Skip to main content

Wicked en el Apollo Victoria Theatre

Una segunda oportunidad mágica

Wicked en el Apollo Victoria Theatre

Había algo especial en volver al Apollo Victoria Theatre después de quince años. La última vez que pisé ese lugar fue en 2008, cuando vi Wicked por primera vez sin saber absolutamente nada sobre la obra. En aquella ocasión fue toda una revelación: entrar a ciegas en esa historia de brujas verdes y populares rubias resultó ser una experiencia completamente inesperada.

Esta vez las circunstancias eran diferentes. Mi pareja nunca había visto un musical londinense, y qué mejor manera de introducirle a la magia del West End que con una de sus obras más emblemáticas. Además, yo tenía curiosidad por saber si mi percepción de la obra habría cambiado con los años.

El reencuentro con Oz #

Debo confesar algo que quizás no sea muy popular entre los fanáticos del musical: Wicked nunca ha sido mi obra favorita. Más allá de "Defying Gravity", ninguna otra canción consigue quedarse pegada en mi cabeza, e incluso esa solo funciona realmente en su tramo final, cuando Elphaba se eleva desafiando las leyes de la gravedad y las expectativas sociales.

Sin embargo, hay algo mágico en esa producción que hace que todos tus prejuicios se desvanezcan en cuanto se alza el telón. La puesta en escena es sencillamente alucinante: el dragón mecánico que domina el escenario, los decorados que se transforman constantemente, y esos efectos especiales que consiguen que realmente creas que alguien puede volar por encima de tu cabeza.

Y las voces. Dios mío, las voces. La actriz que interpretaba a Elphaba esa noche tenía una potencia vocal absolutamente sobrecogedora. Cuando llegó el momento cumbre de "Defying Gravity", el teatro entero se quedó sin aliento. Es uno de esos momentos en los que te das cuenta de por qué el teatro en vivo sigue siendo insustituible: ninguna grabación puede capturar esa energía, esa conexión directa entre intérprete y audiencia.

Más allá de la magia escénica #

Una de las cosas que más me costó en mi primera visita, y que sigue siendo un desafío, es seguir completamente el argumento en inglés. El texto cantado, especialmente en las partes más rápidas, se me escapa en ciertos momentos. No es que mi inglés sea malo, pero hay algo en la cadencia musical que hace que algunos matices se pierdan por el camino.

Aun así, conocer ya la historia de antemano ayudó enormemente en esta segunda ocasión. Pude apreciar mejor los detalles, las referencias cruzadas con "El Mago de Oz" que conocemos todos, y sobre todo, la evolución de la amistad entre Elphaba y Glinda. Esa relación es realmente el corazón de la obra, mucho más que cualquier historia de amor.

La película que se avecina #

Mientras veíamos la función, no pude evitar pensar en la adaptación cinematográfica que Universal está preparando. Se rumorea que podría estrenarse en los próximos años, y sinceramente, tengo sentimientos encontrados al respecto. Por un lado, será interesante ver cómo trasladan toda esa espectacularidad teatral a la gran pantalla. Por otro, me pregunto si no perderá parte de su esencia en el proceso.

El teatro tiene esa magia de lo inmediato, de lo irrepetible. Cada función es única, cada intérprete aporta su propia visión del personaje. En el cine, todo queda fijado para siempre. Veremos qué tal funciona comercialmente cuando llegue el momento.

Una experiencia renovada #

Lo que más me sorprendió de esta segunda visita fue cuánto más disfruté la experiencia. Tal vez fue porque ya conocía la historia y pude centrarme en otros aspectos: los increíbles cambios de vestuario del coro, la complejidad de las coreografías, o simplemente los pequeños gestos que dan vida a los personajes secundarios.

O quizás fue la compañía. Ver la cara de asombro de mi pareja durante "Popular" o su expresión cuando Elphaba finalmente se eleva al final del primer acto me recordó por qué estas obras siguen emocionando a nuevas generaciones de espectadores.

Reflexiones de un espectador ocasional #

Salí del Apollo Victoria Theatre con una sensación completamente diferente a la que tuve hace quince años. En 2008, Wicked me pareció espectacular pero algo frío. Esta vez lo sentí mucho más cercano, más humano. Tal vez sea cosa de la edad, o del momento vital, o simplemente de tener más experiencia como espectador teatral.

No sé si volveré a ver Wicked una tercera vez en el futuro, pero desde luego, esta segunda oportunidad me ha reconciliado con una obra que, sin ser mi favorita, tiene un lugar especial en el panorama del musical contemporáneo. Al fin y al cabo, pocas historias consiguen que te plantees quién es realmente el malo y quién el bueno, y que lo hagan mientras te mantienen pegado a la butaca durante casi tres horas.

Londres sigue siendo, sin duda, uno de los mejores lugares del mundo para dejarse hechizar por un buen musical.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

¿Pensando
viajar a
Londres?
Descubre como
una eSIM
puede ayudarte a
ahorrar mientras te
mantienes conectado
Wicked en el Apollo Victoria Theatre

Descubre Bilbao

Bienvenido a mi Bilbao, una ciudad que reinventa su pasado industrial en un presente lleno de arte, sabor y sorpresas. Aquí encontrarás rutas, paseos y eventos tanto de Bilbao como de sus alrededores

Ver más de Bilbao