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Día 13. Explorando Orchard Road y despidiéndome de la ciudad

26 enero 2018

Día 13. Explorando Orchard Road y despidiéndome de la ciudad

Los últimos días de un viaje siempre tienen ese sabor agridulce. Por un lado, la tristeza de abandonar un destino que nos ha cautivado durante casi dos semanas y, por otro, la satisfacción de haber exprimido al máximo cada experiencia. Así me sentía yo en mi decimotercer y último día en Singapur, una ciudad que había logrado sorprenderme a cada paso con su perfecta combinación de tradición y modernidad.

Un último día sin planes: dejándome llevar por la intuición #

Aunque mi vuelo no salía hasta las 11 de la noche, no había planificado nada específico para este último día. A veces, las mejores experiencias surgen cuando nos dejamos llevar por lo que nos apetece en cada momento, sin la presión de un itinerario establecido.

Realicé el checkout del hostel antes de la hora límite, pero con la amabilidad característica de los singapurenses, me ofrecieron quedarme en las zonas comunes todo el tiempo que quisiera. Un detalle que agradecí enormemente fue que me dieran la opción de dejar mi mochila durante el día e incluso poder ducharme antes de recogerla para dirigirme al aeropuerto. Quien haya visitado Singapur sabe que el calor y la humedad son constantes compañeros de viaje, y poder refrescarse antes de un vuelo largo es casi un lujo.

Tras organizar la mochila y resolver algunos asuntos laborales pendientes a través del correo electrónico, decidí aprovechar las horas que me quedaban para revisitar la famosa Orchard Road, una zona que había conocido brevemente durante mi primer día en la ciudad.

El centro comercial ION Orchard en Orchard Road
El centro comercial ION Orchard en Orchard Road

Redescubriendo Orchard Road: más allá de la superficie #

Mi intención principal era visitar el mirador ION Sky, ubicado en los pisos 55 y 56 del centro comercial ION Orchard, a una impresionante altura de 218 metros sobre el nivel del suelo. Este observatorio ofrece unas vistas panorámicas de 360 grados de Singapur, permitiendo contemplar desde los rascacielos del distrito financiero hasta los jardines botánicos, e incluso, en días despejados, divisar las costas de Malasia e Indonesia. Durante mi primera visita se encontraba cerrado por problemas técnicos y, lamentablemente, el destino quiso que continuara sin poder acceder a él, ya que seguía clausurado.

Sin embargo, este contratiempo me llevó a tomar una decisión que resultó ser uno de los mejores momentos del día: explorar Emerald Hill Road en profundidad. Durante mi primera visita, me había quedado en la entrada de esta calle, asumiendo erróneamente que no habría nada interesante más allá. Esta vez, decidí recorrerla en su totalidad, y fue todo un acierto.

Emerald Hill Road reveló ser un microcosmos fascinante de la arquitectura colonial peranakan, con sus características casas shophouse perfectamente conservadas y pintadas en vivos colores. A diferencia del bullicio comercial de Orchard Road, esta área residencial ofrece un remanso de tranquilidad y una valiosa muestra del patrimonio histórico de Singapur. Paseando por sus calles adoquinadas, rodeado de esta arquitectura tan característica y sus detalles ornamentales, pude apreciar una faceta completamente diferente y mucho más auténtica de la ciudad, alejada de los rascacielos y centros comerciales.

Redescubriendo Emerald Hill Road Redescubriendo Emerald Hill Road Redescubriendo Emerald Hill Road Redescubriendo Emerald Hill Road
Redescubriendo Emerald Hill Road

Un pequeño desvío por Chinatown: regateo y últimas compras #

Después de mi paseo por Orchard Road y al darme cuenta de que aún me quedaban unos pocos dólares singapurenses, decidí hacer una última visita a Chinatown. Me parecía una pena regresar a casa con moneda local sin utilizar, y Chinatown ofrecía la oportunidad perfecta para hacer alguna última compra a buen precio.

Recorriendo sus coloridas calles, encontré una bolsa para mi portátil que me pareció perfecta. Al momento de negociar el precio, utilicé la clásica técnica del "es todo el dinero que me queda" para regatear. La vendedora china insistía en que podía pagar con tarjeta un precio más elevado, pero me mantuve firme en mi postura de que solo estaba dispuesto a gastar el efectivo que me quedaba. Tras un intercambio de miradas y un silencio estratégico por mi parte, finalmente accedió. Estas pequeñas victorias en el arte del regateo siempre dejan una satisfacción especial, sobre todo en el último día de viaje.

Aproveché también para disfrutar de mi última comida en Singapur en uno de los puestos locales de Chinatown, saboreando los contrastes y fusiones que caracterizan la gastronomía singapurense, una perfecta metáfora de la propia ciudad.

Con el estómago satisfecho, la nueva bolsa para mi portátil, y la mente llena de recuerdos, regresé a mi hostel para ducharme y recoger mi mochila. El trayecto hacia el aeropuerto fue un momento perfecto para reflexionar sobre todo lo vivido durante estos trece días intensos.

El aeropuerto Changi: expectativas y realidad #

Había leído en numerosas ocasiones que el aeropuerto de Singapur, Changi, es considerado uno de los más impresionantes del mundo, por lo que decidí llegar con bastante antelación para explorarlo como una atracción turística más.

A pesar de tratarse efectivamente de un aeropuerto grande y moderno, debo confesar que no encontré nada que me llamara especialmente la atención o que justificara su fama mundial. Quizás mis expectativas eran demasiado altas, o tal vez algunas de sus atracciones más destacadas se encontraban en terminales que no pude visitar.

El tiempo de espera transcurrió con tranquilidad, preparándome mentalmente para el largo vuelo de 14 horas que me llevaría hasta Londres. Afortunadamente, el trayecto se desarrolló sin incidentes, permitiéndome descansar y comenzar a asimilar todas las experiencias vividas en este fascinante país-ciudad.

Haciendo tiempo en el aeropuerto Changi
Haciendo tiempo en el aeropuerto Changi

Reflexiones finales sobre mi experiencia en Singapur #

Aunque este último día fue relativamente tranquilo comparado con los anteriores, me permitió despedirme de Singapur a mi ritmo, redescubriendo lugares y encontrando pequeños tesoros ocultos que había pasado por alto inicialmente.

Singapur es una ciudad de contrastes, donde la ultramodernidad convive en perfecta armonía con tradiciones ancestrales, donde rascacielos futuristas se alzan junto a templos centenarios. Es un lugar donde diferentes culturas, religiones y gastronomías se entrelazan creando una identidad única y fascinante.

Tras trece días explorando sus calles, barrios y atracciones, me llevo no solo miles de fotografías, sino también la sensación de haber comprendido un poco mejor esta peculiar ciudad-estado que ha sabido reinventarse y posicionarse como uno de los destinos más interesantes del sudeste asiático.

Y así, mientras el avión despegaba dejando atrás las luces de Singapur, ya sabía que este no era un adiós definitivo, sino un "hasta pronto". Porque hay destinos que, una vez visitados, siempre permanecen en nuestra lista de lugares a los que regresar.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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