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Día 3. Entre la memoria más dolorosa y la belleza palatina

07 septiembre 2016

Día 3. Entre la memoria más dolorosa y la belleza palatina

El miércoles 7 de septiembre estaba destinado a ser una jornada de contrastes extremos. Por la mañana tenía previsto visitar el campo de concentración de Sachsenhausen, una experiencia que sabía que sería dura emocionalmente. Por la tarde, como contrapunto, exploraría el Palacio de Charlottenburg y terminaría el día en el Bundestag contemplando la puesta de sol desde su cúpula. Era consciente de que iba a ser un día intenso, pero también necesario para completar mi comprensión de la historia berlinesa.

El viaje a Sachsenhausen: preparación mental #

Llegar a Sachsenhausen desde Berlín es relativamente sencillo, pero el trayecto ya te va preparando mentalmente para lo que vas a encontrar. Primero hay que tomar el S-Bahn hasta Oranienburg, un viaje de aproximadamente 45 minutos que te saca del bullicio urbano de Berlín y te lleva a un entorno más rural y tranquilo.

Desde la estación de Oranienburg, un autobús local te acerca hasta la entrada del memorial, o alternativamente se puede hacer el recorrido a pie en unos veinte minutos. Yo elegí caminar, porque esos minutos de transición me parecían necesarios para mentalizarme sobre lo que iba a ver.

El paisaje bucólico que rodea Sachsenhausen contrasta de forma perturbadora con lo que representa el lugar. Es difícil reconciliar la belleza del entorno natural con el horror que se vivió allí durante más de una década. Esa contradicción entre paisaje y historia es una constante en muchos lugares relacionados con el Holocausto: la normalidad del entorno hace aún más incomprensible la barbarie que se desarrolló en él.

Sachsenhausen: enfrentarse a la historia más oscura #

El campo de concentración de Sachsenhausen fue uno de los primeros campos construidos por los nazis, inaugurado en 1936. Su diseño triangular se convirtió en el modelo que siguieron posteriormente otros campos. Fue concebido no solo como lugar de reclusión, sino también como centro de formación para las SS que después dirigirían otros campos.

Atravesar la puerta principal, con su inscripción "Arbeit macht frei" (el trabajo os hará libres), es uno de esos momentos que te cortan la respiración. Sabes que esa frase es una mentira cruel, que para la mayoría de quienes la leyeron al entrar representó el comienzo de un calvario que muchos no superarían.

El memorial conserva gran parte de la estructura original del campo. Los barracones reconstruidos permiten hacerse una idea de las condiciones de vida de los prisioneros: espacios diminutos donde se hacinaban decenas de personas, camastros de madera sin colchones, condiciones higiénicas inexistentes. Ver estos espacios, imaginar el frío del invierno berlinés en construcciones sin calefacción adecuada, visualizar el hambre constante, genera una opresión física que es difícil de describir.

Sachsenhausen Sachsenhausen Sachsenhausen Sachsenhausen
Sachsenhausen

Los testimonios que destrozan el alma #

Pero lo que realmente te destroza emocionalmente son los testimonios. El memorial ha recopilado cartas, diarios, relatos de supervivientes que documentan con precisión escalofriante lo que se vivía día a día en Sachsenhausen. Leer estos textos, escritos por personas que sabían que probablemente iban a morir, es una experiencia que te marca profundamente.

Hay testimonios de prisioneros políticos, de testigos de Jehová, de homosexuales, de gitanos, de judíos. Cada grupo tenía su distintivo de color, su lugar específico en la jerarquía de la humillación y el sufrimiento. Leer cómo se las ingeniaban para mantener la dignidad humana en condiciones infrahumanas, cómo encontraban formas de solidaridad y resistencia, cómo algunos conseguían mantener la esperanza incluso en las circunstancias más desesperadas, te hace reflexionar sobre los límites de la resistencia humana.

Es imposible leer estos testimonios sin que se te encoja el alma. En varios momentos tuve que parar la lectura, salir al exterior, respirar aire fresco, recordarme a mí mismo que aquello pertenecía al pasado. Pero inmediatamente me asaltaba el pensamiento de que no pertenece a un pasado tan lejano, que hay personas que vivieron esas experiencias y que murieron hace relativamente poco tiempo.

La dimensión personal del horror #

Una de las exposiciones más impactantes documenta las historias individuales de prisioneros específicos. Ver fotografías de entrada al campo, leer las fichas personales, conocer sus oficios anteriores, sus familias, sus circunstancias personales, convierte las estadísticas en rostros humanos concretos.

