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Día 2. Recorriendo el corazón histórico de Madrid

30 diciembre 2022

Día 2. Recorriendo el corazón histórico de Madrid

Madrid siempre tiene ese encanto especial durante las fechas navideñas, pero cuando te encuentras a tan solo un día del fin de año, la ciudad cobra una vida y una energía difíciles de describir con palabras. El 30 de diciembre de 2022 tuve la oportunidad de sumergirme en esa atmósfera única, recorriendo algunos de los lugares más emblemáticos de la capital española en un día que quedará grabado en mi memoria por mucho tiempo.

El majestuoso Palacio Real y sus alrededores: un viaje a través de la historia #

La jornada comenzó temprano con una visita a los exteriores del Palacio Real, ese imponente edificio que ha sido testigo privilegiado de siglos de historia española. El actual Palacio, residencia oficial de los Reyes de España aunque no habiten en él, se alza sobre los cimientos del antiguo Alcázar de los Austrias, destruido por un devastador incendio en la Nochebuena de 1734. Fue Felipe V, primer Borbón en ocupar el trono español, quien ordenó la construcción de un nuevo palacio a la altura de las grandes cortes europeas, encargando el proyecto inicialmente al arquitecto italiano Filippo Juvarra.

Tras la muerte de Juvarra, su discípulo Juan Bautista Sachetti tomó las riendas del proyecto, adaptándolo a las condiciones del terreno. Las obras comenzaron en 1738 y no concluyeron hasta 1764, ya bajo el reinado de Carlos III. El resultado fue esta majestuosa estructura de granito y piedra caliza blanca de Colmenar que hoy podemos admirar, con sus más de 135.000 metros cuadrados y sus 3.418 habitaciones, convirtiéndolo en el palacio real más grande de Europa Occidental.

Aunque no entramos al interior, donde se conservan auténticos tesoros como la única colección completa de Stradivarius del mundo o los impresionantes frescos de Tiépolo y Giaquinto, pasear por sus inmediaciones ya es toda una experiencia en sí misma. La fachada principal, con su elegante arquitectura neoclásica de influencia italiana y francesa, resplandecía bajo el tímido sol invernal de aquel 30 de diciembre, creando un contraste perfecto con el intenso cielo azul madrileño.

Resulta fascinante pensar en los acontecimientos históricos que estos muros han presenciado: desde las intrigas cortesanas del siglo XVIII hasta la proclamación de la Segunda República, pasando por la Guerra de la Independencia cuando José Bonaparte, apodado "Pepe Botella", lo ocupó como residencia, o las recepciones de Estado que aún hoy se celebran en sus salones.

Los jardines que rodean el palacio, especialmente los conocidos como Jardines de Sabatini, ofrecen un remanso de paz en medio del bullicio urbano. Diseñados durante el reinado de la Segunda República e inaugurados en 1978, toman su nombre del arquitecto Francesco Sabatini, autor de las caballerizas reales que se ubicaban en ese mismo lugar. Con sus parterres geométricos de inspiración neoclásica, sus cipreses perfectamente podados, sus estanques ornamentales y sus estatuas que representan a diferentes monarcas españoles, constituyen el complemento perfecto para la majestuosidad del palacio. El frío decembrino había dejado su huella en la vegetación, pero eso no restaba ni un ápice de belleza al conjunto que, en esa época del año, ofrece una imagen más sobria pero igualmente cautivadora.

Desde la explanada oriental del Palacio, conocida como Plaza de la Armería, se puede contemplar una de las vistas más impresionantes de Madrid, con la Casa de Campo y las montañas del Guadarrama como telón de fondo. Esta perspectiva, que muchos madrileños consideran el mejor "skyline" de la ciudad, nos recuerda que Madrid no siempre fue la gran urbe que conocemos hoy, sino que durante siglos fue una pequeña villa elegida como capital por su posición central en la península.

El Palacio Real y la Catedral de la Almudena El Palacio Real y la Catedral de la Almudena El Palacio Real y la Catedral de la Almudena El Palacio Real y la Catedral de la Almudena
El Palacio Real y la Catedral de la Almudena

La Almudena: una catedral joven con historia centenaria #

A pocos pasos del Palacio, casi como su contrapunto espiritual, se encuentra la Catedral de Santa María la Real de la Almudena, otro de los monumentos más representativos de Madrid aunque, paradójicamente, sea uno de los más recientes. Su fachada principal, orientada hacia el Palacio Real, impresiona por su magnitud y por la riqueza de sus detalles, creando junto con el palacio vecino uno de los conjuntos monumentales más fotografiados de la capital.

