Mayo de 2023 nos llevó una vez más a Londres, y como en tantos otros viajes, reservé una noche para el teatro. Esta vez, la elección fue casi automática: El Rey León en el Lyceum Theatre. No era la primera vez que veía esta producción, ya había tenido la suerte de disfrutarla en 2004 y 2016, pero había algo que me empujaba a volver una tercera vez.
Una apuesta segura para cualquier viajero #
La razón de esta repetición va más allá del indudable valor artístico del musical. El Rey León se ha convertido en mi recomendación habitual para quienes viajan a Londres y quieren acercarse al teatro musical sin demasiados riesgos. Es, sin duda, la puerta de entrada perfecta para cualquier espectador ocasional, especialmente para aquellos que no están acostumbrados a consumir este tipo de espectáculos en inglés.
El motivo es sencillo: todos conocemos la historia. La trama de Simba, desde cachorro hasta rey, es tan familiar que el idioma deja de ser una barrera. Incluso las canciones más icónicas resuenan en nuestra memoria desde la infancia, lo que permite disfrutar plenamente del espectáculo sin perderse en traducciones mentales. Además, Disney garantiza siempre un nivel de producción impecable, algo que tranquiliza cuando inviertes en una entrada de West End.
La magia que crece con cada visita #
Lo curioso es que cada vez que he visto El Rey León, he descubierto nuevos detalles. En esta tercera ocasión, mi atención se dirigió hacia aspectos que antes habían pasado desapercibidos: la precisión de los movimientos coordinados, la complejidad de algunos trajes que parecen simples a primera vista, o los sutiles cambios en la iluminación que acompañan cada transición.
También he notado que la producción ha evolucionado ligeramente a lo largo de los años. Por ejemplo, echo de menos "The Morning Report", una canción que estaba presente en la versión de 2004 pero que ya no forma parte del espectáculo actual. Estos pequeños ajustes demuestran que incluso un éxito consolidado sigue refinándose.
Un espectáculo que arrasa desde el primer minuto #
El número de apertura sigue siendo absolutamente demoledor. "Circle of Life" no es solo una canción; es una avalancha sensorial que te deja clavado en el asiento desde el primer acorde. Ver desfilar por los pasillos del teatro a esa procesión de animales es algo que no se olvida fácilmente. Gacelas que saltan, pájaros que vuelan sobre las cabezas de los espectadores, y ese imponente elefante que avanza majestuoso hacia el escenario.
Es en esos momentos cuando entiendes por qué esta producción lleva más de dos décadas en cartelera. La creatividad de Julie Taymor trasciende cualquier categoría. Los trajes no intentan ser realistas; son interpretaciones artísticas que funcionan mejor que cualquier efecto especial. Los leones con sus máscaras que se adaptan perfectamente cuando los actores se mueven a cuatro patas, las jirafas sobre zancos, los rinocerontes operados por varios actores... Todo forma parte de un lenguaje visual único.
Voces que elevan la experiencia #
Por supuesto, detrás de toda esa parafernalia visual hay un elenco excepcional. Las voces son simplemente espectaculares, capaces de llenar cada rincón del Lyceum Theatre sin esfuerzo aparente. Rafiki, interpretada magistralmente, roba cada escena con su presencia y su humor natural. Timon y Pumba mantienen esa química que los hace tan queribles, mientras que los momentos más dramáticos cobran una intensidad que supera con creces a la película original.
El Lyceum Theatre: el hogar perfecto #
El teatro en sí merece una mención especial. Ubicado en pleno Covent Garden, el Lyceum se ha convertido en sinónimo de El Rey León. Desde 1999, sus carteles amarillos han sido una constante en el paisaje teatral londinense. El edificio, con su arquitectura victoriana, proporciona el marco perfecto para este espectáculo, y prácticamente cualquier asiento ofrece una buena perspectiva del escenario.
Una experiencia que trasciende generaciones #
Lo que más me llama la atención cada vez que voy es la diversidad del público. Familias enteras, turistas de todas las nacionalidades, aficionados al teatro y espectadores primerizos comparten el mismo asombro. Es uno de esos raros espectáculos que funciona para cualquier edad y cualquier nivel de conocimiento teatral.
Mi pareja, declarado fan de Disney, no necesitó mucha persuasión para acompañarme en esta tercera visita. Y como era previsible, salió igual de emocionado que yo en las anteriores ocasiones. Hay algo en El Rey León que trasciende la nostalgia y se convierte en una experiencia genuinamente teatral.
Reflexiones de un espectador habitual #
Después de tres visitas a lo largo de casi veinte años, puedo afirmar que El Rey León se mantiene como una de esas experiencias imprescindibles en cualquier viaje a Londres. No es solo un musical; es una demostración de lo que el teatro puede lograr cuando combina creatividad, técnica y una historia universal.
Para cualquier viajero que se plantee incluir una noche de teatro en su estancia londinense, esta sigue siendo mi recomendación más segura. Es espectacular, accesible y, sobre todo, memorable. Y quién sabe, tal vez dentro de unos años me encuentre de nuevo comprando entradas para una cuarta visita.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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