Había un maestro de escuela de Berlín, arrestado por enseñar una versión no oficial de la historia alemana. Un comerciante judío de Hamburgo que llegó en uno de los últimos transportes antes de la liberación. Un joven comunista que intentó organizar actos de sabotaje en una fábrica de armamento. Cada historia individual te recuerda que detrás de cada número había una vida completa, con sueños, familia, proyectos truncados brutalmente.

Para alguien como yo, que pertenece a uno de los grupos que fueron perseguidos sistemáticamente por el régimen nazi, la visita adquiere una dimensión especial. El triángulo rosa que identificaba a los prisioneros homosexuales está presente en varias de las exposiciones. Leer testimonios de hombres que fueron enviados a Sachsenhausen simplemente por su orientación sexual, conocer las vejaciones específicas a las que fueron sometidos, ver documentada la persecución sistemática de personas cuyo único "delito" era amar de forma diferente, te hace valorar de manera muy concreta la libertad de la que disfrutamos hoy.

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Sachsenhausen

El peso de la memoria colectiva #

La visita a Sachsenhausen no es solo un ejercicio de memoria histórica; es también una reflexión sobre la capacidad humana para el mal, pero también para la resistencia. Los relatos de solidaridad entre prisioneros, las redes de apoyo que se creaban clandestinamente, los actos de rebeldía aparentemente insignificantes pero cargados de significado, muestran que incluso en las circunstancias más extremas la humanidad puede encontrar formas de expresarse.

El recorrido por las instalaciones del campo dura varias horas si se hace con la atención que merece. Los hornos crematorios, la enfermería donde se realizaban experimentos médicos, los barracones de castigo, la zona industrial donde trabajaban los prisioneros. Cada espacio cuenta una parte de la historia, cada rincón documenta un aspecto diferente del sistema de opresión nazi.

Al salir del memorial, necesité unos minutos para recomponerme emocionalmente. Es una visita que marca, que te cambia algo por dentro. Te hace valorar de manera diferente la libertad, la democracia, los derechos humanos. Te recuerda que la civilización es más frágil de lo que queremos creer, y que la vigilancia democrática es una responsabilidad permanente de cada generación.

'Y sé una cosa más: que la Europa del futuro no puede existir sin conmemorar a todos aquellos, independientemente de su nacionalidad, que fueron asesinados en aquel tiempo con completo desprecio y odio, que fueron torturados hasta la muerte, hambreados, gaseados, incinerados y ahorcados...' Andrzej Szczypiorski. Prisionero del Campo de Concentración de Sachsenhausen, 1995
'Y sé una cosa más: que la Europa del futuro no puede existir sin conmemorar a todos aquellos, independientemente de su nacionalidad, que fueron asesinados en aquel tiempo con completo desprecio y odio, que fueron torturados hasta la muerte, hambreados, gaseados, incinerados y ahorcados...' Andrzej Szczypiorski. Prisionero del Campo de Concentración de Sachsenhausen, 1995

Regreso a Berlín: necesidad de belleza #

El viaje de regreso a Berlín transcurrió en silencio. Necesitaba tiempo para procesar lo que había visto y leído. La intensidad emocional de Sachsenhausen requiere un período de digestión, de reflexión personal que no se puede forzar ni acelerar.

Una vez en la ciudad, era consciente de que necesitaba algo completamente diferente para equilibrar emocionalmente la jornada. Había elegido el Palacio de Charlottenburg precisamente como contrapunto a la dureza de la mañana. Después de enfrentarme a lo peor de la naturaleza humana, necesitaba contemplar algo hermoso, algo que me recordara que la humanidad también es capaz de crear belleza.

Palacio de Charlottenburg: refugio en la belleza #

El Palacio de Charlottenburg representa todo lo contrario a Sachsenhausen. Donde el campo de concentración documentaba la destrucción sistemática de la dignidad humana, el palacio celebra la creatividad, el refinamiento y la búsqueda de la belleza por sí misma.

Aunque decidí no entrar en el interior del palacio, dedicar tiempo a recorrer sus jardines fue exactamente lo que necesitaba después de la intensidad de la mañana. Los jardines de Charlottenburg están diseñados siguiendo el modelo francés, con esa geometría perfecta que busca imponer el orden humano sobre la naturaleza.

