Enero de 2018 ha marcado en mi calendario de viajes una de las experiencias más fascinantes que he tenido la oportunidad de vivir. Doce días completos en Singapur, una ciudad-estado que para muchos viajeros es apenas una escala de dos o tres días, se convirtieron en un recorrido transformador que, aún con el viaje recién terminado, evoca sensaciones y recuerdos extraordinariamente vívidos.
Más allá de una simple ciudad: un universo en miniatura #
Cuando se habla de Singapur, muchos se apresuran a recomendar visitas de 48 o 72 horas como máximo. Sin embargo, después de dedicarle doce días completos, puedo asegurar que apenas rasqué la superficie de todo lo que esta metrópolis tiene para ofrecer. Es sorprendente cómo cada callejón de Chinatown o cada rincón de Little India esconde nuevos detalles que pasan desapercibidos en una primera, segunda o incluso tercera visita.
La verdadera esencia de Singapur no reside únicamente en sus impresionantes rascacielos o en sus atracciones turísticas principales, sino en esa capacidad casi mágica para reinventarse cada día. Cada mañana, al salir a recorrer sus calles, descubría algo nuevo: un pequeño templo escondido entre edificios ultramodernos, un hawker center donde probar nuevos sabores o simplemente una perspectiva diferente de un lugar que creía conocer.
La sinfonía gastronómica de los hawker centers #
Si hay algo que define perfectamente el espíritu de Singapur es su gastronomía, y no hay mejor lugar para experimentarla que en sus famosos hawker centers. Estos centros gastronómicos populares son auténticos tesoros donde la comida, además de deliciosa, resulta sorprendentemente asequible en una ciudad considerada entre las más caras del mundo.
La experiencia de sentarse en una mesa compartida, rodeado de locales que disfrutan de su almuerzo o cena, mientras se decide entre un laksa humeante, un chili crab picante o un simple pero perfecto chicken rice, es una de esas vivencias que permanecen grabadas en la memoria. La gastronomía singapurense es el reflejo perfecto de su sociedad: una mezcla armoniosa de influencias chinas, malayas, indias y occidentales que conviven en perfecta armonía.
El skyline que nunca cansa #
Por muchas noches que contemplara el perfil de la ciudad desde diferentes puntos, nunca llegué a saciarme de esa vista. El skyline de Singapur, especialmente al anochecer, cuando los edificios empiezan a iluminarse y se reflejan en las aguas de la bahía, es simplemente hipnótico. Marina Bay se convierte entonces en un escenario donde la arquitectura más vanguardista parece dialogar con las aguas tranquilas que la rodean.
Mucha gente me ha preguntado por qué no visité el mirador del Marina Bay Sands, ese hotel icónico con forma de barco que corona tres enormes torres. La respuesta es sencilla: prefiero experimentar la ciudad a pie de calle, sentir su pulso, escuchar sus sonidos y respirar sus aromas. Singapur es una ciudad para vivirla desde abajo, mezclándose con su gente, descubriendo sus mercados y disfrutando de sus parques, no solo para contemplarla desde las alturas.
Naturaleza en el corazón urbano #
Entre todas las experiencias que Singapur me regaló, hay dos que permanecen especialmente vivas en mi memoria: la visita a la isla de Pulau Ubin y el recorrido por el Tree Top Walk. En ambos casos, se trata de espacios naturales donde la intervención humana ha sido mínima y respetuosa, limitándose a facilitar el acceso y realzar la belleza natural.
Pulau Ubin, con su ambiente rural y ritmo pausado, parece transportar al visitante a la Singapur de hace décadas, antes del boom económico y arquitectónico. Recorrer la isla a pie, observando la fauna local y descubriendo sus tesoros naturales, supone un contraste absoluto con el ritmo frenético de la ciudad.
Por su parte, el Tree Top Walk ofrece una perspectiva única de la selva tropical, permitiendo caminar entre las copas de los árboles a través de un puente colgante. La sensación de estar suspendido entre la vegetación, escuchando los sonidos de la naturaleza mientras se contempla el verde infinito del bosque, es indescriptible.
La ciudad del futuro con alma #
Lo que hace verdaderamente especial a Singapur es su capacidad para mirar al futuro sin olvidar sus raíces. Es una ciudad donde la tecnología más avanzada convive con tradiciones centenarias, donde los jardines futuristas de Gardens by the Bay se encuentran a pocos minutos de templos históricos llenos de incienso y plegarias.
Esta dualidad constante entre modernidad y tradición, entre Occidente y Oriente, entre naturaleza y urbanismo, es lo que convierte a Singapur en un destino único en el mundo. No es solo una ciudad perfectamente planificada y ejecutada con precisión suiza; es un organismo vivo que respira, evoluciona y sorprende.
¿Volveré a Singapur? #
Sin duda alguna. Quizás no inmediatamente, pero cuando hayan pasado algunos años y la ciudad haya vuelto a transformarse, estaré listo para dejarme sorprender de nuevo. Porque si algo tengo claro es que Singapur nunca se detiene, siempre está en movimiento, reinventándose constantemente.
Mientras tanto, conservaré en mi memoria esos atardeceres contemplando el skyline desde los Jardines de la Bahía, el sabor intenso de un laksa en un concurrido hawker center, la sensación de caminar tranquilamente por los senderos de Pulau Ubin y ese sentimiento inexplicable de estar en una ciudad que, de alguna manera, consigue ser a la vez ultramoderna y profundamente humana.
Singapur no es solo un destino, es una experiencia que transforma, un lugar que desafía las expectativas y redefine lo que una ciudad puede llegar a ser. Por eso, doce días no fueron suficientes, y por eso mismo, algún día, volveré.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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