La historia de esta catedral es peculiar y refleja perfectamente los avatares de la propia historia de España. Aunque Madrid fue designada capital del reino en 1561 por Felipe II, la ciudad siguió dependiendo eclesiásticamente de la archidiócesis de Toledo hasta 1885, cuando el Papa León XIII emitió la bula Romani Pontifices Praedecessores que creaba la diócesis de Madrid-Alcalá. Esta anomalía histórica explica por qué Madrid, a diferencia de otras capitales europeas, careció de catedral durante siglos.

El proyecto para construir un templo catedralicio dedicado a la Virgen de la Almudena, patrona de Madrid, se remonta a 1883, cuando el rey Alfonso XII colocó la primera piedra. Sin embargo, las obras avanzaron con extraordinaria lentitud debido a falta de fondos y a los convulsos acontecimientos históricos que España vivió durante el siglo XX. El proyecto original, de estilo neogótico, tuvo que ser modificado para armonizar con el estilo neoclásico del Palacio Real, resultando en un curioso edificio que presenta elementos neogóticos en su interior y neoclásicos en su exterior.

La construcción no se completó hasta 1993, cuando el Papa Juan Pablo II consagró finalmente el templo. Es, por tanto, una de las catedrales más jóvenes de Europa, aunque su historia se remonte más de un siglo atrás. Esta juventud se percibe en su interior luminoso y diáfano, muy diferente de la penumbra mística típica de las catedrales medievales españolas.

El nombre de "Almudena" proviene del árabe "al-mudayna", que significa "la ciudadela", y hace referencia a una imagen de la Virgen María que, según la tradición, fue escondida en la muralla árabe de Madrid durante la invasión musulmana y encontrada milagrosamente siglos después, cuando Alfonso VI reconquistó la ciudad en 1083. Esta leyenda, arraigada en el imaginario popular madrileño, vincula la catedral con los orígenes mismos de la villa.

Aunque tampoco tuvimos ocasión de visitar su interior en esta ocasión, donde destacan su cripta neorrománica, sus vidrieras contemporáneas con motivos de advocaciones marianas de las distintas regiones españolas, y la imagen de la Virgen de la Almudena en el altar mayor, simplemente contemplar su imponente presencia desde la Plaza de la Armería ya merece la pena. No puedo dejar de recordar que en esta catedral contrajeron matrimonio los actuales reyes de España, Felipe VI y Letizia Ortiz, en 2004, en una ceremonia que conmocionó a la nación apenas dos meses después de los terribles atentados del 11-M.

El corazón de Madrid preparándose para la gran fiesta #

Desde la zona del Palacio Real, nuestros pasos nos llevaron hacia la Puerta del Sol, auténtico kilómetro cero y corazón palpitante de Madrid. Sin embargo, ese 30 de diciembre, Sol tenía un aspecto diferente al habitual. Las vallas y las estructuras temporales ya anunciaban los preparativos para la gran celebración de Nochevieja que tendría lugar al día siguiente.

Ver la plaza parcialmente vallada y con operarios trabajando contrarreloj para dejarlo todo listo para la retransmisión de las campanadas resulta una experiencia curiosa. Es como asistir entre bastidores a los preparativos de una gran obra de teatro antes del estreno. La famosa bola que marca las campanadas ya estaba instalada, lista para ser la protagonista absoluta de esa noche tan especial.

A pesar de las restricciones de acceso a algunas zonas, el ambiente festivo se respiraba por doquier. Los turistas se agolpaban para fotografiarse con el emblemático oso y el madroño, mientras las tiendas de souvenirs hacían su agosto vendiendo las tradicionales bolsitas de uvas para la suerte.

La Puerta del Sol preparándose para la Nochevieja La Puerta del Sol preparándose para la Nochevieja
La Puerta del Sol preparándose para la Nochevieja

Un paseo por la Calle Alcalá hasta la Puerta de Alcalá #

Dejando atrás el bullicio de Sol, enfilamos la Calle Alcalá, una de las arterias más importantes y con más historia de Madrid. Esta calle, que atraviesa el centro de la ciudad de oeste a este, nos ofreció un recorrido fascinante por la arquitectura y la vida madrileña. Edificios tan emblemáticos como el Círculo de Bellas Artes o el Banco de España flanquean esta vía, testigos silenciosos del paso del tiempo.

