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Día 2. Descubriendo Acre, Haifa y llegada a Tel Aviv

20 enero 2020

Día 2. Descubriendo Acre, Haifa y llegada a Tel Aviv

El aterrizaje en el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv en plena madrugada marca el verdadero inicio de mi aventura por Israel. Con ese hormigueo en el estómago que siempre produce la llegada a un país nuevo, comienza un día que, a pesar de la lluvia y el cansancio, me permitirá descubrir dos joyas del norte del país: Acre y Haifa.

Primeras horas en territorio israelí: de trámites y preparativos #

Aterrizamos en Tel Aviv alrededor de las 4 de la madrugada del lunes 20 de enero. Había leído infinidad de relatos sobre los exhaustivos controles de seguridad e interrogatorios para entrar al país, por lo que me sorprendió gratamente la agilidad del proceso. En mi caso, todo se limitó a las preguntas habituales sobre el motivo de mi visita y la duración de mi estancia. Antes de las 5 ya estaba en la zona de llegadas, preparado para iniciar mi itinerario.

Mi primer destino fue la tienda 019 Mobile en el mismo aeropuerto, donde recogí la tarjeta SIM que había reservado previamente por internet. Por 29 dólares (aproximadamente 26€) disponía de 10GB de datos, más que suficientes para toda mi estancia y una tranquilidad impagable para moverme por el país sin depender de WiFi.

A continuación me dirigí a la estación de tren del aeropuerto. Allí adquirí una tarjeta Rav Kav, el monedero electrónico imprescindible para moverse en transporte público por Israel. La tarjeta en sí costaba 5 NIS (alrededor de 1,30€) y la cargué con un bono diario para la zona norte por 40 NIS (unos 10,50€). Esta inversión resultaría extremadamente rentable, ya que me permitiría hacer viajes ilimitados por toda esa región durante la jornada.

Estación de tren en el Aeropuerto Internacional Ben Gurión
Estación de tren en el Aeropuerto Internacional Ben Gurión

La estrategia para un día intenso: optimizar tiempo y recursos #

El plan para ese primer día era ambicioso pero calculado meticulosamente: aprovechar la llegada temprana para visitar el norte del país, concretamente Acre y Haifa, antes de establecerme en Tel Aviv. Aunque viajaba ligero, solo con equipaje de mano, preferí no cargar con la mochila durante toda la jornada.

Mi primera parada fue la estación de Tel Aviv-HaShalom, donde por 10 NIS (2,60€) dejé mi equipaje en una taquilla. Un problema logístico resuelto de forma económica que me permitiría explorar con total libertad. Desde allí tomé el tren directo hacia Acre, preparado para sumergirme en la historia de esta ciudad milenaria.

Acre bajo la lluvia: un viaje en el tiempo entre chaparrones #

Llegué a Acre (Akko en hebreo) antes de las 8 de la mañana. Para mi sorpresa, una lluvia torrencial me dio la bienvenida. No era una llovizna ligera, sino auténticos chaparrones que me obligaron a mantener el paraguas permanentemente abierto. Las calles desiertas y las murallas solitarias otorgaban al lugar un aire melancólico y misterioso, como si la ciudad aún durmiera bajo el manto gris del cielo.

Acre es una de las ciudades continuamente habitadas más antiguas del mundo, con más de 4.000 años de historia. Conquistada por egipcios, fenicios, griegos, romanos, bizantinos, árabes, cruzados, mamelucos, otomanos y británicos, cada civilización ha dejado su huella en este enclave estratégico del Mediterráneo oriental. Su casco antiguo, rodeado de murallas y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es un fascinante palimpsesto donde se superponen siglos de historia.

Di un paseo por las murallas y el centro histórico, casi completamente vacíos a esa hora. La ciudad parecía pertenecer a otro tiempo, con sus callejuelas estrechas y sus edificios de piedra dorada oscurecida por la lluvia. A partir de las 9 comenzaron a abrir tiendas y algunos lugares turísticos, añadiendo poco a poco vida a ese escenario casi fantasmal.

Paseando por Acre Paseando por Acre Paseando por Acre Paseando por Acre Paseando por Acre Paseando por Acre
Paseando por Acre

Visité el Museo Municipal de los Baños Turcos (Municipal Museum Turkish Bath), un fascinante recorrido por unos baños otomanos restaurados. La visita se realiza con audioguía, sincronizada con proyecciones multimedia que se activan en diferentes salas. El acceso de unas estancias a otras se abre de forma automática y secuencial, creando una experiencia inmersiva e interactiva. Resultaba casi surrealista ser el único visitante en mi turno, como si tuviera un museo privado a mi disposición, aunque esta soledad también aportaba un plus de intimidad a la experiencia.

Municipal Museum Turkish Bath Municipal Museum Turkish Bath Municipal Museum Turkish Bath Municipal Museum Turkish Bath
Municipal Museum Turkish Bath

Otro punto destacado fue el túnel de los Templarios, una impresionante obra de ingeniería medieval que conectaba la fortaleza de los caballeros con el puerto. Recorrer este pasadizo subterráneo, excavado durante las Cruzadas, supone un viaje literal a través de la historia. La salida del túnel me dejó cerca de la costa, donde la lluvia me recibió con renovada intensidad.

Túnel de los Templarios y costa de Acre Túnel de los Templarios y costa de Acre Túnel de los Templarios y costa de Acre Túnel de los Templarios y costa de Acre Túnel de los Templarios y costa de Acre Túnel de los Templarios y costa de Acre
Túnel de los Templarios y costa de Acre

De regreso al centro, el mercado empezaba a mostrar cierta actividad. Las mismas calles que una hora antes estaban desiertas comenzaban a llenarse de comerciantes y algún que otro turista más madrugador que yo. Sin embargo, ya fuera por ser lunes de enero o por la inclemencia del tiempo, la ciudad mantenía un aire tranquilo, lejos del bullicio que debe caracterizarla en temporada alta.

