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Día 3. Entre rascacielos y parques

09 octubre 2005

Día 3. Entre rascacielos y parques

Nueva York es una ciudad de contrastes fascinantes y experiencias intensas que se graban en la memoria. Este 9 de octubre viví una jornada que perfectamente resume la esencia de Manhattan: desde el bullicio electrizante de Times Square hasta la sorprendente calma de Central Park. Un día que transita entre rascacielos imponentes y remansos verdes, entre el lujo discreto y la cultura accesible.

Despertando en la ciudad que nunca duerme #

Amaneció el 9 de octubre, un domingo que prometía ser intenso. Tras un desayuno rápido en la cafetería del hotel, nos lanzamos a la aventura neoyorquina con las pilas recargadas. Nuestro primer destino fue Times Square, ese cruce icónico que, incluso a primera hora de la mañana, rebosa vida y energía. Es fascinante contemplar cómo las pantallas gigantes iluminan las fachadas, cómo los taxis amarillos serpentean entre el tráfico, y cómo los transeúntes de todas las nacionalidades componen un mosaico humano absolutamente cautivador.

Para quien no lo haya visitado, Times Square es mucho más que un cruce de calles; es la esencia misma de Nueva York condensada en unas pocas manzanas. Los anuncios luminosos compiten por captar tu atención, los olores de los puestos de comida callejera se entremezclan en el aire, y la sensación de estar en el centro neurálgico de Manhattan resulta embriagadora. Me quedé un buen rato simplemente observando, intentando capturar con mi cámara ese ritmo frenético que define la ciudad.

 Times Square
Times Square

El Empire State: tocando el cielo de Manhattan #

Desde Times Square pusimos rumbo al Empire State Building. La verdad es que me había mentalizado para una espera considerable, y efectivamente así fue. Las colas para acceder a este emblema arquitectónico son legendarias, pero todos los guías de viaje coinciden en que la experiencia merece la pena, y no puedo estar más de acuerdo.

Tras algo más de una hora haciendo fila, finalmente accedimos al ascensor que nos catapultó hasta el observatorio del piso 86. La sensación al salir y encontrarte con semejante panorámica es indescriptible. Manhattan se despliega bajo tus pies como una maqueta perfectamente diseñada: los edificios, las avenidas numeradas que se cruzan con las calles, el río Hudson al oeste y el East River al este... Tuve la suerte de que el día era claro, con un cielo azul que permitía divisar incluso la Estatua de la Libertad en la distancia. Pasamos casi dos horas allí arriba, recorriendo el mirador en los cuatro puntos cardinales, y comentando entre nosotros los diferentes edificios que reconocíamos en el skyline.

El mirador del Empire State Building El mirador del Empire State Building El mirador del Empire State Building El mirador del Empire State Building
El mirador del Empire State Building

Un oasis verde en la jungla de asfalto #

Después de comer en un deli cercano al Empire (estos establecimientos son perfectos para un almuerzo rápido y sorprendentemente sabroso), decidimos dedicar la tarde a ese pulmón verde que es Central Park. Si tuviera que elegir una de las grandes sorpresas de Nueva York, sin duda sería este parque. Es asombroso cómo, tan solo unos pasos después de dejar atrás el bullicio urbano, puedes sumergirte en un remanso de naturaleza que te hace olvidar momentáneamente dónde estás.

Entramos por la zona sur y fuimos recorriendo sin prisa sus senderos, contemplando a los neoyorquinos disfrutar de su domingo: familias haciendo picnic, parejas remando en el lago, artistas callejeros ofreciendo sus actuaciones, deportistas corriendo o patinando... Central Park es un microcosmos que refleja perfectamente el espíritu de la ciudad. Nos detuvimos especialmente en Bethesda Fountain, con su precioso ángel coronando la fuente, y en Strawberry Fields, ese rincón dedicado a John Lennon que siempre está rodeado de fans dejando flores sobre el mosaico con la palabra "Imagine".