El paseo por Alcalá culminó con la llegada a uno de los monumentos más icónicos de la capital: la Puerta de Alcalá. Esta majestuosa puerta neoclásica, que en su día marcaba una de las entradas a la ciudad, se alzaba imponente bajo la luz del mediodía. Construida por mandato de Carlos III y diseñada por Francesco Sabatini, la Puerta de Alcalá no solo es un monumento histórico, sino también un símbolo de la identidad madrileña.

Resulta imposible contemplar esta estructura sin tararear mentalmente la famosa canción de Ana Belén y Víctor Manuel, o sin recordar que ha sido testigo de innumerables acontecimientos históricos. Dar varias vueltas a su alrededor, observando los detalles de sus cinco vanos y su decoración escultórica, es casi obligatorio para cualquier visitante.

La fuente de Cibeles y la Puerta de Alcalá en obras La fuente de Cibeles y la Puerta de Alcalá en obras
La fuente de Cibeles y la Puerta de Alcalá en obras

El Retiro: historia, naturaleza y arte en el pulmón verde de Madrid #

Cruzando la calle desde la Puerta de Alcalá, nos adentramos en el Parque del Retiro, auténtico pulmón verde de Madrid y uno de mis lugares favoritos de la capital. Este espacio emblemático, oficialmente denominado Parque del Buen Retiro, cuenta con más de 125 hectáreas y una historia que se remonta al siglo XVII, cuando fue concebido como lugar de descanso y esparcimiento para la familia real española durante el reinado de Felipe IV.

Originalmente formaba parte de un complejo palaciego mucho más amplio, el Real Sitio del Buen Retiro, que incluía varios palacios y jardines. Con el paso de los siglos, el parque ha experimentado numerosas transformaciones, hasta que en 1868, tras la Revolución Gloriosa que destronó a Isabel II, fue cedido al Ayuntamiento de Madrid para disfrute de todos los ciudadanos. Esta democratización del espacio marcó un antes y un después en la historia del parque, convirtiéndolo en lo que hoy conocemos: un espacio público donde naturaleza, historia y cultura se entrelazan en perfecta armonía.

En invierno, el Retiro tiene un encanto especial: menos concurrido que en otras épocas del año, permite disfrutar de sus rincones con mayor tranquilidad. Los árboles desnudos dejan ver la arquitectura de sus ramas, creando siluetas fascinantes contra el cielo invernal. Las más de 15.000 especies arbóreas del parque, entre las que destacan algunos ejemplares centenarios como el famoso Ahuehuete, considerado el árbol más antiguo de Madrid con sus casi 400 años, ofrecen un espectáculo diferente cada estación.

Durante nuestro paseo, pudimos contemplar algunos de los monumentos más emblemáticos que salpican el parque, como la estatua ecuestre de Alfonso XII dominando el gran estanque, el Ángel Caído (una de las pocas esculturas del mundo dedicadas a Lucifer), o la curiosa estatua del Doctor Santero. Cada rincón del Retiro esconde historias y curiosidades que sorprenden incluso a quienes pensamos conocerlo bien.

Paseando por el Parque del Retiro Paseando por el Parque del Retiro
Paseando por el Parque del Retiro

El Palacio de Cristal: donde la luz, el arte y la naturaleza conversan #

Nuestro objetivo principal dentro del parque era visitar el Palacio de Cristal, esa estructura única de hierro y cristal que se refleja en las aguas del estanque que lo rodea. Construido en 1887 por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco para albergar una exposición de plantas exóticas procedentes de Filipinas (entonces colonia española), este edificio representa uno de los mejores ejemplos de arquitectura del hierro en España, claramente inspirado en el Crystal Palace de Londres.

Con sus 22 metros de altura, sus grandes ventanales y su cúpula acristalada, el palacio fue diseñado como un gigantesco invernadero que permitiera crear las condiciones climáticas adecuadas para las plantas tropicales. Hoy, tras una cuidadosa restauración completada en 2021 que ha devuelto todo su esplendor a la estructura, este edificio es una de las sedes del Museo Reina Sofía y acoge exposiciones temporales de arte contemporáneo que dialogan con la singular arquitectura del espacio.

