Shanghai me enseñó
Han pasado algunas semanas desde mi regreso de Shanghai, y el tiempo ha permitido que los recuerdos se asienten y que las experiencias vividas tomen su verdadera perspectiva. Es momento de hacer un balance final de lo que fue, sin duda, uno de los viajes más transformadores que he experimentado.
Shanghai vs Hong Kong: el veredicto #
La comparación era inevitable. Había llegado a Shanghai con Hong Kong como referencia, esa ciudad que me había fascinado profundamente un año antes y que ostentaba en mi imaginario el título de "ciudad más alucinante del planeta".
Después de ocho días intensos en Shanghai, debo admitir que Hong Kong mantiene ese título especial en mi corazón. Pero Shanghai no ha competido por el mismo premio; ha creado su propia categoría. Donde Hong Kong es refinado, Shanghai es auténtico. Donde Hong Kong es cosmopolita, Shanghai es genuinamente chino. Donde Hong Kong es una ventana al mundo, Shanghai es una ventana al alma de China.
Shanghai me gustó mucho, pero de una manera diferente a Hong Kong. Es más china, más visceral, más contrastante. En Shanghai se respira China de verdad: vi chinos en una barriada desplumando una gallina junto al río, y diez minutos más tarde estaba caminando por la futurista Century Avenue. Esos contrastes son absolutamente alucinantes y le dan a la ciudad una personalidad única que Hong Kong, por toda su belleza, no posee.
Los contrastes que definen a Shanghai #
Los contrastes han sido la constante de mi viaje a Shanghai, y probablemente lo que mejor define el carácter de esta metrópoli extraordinaria:
- Entre lo milenario y lo futurista: Desde la serenidad del jardín Yuyuan, con sus 400 años de historia, hasta los miradores del World Financial Center que te permiten flotar a 500 metros de altura sobre la ciudad. Desde los templos tradicionales hasta los rascacielos que parecen salidos de Blade Runner.
- Entre lo global y lo local: Desde los centros comerciales más modernos del mundo hasta los mercados subterráneos donde el regateo es un arte y la paciencia una virtud. Desde las marcas internacionales de lujo hasta las imitaciones artesanales hechas con sorprendente calidad.
- Entre lo ordenado y lo caótico: Desde la organización impecable de la Expo 2010 hasta el tráfico absolutamente anárquico de las calles. Desde la puntualidad del Maglev hasta las colas interminables para entrar en algunos pabellones.
- Entre lo familiar y lo exótico: Desde encontrar un pabellón de mi propia ciudad en el otro extremo del mundo hasta sentirme como un espécimen raro cuando diez personas me miraban fijamente en el metro sin parpadear.
Las lecciones culturales #
Shanghai me ha enseñado mucho sobre las diferencias culturales y sobre la importancia de mantener la mente abierta cuando se viaja:
- La barrera del idioma: En Hong Kong había podido manejarme relativamente bien con el inglés. En Shanghai, muy poca gente lo habla, lo que creó situaciones frustrantes pero también divertidas y auténticas. Aprendí que a veces los gestos y las sonrisas comunican más que mil palabras.
- Los conceptos de cortesía diferentes: Lo que desde una perspectiva europea podría parecer maleducación —empujar en el autobús, no formar colas ordenadas, escupir en espacios públicos— es simplemente una forma diferente de entender los espacios comunes y la interacción social. No mejor ni peor, simplemente diferente.
- La curiosidad mutua: Si yo era un turista fascinado por ellos, ellos eran locales fascinados por mí. Las fotos que me sacaban sin pedir permiso, las miradas fijas en el metro, las peticiones para fotografiarse conmigo... todo eso me hizo entender que el intercambio cultural funciona en ambas direcciones.
- La hospitalidad inesperada: Desde la directora del pabellón de Bilbao que me hizo sentir como un invitado de honor hasta los vendedores del mercado que, a pesar de la insistencia comercial, siempre mantenían la sonrisa y la amabilidad.
La experiencia de la Expo 2010: testigo de la historia #
Haber participado en la Expo 2010 me convirtió en testigo de un momento histórico. No solo por ser la exposición universal más grande y visitada de la historia, sino por lo que representaba para China: su declaración oficial de entrada en el club de las superpotencias mundiales.
La diversidad de propuestas arquitectónicas, desde la "Catedral de Semillas" británica hasta el bebé Miguelín español, desde el "Balancity" alemán hasta la pirámide roja china, era un catálogo de creatividad humana y visiones sobre el futuro urbano.
Pero lo más especial fue ese encuentro inesperado con el pabellón de Bilbao. Encontrar un pedacito de mi ciudad natal en Shanghai, y ser recibido como huésped de honor por la directora del pabellón, fue uno de esos momentos que convierten un viaje en una experiencia inolvidable. Ese gesto de hospitalidad espontánea resume lo mejor del intercambio cultural.
Shanghai como laboratorio del futuro #
Shanghai en 2010 es un laboratorio del futuro urbano. El Maglev es solo la punta del iceberg tecnológico. Los rascacielos que crecen a velocidad vertiginosa, la infraestructura de metro que se expande constantemente, los puentes y túneles que conectan ambos lados del río... todo parece estar en construcción permanente.
La ciudad me ha mostrado que el futuro no es algo que llega gradualmente, sino algo que se puede construir deliberadamente si se tienen la visión, los recursos y la determinación. Shanghai ha decidido ser futurista, y lo está logrando.
Los recuerdos imborrables #
Algunos momentos quedarán grabados para siempre:
- Las noches iluminadas del Bund, con los rascacielos convertidos en pantallas gigantes de neón
- La experiencia vertiginosa del suelo de cristal en el World Financial Center
- La lluvia torrencial que me obligó a refugiarme en el museo y descubrir el mercado subterráneo
- Las pagodas del jardín Yuyuan sirviendo de refugio durante los chubascos
- El encuentro emocionante con la directora del pabellón de Bilbao
- La sensación de volar sin despegar en el tren Maglev
- Los intentos de regateo en el mercado, aprendiendo que la paciencia y la sonrisa son las mejores herramientas
El impacto duradero #
Shanghai ha ampliado mi perspectiva sobre el mundo de maneras que aún estoy descubriendo. Me ha mostrado que hay formas diferentes de vivir, de organizarse socialmente, de entender el espacio urbano. Me ha enseñado que la modernidad puede tomar formas muy distintas según el contexto cultural.
El viaje también me ha despertado la curiosidad por explorar más de China. Shanghai ha sido solo una ventana, pero qué ventana tan fascinante. Las ganas de conocer Beijing, Xi'an, las regiones más tradicionales, se han multiplicado.
Mirando hacia adelante #
Mientras escribo estas líneas finales, la maqueta de Bilbao que estaba en el pabellón de la Expo probablemente ya esté instalada en algún lugar de nuestra ciudad, como me había prometido la directora. Tengo muchas ganas de volver a verla y recordar ese momento especial en Shanghai.
Este viaje ha sido algo más que turismo. Ha sido educación, ha sido apertura mental, ha sido crecimiento personal. Ha sido la confirmación de que viajar —viajar de verdad, con curiosidad y respeto— sigue siendo una de las mejores formas de entender el mundo y de entenderse a uno mismo.
谢谢上海 (Xièxiè Shànghǎi) - Gracias, Shanghai.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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