Caminar por estos jardines, contemplar sus perspectivas cuidadosamente diseñadas, observar cómo la luz de la tarde se filtra entre los árboles, fue una experiencia reparadora. Es curioso cómo la belleza puede funcionar como bálsamo emocional, cómo un paisaje bien diseñado puede devolverte cierta paz interior después de haberte enfrentado a realidades muy duras.

Los jardines estaban llenos de berlineses que simplemente disfrutaban de la tarde. Familias con niños, parejas paseando, ancianos descansando en los bancos. Esta normalidad cotidiana, esta capacidad de disfrutar de los pequeños placeres de la vida, contrastaba de forma sanadora con todo lo que había visto por la mañana.

Palacio de Charlottenburg Palacio de Charlottenburg Palacio de Charlottenburg Palacio de Charlottenburg
Palacio de Charlottenburg

Bundestag: el símbolo de la democracia alemana #

La última actividad del día era otra de esas experiencias especiales que hacen memorable un viaje: tenía reserva para visitar la cúpula del Bundestag, el parlamento alemán. Después de la intensidad histórica del día, terminar contemplando la puesta de sol desde el símbolo de la democracia alemana actual parecía el cierre perfecto para una jornada tan cargada de significado.

La reserva para visitar el Bundestag hay que hacerla con antelación, y merece absolutamente la pena el esfuerzo de planificación que requiere. El edificio del Reichstag, reconstruido tras la reunificación alemana, es en sí mismo un símbolo de la capacidad de regeneración democrática de Alemania.

La cúpula de cristal diseñada por Norman Foster es una maravilla arquitectónica que funciona también como metáfora política. Su transparencia simboliza la transparencia democrática, su acceso público representa la soberanía popular, y su diseño innovador muestra la capacidad de la nueva Alemania para mirar hacia el futuro sin olvidar su pasado.

Bundestag Bundestag Bundestag
Bundestag

La puesta de sol desde la cúpula #

Subir por la rampa espiral de la cúpula mientras el sol se pone sobre Berlín es una de esas experiencias que permanecen grabadas en la memoria durante décadas. Las vistas de 360 grados sobre la ciudad permiten contemplar desde una perspectiva privilegiada todos los lugares que había visitado durante estos días.

Desde arriba, Berlín se despliega como un mapa tridimensional donde cada edificio, cada monumento, cada plaza cuenta una parte de la historia que había estado explorando. La Puerta de Brandeburgo, tan cercana al Bundestag, recupera desde esta altura su dimensión de símbolo nacional. Potsdamer Platz, con sus rascacielos iluminados, muestra la cara más moderna de la ciudad. El río Spree serpentea entre los edificios históricos conectando diferentes épocas y diferentes barrios.

Pero más allá del espectáculo visual, contemplar la puesta de sol desde la cúpula del parlamento alemán después de haber visitado Sachsenhausen por la mañana tenía una dimensión simbólica muy poderosa. Era como ver materializada la capacidad de una sociedad para aprender de sus errores más terribles y construir algo completamente diferente.

La democracia alemana actual, con sus instituciones sólidas y su cultura política madura, es también una forma de respuesta al horror nazi. No es una respuesta suficiente -nada puede serlo- pero sí es una respuesta digna. Ver la sede del parlamento llena de visitantes de todo el mundo, con sus sistemas de seguridad discretos pero efectivos, con sus procedimientos transparentes de acceso público, transmite una sensación de esperanza en las instituciones democráticas.

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Bundestag

Reflexiones del atardecer #

Mientras la luz del atardecer iba cambiando de intensidad y color, tuve tiempo para reflexionar sobre todo lo que había experimentado durante este día tan intenso. La visita a Sachsenhausen me había confrontado con la realidad histórica más dura del siglo XX europeo, pero también me había recordado la importancia de la memoria como ejercicio de responsabilidad democrática.

Los jardines de Charlottenburg me habían devuelto la confianza en la capacidad humana para crear belleza, para buscar la armonía, para dedicar tiempo y recursos a cosas que no tienen otra utilidad que el placer estético. Y ahora, desde la cúpula del Bundestag, podía contemplar el resultado de décadas de construcción democrática que han convertido a Alemania en una de las democracias más sólidas de Europa.

No era un día que se pudiera calificar como alegre o divertido en el sentido convencional del turismo. Pero había sido un día profundamente enriquecedor, un día que había ampliado mi comprensión no solo de Berlín o de Alemania, sino de la historia europea contemporánea y de mi propio lugar en ella.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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