Entrar en el Palacio de Cristal siempre es una experiencia mágica. La luz atravesando los cristales crea juegos de sombras y reflejos que cambian constantemente a lo largo del día. El contraste entre la estructura metálica y la ligereza del cristal genera una sensación de estar simultáneamente dentro y fuera, conectado con la naturaleza circundante pero protegido de los elementos.

Aquel 30 de diciembre, el Palacio albergaba una fascinante exposición de esculturas realizadas con espejos y superficies reflectantes que multiplicaba el efecto caleidoscópico del propio edificio. Las piezas, distribuidas estratégicamente por todo el espacio, jugaban con la luz natural que penetraba a través de los cristales, creando infinitos reflejos que transformaban constantemente el interior según la posición del espectador y la intensidad de la luz exterior.

El artista había concebido la instalación específicamente para este espacio, aprovechando la cualidad transparente del edificio y su integración con el entorno natural. Las superficies reflectantes no solo captaban la luz, sino también fragmentos del paisaje exterior, las siluetas de los visitantes y la propia estructura del palacio, creando un diálogo visual entre el continente y el contenido que resultaba hipnótico.

Esta exposición demostraba una vez más el acierto de convertir el Palacio de Cristal en espacio expositivo, pues pocos lugares ofrecen un diálogo tan enriquecedor entre arquitectura, arte contemporáneo y naturaleza. El resultado era un conjunto armonioso que invitaba a la reflexión sobre conceptos como la percepción, la realidad y la representación, además de proporcionar una experiencia estética verdaderamente memorable.

No muy lejos del Palacio de Cristal se encuentra su "hermano menor", el Palacio de Velázquez, otra joya arquitectónica del Retiro construida por el mismo arquitecto en 1883. Aunque en esta ocasión no lo visitamos, también funciona como espacio expositivo del Museo Reina Sofía y merece sin duda una visita para los amantes del arte y la arquitectura.

El Palacio de Cristal El Palacio de Cristal El Palacio de Cristal El Palacio de Cristal
El Palacio de Cristal

Un atardecer para el recuerdo #

Tras explorar otros rincones del Retiro, como el estanque grande con sus barquitas o el monumento a Alfonso XII, decidimos esperar al atardecer dentro del parque. Fue una decisión acertada. Los últimos rayos de sol del penúltimo día del año tiñeron el cielo madrileño de tonos anaranjados y rojizos, creando un espectáculo natural de incomparable belleza.

Ver cómo las siluetas de los árboles centenarios se recortaban contra ese lienzo multicolor mientras los últimos paseantes del día disfrutaban de la tranquilidad del parque resultó ser uno de esos momentos que se graban a fuego en la memoria. Las fotografías que tomamos apenas hacen justicia a la magia de aquel instante.

El frío comenzaba a apretar conforme el sol se ocultaba, pero la belleza del momento bien merecía soportar las bajas temperaturas. Ver cómo las farolas del parque se iban encendiendo progresivamente, añadiendo su cálida luz artificial al espectáculo natural, ponía la guinda a una tarde perfecta.

Atardecer en el Parque del Retiro Atardecer en el Parque del Retiro
Atardecer en el Parque del Retiro

Chueca: broche final con sabor auténtico #

Con la noche ya caída sobre Madrid y el cuerpo pidiendo calor, pusimos rumbo a uno de los barrios con más personalidad de la capital: Chueca. Este barrio, conocido por su ambiente diverso y acogedor, es el lugar perfecto para cerrar una jornada intensa de turismo cultural.

Las calles de Chueca bullían de actividad, con sus bares y restaurantes llenos de gente dispuesta a disfrutar de la penúltima noche del año. Encontramos un local acogedor donde pudimos finalmente sentarnos a tomar algo tranquilos.

La conversación fluyó al ritmo de las anécdotas del día, repasando mentalmente todos los lugares visitados y planificando la jornada siguiente. El ambiente festivo del local, con su decoración navideña y su clientela variopinta, representaba a la perfección ese Madrid abierto y cosmopolita que tanto me fascina.

Fue el broche perfecto para un día intenso pero maravilloso. Madrid, una vez más, había demostrado ser una ciudad con la capacidad de sorprender a cada paso, de ofrecer experiencias únicas incluso para alguien que la ha visitado en numerosas ocasiones. Y mientras apurábamos la última copa, ya empezábamos a saborear la expectación por lo que nos depararía el último día del año en la capital.

La inconfundible estación de metro de Chueca
La inconfundible estación de metro de Chueca
Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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