En total, dediqué a Acre unas cuatro horas y media, tiempo suficiente para absorber la esencia de este enclave histórico. Con mejor tiempo probablemente hubiera extendido los paseos por las murallas y disfrutado más de las vistas al Mediterráneo, pero incluso bajo la lluvia, la ciudad logró cautivarme con su amalgama de culturas e historia.

Mercado en las calles centrales de Acre Mercado en las calles centrales de Acre
Mercado en las calles centrales de Acre

Haifa: jardines colgantes y vistas panorámicas bajo cielos grises #

Desde Acre tomé de nuevo el tren hacia el sur. En lugar de bajarme en la estación central de Haifa, opté estratégicamente por la anterior, HaMifratz Central, junto a un gran centro comercial. Desde allí tomé un autobús hacia la zona del zoo, lo que me permitió llegar fácilmente a la parte más alta de la ciudad para luego descenderla hacia el mar, aprovechando la topografía escalonada de Haifa.

Las vistas desde la zona alta son realmente espectaculares. Haifa se extiende como un anfiteatro natural desde las alturas del Monte Carmelo hasta la bahía, creando un paisaje urbano único en Israel. Recomiendo bajar por Yefe Nof Street e ir descubriendo poco a poco la inmensidad de esta ciudad en pendiente, con el mar Mediterráneo siempre como telón de fondo.

Vistas de Haifa Vistas de Haifa Vistas de Haifa
Vistas de Haifa

En unos 20 minutos llegué a la zona alta de los Jardines Baháʼí, sin duda el mayor tesoro de Haifa y uno de los lugares más hermosos de todo Israel. Estos jardines colgantes son el corazón espiritual de la fe baháʼí en el país y un prodigio de diseño paisajístico.

Los Jardines Baháʼí se extienden a lo largo de 19 terrazas perfectamente diseñadas que descienden como una cascada verde por la ladera del Monte Carmelo. Construidos alrededor del Santuario del Báb, figura central de la fe baháʼí, estos jardines de simetría perfecta representan los principios de armonía y belleza de esta religión nacida en Persia en el siglo XIX. Las terrazas están adornadas con fuentes, esculturas y una gran variedad de plantas meticulosamente seleccionadas, creando un oasis de paz y belleza que contrasta con el ritmo urbano de la ciudad.

Los Jardines Baháʼí Los Jardines Baháʼí Los Jardines Baháʼí Los Jardines Baháʼí Los Jardines Baháʼí Los Jardines Baháʼí Los Jardines Baháʼí Los Jardines Baháʼí
Los Jardines Baháʼí

Lamentablemente, aunque la lluvia había disminuido su intensidad, el acceso a los jardines estaba restringido por riesgo de resbalones. Un auténtico revés para mi itinerario, ya que era uno de los puntos que más ilusión me hacía visitar. Fui descendiendo por las calles adyacentes hasta la parte baja de los jardines, donde encontré un pequeño grupo de turistas hablando con el personal de acceso.

Por fortuna, nos permitieron entrar a la zona inferior de los jardines, con la condición de no subir escaleras debido al suelo mojado. No fue la visita ideal que había imaginado, pero al menos pude acercarme mínimamente a esta maravilla arquitectónica y paisajística, apreciando la perfecta simetría de sus terrazas y la meticulosa atención al detalle que caracteriza todo el complejo.

Tras un breve paseo por la parte baja de la ciudad y una comida rápida en un pequeño restaurante local, sobre las 16:30 me dirigí a la estación central para tomar un tren de regreso a Tel Aviv. Recuperé mi mochila en la estación Tel Aviv-HaShalom y tomé un autobús hasta mi Airbnb, ubicado en una zona no muy céntrica pero económica, considerando los elevados precios de alojamiento en esta ciudad israelí.

Paseando por Haifa Paseando por Haifa Paseando por Haifa Paseando por Haifa
Paseando por Haifa

Final del primer día: balance y descanso #

Eran poco más de las seis de la tarde cuando llegué al alojamiento. Valoré brevemente la posibilidad de salir para tener un primer contacto con Tel Aviv nocturna, pero después de haber dormido apenas unas horas fragmentadas en el avión y haber estado activo desde las cinco de la mañana, la fatiga resultó vencedora. Me quedé en el apartamento y me acosté temprano, preparándome mental y físicamente para explorar Tel Aviv al día siguiente.

Este primer día en Israel había sido intenso pero extremadamente satisfactorio. A pesar de la lluvia persistente y del cansancio acumulado, había conseguido visitar dos ciudades fascinantes y completamente diferentes entre sí: la histórica Acre, con sus reminiscencias cruzadas y otomanas, y la moderna y dinámica Haifa, con su espectacular paisaje urbano en pendiente.

El sistema de transporte público israelí había demostrado ser eficiente y puntual, permitiéndome desplazarme con facilidad. La tarjeta Rav Kav con el bono diario había sido una inversión excelente, amortizada con creces en este primer día de múltiples trayectos.

Me dormí con la satisfacción de haber exprimido cada minuto desde mi llegada y con la expectativa de lo que Tel Aviv, la ciudad mediterránea más vibrante de Oriente Medio, me depararía al día siguiente. La lluvia había sido una compañera inesperada, pero no había logrado empañar la magia de estos primeros encuentros con la tierra israelí.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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