Central Park Central Park Central Park Central Park
Central Park

El elegante Upper East Side #

Sin darnos apenas cuenta, salimos del parque por su lado este y nos encontramos en el Upper East Side, quizás el barrio más exclusivo de Manhattan. El contraste con otras zonas que habíamos visitado los días anteriores resultaba evidente: aquí todo respira elegancia y sofisticación. Los edificios de apartamentos con sus fachadas impecables, los porteros uniformados, las boutiques de lujo... Es como si hubiéramos cambiado de ciudad en tan solo unos metros.

Aprovechamos para pasear por la famosa Madison Avenue, escaparate del lujo mundial, y por la Quinta Avenida en su tramo más selecto. No soy precisamente un fanático de las compras, pero reconozco que resulta un espectáculo contemplar esos escaparates cuidados hasta el último detalle. Además, en esta zona se encuentran algunos de los museos más importantes de la ciudad, como el Metropolitan o el Guggenheim, aunque en esta ocasión decidimos dejar la visita cultural para otro día, ya que el programa estaba bastante apretado.

La majestuosidad de Grand Central Terminal #

Ya por la tarde, y siguiendo nuestro camino hacia el sur de la isla, hicimos parada en Grand Central Terminal. Si hay un espacio que representa la grandeza arquitectónica de la antigua Nueva York, es sin duda esta estación. Nada más entrar en su vestíbulo principal, con ese impresionante techo abovedado decorado con constelaciones, se me escapó un "wow" involuntario. La luz que se filtra por los enormes ventanales, el incesante ir y venir de viajeros, el reloj central que sirve como punto de encuentro... todo compone una estampa que parece sacada de una película.

Me llamó especialmente la atención el contraste entre el ritmo acelerado de los neoyorquinos que cruzan la estación casi sin mirarla, inmersos en su rutina diaria, y nosotros, los turistas, con la cabeza alzada y la boca abierta, maravillados ante semejante espectáculo arquitectónico. Aproveché para hacer decenas de fotografías, intentando capturar esa atmósfera única, aunque soy consciente de que ninguna imagen puede transmitir completamente la sensación de estar allí.

Grand Central Terminal Grand Central Terminal
Grand Central Terminal

Noche de Broadway: luces y sombras #

Para culminar el día, teníamos reservadas entradas para ver "Sweeney Todd" en Broadway. Ver un musical es casi una obligación para cualquier visitante de Nueva York, y yo tenía especial interés en esta obra de Stephen Sondheim. Sin embargo, debo ser sincero: la versión que nos tocó ver resultó ser una propuesta conceptual minimalista que, personalmente, me decepcionó un poco. Los actores, vestidos con trajes contemporáneos, interpretaban varios papeles y tocaban los instrumentos ellos mismos, lo que resultaba interesante como concepto pero le restaba espectacularidad a la puesta en escena.

Quizás el cansancio acumulado después de un día tan intenso influyó en mi percepción, o tal vez simplemente esperaba algo más tradicional. Sea como fuere, la experiencia de asistir a un teatro de Broadway sigue siendo especial, con ese ambiente previo a la función, cuando la gente se agolpa en la entrada y las marquesinas iluminan la noche neoyorquina.

Reflexiones al final del día #

De regreso al hotel, mientras contemplaba las luces de la ciudad desde la ventana de mi habitación, no podía evitar sentirme abrumado por la intensidad de Nueva York. Es una ciudad que no da tregua, que te exige estar constantemente alerta para no perderte nada. Tres días después de haber llegado, empezaba a entender por qué tantos viajeros quedan cautivados por su energía magnética.

Esta tercera jornada ha sido particularmente rica en contrastes: desde la verticalidad imponente del Empire State hasta la horizontalidad verde de Central Park; desde el lujo discreto del Upper East Side hasta la teatralidad brillante de Broadway. Y es precisamente esa diversidad lo que hace de Nueva York un destino tan fascinante.

Me despido de este día con la satisfacción de haber exprimido cada minuto en Manhattan. Nueva York sigue desplegando sus infinitas capas de experiencias urbanas, y aún quedan muchos rincones por descubrir. Cada jornada en esta ciudad supone un viaje dentro del viaje, y este domingo 9 de octubre quedará grabado como uno de los más completos y fascinantes.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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